XXII. LO INEVITABLE
CAPÍTULO VEINTIDÓS:
LO INEVITABLE.
Ella quería estar en cualquier lugar excepto allí, sentada sola en su habitación con el sonido de su propia respiración sonando contra sus orejas. Era consciente de que había un juego de Quidditch en el que Weasley estaba jugando, pero ya le había dicho a Potter en la mañana que no tenía el corazón para escuchar el ya tan familiar tono de la canción de Malfoy "A Weasley vamos a coronar". No estaba segura de si podría detenerse de golpearlo en la cara.
Si estaba siendo honesta consigo misma, Nova no tenía el corazón para hacer nada.
Su mente, como sabía que probablemente lo estaría por el resto de su vida, estaba atrapada en el tatuaje negro que descansaba sobre la piel de su hermano. El mismo Theo que le había prometido que siempre la protegería era el mismo que la estaba condenando a su caída.
Las palabras de Bellatrix flotaban en su mente. Tarde o temprano, ella se convertiría en uno de ellos. Pelearía para postergarlo tanto como pudiera, pero todos tenían sus debilidades, y la de ella era Theo. Mientras miraba al reloj en la pared de su dormitorio, se percató que se estaba acercando el final del partido de Quidditch, y pensó con un shock para su sistema que había un Weasley pelirrojo que, lento pero seguro, se estaba convirtiendo en otra debilidad. Otra grieta en su armadura por la que ella lucharía para proteger con todo su poder.
Era extraño pensar eso, reflexionó. Era extraño reconocer sus sentimientos por él, y que supiera a qué grado llegaría para asegurarse que Ron Weasley fuera feliz y no fuera tocado por la oscuridad que ella siempre había tenido en su vida. Y porque ella tenía un lado masoquista, se preguntó, por un momento, qué hubiera pensado su madre de él.
Elizabeth estaría sorprendida por su decisión, pero sería otro tipo de conmoción comparada a la de Edgar. Ella estaría más conmocionada porque Nova había abierto su corazón a alguien. Nova le gustaba imaginar que a su madre no le importaría sobre su estatus de sangre, y por lo poco que Hagrid le había dicho sobre ella unas cuantas semanas atrás, Nova lo creía más y más. "Él es tan bueno para ti, Nova", podía imaginar a Elizabeth decir mientras pasaba sus dedos por el cabello de su hija. "Nunca te vi sonreír tanto."
Nunca lo había hecho antes, se percató Nova. Nunca había sonreído tanto en su vida.
Otra mirada al reloj le dijo que Ron ya había ido a las cocinas. Si Gryffindor había ganado, estaría comiendo para celebrar. Si habían perdido, estaría malhumorado y hundiendo su rostro en cualquier cosa de chocolate. Recordaba estos hechos en particular de cuando él había practicado la semana entera antes del último partido, y ella le había dado un rápido beso en aquellas días mientras él comía una tarta de chocolate. Nova se levantó y se dirigió a las cocinas, suspirando cuando lo vio a mitad de camino con una torta de chocolate.
—Fue absoluta basura—, anunció él miserablemente mientras ella se deslizaba en el asiento a su lado, ofreciéndole su mano. Él ya comprendía el gesto, entrelazando sus dedos con los de ella y dándole un apretón —. Qué bueno que no estuviste allí—, había una emoción oculta en sus ojos que le decía lo contrario. Nova sintió toda la felicidad en su corazón desvanecerse. Él tenía el hábito de hacer eso, haciéndola sentirse mal por cosas que nunca se había lamentado. Cualquier cosa que llevara aquella mirada a sus ojos la hacía querer disculparse.
En un gesto completamente ajeno de ella que los ojos de él se abrieron cuando ella llevó su mano a sus labios y presionó un beso sobre sus nudillos.
—Estoy segura que no fue tan horrible como dices—, ofreció ella.
—No estuviste allí.
