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XIV. AMISTADES INESPERADAS

CAPÍTULO CATORCE:

AMISTADES INESPERADAS.

( trigger warning: la primera parte de este capítulo contiene abuso. si te sientes incómodx con esto, lo mejor será que comiences a leer a partir de la segunda parte. la segunda parte comienza a partir del segundo separador. )



      Nova se sentía fría. Había una clase de escarcha sobre sus huesos, lentamente llegando a su tejido, sus venas, y su corazón. Estaba de pie al otro lado de la habitación, observando en blanco hacia el frente mientras su Padre hablaba en murmullos, lo suficientemente bajos para que Nova no escuchara y lo suficientemente altos para hacerle saber que no le importaba si lo escuchaba.

      Theo estaba parado a su lado, actuando su papel de hijo obediente, pero Nova podía notar el terror en sus ojos. No era como cuando discutían cosas con Lucius Malfoy, cuando que Theo se uniera a la causa eran solo palabras. Mientras Nova observaba al hombre familiar de cabello negro, deseó poder aparecer allí. Tomaría a Theo y los dos se marcharían a algún lugar, lejos de Padre y su profesor de Pociones.

      Snape no la había mirado en los veinte minutos que había transcurrido discutiendo con su Padre. Tampoco había mirado a Theo, excepto por la mirada ocasional cada vez que el padre de Nova insistía en preguntar sobre cuándo se uniría Theo, pero no le había dado la misma cortesía a Nova. La cual era la razón por la que ella había permanecido de pie al lado de la pared que servía como entrada a la cocina mientras los tres discutían el futuro de Theo.

      Él no tiene un futuro, quería gritar. No si lo hacen pasar por esto.

      —Edgar—, mencionó Snape con un deje de molestia —. El Señor Oscuro te lo dijo. El tiempo llegará. Por ahora, Theodore no es necesitado.

      —Me lo prometieron—, dijo su Padre en una voz que ella nunca había escuchado abandonar sus labios. Sonaba desesperado —. Me lo prometieron, Severus. Después de Elizabeth, me prometieron que Theodore--.

      —Y lo será—, interrumpió Snape, sus ojos entrecerrándose. Si Nova había creído que Snape era serio durante las clases, eso no era nada comparado a las líneas arduas y estrictas que rodeaban sus ojos mientras finalmente se giraba para mirar a Theo. Nova podía sentir la frialdad de su mirada desde el otro lado de la habitación, e incluso no pudo evitar el temblor que la recorrió —. Necesitas aprender a ser paciente, Edgar—, dijo, volviendo su mirada al padre de Nova —. Tus hijos lo son. ¿Por qué tú no?

     El insulto pareció lastimar justo a dónde estaba direccionado. Nova vio a su Padre retroceder, como si Snape hubiera tomado una plancha caliente y la hubiera presionado contra su piel. Antes de poder responder, de todas formas, Snape finalmente posó su mirada sobre Nova.

      Ella no comprendió la ráfaga negra de emoción que vio allí, pero no le gustó. Él la observaba como si tuviera posesión de todos sus secretos, presentados en sus manos. Nova intentó mostrarse fuerte bajo su mirada, pero se encontró temblando nuevamente. Su profesor de Pociones tenía un hábito de hacer eso, incomodaba a cualquiera. Con aquellas palabras, Severus Snape desapareció, saliendo de la mansión Nott y dirigiéndose a un lugar desconocido para ellos.

      Nova había visto a su Padre enojado antes, pero éste era un tipo de enojo distinto. Esta ira tenía una naturaleza precisa, no general. Él estaba furioso. Furioso con Theo. Lo vio levantar su mano, y llevarla hasta al lado del rostro de Theo con un golpe forzudo. La boca de Nova cayó abierta en sorpresa, y cuando su Padre levantó su mano para repetir la acción, gritó.

      — ¡Basta!—, gritó, su voz resonando en las paredes con volumen. Sus gritos no hicieron nada, de todos modos, ya que su Padre le atinó un golpe incluso más sonoro que el anterior. Nova sintió lágrimas inundar sus ojos —. ¡Basta! ¡Deja de golpearlo! ¡No es su culpa!

