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XVI. ROSAS NEGRAS

CAPÍTULO DIECISÉIS:

ROSAS NEGRAS.


      Nova Nott tenía una interacción limitada con Mortifagos además de su profesor de Pociones y la cabeza de la familia Malfoy. Este hecho no la entristecía, pero sí lo hacía el que Theo haya estado expuesto a casi todos ellos. Aunque no los había conocido, se había comunicado con ellos. Todo porque Edgar Nott quería que su hijo conozca a las personas que lo obligarían a asociarse con ellos.

      Solo había tenido una interacción con otro Mortífago.

      Recordaba las rosas teñidas de negro que fueron enviadas a la cama de su madre en San Mungo solo horas antes que su vida terminara. Nova siempre había creído que era extraño que quien sea que haya enviado las flores parecía saber que esas eran sus últimas horas de vida, pero fue sugerido que Nova no necesitaba saber más sobre ello o sobre el emisor de las rosas. Mientras miraba el Profeta en la mañana siguiente durante el desayuno, sus labios moviéndose en silencio mientras leía la portada, recordó ese día. El día de las misteriosas rosas negras.

INMENSO ESCAPE DE AZKABAN.
EL MINISTERIO TEME QUE BLACK ESTÉ BUSCANDO UN REENCUENTRO DE VIEJOS MORTÍFAGOS.

El Ministerio de Magia anunció que hubo un escape inmenso de Azkaban. Hablando con reporteros en su oficina privada, Cornelius Fudge, Ministro de Magia, confirmó que diez prisioneros escaparon de la sección de alta seguridad en las primeras horas de la noche pasada, y que ya ha informado al Primer Ministro muggle sobre la naturaleza peligrosa de estos individuos.

"Nos encontramos, desafortunadamente, en la misma posición en la que estuvimos dos años y medio atrás cuando el asesino Sirius Black escapó," dijo Fudge anoche. "No creemos que los dos escapes no estén relacionados. Un escape de ésta magnitud sugiere que tuvieron ayuda desde afuera, y debemos recordar que Black, la primera persona capaz de escapar de Azkaban, estaría en la posición ideal para ayudar a otros a escapar. Creemos posible que estos individuos, donde se incluye a la prima de Black, Bellatrix Lestrange, se hayan juntado con Black como su líder. Estamos, de todas formas, haciendo todo lo que podemos para atrapar a estos criminales, y rogamos a la comunidad mágica que se mantengan alertas y cautelosos. De ninguna manera deberían aproximarse a estos individuos."

      Nova escaneó el artículo con atención, sus ojos centrándose en los nombres de los prisioneros que habían escapado. Los conocía a todos, por supuesto. Había crecido escuchando sus nombres y aprendiendo sobre el buen servicio que habían hecho en nombre del Señor Oscuro. Sus ojos, no obstante, estaban pegados a uno en particular. Bellatrix Lestrange. Un destello de reconocimiento.

      — ¿Sabías sobre esto?—, cuestionó Nova tranquilamente cuando él se sentó a desayunar, luciendo pálido. Su mano se alzó y tomó su corbata para desarmar el nudo en su cuello.

      Él solo negó.

      —Bellatrix Lestrange—, mencionó Nova suavemente, apuntando el nombre en el periódico —. ¿Es ella? ¿Ella es la que le envió esas flores a mamá todos esos años atrás?

      Él asintió —. A Padre nunca le agradó Bella, por lo que las flores fueron un golpe en la cara.

      — ¿Él ha estado en contacto con ella desde entonces?—, inquirió Nova, alzando una ceja.

      —Creo que le escribe a veces. Más por respeto a mamá que otra cosa, pero... Bellatrix fue la única que supo sobre, um, el fallecimiento de mamá.

      Nova sabía de qué estaba hablando Theo. La razón por la que la vida de su madre había acabado. Bellatrix lo había descubierto de alguna manera, y había enviado flores para burlarse del padre de Nova. Hubiera seguido con la discusión si no fuera porque Theo lucía enfermo —. Theo—, mencionó suavemente, estirando su mano para tocar la de él —. No luces bien. Déjame llevarte al hospital.

      —Estoy bien, lo prometo—, insistió él, negando con la cabeza —. Solo fue una sorpresa, despertarme ésta mañana y ver...—, su voz se desvaneció a medida que sus ojos se posaron sobre el artículo. Ella lo escuchó tragar.