No, no estuvo allí. Y se percató que él había querido que ella lo estuviera. Incluso aunque se sentara con la casa que cantaba cosas horribles sobre él, incluso si él jugaba terriblemente, quería que ella estuviera allí. Una vez más, ella lo había lastimado sin querer —. Perdona—, mencionó ella, acercándose para presionar un beso sobre su mejilla —. Estaré allí la próxima vez.
—La entrevista de Harry con el Quibbler saldrá pronto. ¿Vas a leerla?—, inquirió él en una forma de distraer a ambos de su conversación actual. Nova vagamente recordó que Ron le había mencionado que Potter había tenido una entrevista con Rita Skeeter que iba a ser publicada en el Quibbler, una revista dirigida por el padre de la extraña Ravenclaw rubia platinada que Nova había conocido en su viaje en carruaje la noche del primero de Septiembre. Suspiró ante su pregunta. Si hubiera sido publicada en el Profeta, le hubiera dado un "sí" definitivo inmediatamente. Pero como ese no era el caso, era más complicado —. Tomaré tu silencio como un no.
Su tono sonó amargo, por lo que sus ojos se entrecerraron en un espíritu de pelea —. No me voy a quedar sentada escuchándote hablarme así. Sabes perfectamente por qué no puedo leerla. Te dije antes que iba a intentarlo, y eso voy a hacer. Si no me crees, es tu problema. Y respecto a tu actitud, si estás molesto por el partido, lo entiendo. Sin embargo, eso no te da el derecho de desquitarte conmigo.
Cuando ella levantó su cuerpo de la silla, alejando su mano de la de él, él fue rápido para volver a tomarla, tirando de ella tan fuerte que ella casi cayó sobre sus piernas. El sonrojo en sus mejillas no la distrajo del hecho que ella estaba ligeramente sobre él —. Tienes razón, tienes razón. Lo siento—, dijo, apretando su mano —. Solo estoy molesto por Quidditch. No te vayas.
Con lo que quedaba de su dignidad, Nova resopló y acomodó su falda antes de apoyarse en silencio contra la mesada que estaba al lado de él. Él no dejó que soltara su mano, manteniendo sus dedos atrapados entre los de él —. Te lo advertí—, susurró ella, sacudiendo la cabeza —. Te advertí que las cosas serían difíciles, Ron. ¿No me escuchaste? ¿No me tomaste en serio?
—No hagamos esto hoy—, dijo él después de un par de momentos —. Justo ahora, somos... algo... y estamos disfrutando esta tarta de chocolate y estoy molesto porque perdí un partido de Quidditch. No pensemos en Gryffindor, ni en Slytherin, ni en mi familia, ni en la tuya, ni en nada más. Solo quiero que estemos aquí.
¿No podía ver que eso era lo que ella quería también? Que todo lo que quería era estar con él y olvidarse de Bellatrix, olvidarse de su hermano, olvidarse de todo lo que debería hacer en el futuro —. Estamos aquí—, dijo ella suavemente, acercándose y dándole un beso —. Estamos aquí—, susurró.
De alguna forma, éste beso fue diferente. Nova siempre había amado que los besos de Ron fueran similares porque, siendo honesta, pensaba que un cambio en la forma en que la besaba dejaría a su sistema perplejo. Pero este fue diferente. Este era un beso después de una discusión, y era dulce y amable por sobre todo. Ron movió su boca sobre la de ella como si fuera algo frágil que se rompería si se movía demasiado rápido, demasiado brusco. Y mientras Nova normalmente haría un comentario sobre cómo él necesitaba besarla, supo en ese momento que ésta era su forma de cesar su discusión. De asegurarse que ella sabía que sus sentimientos seguían presentes.
Por lo que ella aceptó los toques ligeros de sus dedos estirándose hasta su rostro. Él aún tenía un rubor terrible cuando la besaba (ella podía sentir el calor de sus mejillas debajo de sus palmas mientras sus manos acariciaban su rostro), y le gustaba saber que, sin importar lo mucho que cambiaran las cosas en las próximas semanas, eso siempre seguiría igual. Su beso era ligero, apenas una acaricia de labios que la dejaba suspirando y haciendo que las mejillas de él se encendieran aún más.
