XVIII. FELICIDAD PASAJERA
CAPÍTULO DIECIOCHO:
FELICIDAD PASAJERA.
Nova sabía que habían personas mirándola con un sentido de confusión e incredulidad mientras caminaba hacia Pociones, ya que era la primera vez desde que había llegado a Hogwarts que su ceño no estaba fruncido. Se había asegurado en la mañana de no lucir aquella sonrisa de maníaca delirante que se había permitido liberar la noche anterior, pero era la primera vez que no se había obligado a lucir un gesto frío que sugería que si alguien intentaba hablarle, se arrepentirían de haberlo hecho.
Theo estaba a su lado, afortunadamente sin notar que Nova no le estaba prestando atención mientras hablaba sobre sus planes para San Valentín con Greengrass. Nova había dejado de escucharlo después que mencionó que iba a llevarla a las Tres Escobas, pero asentía reflexiva cada vez que él daba una pausa, como esperando una respuesta. Podría estar cediendo su permiso de que cortara la mitad de su cabello, o aceptando el desafío de correr por el Comedor en nada más que su ropa interior, pero a juzgar por el gesto complacido en el rostro de Theo, él seguía hablando sobre sus planes para San Valentín.
Cuando los mellizos llegaron a las mazmorras, Nova detestó que sus ojos inmediatamente escanearan la habitación en búsqueda de él. Pero al mismo tiempo le encantaba. Debía acostumbrarse a admitir que le gustaba sentir las mariposas llenar su estómago cuando lo vio, y él ya la estaba mirando con sus ojos abiertos, y Potter reía a su lado mientras Granger lucía como si quisiera matar a ambos. Nova envió un asentimiento en su dirección antes de tomar asiento entre Theo y Malfoy, el último mencionado encontrándose sin la compañía de Parkinson. Ella no había permanecido sentada durante más de un momento cuando él se giró hacia ella y se lanzó en un discurso.
—Puede que haya accidentalmente roto con Pansy anoche, y por eso no está aquí—, explicó. Nova sintió sus ojos abrirse, repentinamente borrando cualquier pensamiento borroso sobre el chico Weasley sentado al otro lado de la habitación.
— ¿Qué? ¿Cómo terminas con alguien accidentalmente?—, cuestionó Theo, y Nova asintió al estar de acuerdo.
—Estábamos en la Sala Común y mencioné algo sobre cómo ella siempre estaba a mi alrededor y que a veces necesito espacio. Aquello, de repente, provocó que me acusara de que aún gusto de ti y de lo mucho que preferiría estar contigo. Entonces, marchó escaleras arriba antes que siquiera pudiera procesar lo que estaba sucediendo—, Nova intentó ahogar su reacción, pero se percató que él no estaba molesto en lo absoluto, sino que algo frustrado —. Y no puedo entender qué mierda hice mal.
— ¿Intentaste negarlo cuando ella mencionó que aún gustas de mí?—, cuestionó Nova.
Malfoy asintió, pero algo estaba mal. Cuando Nova alzó una ceja, él suspiró —. Nova... no seas ridícula—, dijo él, pero su tono era suave, sin ninguna intención de herir.
Nova no seas ridícula. Claro que aún me gustas. Las palabras que no había mencionado recorrieron su mente, porque él le estaba dedicando una mirada que implicaba que las hubiera dicho en caso que fuera apropiado. Ella suspiró, abriendo su boca para hablar antes que Snape la interrumpiera y, por primera vez, estuvo agradecida que el profesor estuviera parado frente a la clase.
Los tres siguieron las instrucciones de forma impecable, entregando sus pociones a Snape más tarde y recibiendo el más pequeño asentimiento como indicación que lo habían hecho correctamente. Una vez que Pociones terminó, Malfoy se separó de ellos para ir en búsqueda de Parkinson e intentar explicar lo qué había querido decir la noche anterior. Nova se sintió mucho más cómoda y mucho menos culpable una vez que él se alejó.
— ¿Estás bien?—, inquirió Theo, adivinando sus sentimientos en menos de un segundo —. Sé que lo que dijo te incomodó.
Ella se encogió de hombros —. Solo debo acostumbrarme, supongo. Yo hice esto, tendré que lidiar con ello.