      Sintió sus piernas moverse, corriendo hasta donde ellos se encontraban. Su Padre bajaba la cabeza para mirar a sus hijos con odio en los ojos, y el siguiente golpe no aterrizó en ningún lugar cercano al rostro de Theo. En su lugar, fue dirigido a ella, y ella sintió la fuerza hacer girar su cabeza a la izquierda. El anillo que él usaba golpeó en su boca, lastimando la piel con el metal, y ella saboreó la sangre.

      — ¡Niña insolente! ¡No sabes lo que esto significa! ¡No comprendes la severidad de la situación!—, sus palabras eran casi tan cortantes como la sensación que crecía alrededor de su pómulo, pero ella no lo escuchó. Solo estaba concentrada en el hecho que su Padre había vuelto a acercarse a Theo, su mano volviendo a conectarse con su rostro. Nova soltó un sollozo, la primera vez que había llorado tan fuerte desde la primera noche sin su madre.

      Ella se mantuvo firme sobre el suelo mientras su Padre se marchaba. El sabor metálico de la sangre inundaba su boca, y podía ver las gotas del líquido rojo en sus manos, pero no le importaba. Todo lo que le importaba era aceptar la mano de Theo cuando él la estiró en su dirección y la levantó, envolviéndola entre sus brazos. Ella sabía que él quería ser fuerte, por ella, pero también sentía el temblor de sus brazos.

      —Vamos—, habló tranquilamente, y Nova notó el corte en su mejilla —. Vamos a limpiarnos. Él estará bien mañana en la mañana. Solo está molesto por no ser de utilidad para el Señor Tenebroso. Snape lo provocó, eso es todo.

      Nova se sintió a sí misma asentir ausentemente mientras se dirigían al baño escaleras arriba. Theo agitó su varita, y Nova observó una toalla cruzar el aire y llegar a las manos de Theo. Una vez que él la empapó con agua fría, la presionó contra la esquina del labio de Nova —. Manchaste todo con sangre—, bromeó él, mirando sus manos y su remera celeste, ahora teñidas en tono marrón púrpura debido a la mezcla de los dos colores.

      —Podría decir lo mismo de ti—, murmuró ella bajo su respiración. Él volvió a sonreírle, pero no había ninguna luz restante en sus ojos —. Theo--.

      —Deberías haberme dejado lidiar con él—, susurró, todo rastro de sonrisas y bromas se había esfumado. Si ella lo miraba con atención, notaría el sudor en su frente —. Puedo aguantarlo. Y ahora...—, su voz tembló, y tragó con dificultad —. Ahora estás herida.

      Estuvo silencioso mientras él continuaba presionando la toalla mojada contra sus labios. Cuando la herida dejó de sangrar, él presionó el lado secó de la toalla contra el lugar. Y entonces fue el turno de ella. Ella volvió a mojar la toalla y le ofreció su mano, presionando gentilmente la toalla contra su mejilla. Él se encogió, pero no hubo otra indicación que demostrara su dolor.

      —Volvería a hacerlo—, murmuró ella —. Lo haría por ti. Desearía que supieras lo mucho que significas para mí—, sus ojos estaban direccionados hacia abajo, y sintió su corazón romperse —. Eres lo único que tengo—, las lágrimas volvieron, pero ésta vez fueron silenciosas. Theo se estiró y secó una, dándole una sonrisa triste.

      —Él estará mejor en la mañana—, repitió Theo, aún seguro de su afirmación. Nova sabía que sus palabras eran ciertas, pero siempre iba a haber algo más, otro accidente que lo provocara. Y Theo volvería a ser su receptor.

      Pero no quería discutir. Entonces, solo asintió —. Sí. Él estará mejor mañana.

      Era fácil decirlo cuando su hermano estaba allí, manteniéndola atada al suelo y dándole una razón para seguir peleando. Por el contrario, cuando estaba sola, mirando las estrellas desde su ventana, sabía que estaban solos. Éste era solo el comienzo.

      El comienzo del final. La razón por la que estaba peleando. El peso de eso era suficiente para volverla loca. En su lugar, jugaba ausentemente con su diadema esmeralda, recordándose una vez más que su madre se había ido y que Theo era lo único que le quedaba.

      Bueno, pensó Nova, mirando el baúl donde sabía que se ocultaba el sweater azul con una letra amarilla. Tal vez no lo único.

      Realmente necesitaba escribirle una nota de agradecimiento a la señora Weasley.