—Nunca fallo en hacerte ruborizar—, comentó ella contra su boca, sonriendo ligeramente —. Y me hace sentir genial.
—Cállate—, replicó él, silenciando su respuesta al presionar sus labios contra los de ella una vez más, silenciando cualquier respuesta que estaba lista para caer de sus labios.
Las mariposas nunca cesaban cuando estaba con él. Revoloteaban incómodamente en su estómago, volando como si hubieran estado allí toda su vida. Su boca se movió contra la de ella, sus manos se enredaron en su largo cabello y las manos de ella se aferraron a su cuello, sus pulgares rozando su mandíbula. Cuando ella mordió ligeramente su labio inferior, la conmoción fue suficiente para enviar sus manos a su cintura y acercarla más a su cuerpo. Ella intentó no reír contra su boca, pero en serio, él había reaccionado como si fuera un pequeño ciervo frente a un cazador.
Así era él. Él creía que era el único sin experiencia en el área de las relaciones. Creía que, ya que como ella había salido con Malfoy, ya había hecho este tipo de cosas antes. Pero nunca en toda su vida ella se había sentido de ésta forma con alguien. Nunca había tenido mariposas tan fuertes que sentía que saldría volando. Su corazón nunca había latido tan rápido que creía que iba a salirse de su pecho. Ella era tan nueva con esto como él.
Entonces, ella volvió a morder su labio y abrió sus ojos para ver los de él abiertos de par en par, perplejo.
Ella no pudo evitarlo. Tuvo que separarse y reír ante la mirada aterrada en su rostro, sus manos se movieron para rodear su cuello mientras se volvía a apoyar contra la mesada —. No sabes cómo besar con lengua, Weasley.
— ¿Q-qué? ¿Realmente dijiste eso?—, él sonaba ofendido.
—Mordí tu labio, lo que es una progresión natural de un beso sin lengua a con lengua, y actuaste como si estuviera a punto de sacar mi varita y hechizarte—, antes que él pudiera volver a enojarse, ella presionó otro beso sobre sus labios —. No es malo, sino algo en lo que tendremos que trabajar.
—No puedo creer que me hayas dicho que no sé besar. Puedo hacerlo si quiero. Tal vez solo no quería hacerlo en el momento.
Ella mordió su labio para evitar reír —. Bien, bien, no querías besarme. Mensaje recibido.
—Debo irme—, dijo él, levantándose enojado de la silla y marchando fuera de las cocinas sin despedirse. Mientras normalmente Nova estaría ligeramente molesta, no pudo evitar finalmente soltar la carcajada que había estado conteniendo, revelando el sonido. Había sido hace tanto que había reído de verdad, y pelear con Ron lo había provocado. La había hecho reír. Se agarró de la mesada, apretando su mano sobre su boca para ahogar el sonido de su risa solo en caso que él pudiera escucharlo fuera de la entrada, pero no pudo taparlo por completo.
Si él pudiera verla ahora, pensó ella, rodando los ojos. ¿Ese chico no veía lo loca que la volvía? ¿No veía lo mucho que deseaba mejorar por él? Y él creía que que él no pudiera besarla, iba a alejarla. Estúpido, estúpido pelirrojo, pensó, rodando los ojos otra vez porque podía hacerlo. Estúpido pelirrojo que me hace sentir así. ¿No puedes ver lo que me estás haciendo?
Él la hacía olvidar de todo. Y eso, para ella, era mucho mejor que un hombre que pudiera besarla como si su vida dependiera en ello. Porque sabía que incluso si Ron Weasley actuaba como un ciervo asustado cuando ella lo besaba, él sostendría su mano como si nunca quisiera soltarla, y eso era exactamente lo que necesitaba.
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- POR ORDEN DE -
LA ALTA INQUISIDORA DE HOGWARTS
Cualquier estudiante en posesión de una revista de The Quibbler será expulsado.