Transfiguración transcurrió sin eventos, al igual que Encantamientos. Se sentía como si Nova solo estuviera cumpliendo con las nociones, demasiado emocionada por el escenario de ir a las cocinas más tarde esa noche para ver al estúpido chico pelirrojo que no había sido capaz de sacar de su cabeza. Cuando la cena acabó y Nova se escapó hacia las cocinas, se sintió como si una parte de ella estuviera completa. Nunca había experimentado esa sensación antes. Probablemente era estúpido sentirse así solo por un chico, pero nunca lo había sentido antes y quería disfrutarlo. Tenía una ligereza encima que sabía que nunca volvería a suceder.
Fred y George ya estaban sonriendo en las cocinas cuando ella ingresó. Weasley estaba sentado a su lado, su cabeza sobre sus manos como si sus hermanos estuvieran dándole un dolor de cabeza —. Bueno, buenas noches, Slytherin rebelde. Harry nos contó...
—Que alguien tuvo una linda noche ayer—, completó George. Nova rodó los ojos, optando guardar silencio y sentarse en la silla al lado de Fred y frente a los otros dos Weasleys. Involuntariamente, su corazón saltó dentro de su pecho cuando ella levantó su vista y se encontró con Weasley mirándola, inmediatamente ruborizándose y bajando la mirada cuando se percató que fue atrapado. Fred y George inmediatamente explotaron en sonoras carcajadas.
— ¿Ustedes, idiotas, pueden darnos un momento?—, sugirió Nova, observando a los gemelos.
— ¿Quieres decir que no tuvieron suficiente con lo de ayer?—, ladró George con una carcajada. De todos modos, cuando recibió una mirada amenazante por parte de Nova, pareció comprender el mensaje y posó su mano sobre el hombro de Fred, que seguía riendo como loco —. Vamos, salgamos de aquí para que nuestra Slytherin rebelde pueda hablar con nuestro querido Ronniekins.
—Oh, George, dudo que haya mucha charla.
Nova se sintió aliviada cuando los dos bufones dejaron las cocinas, pero también lamentó su decisión de pedirles que se vayan, considerando que la dejaba sola en la habitación con Weasley. No estaba exactamente segura de cómo empezar la conversación. ¿Debería disculparse por haberlo besado tan abruptamente? ¿Era aquí cuando el karma por haber roto el corazón de Malfoy la golpeaba y él le diría que no sentía lo mismo? Mientras se encontraba sentada frente a Weasley, sus dedos golpeando la mesada frente a ella, se percató que por primera vez en su vida estaba tan increíblemente nerviosa que quería gritar.
—Entonces...—, comenzó él, vacilante, y la estupidez de su oración lo hizo ruborizar otra vez.
Ella suspiró. A esto los había llevado ese estúpido beso —. Necesitamos hablar—, dijo, intentando hacer sonar su voz confiada, como si no hubiera pasado toda la noche repitiendo el beso en su cabeza.
—Sí—, él estuvo de acuerdo. Su voz era mansa y tímida, como si todo el progreso que habían hecho como amigos se hubiera desvanecido con un pequeño beso.
Había silencio entre ambos, Weasley observando la mesa mientras Nova miraba en su dirección —. Entonces, ¿así quedamos? ¿Sentados en silencio, sin hablarnos? Creí que habíamos acordado que necesitábamos hablar.
—Estaba esperando que dijeras algo—, respondió él, y su voz había recuperado un poco de normalidad, como si el enojo de ella alimentara una molestia —. No soy el que te besó de la nada en el medio de la cocina.
Fue como una cachetada. La alegría, el sentimiento de ligereza, los nudos en su estómago, todo se disipó en menos de un segundo y sus palabras llevaron una frialdad a sus huesos. Esto era todo. Este era su momento Malfoy. Él le diría que no sentía lo mismo por ella y que era una estúpida por creer que ellos realmente funcionarían, por creer que podrían ser algo —. Cierto. Bueno, supongo que me iré, entonces.
—Creí que querías hablar—, respondió él, su confusión clara.
—Eso fue antes que aclararas tus sentimientos porque te besé. Así que, nos salvaré a ambos de la charla incómoda y me iré.
