XXXV. GRIS INTRÍNSECO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO:
GRIS INTRÍNSECO.
A pesar del hecho de que su Padre y su hermano eran Mortífagos, Nova nunca había visto a Lord Voldemort de cerca. Él era tan aterrador como ella lo había imaginado, con sus facciones como de serpiente. Incluso estando al otro lado de la habitación, podía ver el color escarlata de sus ojos. El mismo color de la sangre que había derramado desde el segundo en que había nacido. Él era alto, más alto de lo que Nova había esperado, y lo suficiente para lucir intimidante. Harry parecía estar congelado en su lugar, observando a Voldemort de la misma forma que Nova. Sorprendido. Sin poder creerlo. Aterrado.
—Entonces, ¿rompiste mi profecía?—, preguntó Voldemort, su voz calmada envolviendo a todos los presentes como una boa. El lugar donde sus ojos deberían estar se expandió ligeramente, exponiendo más de ese feo color rojo antes que ellos volvieran a su posición previa. En ese momento, Nova se preguntó si estaba mirando al Señor Oscuro o a su serpiente, Nagini —. No, Bella, no está mintiendo... veo la verdad mirándome desde su mente indigna...—, Nova debería haber sabido que Harry no estaría concentrado en mantener su guardia arriba, en intentar bloquear a Voldemort para que no usara Oclumancia sobre él. No cuando Sirius, el hombre al que admiraba como una figura paterna, había muerto apenas momentos atrás —. Meses de preparación, meses de esfuerzo... y mis Mortífagos dejaron que Harry Potter me venciera otra vez...
Nova nunca había visto a su madrina tan asustada. Ella se arrojó a los pies de Lord Voldemort —. Maestro, lo lamento tanto, no lo sabía, ¡estaba peleando con el Animago Black!—, sus mejillas estaban manchadas con lágrimas oscurecidas por su maquillaje. Nova nunca la había visto lucir tan débil. Si Bellatrix no fuera una psicópata, Nova sentiría pena por su tía Bella —. Maestro, debería saber que--.
—Silencio, Bella—, dijo Voldemort inmediatamente. Aunque su tono seguía siendo suave y ligero, calló a Bellatrix con el mismo poder que lo hubiera hecho un grito. Era peligrosamente lento y articulado, la calma antes de la tormenta —. Lidiaré contigo en un momento. ¿Crees que entré al Ministerio de Magia para escuchar tus disculpas?
—Pero Maestro—, protestó Bellatrix, aún en el suelo —, él está aquí – él está abajo –.
No se necesitaba ser un genio para descifrar que el Señor Oscuro no le estaba prestando atención a Bellatrix. Sus palabras eran recibidas con oídos sordos, con un hombre al que no le importaba. Nova pensó que su madrina lucía patética, en el suelo, cerca de los pies de Voldemort y rogando su perdón. Ella nunca se dejaría encontrar de esa forma. Nunca dejaría que Theo estuviera así.
—No tengo nada más que decirte, Potter—, habló Voldemort con el mismo tono calmo —. Te has escapado de mí demasiadas veces, por demasiado tiempo—, entonces, tan pronto como Nova pestañeó, él tenía su varita alzada y estaba gritando —. ¡AVADA KEDAVRA!
—No—, Nova se escuchó a sí misma susurrar, sintiendo sus pies comenzando a correr hacia Harry. Lupin fue rápido para tomarla por los brazos y contenerla, trayéndola de vuelta a su pecho y a la realidad. Él murmuró preguntas en su oreja, intentando calmarla. ¿Qué vas a hacer, Nova? Si sales herida, ¿a quién ayudarás?
Pero Nova no tenía que hacer nada. De repente, la estatua dorada de un mago de la fuente revivió, saltando de su lugar y colocándose entre Harry y el Señor Oscuro. Nova observó a la estatua alzar sus brazos, los hilos de luz verde emitidos por la varita de Voldemort simplemente golpearon el pecho de la estatua antes de rebotar. Harry permaneció ileso. Nova sintió el alivio como una cachetada, y ella se desplomó entre los brazos de Lupin.