Lo de arriba está de acuerdo con el Decreto Educacional Número Veintisiete.
Firmado,
Dolores Jane Umbridge, Alta Inquisidora.
Nova observó el nuevo Decreto Educacional colgando sobre su cabeza con sus labios fruncidos y curvados hacia abajo. Zabini, quien le había ofrecido hacerle compañía en el almuerzo, observaba el cartel con disgusto absoluto, algo por lo que Nova lo elogiaba.
—El artículo no fue malo—, mencionó Zabini, encogiéndose de hombros —. Puso un blanco en su espalda, revelando todos los Mortífagos que estuvieron esa noche en el cementerio, pero fue decente.
Ella estaba un poco triste porque Zabini había encontrado tiempo para leer el artículo, pero ella no. Toda la mañana había intentado aterrar a los de primer año para que le dieran una de sus copias de la revista, pero ninguno cedió. Zabini había comenzado a reír cuando ella amenazó a un joven chico de Ravenclaw que simplemente alzó una ceja antes de caminar en la dirección contraria —. ¿Los de primero siempre han sido tan corajudos?—, inquirió, enojada.
Afortunadamente, Zabini había confiscado una copia de un estudiante menor y la estaba ocultando en su dormitorio hasta que pudiera leerla y dárselo a Nova para que ella finalmente viera de qué se trataba todo el asunto.
—Creí que estarías molesta—, mencionó Zabini mientras se dirigían al Comedor después de Encantamientos, donde Nova había visto al profesor Flitwick intentar darle una bolsa de ratones dulces a Potter. La había hecho sonreír que todos sus profesores parecían haber leído el artículo. Excepto por Umbridge, por supuesto, pero a Nova no le importaba lo que ella pensara —. Como Potter mencionó a tu padre.
Nova se encogió de hombros —. No es exactamente un secreto que mi Padre es un Mortífago. Perdió mi confianza y respeto hace mucho.
Como si acabara de recordarlo, Zabini se encogió y colocó su mano sobre la esquina de su labio, donde había una pequeña cicatriz que permanecería allí para siempre justo donde su Padre la había golpeado. Entonces, tan rápido como su mano se había alzado, cayó, y él soltó una pequeña risa —. Weasley está mirándome como si quisiera que me prenda fuego.
Cuando los ojos de Nova se desviaron a la mesa de Gryffindor, él de hecho los estaba mirando. Rodó los ojos en su dirección antes de volverse a Zabini y tomar asientos en la mesa de Slytherin —. Ignóralo. Está actuando como un... algo celoso.
— ¿Algo?—, inquirió Zabini, alzando una ceja.
—Odio las etiquetas. Además, novio y novia suena demasiado trivial con todo lo que está sucediendo, ¿no crees?—, o ella lo pensaba así. No tenía ánimos de hablar de su querido y amado novio cuando su hermano era oficialmente un Mortífago. La palabra novio no encajaba. Algo era más fácil.
—Bueno, no hay duda de por qué me odia entonces, si no tienen una etiqueta verdadera para su relación—, ante la mirada de Nova, Zabini suspiró —. Nova, las etiquetas no van a degradar su relación. Es una forma de dejarle saber a la otra persona que están en una relación. Además, ¿por qué me está mirando? ¿No le contaste?
Mientras otros Slytherins a su alrededor podrían no saber de qué estaba hablando, Nova sabía exactamente a qué se refería. El hecho que él era gay, que estaba enamorado de su hermano, y que no estaba interesado en Nova Nott en lo absoluto. Nova negó —. No. Es tu vida personal. No necesita saberlo.
—No me hubiera importado si se lo decías—, sin embargo, sus palabras comtradijeron su accionar cuando sus hombros se relajaron, una acción minúscula que hubiera pasado desapercibida si no fuera porque Nova le estaba prestando atención. Él no estaba listo para que alguien más lo supiera, y solo había confiado en ella porque estaba cansado de mantener el secreto.