      Theo estaba nervioso. La posibilidad de convertirse en un Mortífago siempre había sido real, algo inevitable. De todas formas, con el escape de los Mortífagos de Azkaban, era palpable. Theo podía sentir que se acercaba el momento, lo que naturalmente significaba que Nova también lo sentía. Ella quería gritar, arrancarse el pelo de la cabeza, lo necesario para aliviar la sensación que quemaba su pecho. Su hermano no se merecía esto.

      Los dos se dirigieron vacilantes a su clase de Cuidados de las Criaturas Mágicas, manteniéndose en el fondo mientras sus compañeros de Slytherin se juntaban alrededor de la lección monitoreada de Hagrid con entusiasmo. Incluso Greengrass, quien normalmente permanecía al lado de Theo, pareció entender que Theo quería estar solo. Nova se mantuvo en silencio mientras Hagrid hablaba sobre los Niffler, un pequeño animal que es atraído por cosas brillantes y es generalmente molesto. Nova escuchó a Potter decirle a Granger que deseaba que Hagrid pudiera tener libre albedrío sobre lo que enseñaba en sus clases, pero era algo difícil cuando Umbridge estaba parada en la esquina, con una pluma en su mano. En su totalidad, Nova sabía por qué estaba estudiando Nifflers en lugar de Thestrals.

      (Y apenas contuvo su sonrisa cuando el Niffler escaló la cabeza de Marietta Edgecomb e intentó robar su hebilla brillante. Nova mordió sus labios para no soltar una carcajada al escuchar el chillido de Edgecomb.)

      Después de la clase, Nova tenía un período libre. Se mantuvo en el fondo mientras los otros estudiantes se marcharon, e ignoró las miradas curiosas que recibió por parte de los Slytherins y el trío de Gryffindor mientras caminó hacia donde estaba Hagrid, encerrando al Niffler en una caja —. Profesor Hagrid—, llamó y él saltó ligeramente, soltando al Niffler. Inmediatamente, la criatura se lanzó hacia Nova e intentó arrancar el collar esmeralda de su cuello. Nova fue rápida para tomarlo por los pies y estiró su brazo para alejarlo, observando cómo sus ojos pequeños y brillantes se fijaban sobre el collar y estiraba sus finas garras hacia el.

      — ¡Oh! Lamento eso—, habló Hagrid, tomando al Niffler de entre los dedos de Nova —. Al pequeño le gusta escaparse—, rápidamente, en contra de las protestas del Niffler, lo volvió a meter a la caja y la cerró —. ¿Con qué puedo ayudarte?

      —Quería ver si necesitabas ayuda, en realidad. Tengo un período libre.

      Hagrid alzó una ceja, su expresión demostraba su incredulidad. Ella no lo culpaba. ¿Una estudiante de Slytherin? ¿Ofreciéndole ayuda a Hagrid? No era ningún secreto cómo se sentía la casa de las serpientes con su profesor de Cuidados de las Criaturas Mágicas. Aún así, era una distracción lo suficientemente buena, y Nova intentaba mantener su mente alejada de lo que estaba sucediendo. El escape. Theo. Weasley.

      —Uhm... ¡seguro! Sí, eso estaría bien—, asintió Hagrid, intentando (pero fallando) en esconder su sorpresa —. Puedes llevar esto—, le pasó la caja que contenía al Niffler y comenzó a caminar a su cabaña. Nova lo siguió en silencio —. ¿Sabes?—, mencionó, intentando comenzar una conversación —. Harry habla muy bien de ti. Me contó que eres una buena amiga.

      Fue una sorpresa escucharlo. Noa sintió que sus ojos se abrían —. ¿Lo hizo?—, ante el asentimiento de Hagrid, ella volvió a mirar hacia delante —. Hm.

      Cuando los dos alcanzaron la cabaña de Hagrid, Nova posó la caja sobre la mesa que Hagrid señaló y lo observó. Él parecía ser demasiado grande para el lugar, pero al mismo tiempo, le quedaba perfectamente. Nova estaba a punto de abrir la boca e intentar iniciar una conversación para que no estuvieran sumergidos en un silencio incómodo, pero un enorme perro negro ingresó a la habitación, siendo efectivo para acabar con su hilo de pensamientos.

      —Oh, ¡él es Fang!—, exclamó Hagrid, acariciando a su mascota —. No te lastimará.