──────────────


      Las cosas fueron distintas en la mañana.

      Nova y Theo habían tenido la razón de sus predicciones sobre que su Padre estaría bien, y él trató al incidente como una pesadilla que no había sucedido. Pero incluso él no podía ignorar los cortes en el labio de Nova y en la mejilla de Theo. De todos modos, eso no era lo distinto. El desayuno, que normalmente estaba lleno de silencios incómodos por parte de ambos mellizos sin saber qué decir, transcurrió en un silencio tenso de una familia que se estaba rompiendo. Nova estuvo aliviada cuando la hora de regresar a Hogwarts llegó, tomando su baúl y encontrándose con su Padre y su hermano al pie de las escaleras, complacida con dejar la mansión Nott.

      Malfoy y Zabini ya estaban en el expreso de Hogwarts cuando los mellizos ingresaron al compartimiento, hablando entre ellos. Por la primera vez desde que habían comenzado a salir, Nova estuvo agradecida que Parkinson no estuviera alrededor para mantener ocupado a Malfoy. No creyó que podría lidiar con las miradas que recibía de su parte cada vez que Malfoy le hacía una pregunta.

      —Diablos, Nott—, exclamó Zabini, sus ojos centrándose en su labio —. ¿Qué te pasó?

      —No es de tu incumbencia, Zabini—, respondió irritable. Él alzó sus manos en rendición, fácilmente sintiendo que el tema era uno de los que Nova no quería hablar. Afortunadamente, no mencionó el corte en la mejilla de Theo y, en su lugar, volvió a enfocarse en el libro que descansaba sobre su rodilla. Por otro lado, Malfoy le dio una mirada que sugería que sabía exactamente qué había pasado y alzó una ceja —. Déjalo, Malfoy—, advirtió Nova, su voz cansada. No había dormido nada en toda la noche, demasiado aliviada de volver a Hogwarts.

      Malfoy asintió. Ella sabía que si alguien entendía, era Draco Malfoy, quien había tenido que vivir con Lucius. Sintió un tirón de culpa por desquitarse con él, pero no tenía deseo de hablar sobre lo que pasó. Afortunadamente para ella, el resto del viaje en el tren transcurrió con Zabini y Theo discutiendo sobre un juego de cartas explosivas que estaban planeando jugar cuando volvieran a la Sala Común, y Nova dejó que la voz de su hermano la dejara dormir. Estaba acurrucada incómodamente en el asiento del compartimiento, pero resultaba relajante saber que estaba volviendo a Hogwarts, lo que le permitió dormir fácilmente.

      Sintió a Malfoy tocar su brazo y agitarla ligeramente cuando el tren se detuvo. Él le dio una sonrisa simpática antes de que ella se levantara y acomodara su falda, feliz que se había colocado su uniforme antes que el tren haya salido. Se deslizó sin hacer ruido dentro del carruaje que era llevado por thestrals. Ahora que sabía por qué podía verlos, no podía dejar de mirarlos.

      Todos en el compartimiento no parecían saber qué decir. Nova no podía culparlos por su silencio. ¿Qué podían decir para mejorar la situación de Theo y ella? No existían palabras que pudieran ayudarlos. No estaba segura de si alguna vez existiría alguna. Por lo que, cuando finalmente llegaron al castillo, Nova continuó mirando en silencio el suelo, sus pasos llevándola cada vez más cerca. Hogwarts era libertad. Hogwarts era un lugar donde ella estaba a salvo. Los Mortífagos no podían tocar a su hermano en Hogwarts.

     El Comedor se llenó lentamente, y Nova se sentó al lado de su hermano. Greengrass, que había estado charlando con su hermana menor y Bulstrode, felizmente se movió para que Theo y Nova entraran. Nova ignoró a Bulstrode en favor de la novia de su hermano, considerando que ella estaba moviendo las cejas, probablemente aún creyendo que a Nova le gustaba alguien.

      —Buenas noches, Gre- Daphne—, dijo Nova, y se dio un golpe mental por su corrección —. ¿Cómo estuvo tu receso?

      Greengrass lució sorprendida, pero le envió una sonrisa simpática —. Maravilloso, gracias por por preguntar. La mayoría  del tiempo, Astoria y yo jugamos en la nieve. Y le escribí a Theo, obvio—, cuando Greengrass se giró a Theo para besar su mejilla, se detuvo y sus dedos acariciaron su mejilla —. ¿Qué te pasó? Y tienes un ligero moretón debajo de tu ojo.