—Igualmente no quería hacerlo. Confiaste en mí, y voy a mantener tu confianza—, ya que estaban en el tema, Nova notó que sus ojos se desviaban hacia su hermano, que estaba conversando con Greengrass al final de la mesa —. Hablando de Theo, ¿cómo están las cosas?—, cuestionó en un susurro, muy bajo. No obstante, Zabini la escuchó.
— ¿Cómo crees?—, replicó él —. Él está completamente enamorado de Daphne. Pero está bien. Me he convencido que así es mejor. ¿Qué hay sobre ti? ¿Cómo están las cosas entre ustedes dos?
Con una oscuridad rodeando su corazón, Nova posó su barbilla en la palma de su mano —. No hemos hablado por casi dos semanas.
Habían sido las peores dos semanas de su vida en ese aspecto. Pero no mintió cuando le dijo a Theo dos semanas atrás que comenzaría a vivir su vida sin él. Él había cruzado la línea, y ella iba a descubrir cómo seguir. Creyó que estaba haciendo un trabajo decente, especialmente cuando volvió a mirar al pelirrojo que había estado mirándola y a Zabini con celosía y ahora, en su lugar, estaba masticando su comida, sumido en sus pensamientos mientras simultáneamente intentaba hablar con Potter.
—Pero luces feliz—, mencionó Zabini, dándole una mordida a su manzana —. ¿Weasley realmente te hace tan feliz?
—Sí—, admitió ella, sonriendo a su comida —. Sí, Zabini, de verdad. No creí que fuera posible, pero aquí estoy, actuando como una niña pequeña enferma de amor.
El mundo colgó en el silencio entre ellos por un largo rato. Si Zabini estaba sorprendido, hacía un buen trabajo en no mostrarlo. Pero Nova estaba sorprendida. La palabra había salido de sus labios tan desinteresadamente, como si fuera lo que realmente sentía. Ella no podía sentirse de esa forma, no aún.
— ¿Amor?—, cuestionó Zabini, alzando una ceja —. ¿Es ahí a dónde va esto?
Inmediatamente, Nova negó —. No. No, no, no. No aún, tal vez nunca. No sé qué dije. Es solo una expresión, ¿sabes?
Él asintió antes que sus ojos viajaran hacia Theo, quien estaba cerca de Greengrass, murmurando algo a su oído que la hizo reír y aferrarse al brazo de Theo mientras él la abrazaba por sobre sus hombros. Nova lo notó en los ojos de Zabini, la rápida punzada de dolor y, entonces, la frialdad de su mirada cuando intentó cubrir lo que estaba sintiendo. Era algo que ella había estado intentando hacer toda su vida, que fue por qué supo que no era cierto.
—Creo—, dijo lentamente, sus ojos aún posados sobre el mellizo de Nova —, que si eres lo suficientemente suertuda de encontrar a alguien que te hace sentir así, no deberías tener vergüenza de admitirlo.
Después del almuerzo, los dos se dirigieron de vuelta a la Sala Común, ya que ambos tenían el resto del día libre. Habían un par de Slytherins en la Sala Común, pero no la cantidad suficiente como para que sospecharan algo sobre el libro que Zabini le entregó a Nova, del cual una revista se estaba deslizando de entre sus páginas —. Gracias—, dijo ella, abriendo el libro. Sus ojos inmediatamente encontraron el artículo, escaneando las palabras que estaba segura Rita había querido decorar un poco. Tuvo que haber sido como arrancarle los dientes a Rita para que se apegara a la historia que Potter estaba contando, pensó Nova, una pequeña sonrisa agraciando sus facciones ante la idea de que Rita estaba incómoda. Desde aquel sucio artículo titulado "los dos carámbanos de Slytherin: Malfoy y Nott" cuando ella había asistido al Baile de Navidad el año anterior, le había guardado un silencioso rencor.
El artículo era asombroso. Contaba la versión de Potter perfectamente, y Nova supo que con la prohibición de Umbridge de la revista, solo se había asegurado que todos quisieran leerla y descubrir qué era tan interesante sobre la fría y dura verdad que Potter estaba escupiendo. Su mirada fue atrapada por la lista de Mortífagos y sus ojos escanearon los nombres tan familiares.