      Nova lo ponía en duda, pero igualmente estiró su mano y la posó sobre la cabeza de Fang. El perro no hizo nada más que mirarla, con su lengua colgando de entre sus labios. Nova nunca había tenido una mascota. Su Padre nunca se los había permitido. Observando a Fang, supo la razón. Él era muy grande, sucio, y parecía que estaba perdiendo pelo. De todos modos, él también le miraba dulcemente mientras ella lo rascaba detrás de sus orejas.

      —Mira, ¡le agradas!—, comentó Hagrid, dándole una enorme sonrisa.

      —Es dulce—, contestó Nova, desconociendo cuál sería la respuesta correcta —. Um, ¿Hagrid? En realidad quería hablarte sobre algo.

      — ¿Conmigo?—, preguntó, sorprendido —. ¿Sobre qué?

      —Yo... he estado, uhm... he estado intentando ser más buena, supongo que esa es una forma de decirlo. Ya no me fascina estar asociada con mi casa fría y cruel. Supuse que lo primero que debería hacer es... uhm, disculparme, por mis compañeros. Y no quería que me... asociaras con los Mortífagos que escaparon. Asumo que sabes sobre mi Padre—, recitó, manteniendo su cabeza baja. Era una estaca en el corazón reconocer el hecho del escape, como si fuera su culpa, pero era la realidad. Ellos eran su gente. Los Mortífagos —. Así que, solo quería hacer eso. Disculparme.

      Él la observó, aturdido por un momento. La caja que contenía al Niffler tembló sobre la mesa, pero Nova estaba concentrada en Fang, incapaz de enfrentarse a la mirada de Hagrid —. ¿Sabes?—, habló él después de unos momentos en silencio —. No todos los Slytherins son malos.

      Pero ella lo era. Su familia lo es —. Lo sé—, mintió, su mirada aún dirigida hacia abajo.

      Hagrid pareció sentir que ella no le creía, y sus próximas palabras fueron una completa sorpresa —. Conocí a tu madre—, comentó, asintiendo —. Sí, conocí a Elizabeth. Siempre regañaba a otros Slytherins cuando se pasaban de la raya con otros estudiantes. Fue una mujer increíble, tu madre.

      — ¿En serio?—, preguntó ella, acercándose concentrada. Era tan insólito que su Padre mencionara a su madre, por lo que siempre aprovechaba cualquier oportunidad que surgía para aprender sobre ella. Hagrid asintió, su enorme cabeza moviéndose de arriba a abajo con vigor.

      —Ella fue una buena persona—, sus ojos se entrecerraron —. ¿Quién está afuera?

      Cuando Nova miró, notó al familiar trío de Gryffindor acercándose a la cabaña de Hagrid, y decidió que era hora de irse —. Gracias por tu tiempo, Hagrid. Te veo luego.

      Abrió la puerta para salir justo cuando Potter estaba a punto de tocar. Él lucía sorprendido por encontrarla allí, pero se limitó a darle una sonrisa confusa —. Oh. Hola, Nova—, los tres Gryffindors se pararon a su alrededor mientras salía. Nova lo tomó como su pista para irse, despidiéndose de todos agitando su mano antes de marcharse, caminando de vuelta en dirección al castillo.

      Ella debería haber sabido que él no la dejaría irse.

      —Oye, Nova—, la llamó, acercándosele con la misma respiración agitada que siempre lo acompañaba cuando ella caminaba rápido —. ¿Estás bien? Te vi mirando el periódico en el desayuno. Asumo que leíste el artículo—, el corazón de ella revoloteó al saber que él la había notado, pero rápidamente aplastó el sentimiento.

      —Estoy bien—, contestó, y la frialdad en su voz la hizo querer gritar.

      Le sorprendió a él también. Él dio un paso atrás, confundido por la aspereza de su tono —. Obviamente no lo estás—, mencionó, señalándola —. No cuando estás tan irritable.

      —Soy de Slytherin, Weasley. Esto es lo que se espera de mí—, contestó, girándose para marcharse. Se preguntó si él notó lo mucho que le dolía tener que volver a ser la Reina Fría, la que nunca dejaría a alguien acercarse demasiado.

      Es mejor así, se recordó a sí misma. Solo termino lastimando a todos. Y con los Mortífagos que escaparon, será mejor que aleje a las personas buenas de éste tipo de maldad.

      — ¿De qué estás hablando? Nova, no entiendo qué te pasa.