— ¿Qué-?—, preguntó Voldemort, confundido hasta que pareció descifrar algo —. ¡Dumbledore!—, siseó, el sonido haciéndolo parecer aún más a una serpiente. Entonces, volvió a alzar su varita y otro hilo de luz verde escapó de su varita, ésta vez dirigido al director. Dumbledore se había ido en un instante, reapareciendo detrás del Señor Oscuro y conjurando a las otras estatuas de la fuente para que lo ayudaran. Una estatua corrió hasta donde estaba la madrina de Nova, Bellatrix, gritando e intentando conjurar un hechizo que fuera a desanimar al objeto dorado, pero falló. Se arrojó sobre ella y la sostuvo contra el suelo, el llanto de Bella no le molestaba en lo más mínimo. Otro par de estatuas marcharon contra Voldemort, y una estatua sin cabeza arrojó a Harry hacia atrás y fuera de la línea de batalla. Fue entonces que Harry notó a Nova y Lupin, y él rápidamente corrió hasta ellos.
—No tenías que seguirme—, dijo Harry inmediatamente, tomando a Nova y asegurándose que no estuviera incluso más herida. Había sangre seca por todos lados, pero ningún corte lucía fresco. Satisfecho con lo que vio, la soltó.
—Por supuesto que sí—, contestó con un tono que sugería que creía que Harry era un idiota —. Nunca vuelvas a decir algo tan estúpido otra vez.
—Fue tonto de tu parte venir aquí, Tom—, habló Dumbledore, su voz monótona y calmada. Eso captó la atención de Harry y Nova de vuelta —. Los Aurores están en camino--.
—Para cuando lleguen ya me habré ido, ¡y tú estarás muerto!—, replicó Voldemort, aquella imagen de tranquilidad ya se había ido. Él disparó otra maldición asesina a Dumbledore, pero falló. Nova vio un escritorio de los guardias explotar en llamas. Los dos continuaron con su duelo, arrojando hechizos el uno al otro pero ninguno de ellos realmente ganaba ventaja alguna. Nova estaba impresionada de ver que ellos eran iguales respecto a habilidad, tal vez los únicos dos magos en el planeta que podía competir con el otro.
—Debemos sacarte de aquí—, mencionó Nova a Lupin y Harry.
— ¿Estás bromeando?—, respondió Harry, sacudiendo su cabeza —. ¡No podemos solo dejar a Dumbledore aquí peleando contra Voldemort!
—Harry, no podemos hacer nada de todas formas. Dumbledore tiene a la estatua evitando que nos acerquemos a la línea de fuego y él es el único que puede pelear contra Voldemort—, Harry lució medio ofendido y Nova rodó los ojos, sin preocuparse por proteger sus sentimientos ya que estaba preocupada por asegurarse que no muriera —. Vamos, Harry—, tomó su brazo e intentó llevarlo a la seguridad, pero él se liberó de su agarre con facilidad —. Harry—, rogó —. Vamos.
—No puedo irme.
—Bueno, estoy cansada de perder a personas que me importan, ¡así que vendrás conmigo!—, escupió ella, su tono y repentino enojo sorprendiendo tanto a él como a Lupin —. ¿Por qué no puedes ver que estoy intentando ser buena? ¡Estoy intentando salvarte!
—Y no entiendo por qué—, respondió Harry, su voz alzándose con ira como la de Nova lo había hecho —. ¡Especialmente cuando tu familia es una de las que quería matarme en primer lugar! ¿Supongo que solo debería esperar a que te pongas en mi contra como ellos lo hicieron? ¿Eso te gustaría?—, sus ojos verdes eran fríos. Sea lo que sea que haya visto en el rostro de Nova lo hizo arrepentirse, sus ojos inmediatamente mostrando culpa y arrepentimiento. Las disculpas colgaban de sus labios —. Nova, no quise decir eso. Lo siento.