      —Me caí en la nieve, eso es todo—, aseguró Theo, atrapando su mano con la suya y presionando un beso sobre sus nudillos. Nova sintió su garganta tensarse. Se giró para no verlos, concentrándose en el plato frente a ella.

      Cuando la cena terminó, Nova sintió su cuerpo caminar fuera de la Sala Común, pero era como si no fuera ella. Cumplió con su papel, asintiendo cuando tenía que hacerlo y sonriendo cuando alguien hacía un chiste lo suficientemente divertido. Vio a Zabini, sentado al lado de la hermana menor de Greengrass, riendo por algo que ella había dicho. Theo estaba sentado entre su novia y Parkinson, que se aferraba al brazo de Malfoy tan fuertemente que Nova creyó que era un milagro que no se le cayera. Bulstrode rodaba los ojos ante algo que Crabbe y Goyle habían hecho. Era increíble ver a todas estas personas ser tan normales, mientras la vida de Nova se sentía como si se estuviera cayendo a pedazos.

      Estuvo bastante aliviada cuando todos se marcharon a sus camas, y pudo escaparse a las cocinas.

      Abriendo el retrato al correr sus uñas sobre la pera, escuchó su tranquila risa antes de deslizarse, revelando no solo dos, sino tres pelirrojos sentados en la mesa. Estaban riendo sobre algo, Fred y George probablemente molestándolo, arrojando sus cabezas hacia atrás riendo. Los ojos de Nova estaban posados sobre ellos, incapaz de desviar la mirada mientras Fred se estiraba y despeinaba a Weasley, provocando que su rostro se ruborizara.

      — ¡Nuestra Slytherin rebelde!—, la llamó George al verla parada al lado de la puerta. Nova avanzó, sentándose entre los gemelos —. ¿Cómo estuvo tu navidad? ¿Te gustó el sweater? Queríamos darte algo mejor, pero--.

      —El sweater es perfecto—, insistió Nova, agitando su cabeza para detener el argumento.

      Los gemelos la observaron por un momento antes que Fred rodara los ojos —. Creo que las palabras que buscas son...

      —Gracias—, completó Nova, rompiendo en una pequeña sonrisa —. ¿Se nota que estuve encerrada con Slytherins toda la navidad?

      —Solo un poco.

      —Bueno, ¿cómo estuvo tu navidad, entonces?—, inquirió Nova, girándose para mirar al Weasley restante en la habitación. Él se llevó nervioso una cuchara repleta de pudding de chocolate a la boca, evitando responder. Fred y George rieron detrás de ella.

      —Oh, Ron la pasó de maravillas, considerando que alguien le escribió de la nada—, contó Fred, soltando una pequeña risa.

      —Estaba sonriendo como un desquiciado todo el tiempo debido a cierta carta—, terminó George.

      —Están mintiendo—, aclamó Weasley a través de su boca llena de pudding, mirando a sus hermanos.

      Pero Nova no les estaba prestando atención. Estaba demasiado concentrada en la taza de té frente a ella, llevándola a su boca e intentando no encogerse cuando la taza caliente tocó sus labios. Escuchó a los tres hermanos discutir, respondiéndose el uno al otro sin ninguna preocupación. Nova quería eso. La envidia burbujeó como una poción en un caldero, y apretó los puños debajo de la mesa para evitar romper en llanto justo frente a los hermanos Weasley.

      — ¿Hola? ¿Nott? ¿Slytherin rebelde? ¿Siquiera nos estás escuchando?

      Nova alzó la cabeza y miró a George, aturdida —. ¿Qué?

      —Pregunté qué hiciste en navidad. Nosotros la pasamos mayormente en el hospital con papá—, cuando Nova se quedó callada después de la pregunta, su mirada perdiéndose otra vez, George le envió una mirada a sus hermanos —. ¿Nott? ¿Estás bien?

      —Lo siento—, murmuró ausente, y la disculpa fue suficiente para anodadar a los tres hermanos —. No dormí mucho durante el descanso. Estoy exhausta, eso es todo.