—Espera, ¿qué?—, ella se estaba alejando, y él trastabilló para levantarse lo suficientemente rápido. Casi tiró la silla al suelo y cayó sobre su rostro en el apuro, pero la mezcla de sus palabras y la conmoción detuvieron a Nova —. ¿Qué quieres decir con que aclaré mis sentimientos? ¡No dije nada!
—Oh, sé realista, Weasley—, murmuró ella, cruzando sus brazos por sobre su pecho —. No puedes ni mirarme a los ojos. No quieres hablar. Todo indica que no querías que te besara, así que me estoy disculpando e intentando irme con lo poco que me queda de orgullo.
— ¡No puedo mirarte a los ojos porque estoy malditamente confundido!—, gritó él, pero su voz no era dura. Era como si estuviera intentando hacerla entender —. No sé cómo comenzar ésta conversación, por eso no hablo. Y no dije que no quería que me besaras, ¡es que fue una sorpresa!
Ella había abierto la boca para discutir, lista para defender sus acciones, pero sus palabras la detuvieron. No dije que no quería que me besaras. Hizo que sus ojos se abrieran y su corazón latiera ruidosamente en su pecho. Estaba segura que él podía escucharlo —. Espera, ¿qué?—, preguntó estúpidamente, pestañeando mientras repetía las palabras mencionadas en su mente.
—Me escuchaste—, respondió, volviendo a su tono manso y tímido. Su mano se alzó para rascar su cuello, que ella notó volvía a brillar en un tono rojo como el de su cabello —. No dije que no quería que me besaras.
—Tú... ¿querías que te besara?
— ¿Quieres que yo quiera que me beses?
— ¡Weasley!—, reclamó ella, irritándose con sus respuestas confusas —. Lo apreciaría si respondieras con un sí o no. ¿Querías o no querías que te besara?
Ella lo observó tan intensamente que él quiso esconderse. Aún así, por alguna razón extraña, le gustaba. Sus hermanos habían estado en lo cierto y los odiaba por ello, pero al mismo tiempo no. Porque mientras ella lo observaba con el silencio pasando entre ellos, ella también sostenía ésta luz en sus ojos que él nunca hubiera notado si no fuera por lo cerca que estaban el uno del otro. Y cuando ella lo besó, él nunca quiso irse.
—No sabía que ibas a besarme—, decidió responder finalmente, y justo cuando comenzó a formarse un ceño fruncido en el rostro de ella, continuó —. Pero después que pasó, me percaté que había querido que me beses. Incluso si estabas loca y hablando sobre Hermione y yo estando juntos.
Él había querido que lo besara. No sabía que iba a hacerlo, pero lo quiso cuando lo hizo. Su estómago se torció en nudos y su corazón estaba haciendo cortocircuito, y él había querido besarla —. Entonces, ¿dónde nos deja eso? ¿Tú...? ¿Te gusto?
— ¿Por qué yo tengo que responder todas las preguntas?—, inquirió él, sus mejillas rojas —. ¿Por qué no tú respondas algunas por una vez? ¿Te gusto? ¿Por qué me besaste?
Porque contigo todo es diferente. Realmente tengo mariposas, realmente quiero estar cerca tuyo, y anoche realmente quise besarte. Era todo lo que quería decir, pero al igual que cuando quiso admitir sus sentimientos (o su falta de) por Malfoy, no podía soltar las palabras. Así que, simplemente asintió una vez.
— ¿T-te gusto?—, repitió él, sus ojos abiertos en sorpresa.
—No lo sé—, susurró ella, encogiéndose de hombros impotente —. No sé cómo identificar los sentimientos. Todo lo que sé es que aparecen nudos en mi estómago, mi corazón se detiene, y estoy nerviosa siempre que estoy cerca tuyo. Y nunca me sentí así cuando estuve con Malfoy, por lo que no tengo una explicación para ello. Estoy tragándome mi orgullo al decirte esto porque no lo entiendo. Te estoy concediendo poder sobre mí, y lo odio.
—Que te guste alguien no es una cuestión de poder, Nova—, respondió él en un tono frustrado —. No se trata sobre quién gana o quién pierde. Es sobre sentir algo por alguien.
