V. CUESTIÓN DE ELECCIÓN
CAPÍTULO CINCO:
CUESTIÓN DE ELECCIÓN.
Theo y Nova seguían sin hablarse.
Era lo más largo que habían permanecido peleados. De hecho, Nova no podía recordar la última vez que habían peleado. Él había sido frío como el hielo en la mañana, ignorándola en favor de Daphne Greengrass mientras hablaban de algo redundante. Naturalmente, que Theo la ignorara significaba que Nova se sentía más sola que nunca.
Aparentemente, su soledad era tanta que Hermione Granger creyó que era necesario comentarlo. Durante Encantamientos, Granger se sentó a su lado. Nova alzó las cejas con malicia, pero ya que Malfoy no le estaba prestando atención y Theo no estaba en esa clase, no se interesó sobre quién la veía sentarse con Granger.
— ¿Qué haces aquí?—, inquirió Nova, no de forma ruda. Su tono sugería un ligero desinterés.
—Harry está enojado conmigo porque tengo razón—, respondió Granger, y Nova notó que sus cejas estaban juntas debido a la frustración —. No entiende que provocar a Umbridge es la peor idea que ha tenido.
Nova simplemente se encogió. Por un lado, estaba de acuerdo con Granger. Harry era un idiota por provocar a Umbridge, especialmente cuando sabía en qué consistían sus castigos. De todos modos, por el otro lado, sabía que ella no sería capaz de sentarse y mantenerse callada si la llamaban una farsa —. Le dará detenciones haga algo o no. No es exactamente su fan número uno.
Granger pareció considerar la idea, mordiendo en silencio sud labios mientras se giraba hacia su libro de Encantamientos. Una vez que la clase había terminado, Granger inmediatamente volvió con Potter y Weasley, por lo que Nova asumió que ya se habían arreglado. Ante la idea, sus ojos viajaron hacia Theo, quien estaba caminando hacia el salón de Transfiguración frente a ella.
— ¿Theo?—, susurró, para que nadie la escuchara —. ¿Sigues enojado conmigo?
—Nunca estuve enojado—, respondió en un tono que sugería lo contrario —. Solo frustrado.
— ¿Estás seguro?—, inquirió Nova, siguiéndolo dentro del salón —. Porque puedo soportar que cualquiera esté enojado conmigo, excepto tú. De hecho, podría tener una crisis. Justo en el medio del Comedor. Y entonces, imagina la carta que recibirás de Padre.
Funcionó. La broma hizo reír a Theo, quien se giró hacia ella con una mirada entretenida —. Estás bromeando. Creo que no te escuché contar un chiste hace cinco años.
—A veces sucede—, ella se sintió instantáneamente más ligera. Pelear con su mellizo era algo que le disgustaba. Ambos entraron al salón de McGonagall, Nova siguiendo a Theo hacia su escritorio. Mientras él se sentaba, ella permaneció de pie, su mirada curiosa. No sabía si él la había perdonado por completo, o si aún necesitaba espacio.
Como si estuviera sintiendo su duda, él le envió una pequeña sonrisa —. ¿Qué haces? Siéntate. Pareces una loca quedándote ahí parada.
Nova no pudo esconder la sonrisa que apareció en su rostro. Estaba segura que un Ravenclaw sentado al otro lado de Theo casi se cayó de su silla cuando la vio sonreír, pero Nova no iba a prestarle atención. Theo la había perdonado. Era como si todo estuviera bien de vuelta en el mundo.
Rápidamente tiró su mochila al suelo y se colocó en el asiento al lado de Theo. Desde su posición pudo ver a Granger sentada junto con Potter y Weasley, y supuso que todo volvía a estar bien para el trío nuevamente. Aparentemente, hoy era el día de las disculpas de los hombres testarudos. Justo cuando Nova pensó eso, su vista fue interrumpida por una tormenta de rosa y un molesto sonido de "hem, hem".
—Dios, no esta mujer—, murmuró Nova bajo su respiración. Theo soltó una risa —. Malfoy dijo que estuvo en Adivinación hoy temprano. ¿Qué pasó?
—Digamos que casi me sentí mal por Trelawney. No lo hice, pero estuve cerca.
Nova solo deseó que McGonagall no fuera a soportar cualquier cosa sin sentido de Umbridge. Cuando la profesora ingresó a la habitación sin prestarle atención, Nova no pudo evitar sonreír. Aunque la mañana había comenzado horriblemente, la tarde mejoró.