      —Vuelve a la Sala Común y descansa, entonces, Nott—, animó Fred con cariño, acariciando su cabeza como si no pudiera descubrir por sí misma la simple solución —. No estás obligada a quedarte aquí con nosotros.

      Nova asintió, pero los hermanos notaron que su mente estaba en otro lugar. Ella se levantó de su asiento, dirigiéndose al retrato y saliendo de las cocinas. Ellos estaban tan confundidos por su comportamiento que ni Fred ni George se burlaron cuando Ron salió corriendo detrás de ella. Nova sintió que alguien tomó su hombro, y se giró para encontrarse con el segundo Weasley más joven.

      — ¿Sí?—, preguntó.

      — ¿Qué te pasa?—, cuestionó él, su voz confundida —. ¿Estás bien? ¿Pasó algo en navidad?

      —No pasó nada. Perdón por actuar extraña—, contestó. La segunda vez que se disculpaba, notó Ron —. ¿Puedes dejarme ir? Necesito volver a la Sala Común.

      —Sigo preguntándome qué va mal—, admitió Ron. No le gustaba la sensación en su estómago que estaba comenzando a asociar con estar cerca de Nova Nott, especialmente después de su descubrimiento que le gusta. Aún, incluso él no era lo suficientemente estúpido como para negar que, estando allí parado y mirándola, su corazón latía sonoramente contra sus costillas. Estaba seguro que ella podía escucharlo, que su fachada era en vano.

      —Nada está mal. Acabo de decírtelo—, contestó ella.

      —No te creo—, continuó Ron, su rostro volviéndose duro.

      — ¿Realmente vamos a quedarnos aquí parados y discutir por esto? No tiene sentido—, Nova se giró, su cabello alzándose detrás de ella mientras comenzaba a alejarse.

      —Tengo noticias para ti—, espetó Ron, su propio enojo disparándose —. Esto es lo que hacen los amigos, Nott. Y tú misma lo dijiste... somos amigos, ¿cierto? Así que lamento que sea un inconveniente para ti, pero esto es lo que va a pasar.

      Cuando Nova se giró para mirarlo una vez más, su rostro estaba contorsionado en algo que lucía como la mezcla entre una chica que estaba increíblemente enojada y una que sufría un dolor insufrible —. Odio a tu familia, ¿de acuerdo? Odio que ustedes hayan tenido una navidad perfecta cuando la mía fue una absoluta mierda. Odio que tu mamá me haya hecho un sweater cuando mi propio Padre no me ha dicho que me ama desde que tenía cuatro años. Odio que, incluso cuando tu papá está en San Mungo, toda tu familia haya estado allí y aún hayas tenido una navidad asombrosa. Y odio estar con tus hermanos, porque todo con Theo está mal. Y especialmente te odio a ti porque solo quiero irme a la cama. Estoy cansada, ¿sí, Weasley? Y tú estás aquí, usando la carta de amigo, lo que no es justo en lo absoluto, porque no sé cómo lidiar con los amigos. Y entonces tú... tú... ¿qué estás haciendo?

      Durante su pequeño monólogo, Ron se le había acercado, y sus brazos estaban acercándose mecánicamente a sus hombros para evitar que siguiera temblando con ira. La sostuvo, manteniéndola en el suelo, por lo que ella paró de hablar —. Tú... estás llorando.

      Nova limpió molesta las lágrimas traidoras que habían caído. Notó sus ojos bajar hasta el corte en su labio, su ceño frunciéndose. Deseó que no lo hiciera —. No, no lo estoy—, negó, testaruda. Pero su voz se rompió.

      Ron no sabía cómo tratar con chicas llorando. Cuando sea que Ginny lloraba, su madre siempre se apuraba a llegar a su cuarto y sabía exactamente qué hacer. Cuando su mamá lloraba, su padre normalmente sabía cómo lidiar con ello. Esa era su única experiencia con chicas llorando. No sabía cómo tratar a Nova Nott, quien le estaba mirando como si fuera la peor persona del mundo, y su corazón seguía latiendo salvajemente. Entonces, hizo la cosa más estúpida que se le ocurrió.

      Él la abrazó.