      —Fred y George están intentando juntarnos, ¿lo sabías?—, mencionó, sin cesar los pasos que tomaba para alejarse de él. Igualmente, podía escucharlo siguiéndola —. Lo que ellos no entienden es que nosotros nunca funcionaríamos. Eres un Gryffindor, y yo una Slytherin. Y siempre has odiado a mi casa, y yo a la tuya. Así es como las cosas siempre han sido.

      —E-ellos... ¿hicieron q-qué?

      —Ese no es el punto de lo que estoy diciendo—, Nova se giró entonces, enfrentándolo con una mirada tan fría como el hielo —. Estoy diciendo que, tal vez, esto no está funcionando. Tú, yo, siendo amigos.

      — ¿Qué te pasa? Ayer estabas bien con la idea—, discutió él.

      —Y mira qué pasó—, siseó —. Mortífagos escaparon de Azkaban, ¿entiendes eso? ¿Qué lado crees que se espera que tome, Weasley? ¿Qué lado crees que tengo permitido tomar? Me estaba engañando a mí misma, pretendiendo ser alguien que no soy.

      — ¿Eso es todo, entonces? Golpeas con un obstáculo y, ¿ya está? No creí que fueras una persona que se rinde tan fácilmente—, sus manos corrieron por su pelo, dándole una mirada tan fría que rivalizaba la de ella —. De eso se trata, ¿no? La guerra se avecina, Nova. Es sobre elegir un lado. Y tú solo estás siendo una cobarde.

      —Eso supongo—, contestó, retomando su caminata hacia el castillo. Ésta vez, él no la siguió.

      Cuando ella estaba en su habitación más tarde esa misma noche, escuchando los molestos ronquidos de Parkinson en lugar de estar en la cocina con los gemelos Weasley, intentó recordarse que eso era lo mejor. Y cuando finalmente sucumbió al sueño, fue libre de pesadillas.

      Rendirse a lo que ella estaba condicionada a ser era más sencillo.


──────────────


      Con la próxima reunión de la A.D. que Nova no esperaba con ansias, específicamente porque significaba tener que ver a los Gryffindors que estaba intentando evitar, la ponía en un increíble mal humor. Sus compañeros Slytherins, que creían que la residente Reina Fría tal vez se estaba descongelando, fueron arrojados de vuelta a la realidad de Konstantinova Nott. La implacable chica cruel y calculadora que conocían y, desafortunadamente, amaban.

      —Nova—, susurró Theo en Pociones mientras ella mezclaba su poción demasiado rápido, salpicándola en el brazo. Además de una simple mordida sobre su labio, Nova no mostró indicación de dolor —. ¿Estás bien?

      —Solo estoy concentrada—, replicó, revolviendo un poco demasiado fuerte. Un poco del líquido rebalsó por el borde.

      —Te has estado encerrando en tu habitación para estudiar. Creo que te estás concentrando demasiado. Probablemente puedes hacer ésta poción dormida—, Theo notó su mano comenzar a ralentizarse, y supuso que sus palabras le estaban llegando —. Dime qué pasa. ¿Es sobre la tía--?

      —Ella no es nuestra tía—, insistió Nova, negando —. Ella no sabe nada de nosotros. Y no me podría importar menos—, lo que no era cierto. Junto con ignorar a los Gryffindors y el estudio para los exámenes T.I.M.O., había una pequeña parte del cerebro de Nova que se mantenía pensando sobre la mujer.

      —Tal vez no a ambos—, respondió Theo —. Pero sabemos que te escribirá.

      Nova lo sabía, simplemente no quería pensar en ello —. Ayúdame con ésta poción, por favor—, dijo como distracción. Theo suspiró, pero la asistió en agregar tres púas de puercoespín a la mezcla en el caldero, observando cómo se volvía un hermoso tono púrpura.

      Ella había estado alterada toda la semana. Estaba esperándolo, un mensaje por parte de la mujer de la que no había escuchado nada por once años. Tan desesperadamente como había deseado que no llegara, sabía que lo haría. El momento paralizante cuando abrió el sobre y se encontró con la letra familiar, eso fue todo. Eso confirmó los peores miedos de Nova. Que el tiempo de Theo se estaba acabando, y que se esperaba que ella ayudara a entregar su vida al Señor Oscuro.

      Nova sabía que tenía que comer, pero no podía tragar nada mientras se sentaba en el desayuno en la mañana siguiente, su barbilla descansando sobre la palma de su mano. Daba pequeñas mordidas cada vez que alguien la miraba, suponiendo que Pomfrey tenía un espía que la observaba. Zabini, quien fue una de las pocas personas que lo había notado, se acercó en el medio de la cena, alzando una ceja.