—Es suficiente—, espetó la profesora McGonagall y la habitación de sumió en silencio —. Señor Finnigan, sea tan amable de acercarse y entregar la tarea. Señorita Brown, por favor, tome esta caja de ratones - no seas tonta, niña, no te lastimarán - y entrégale uno a cada estudiante--.
Otro molesto "hem, hem". Esta vez, McGonagall no dio indicación de haberla escuchado. Continuó con su lección —. Bien entonces, todos escuchen atentamente - Dean Thomas, si hace eso otra vez al ratón, tendrá detención - la mayoría de ustedes ya ha logrado desaparecer a sus caracoles e incluso los que dejaron un poco de su caparazón ya lograron comprender el hechizo. Hoy veremos--.
—Hem, hem.
— ¿Sí?—, preguntó McGonagall cortante, girándose para mirar a Umbridge. Theo golpeó el brazo de Nova con una sonrisa.
—Solo me preguntaba, profesora, si había recibido mi nota diciendo la fecha y hora de su inspec--.
—Obviamente la recibí, o le hubiera preguntado qué hace en mi clase—, replicó la profesora. Mientras Nova observaba a los estudiantes, notó que no había nadie sin una sonrisa, ella incluida —. Como estaba diciendo, hoy practicaremos el encantamiento de desaparición sobre los ratones. Ahora, el encantamiento de desaparición--.
—Hem, hem.
Cuando McGonagall se giró a Umbridge, estaba completamente fría —. Me pregunto cómo pretende ganar una idea de mi forma usual de enseñanza si sigue interrumpiéndome. Ya ve, generalmente no permito que las personas hablen cuando yo lo estoy haciendo.
Mientras Theo y Nova trabajaban en su hechizo de desaparición con los ratones frente a ellos, no escucharon a Umbridge hablar ni una vez. El único sonido que emanaba era el de su pluma recorriendo el pergamino mientras escribía notas sobre McGonagall, quien lucía increíblemente desinteresada y despreocupada.
Cuando los estudiantes fueron liberados, Nova y Theo salieron de la clase con grandes sonrisas —. ¡Eso fue absolutamente brillante!—, rió Nova, y su respiración salía entrecortada a causa de las risas que la interrumpían.
—McGonagall lucía fría como la nieve—, concordó Theo, riendo junto con su hermana. Era agradable, ambos riendo de manera despreocupada. Como cuando eran niños y practicaban Quidditch en su patio trasero.
—Voy a recordar esto por el resto de mi vida—, exclamó Nova con confianza, enlazando con el de su hermano.
Mientras se alejaban, el trío los vio —. Creo que nunca la había visto sonreír—, notó Hermione con un ligero tono de sorpresa.
—Sí—, respondió Ron, y con un sensación incómoda en su estómago, se percató que hacía lucir sus facciones aún más sorprendentes —. Tampoco creo haberla visto sonreír.
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Para el momento en que Theo y Nova llegaron a su clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas, Umbridge ya estaba esperando a la profesora Grubbly-Plank, con su bloc de notas en la mano. La sonrisa de Nova había cesado desde esa mañana en la clase de McGonagall, pero tenía la esperanza que no fuera cómo Theo había descripto la clase de Adivinación.
Umbridge inmediatamente se lanzó a controlar cómo enseñaba Grubby-Plank mientras Hagrid estaba ausente, y Nova continuó inspeccionando sus uñas desinteresadamente. Cuando sintió una presencia a su lado, alzó la mirada y vio a Weasley observar su mano, las palabras seguían hundidas en su piel. Se movió fuera de su campo de vista.
—Hermione puede hacer algo para ayudar con eso—, habló Weasley por lo bajo. No hubiera importado si hablaba en un volumen normal. Si mantener sus interacciones en secreto era una preocupación para él, Theo estaba con Greengrass y Malfoy estaba ocupado con su usual banda de idiotas. No había nadie prestándole atención a la Slytherin y al Gryffindor, ya que todas las miradas estaban concentradas en Umbridge.
— ¿Por qué susurras?—, preguntó ella en un tono aburrido.
Sus mejillas se tiñeron de rojo —. Yo n-no creí que querías que las personas me vieran hablándote.
Ella se encogió de hombros —. ¿Crees que soy alguien a quien le importa lo que los otros piensan?
—No, supongo que no.