Pero Nova sintió como si acabara de ser abofeteada. ¿Harry realmente creía eso de ella? ¿Que ella solo estaba intentando ganarse su confianza y, entonces, entregar información a su Padre? O peor, ¿al propio Voldemort? Y si Harry se sentía de esa forma, ¿también lo hacían los demás? ¿Fred y George? ¿Ginny? ¿Luna? ¿Neville? ¿Hermione? ¿Ron? Merlín, pensar que Ron creía lo mismo hacía doler su corazón —. Creo que sí quisiste, Harry—, habló Nova, su tono bajo y calmado, las palabras siendo menos dolorosas que las previas mencionadas. Harry le envió una mirada de pánico, como si temiera haber dañado sus sentimientos profundamente, pero ella lo ignoró —. Solo... solo haz lo que quieras, Harry. Prometo no interponerme ni contarle tus planes a los Mortífagos en mi ausencia.
—Nova—, llamó Lupin, negando.
—Eso no es lo que--, Harry fue interrumpido cuando Dumbledore le envió un hechizo sonoro a Voldemort. Y como si alguien lo hubiera encantado, la atención de Harry estaba de vuelta en la pelea entre Dumbledore y Voldemort, su conversación con Nova olvidada. Dumbledore movió su varita y un poderoso encantamiento surgió por el aire hacia donde Voldemort se encontraba de pie. Hubo un sonido como de una campana siendo golpeada, pero el hechizo no dañó a la serpiente que intentaba asesinar a su compañero de duelo. Voldemort sonrió vilmente.
— ¿No buscas matarme, Dumbledore?—, preguntó Voldemort —. ¿Estás por sobre tal brutalidad?
—Ambos sabemos que hay otras formas de destruir a un hombre, Tom—, dijo Dumbledore. Nova tomó sus palabras, percatándose que eran ciertas. Matar a Voldemort sería muy fácil, demasiado sencillo para un hombre tan maligno. ¿Nova no probaba ser la certeza de las palabras de Dumbledore? Su Padre no la había matado, pero la había destruido una y otra vez —. Meramente tomar tu vida no me resultará satisfactorio, lo admito--.
— ¡No hay nada peor que la muerte, Dumbledore!—, gritó Voldemort mientras Dumbledore daba un paso hacia el hombre malvado, al parecer no temiendo lo que podría hacerle.
—Estás bastante equivocado—, mencionó Dumbledore, acercándose. Su voz era coloquial, como si fueran viejos amigos encontrándose por primera vez en años. El tono no encajaba con el contenido de sus palabras —. De hecho, tu incapacidad para comprender que hay cosas mucho peores que la muerte siempre ha sido tu gran debilidad--, otro montón de luces verdes fueron disparadas hacia Dumbledore, pero él sacudió su varita y envió una fina luz hacia Voldemort. Nova no sabía qué se suponía que debía hacer, pero repentinamente se transformó en una serpiente y cayó a los pies de Voldemort, siseando hacia Dumbledore. Entonces, Voldemort se había desvanecido y la serpiente estaba lista para saltar contra Dumbledore, sus colmillos amenazantes.
Hubo una flama que inundó la habitación mientras Voldemort volvía a aparecer. Harry gritó una advertencia a Dumbledore, pero él debía haberlo sabido. Dumbledore no estaba preocupado en lo más mínimo cuando Voldemort envió otra luz verde. Antes que pudiera golpear al director, un hermoso fénix se alzó de la nada y absorbió el hechizo por completo, siendo consumido por el fuego después de hacerlo. En ese mismo momento, Dumbledore paralizó la serpiente de Voldemort y Nova la observó desaparecer.
— ¡MAESTRO!—, Nova escuchó chillar a su madrina cuando Dumbledore arrojó el agua hacia Voldemort, intentando sofocar al mago oscuro bajo el jet de agua que provenía de la fuente. De repente, Voldemort había desaparecido, casi como si se hubiera evaporado en el aire. Harry comenzó a moverse, listo para ir a ver si Dumbledore estaba bien.
— ¡Quédate dónde estás, Harry!—, ordenó Dumbledore. Pero Harry de repente se torció como si alguien lo hubiera golpeado en el estómago, e incluso la estatua no pudo evitar que su cuerpo golpeara el suelo, como si fuera un peso muerto. Nova se encogió aterrada, intentando moverse para ayudar a Harry, pero la estatua que la mantenía de rehén le gruñó por siquiera pensar en moverse.