—Bueno, nunca respondiste la pregunta—, dijo ella de mal humor, dándole una mirada severa —. ¿Te gusto?
Su rostro era del color de un tomate otra vez. Él se ruborizaba tanto que era ligeramente molesto. Pero era molesto porque ella odiaba lo mucho que quería verlo ruborizarse una y otra vez mientras él seguía mirándola de esa forma —. ¿Hablas en serio?—, preguntó tranquilamente —. ¿Cómo podrías no haberlo notado?
Ella intentó detenerlo. Sintió las esquinas de sus labios comenzar a curvarse hacia arriba, e intentó volver a bajarlas con cierta fuerza de voluntad que tenía en su interior, pero no podía pararlo. La sonrisa que cruzó su rostro hizo doler sus mejillas, y probablemente lucía como una demente, pero no le importaba. ¿Así se sentía gustar de alguien? El extraño brillo amarillo que la rodeaba parecía estar en todos lados, estirándose incluso hasta las partes más oscuras de su corazón y asegurándose de que cada parte de su cuerpo estuviera disfrutando de ésta hermosa felicidad.
— ¿Dónde nos deja esto?—, preguntó él ésta vez, y ella se preguntó cómo podía gustarle tanto el sonido de la voz de alguien.
—Mi familia sigue estando compuesta por asesinos—, respondió ella, desembriagándose. Seguía feliz, pero era un hecho que necesitaba aclarar.
—Mi familia sigue estando loca—, respondió él.
—Vengo de Mortífagos. Mi madrina es Bellatrix Lestrange. Mi madre... su muerte no fue un accidente—, no sabía por qué quería decírselo, tal vez para intentar alejarlo. Cuando él la observó con esa estúpida mirada en su rostro, sintió su corazón dar piruetas —. Quiero que estés preparado, Weasley. No será sencillo lidiar conmigo. Probablemente me odiarás. Te alejaré una y otra vez.
—Porque estás loca—, replicó él —. Estás absolutamente loca.
—Sí—, asintió ella, estando de acuerdo —. Y realmente odio las etiquetas. Si me llamas tu novia, puede que te decapite.
—Diablos, Nova—, él ya lucía exasperado, como si se estuviera arrepintiéndose de su decisión.
— ¿Pies fríos, Weasley?
Le tomó menos de un segundo responder —. Creí que eras más inteligente que yo.
Ella volvió a sonreír, la presión lastimando sus mejillas. Pero no le importaba —. Soy más lista que tú—, no había notado que se había acercado a él, pero lo había hecho —. Solo me estaba asegurando. No seas bobo, Weasley.
—Oh, ¡no me llames bobo!
Las palabras apenas salieron de su boca antes que ella se acercara otra vez, recorriendo el familiar camino a su boca. Su primer beso había sido corto y fugaz, algo que no había sido registrado por su cerebro hasta que sucedió. Su segundo beso había sido inesperado, y él no había sabido cómo responder apropiadamente porque no lo había visto venir. Éste beso, por el contrario, él pareció saber que estaba a punto de pasar, porque sus manos encontraron su cintura con la misma familiaridad con la que ella encontró sus labios. Éste beso fue diferente. Éste beso tenía una chispa subyacente que había permanecido perdida durante los dos primeros besos, no fue un completo estallido de un fuego artificial, pero hubo algo que hizo que su sangre se calentara y su pulso se acelerara.
La boca de ella se movió contra la de él en un patrón rítmico, sus manos estirándose para enredarse en su cabello como lo había hecho la noche anterior. Él la acercó a su cuerpo, imposiblemente más cerca, y ella le dio una pequeña sonrisa contra sus labios. Besarlo era como finalmente percatarse de qué había necesitado toda su vida. Su boca estaba sobre la de ella y ella estaba feliz. Por primera vez, era feliz.
Cuando se separó de él, las mejillas de él estaban rojas otra vez —. Merlín, Weasley, deja de ruborizarte—, pero sus mejillas brillaron aún más cuando se percató que sus manos seguían posadas sobre su cintura y las de ellas seguían entre su cabello, y se encontraban a centímetros el uno del otro. Sería tan sencillo acercarse y volver a besarlo.