Edgar Nott.
Se preguntó, con una pizca de tristeza, cuándo el nombre de su hermano estaría incluído en una lista como esa.
—Creo que temo ponerle una etiqueta a esta—, comenzó en un susurro, sabiendo que Zabini la estaba escuchando —, cosa que tengo con Weasley porque todo lo que tiene etiquetas eventualmente se desvanece, ¿sabes? Como la etiqueta de un padre. Pone expectativas irreales sobre un hombre que debería amar a sus hijos sin importar qué. Alguien que se supone debe darte un momento duro, pero nunca hacer nada intencionalmente para lastimarte. Madre. Alguien que se supone debe... estar. Sé que no puedo culparla por eso, pero es difícil crecer con solo él—, se encogió, intentando mantener el balance perfecto de frialdad y distanciamiento, pero sin lograrlo —. Si llamo a Weasley mi novio, es solo otro par de expectativas irrealistas. Y cuando lo lastime, que sé que lo haré, dolerá demasiado ver que aquellas expectativas se volvieron nada más que en una fantasía. Un sueño de lo que mi vida podría haber sido. Algo más seguro. Algo que dolería menos.
— ¿Se lo has dicho a él?
—Él nunca escucha. Cree que podemos superarlo, que somos lo suficientemente fuertes. Y tal vez lo somos. Tal vez lo somos y no me estoy dando, ni a él, suficiente crédito. Pero sabes de donde vengo, Zabini. Sabes qué tuve como un ejemplo de amor y compasión. Tuve a un hombre que golpeó a mí y a mi hermano, que me traicionó porque, al final, eso era más sencillo a luchar. Tal vez es pesimista de mi parte, pero solo sé que las cosas entre Weasley y yo son demasiado buenas para ser verdad. Eventualmente, lo que sube tiene que bajar. Y Merlín, Zabini... realmente no quiero bajar.
Las palabras que mencionó descansaron pesadamente en su pecho, como si hubiera necesitado dejarlas salir. Supo que hablarlo ayudaba, pero al mismo tiempo, no hacía nada. Hablarlo no hacía que todo se fuera. No evitaba que aquella mirada de dolor apareciera en los ojos de Ron cada vez que ella le recordaba que las cosas entre ellos debían mantenerse en secreto.
—Nova, si la forma en que me estaba mirando es alguna indicación de cómo se siente por ti... no creo que debas preocuparte por perder aquellas expectativas. Y no quiero sonar egoísta, ¿pero sabes lo que daría por que Theo me mirara en la forma en que Weasley te estaba mirando?
Había dolor allí, en sus ojos. Y ella inmediatamente se sintió estúpida e insensible. Insensible porque aquí estaba ella, quejándose sobre su relación actual con Ron mientras Theo estaba aplastando el corazón de Zabini. Con un suspiro, caminó hasta donde él estaba y tomó su mano, dándole un apretón amigable —. Lo siento. Yo soy la egoísta, sentándome aquí y hablándote de mis problemas. Supongo que solo me estoy aprovechando de ti.
Una de sus cejas se alzó hacia arriba —. ¿Aprovechándote de mí? ¿Cómo?
La sonrisa que le dio era la de alguien que no estaba aterrorizado por los esqueletos de su familia. Alguien que estaba asegurando que siempre estaría allí, sin importar las circunstancias —. Porque somos amigos, Zabini. Me estoy aprovechando de nuestra amistad. Nunca tuve a nadie que entendiera, pero ahora sí.
—Desafortunadamente, lo entiendo demasiado bien—, aún, él permitió que ella descansara su cabeza sobre su hombro —. ¿Cómo crees que nos vemos? ¿Dos inadaptados con el corazón roto, sentados en la Sala Común y malhumorados?
—Bueno—, comentó ella, encogiéndose de hombros —. ¿No es exactamente lo que somos?
Su risa fue la única respuesta que recibió.
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