— ¡Lupin, Dumbledore, hagan algo!—, gritó ella. El cuerpo de Harry estaba convulsionando en el suelo, como si estuviera teniendo un ataque.
Y entonces, con una voz que claramente no le pertenecía a Harry, su amigo murmuró —. Mátame ahora, Dumbledore...—, Nova luchó contra la estatua, las lágrimas llenando sus ojos cuando se percató de lo que estaba pasando —. Si la muerte no es nada, Dumbledore, mata al chico...—, Dumbledore alzó su varita y Nova escuchó el sonido enfermo de su propio grito antes que el cuerpo de Harry se volviera inmóvil. Ella luchó con toda su fuerza contra la estatua, observando a Dumbledore, como si lo estuviera desafiando a escuchar la instrucción de Voldemort. Él no le prestó atención, en su lugar, miró a Harry.
Entonces, movimiento. Los dedos de Harry temblaron. Su mano. Sus ojos comenzaron a pestañear. Nova escuchó sonidos de más personas llegando a la habitación, pero lo único a lo que ella le prestó atención fue a que Harry estaba vivo. Dumbledore no había seguido el consejo de Voldemort. Ella se desplomó en alivio, la estatua finalmente liberándola cuando detectó que la amenaza se había ido. Nova se encontró al instante al lado de Harry, tomando sus gafas del suelo y colocándola sobre su nariz mientras él intentaba sentarse. Nova lo empujó por los hombros hacia abajo —. Quédate quieto por un rato, Harry—, aconsejó ella.
— ¿Estás bien, Harry?—, cuestionó Dumbledore.
—Sí—, respondió, su voz temblando. Intentó mantener su cabeza en alto para mirar a Dumbledore, pero estaba temblando tanto que Nova gentilmente tocó su frente y presionó su cabeza de vuelta al suelo —. Gracias—, le dijo a Nova —. ¿Dónde está Voldemort? ¿Dónde –? ¿Quiénes son todos ellos –? ¿Qué –?
—Son solo algunas personas del Ministerio de Magia—, aseguró Nova, ignorando el grupo que se había formado a su alrededor —. No te concentres en ellos, Harry. Concéntrate en sentirte mejor, ¿sí?
—Nova—, dijo él —. Lo que dije antes--.
Ella sacudió la cabeza para dejarle saber que no importaba. Después de lo que había sucedido, ese era el menor de sus problemas. Dumbledore le ofreció su mano a Harry para levantarlo, ignorando las protestas de Nova que sugerían que tal vez deberían dejarlo descansar por un rato más, y lo colocó sobre sus pies. Cornelius Fudge fue empujado hacia adelante por una de las estatuas de Dumbledore, una mirada de impresión en su rostro mientras observaba a Harry y, entonces, a Dumbledore, incluso enviándole una rápida mirada a Nova.
— ¡Él estaba allí!—, un mago desconocido chilló, apuntando a una pila de polvo dorado que descansaba sobre el suelo. Era donde la estatua de Dumbledore había mantenido atrapada a la madrina de Nova, y Nova solo pudo asumir que el residuo dorado había sido lo único que quedaba de la estatua —. ¡Lo vi, señor Fudge! ¡Lo juro! ¡Era Ya-Saben-Quién! ¡Él agarró a una mujer y desapareció!
—Lo sé, Williamson, lo sé, ¡también lo vi!—, jadeó Fudge. Nova podía ver los pantalones de su pijama saliendo por debajo de su saco. Sus ojos estaban ahora centrados sobre el espacio donde Voldemort había estado momentos previos, nublado por el desconcierto —. ¡Por la barba de Merlín – aquí – aquí! – ¡en el Ministerio de Magia! – ¡Por todos los cielos! – No puede ser posible – ¿cómo?
—Si procede escaleras abajo al Departamento de Misterios, Cornelius—, mencionó Dumbledore, ahora que estaba seguro que Harry estaba bien. Algunos de los magos y brujas congregados, que no lo habían notado antes, alzaron sus varitas con un silencioso jadeo, aunque Dumbledore no lució afectado en lo absoluto. En su lugar, él siguió con su voz calmada —, encontrará varios Mortífagos contenidos en la cámara de la muerte, están bajo un hechizo anti-desaparición y esperan su decisión sobre qué hacer con ellos.