      Con su agarre sobre sus hombros, la acercó a su cuerpo, incómodo. Ella encontró su lugar debajo de sus brazos mientras él rodeaba su espalda. Ella se quedó quieta por un momento, sus brazos colgando muertos a sus lados mientras Ron deseaba que solo la hubiera dejado sola, que la hubiera dejado estar enfadada y marcharse. De todos modos, él la sintió levantar sus propios brazos después de un par de momentos y rodear su espalda, soltando un suspiro contra la tela de su propio sweater de navidad. Permanecieron así por un rato, aferrándose el uno al otro, antes que Nova se alejara, limpiando sus ojos otra vez.

      —No soy buena con los abrazos—, dijo ella en forma de disculpa.

      —Tampoco yo, para ser honesto—, replicó, encogiéndose de hombros. Ella rodó los ojos y se giró para alejarse, pera le habló antes de desaparecer por completo.

      —Nos vemos luego, Weasley.

      La caminata de regreso a la Sala Común fue silenciosa. Nova no estaba segura de si le gustaba. Silencio significaba espacio para pensar, y Nova desesperadamente no quería hacerlo. De todos modos, sus pensamientos, por una vez, no estaban enfocados en su Padre ni su hermano. Tampoco en el corte sobre su labio o en la insistencia de su hermano de convertirse en un Mortífago. Sus pensamientos se centraban en el chico vergonzoso que acababa de abrazarla. El estúpido Weasley pelirrojo del que no podía alejarse incluso si lo intentaba.

      Ron Weasley, pensó para sí misma, agitando su cabeza. ¿Qué diablos?

      Él tenía que ser uno de los chicos más testarudos que había conocido. No tenía idea de cómo juzgar una situación social y actuar acorde a ella. Ella estaba segura que no había sido abrazada nunca en su vida, excepto por los abrazos ocasionales que recibía por parte de Theo. Aún así, era lindo tener algo a lo que aferrarse. Algo que le recordaba que la tierra seguía girando después de aquella tarde horrible, algo para recordarle que su vida volvería a su estado mediocre. Era bueno que la distrajera de sus pensamientos constantes. Era bueno saber que él la creía alguien merecedora de ese tipo de afecto.

      Y entonces, estaba el hecho que él sabía lo que ella estaba sintiendo. Él estúpidamente la había llevado a tener ese pequeño monólogo, pero ya sabía que había algo que la molestaba. Que algo iba mal. Fred y George simplemente habían aceptado su excusa de cansancio, pero su hermano menor tal vez era más perceptivo de lo que le daban crédito. De lo que ella le había dado crédito.

      Ella estudiaría sus latidos luego. Por ahora, era bueno solo saberlo.

      Cuando finalmente llegó a la Sala Común de Slytherin, se encontró con un rostro familiar en el sofá, sus codos sobre sus rodillas mientras estaba arrojado hacia delante, como si estuviera esperando a alguien. Cuando él la vio, le envió una pequeña sonrisa.

      — ¿Estás bien?—, inquirió mientras ella se desplomaba a su lado. Ella soltó un suspiro.

      — ¿Nunca te cansas de todo esto?—, preguntó —. ¿La presión de impresionarlos? ¿La presión de ser quién ellos quieren que seas?

      Él se encogió de hombros —. Supongo que lo tienes peor que yo.

      Nova le echó una mirada a la Sala Común, completamente vacía excepto por ellos —. ¿Por qué estás despierto tan tarde?

      —Theo quería asegurarse que hubiera alguien aquí cuando volvieras. No eres silenciosa, ¿sabes? El retrato hace mucho ruido cada vez que se abre—, Nova soltó una pequeña risa —. ¿A dónde te vas, de todas formas?

      —La Torre de Astronomía—, mintió. Quería que las cocinas permanecieran en su pequeño secreto —. Oye—, llamó suavemente.

      — ¿Qué?

      —Gracias por esperarme. Y lamento haberte tratado así en el tren.

      Zabini dejó escapar una corta risa, rodando los ojos —. ¿Nova Nott acaba de agradecerme? ¿Y disculparse? ¿En la misma oración?

      —Sí, y no sucederá de nuevo. Así que guarda éste momento en tu memoria.

      Zabini asintió —. Lo haré. Y de nada, por esperarte. Los Slytherins debemos cubrirnos las espaldas, ¿no?

      Fue en ese momento que Nova se percató que tal vez había subestimado a Blaise Zabini. Cuando él quería, ella podía disfrutar hablar él.

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