      — ¿No tienes hambre?—, preguntó él.

      Había jurado que intentaría ser más buena con Zabini, ya que él parecía ser alguien genuino. También era el único Slytherin que no parecía estar interesado en seguir el legado de sus padres. Entonces, ella negó —. No particularmente.

      —Bulstrode cree que es por un chico—, contestó él, alzando sus cejas ligeramente. Nova rodó los ojos.

      —Bulstrode necesita aprender a centrarse en sus asuntos. Ella sabe lo que pasó con Malfoy—, a pesar que el hecho que Nova deseaba que no lo hiciera, Bulstrode parecía saber exactamente qué había pasado entre Nova y Malfoy, que era la razón por la que Parkinson odiaba tanto a Nova. Ella no podía soportar la idea de que alguien hiriera a su precioso Draco.

      —Sí, pero era Draco—, señaló Zabini —. Sería completamente diferente si fuera alguien más. Nunca lo sabrás, puede que te guste estar en una relación—, ante la mirada que Nova le envió, él soltó una carcajada —. Vamos, no puedes comparar tus sentimientos por Draco con tus sentimientos en general. Solo porque no te gusta Draco, no significa que no te puede gustar nadie más. Lo creas o no, no estás defectuosa en el departamento de las emociones.

      — ¿Qué hay sobre ti, huh? Note la forma en que te mira Astoria Greengrass—, mencionó Nova como forma de cambiar el tema. En el momento, golpeó demasiado cerca de casa. Sus emociones estaban por doquier.

      —Evadiendo el tema, ya veo. Y desafortunadamente para Astoria, tengo mi ojo sobre alguien más—, Nova entrecerró los ojos, y Zabini le dio una mirada inexpresiva —. No, Nova, ahora no es cuando declaro mi amor eterno por ti. Tampoco eres tú.

      —Bueno, estás muy preocupado por mis sentimientos—, mencionó en broma, empujándolo.

      —Eso es porque soy tu amigo y me importas.

      Era una sensación extraña, escuchar a alguien decirlo. Dándole una suave sonrisa, asintió —. Lo aprecio. Gracias, Zabini.

      Antes de que pudiera decir algo más, un montón de lechuzas llegaron al Comedor. Nova mantuvo su atención sobre la lechuza que sabía que se acercaría a ella, su estómago frunciéndose cuando vio la elegante lechuza negra. Mirando a través de la mesa a Theo, sus ojos estaban sobre ella, esperando su reacción mientras la lechuza dejaba caer un sobre frente a ella.

Konstantinova.

      Estaba escrito con una letra elegante, el tipo que era demasiado perfecta para ser real. Los dedos de Nova temblaron cuando abrió el sobre.

      Querida sobrina,

      ¿Me extrañaste? Porque ciertamente yo te extrañé a ti. ¿Cómo no me escribiste antes, jovencita? Tuve que escuchar de ti por parte de tu padre, y ya sabes cómo le gusta parafrasear. ¿Me viste en los periódicos, jovencita? Siempre te dije que sería famosa. ¿Me crees ahora? "Seré famosa algún día, Konstantinova. Seré una leyenda", te dije, y mira eso, tenía razón. Soy una leyenda.

      Tú serás una leyenda también. Estoy libre ahora. Te mostraré las tropas. Tu padre siempre ha preferido a Theodore, pero sabes que yo tengo mi esperanza sobre ti. Eres como yo en tantas maneras, Konstantinova. Me vuelve profundamente orgullosa. Tan inteligente, tan astuta. Todo lo que un Slytherin debería ser. Deberías estar orgullosa, como yo. Theodore será bueno, sí, pero no será el único.

      Te veo pronto, Konstantinova. Tenemos planes, jovencita. Grandes planes, enormes.

      – Tu madrina.

      Nova tomó el sobre y la carta y se levantó de la mesa, ignorando las miradas que obtuvo de sus compañeros cuando salió del Comedor, su corazón latiendo a cien kilómetros por hora. Se sentía como si alguien le hubiera tomado el corazón y lo hubiera apretado, tan fuertemente que no quedaba nada más que pedazos de el. Las voces del resto de los estudiantes aminoraron mientras marchaba, su destino desconocido pero sabiendo que necesitaba alejarse.

      Se sentía atontada cuando accidentalmente chocó con alguien. En un ligero aturdimiento, se percató que era George, por primera vez sin su gemelo. Él la sostuvo por sus brazos, mirándola preocupado.