— ¡Dumbledore!—, jadeó Fudge. Nova quiso reír ante la mirada atontada en su rostro, pero decidió no hacerlo cuando se percató que no había nada de divertido en la situación —. Tú – aquí – yo – yo—, él miró a los Aurores parados a su alrededor, como si queriendo que ellos tomaran a Dumbledore. Ningún Auror se movió.
—Cornelius, estoy listo para pelear contra tus hombre – ¡y ganar otra vez!—, Dumbledore comenzó —. Pero minutos atrás viste pruebas, con tus propios ojos, de que he estado diciendo la verdad todo el año. Lord Voldemort regresó, has estado siguiendo al hombre equivocado durante doce meses, ¡y es hora de que escuches algo de sentido!—, su tono no dejaba lugar a una discusión con su lógica. La prueba que ellos acababan de ver también los prevenía de contradecirlo.
—Yo – no – bueno—, balbuceó Fudge en respuesta. Miró alrededor para ver si alguien se lanzaba en contra de las palabras de Dumbledore, pero todos sus hombres aparentemente habían visto las pruebas que necesitaban para saber que Dumbledore había estado diciendo la verdad todo este tiempo —. Muy bien – ¡Dawlish! ¡Williamson! Vayan al Departamento de Misterios y vean... Dumbledore, tú – necesitarás explicarme exactamente – la fuente – ¿qué pasó?—, dijo. Sollozó patéticamente mientras observaba la fuente, los restos de Voldemort y, entonces, a Harry.
—Podemos discutirlo después que haya enviado a Harry devuelta a Hogwarts—, habló Dumbledore severamente.
— ¿Harry – Harry Potter?—, exclamó y observó a Harry, quién hacía rato había estado descansando contra una pared para soportar su cuerpo débil. Nova estaba a su lado, sus manos tomándolo cada vez que parecía que iba a caerse —. ¿A-aquí? ¿Por qué – de qué se trata todo esto?
—Explicaré todo cuando Harry esté de vuelta en la escuela—, repitió Dumbledore. Él caminó hasta la cabeza decapitada de una de las estatuas y conjuró un hechizo para transformarla en un Portkey que los llevara de vuelta a Hogwarts. Se volvió azul y tembló por un momento antes de quedarse quieta.
— ¡Mira esto, Dumbledore! ¡No tienes autorización para ese Portkey! ¡No puedes hacer cosas como esas delante del Ministro de Magia, tú – tú—, Fudge vaciló cuando Dumbledore le dio una mirada, casi como retándolo a ir en contra de lo que estaba haciendo.
—Dará la orden de remover a Dolores Umbridge de Hogwarts. Le dirá a sus Aurores que detengan su investigación sobre mi profesor de Cuidados de las Criaturas Mágicas para que pueda volver a trabajar. Le daré media hora de mi tiempo ésta noche, en la que creo que podremos cubrir los puntos más importantes de lo que pasó aquí. Después de eso, deberé regresar a mi escuela. Si necesita más de mi ayuda, está, por supuesto, más que bienvenido a contactarme en Hogwarts. Las cartas dirigidas al director me encontrarán.
Fudge lo observó, conmocionado —. Yo – tú--.
—Tomen este Portkey, Harry, señorita Nott—, él sostuvo la cabeza dorada y Harry y Nova lo tomaron en silencio —. Los veré en media hora—, agregó tranquilamente —. Uno... dos... tres...
Nova debería haberse sentido feliz de poder dejar ese lugar. Debería estar feliz que, por ahora, sus problemas con su Padre eran la última de sus preocupaciones. Pero todo lo que sintió fue el gris alzarse sobre ella, el tipo de gris que las personas veían durante la ausencia de la luz. Las cosas solo estaban comenzando, y ella estaba segura que ellos estarían mucho peor antes de poder encontrarse mejor.
Mientras el Portkey tiraba de ella, Nova Nott dejó que una lágrima escapara de su ojo.
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