—No es mi culpa—, contestó él indignado, su boca abriéndose en sorpresa y una ligera molestia.
Ella rió, un corto sonido que era extraño para ella —. No seas tan sensible—, volvió a besarlo rápidamente, incapaz de resistirse, y el conocimiento de que podía hacerlo la hacía querer sonreír. De todos modos, ésta vez se controló —. Sabes que tenemos que mantener todo esto en secreto, ¿cierto? Yo solo... necesito estar con Theo. Y debes entender que Theo siempre estará primero. Él es mi otra mitad.
—Nova, estás haciendo que me duela el cerebro—, respondió él, rodando los ojos —. Deja de hablar.
— ¿Acabas de decirme que deje de hablar?—, replicó ella, alejándose y colocando sus manos sobre su cintura.
—Sí.
— ¿Escuchas eso, Georgie? Ya están peleando como un viejo matrimonio—, dijo Fred, regresando de su corto viaje lejos de las cocinas. Su gemelo estaba justo detrás de él, sonriendo como un hombre loco a Nova y su hermano menor. Ellos estaban parados cerca de la salida, y Nova supo que volverían su escape imposible.
—El plan funcionó, Freddie. Aunque creí que requeriría más tiempo, siendo honesto. Nuestra Slytherin rebelde es una tonta testaruda.
—No soy testaruda—, reclamó ella, mirando mal a George. Sus manos, previamente en su cintura en molestia, se movieron a su pecho —. Y mira a quién le dices tonta, idiota.
—Y peleadora—, agregó George con un guiño.
—Y a punto de maldecirte—, agregó Nova con un gruñido.
—Eh, podemos lidiar con testaruda y peleadora, Georgie. Al menos no es completamente tonta como este—, mencionó Fred, agregando su parte. Él posó su mano sobre el hombro de Ron, dándole un apretón mientras su hermano menor le observaba.
—Cállate, Fred—, replicó Ron.
—Tonto y una mala actitud. Prefiero tener testaruda y peleadora. ¿Podemos cambiar?—, pidió Fred.
—Weasley, tus hermanos son unos idiotas—, siseó Nova, su mirada fría —. Y con esta increíble conversación, me voy a la cama. Buenas noches—, ella salió de las cocinas, comenzando a caminar de vuelta hacia su Sala Común, pero se detuvo cuando escuchó la puerta de las cocinas abrir y cerrarse otra vez —. Siempre vienes tras de mí—, mencionó, no estando segura de si le gustaba o no. Por un lado, era bueno saber que siempre la seguiría. Por el otro, dificultaba la efectividad de sus salidas dramáticas.
—Solo quiero aclarar qué estamos haciendo—, dijo él cuando ella se giró para enfrentarlo —. Y asegurarme que estás bien y no enojada en realidad. Sé que Fred y George son unos idiotas.
—Somos... somos algo. No lo descubrí aún. ¿Eso puede ser suficiente por ahora?—, él abrió su boca para responder, pero ella tenía el presentimiento que la respuesta sería algo que no le gustaría, por lo que ella rápidamente se paró en la punta de sus pies y presionó sus labios juntos una vez más. Él cedió, queriendo detener el beso para decir lo que quería, pero al final aceptó el hecho que esto sería algo normal que sucedería entre ellos. Discutir, argumentar, pelear, y arreglándose con besos que ninguno quería terminar —. No estoy enojada—, aclaró cuando se separaron y su corazón volvió a latir a una velocidad normal —. Sé que Fred y George vienen en el paquete.
— ¿Cómo es que a ellos los llamas por sus nombres pero a mí no me dices Ron?—, preguntó él, pero no sonaba molesto. Solo curioso.
—Solo estoy acostumbrada a Weasley, supongo. ¿Te gustaría que no te llame Weasley?
Él le sonrió, una sonrisa torcida que hizo a Nova nunca querer dejar de mirar su rostro. No podía creer que se había estado prohibiendo esto. Ésta calidez, éste afecto —. Presiento que me llamarás Weasley de todos modos.