      — ¿Nott? ¿Estás bien? Luces como si fueras a vomitar.

      —Estoy bien—, contestó —. ¿Dónde está Fred?—, sus palabras sonaban ahogadas en su cabeza, pero él pareció comprender la pregunta.

      —Finalizando algunos detalles del plan—, respondió descaradamente, dándole una sonrisa —. Ahora, eres fan del chocolate, ¿cierto? Solo por propósitos de investigación.

      — ¿El plan?—, inquirió confundida antes de recordarlo —. Espera. El plan. No, no puede pasar. El plan no va a suceder.

      — ¡Claro que va a pasar!

      Él continuó hablando, pero la cabeza de Nova estaba girando. La pesadilla. Ron Weasley. Slytherin. Los gemelos. Gryffindor. La carta. La familia. El artículo del Profeta. Los T.I.M.O.s. Todo se estaba juntando, sofocándola. Solo necesitaba espacio.

      —No lo hará—, habló, sacudiendo su cabeza —. No funcionará. Se los dije a ti y a Fred desde el principio, y no escucharon. Solo voy a lastimarlo.

      —Creo que no te estás dando el crédito suficiente, Nott—, dijo George, pero su rostro lucía endurecido —. ¿Por qué no puedes verte claramente? El resto de nosotros lo hacemos—, cuando Nova abrió la boca para responder, él la interrumpió, lo que la habría molestado en cualquier otro día, pero estaba demasiado atontada como para procesarlo —. Solo para que lo sepas, no eres la única que la tiene difícil, Nott. Creí que eras el tipo que no dejaba que su autocompasión la detuviera. Aún creo eso, pero... luces como si necesitaras evaluarte a ti misma por un rato.

      — ¿Crees que esto es autocompasión? George, mi familia ha asesinado a personas como tu familia – oh, no me mires así, sabes que no lo digo como algo malo. Vengo de Mortífagos. ¿Crees que que hayan escapado de Azkaban es malo? Eso no es nada. Lo malo es cuando contactan a sus hijos, a sus sobrinos y sobrinas. Porque es entonces cuando nace una nueva generación de Mortífagos. Lo creas o no, estoy intentando proteger a tu maldita familia entera porque--.

      —Porque realmente lo has logrado—, completó George en un tono sorprendido —. Realmente has llegado a preocuparte por otra persona que no sea tu hermano. Nott—, la tomó por el brazo —. ¿Te...? ¿Te gusta Ron?

      —Ese no es el punto de la conversación—, le recordó.

      —Lo es, en realidad. Porque no decías nada de esto cuando no sabías sobre el plan y, ahora que existe la posibilidad de que se convierta en realidad, nos intentas alejar. Intentas alejar a Ron—, él la observó por un par de momentos antes que sus ojos se abrieran en sorpresa —. Por la barba de Merlín.

      — ¿Por qué me estás mirando así?

      —Te gusta Ron.

      George no estaba escuchándola. No estaba entendiendo lo que le decía. Ella alejó su brazo, rodando los ojos y alejándose en dirección a la Sala Común de Slytherin. Cuando se aseguró que era la única en el dormitorio, dejó salir un grito de frustración, hundiéndose en el suelo en un momento de impotencia. Ellos no entendían. Ella solo quería protegerlos.

      En un momento de ira extrema, tomó la carta  y la rompió por el medio. Volvió a romperla, arrugando el pedazo de papel con la escritura elegante y aterradora, y arrojando las piezas al suelo. Tomando el sobre, repitió la acción, rompiéndolo por la mitad y preparándose para volver a romperlo cuando algo la detuvo.

      Un único pétalo de rosa negro se deslizó fuera del sobre, cayendo suavemente sobre el suelo. Un recordatorio de la habitación de San Mungo, tantos años atrás.

      Un recordatorio de por qué ella no podía ser parte del plan de los gemelos Weasley.

      Un recordatorio de por qué su corazón no debería saltar cada vez que veía a Ron Weasley.

      Un recordatorio de por qué, cuando George Weasley le preguntó si le gustaba su hermano, ella se paralizó.

      Porque él finalmente lo había hecho. Él había llegado a alguna parte de ella, la parte que ella había mantenido cerrada durante su relación con Malfoy. Él la había roto, y sus estúpidos hermanos tenían razón.

      A ella le gustaba Ron Weasley. 

      Y ella se rehusaba a ser su caída.

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