—Buen punto—, respondió ella. Otro beso. Otro montón de emociones en su estómago —. Realmente debo volver. Theo y Zabini probablemente están preguntándose dónde estoy—, ante el gesto en su rostro, ella rió —. Zabini y yo nunca saldremos. Le gusta alguien más. Los celos no te quedan bien—, bromeó, la ligereza nunca abandonando su cuerpo. No podía imaginar que se iría nunca.
—Sí, como sea. Aún no significa que deba agradarme.
Ella soltó una carcajada corta antes de girarse y comenzar a dirigirse a su Sala Común. No obstante, antes de estar completamente fuera del campo de audición, se giró y le dio otra sonrisa pequeña. La sonrisa amable que lo hizo sentir afortunado por tener el privilegio de verla —. Buenas noches... Ron.
Entonces, se marchó por el corredor y se alejó antes de que él pudiera procesar por completo el sonido de su nombre salir de sus labios. Mientras que ella no pudo ver la mirada en su rostro, pudo imaginar la confusión, la expresión sorprendida que cruzó sus ojos. Y no puedo evitar que la sonrisa creciera por su rostro, haciéndola sentir patética, pero de la mejor manera posible. Nunca se había sido así antes. No con Malfoy, no con nadie. El conocimiento de que ella podía ser feliz era alarmante, pero ahora que lo había probado, no quería dejarlo ir nunca. ¿Así se sentía Theo con Greengrass? No había duda de por qué sonreía tanto.
Su caminata de vuelta a la Sala Común estuvo repleta de pensamientos sobre los eventos de la noche. Ella era... algo con Ron Weasley. El exasperante, reacio, frustrante Ron Weasley. El mismo Ron Weasley que la había observado con puro odio al comienzo del semestre, el que estaba inseguro de si ella podía pelear por la causa de Potter y creerle. El mismo Ron Weasley que finalmente cedió, finalmente le creyó, y la única persona que la había tratado decentemente.
Ni siquiera su familia podía arruinar esto. Ni Bellatrix, ni su Padre, ni la idea de que el tiempo de su hermano se estaba acabando. Ella no lo dejaría. En este momento, este dichoso momento, se dejaría ser egoísta. Se centraría en el hecho de que estaba con alguien que le gustaba. Le gustaba alguien. Era una nueva sensación, pero no desagradable en lo absoluto. Seguía sonriendo, tan grande que tenía que esforzarse por no lucir como una lunática mientras susurraba la contraseña de la Sala Común de Slytherin y entraba en su interior.
Theo estaba sentado en uno de los sofás, sus codos sobre sus rodillas y su cabeza entre sus manos. Inmediatamente, Nova escuchó los sonidos de su respiración siendo profunda, adentro y afuera, como habían sido enseñados a hacerlo cuando se sentían estresados. Se preguntó cómo su ánimo podía cambiar tan rápido, su garganta cayó a su estómago mientras observaba a su mellizo, y se encontró con su mirada cuando él finalmente alzó la cabeza. Había un sentimiento oculto en ellos, una clase de pelea testaruda que ella siempre había sabido que él tenía.
— ¿Theo?—, susurró. Fue entonces cuando notó el pedazo de pergamino arrugado en una bola a su lado, como si él la hubiera estado sosteniendo con demasiada fuerza —. Theo, ¿qué pasó?—, él no respondió inmediatamente, y su corazón se sintió como si se estuviera hundiendo —. ¡Theo, dime qué pasó!
Él no dijo nada. Simplemente intentó alizar el pergamino lo mejor posible antes de girarse a ella, acercándola a él y presionando un beso sobre su frente —. Lo lamento, Nova—, dijo, y su voz tenía el mismo tono distanciado que su Padre siempre utilizaba.
Él comenzó a alejarse, dejando a Nova con nada más que un sentimiento hiriente hundiéndose en su pecho y un pedazo de pergamino entre sus manos —. ¿Por qué te estás disculpando?—, preguntó ella con voz temblorosa —. ¿Theo? ¿Qué está pasando? ¡Theo, dime!—, demandó, pero él ya se había ido, escapando de cualquier cosa por la que se estaba disculpando. Con sus manos temblando, ella levantó el pedazo de pergamino.
Theodore, prepárate. Ha llegado el momento.
El pergamino cayó de las manos de Nova, sin ningún rastro de felicidad restante en su cuerpo.
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