— ¿A qué te referías con "algo"?—, preguntó después de un momento de silencio incómodo. Weasley la miró, su rostro seguía tan rojo como su cabello. Por una fracción de momento, quiso reírse de él, pero decidió no hacerlo.
Él se encogió —. Un ungüento, supongo. No estoy realmente seguro. Es probablemente algo demasiado avanzado como para que alguien más lo haga, porque Hermione es... bueno, Hermione. Es la persona más inteligente que conozco.
—Lo es—, respondió Nova, mirando hacia delante. No podía escuchar qué le decía Umbridge a Grubbly-Plank. Los labios del sapo estaban fruncidos, como si estuviera profundamente concentrada. Cuando Nova volvió a mirar a Ron, él la observaba sorprendido —. No hay necesidad de que luzcas tan sorprendido, Weasley. No fue un cumplido, es un hecho.
—Cierto—, mientras Nova volvía a inspeccionar sus uñas, Ron suspiró —. Entonces, ¿cuándo lo quieres?
— ¿Querer qué?
—El ungüento.
Una pequeña carcajada abandonó sus labios —. Estabas presente cuando mencioné que los Slytherins nos acostumbramos al dolor, ¿cierto?
—Sí. Desafortunadamente, creo que ninguno de los tres vamos a detenernos hasta que la tomes.
— ¿Por qué?—, inquirió Nova, girándose para encararlo. Ron tragó. Bajo la luz del sol, su cabello lucía más color miel que el profundo moreno que él había visto cuando ella caminaba alrededor del castillo, y sus ojos lucían más verdes que azules —. ¿Por qué les importa?
—Diablos, como si yo lo supiera.
Él notó la más ligera curva en las comisuras de sus labios antes que ella continuara, sus brazos cruzados sobre su pecho —. Bien. Mándame una lechuza con la hora y el lugar.
— ¿O podría simplemente dártelo en clases?
Ella lo ignoró, caminando hacia donde su hermano y Malfoy se encontraban hablando. Ron la observó marcharse, sintiéndose más confundido que lo había hecho antes de hablarle. Cuando volvió a prestar atención, se percató que Harry se había ganado otra noche de detención.
—Merlín, Harry. Necesitas aprender a callarte.
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—No me iré hasta que tomes esa pluma y escribas algo. No me importa si solo dices hola. No me importa si dices que lo odias. Escribe algo.
Nova rodó los ojos ante el dramatismo de su mellizo mientras se estiraba sobre la mesa para agarrar la pluma. Escribió Querido Padre al principio de la hoja —. Ya. ¿Es suficiente?
—No seas condescendiente.
Nova suspiró. Toda la noche, Theo estuvo rogándole para que escribiera una carta a su Padre. Sabía que debería. Theo ni siquiera le había respondido la carta anterior, y seguramente estaba creciendo su sospecha.
Querido Padre, comenzó.
Theo recibió tu carta de tu preocupación por mi detención con la profesora Umbridge. Quiero formalmente dirigirme a ti y asegurarte que no necesitas preocuparte. No soy, y nunca seré, lo suficientemente estúpida como para defender a Harry Potter. Me has criado mejor. Nunca haría algo intencional para interferir en tus planes para esta familia.
Mis mejores deseos,
Konstantinova.
Corta y sin afecto, al igual que la de su Padre. Dándole el papel a Theo para que pudiera agregar un mensaje a su Padre, ella se levantó del sofá en la Sala Común —. Me voy a la cama.
—Bueno. Te veo en la mañana.
Caminó hacia su dormitorio, donde sus tres compañeras ya estaban durmiendo. Esquivó su cama para, en cambio, tomar un grueso sweater que colocó sobre su remera. Volviendo a la Sala, se aseguró que Theo estuviera ocupado en la carta antes de salir al corredor.
Se preguntó si Theo sabía que ella estaba mintiendo. Que odiaba lo que su Padre le había hecho a la familia. Odiaba lo que le estaba intentando hacer a Theo. Si su Padre quería arruinar su vida por seguir a Voldemort, que lo haga. Ya había perdido a un padre, ¿qué más da perder otro?
Pero no podía perder a Theo.
Theo era el único que la mantenía cuerda. Él era el único que realmente la entendía. Para él, ella no era la Reina del Hielo de Slytherin, sino que una pequeña niña vulnerable que se había endurecido para protegerse. Sabía que si perdía a Theo, la última gota del vaso caería. Si lo perdía, se perdería a sí misma.
Nova no se había percatado de que estaba llorando hasta que sintió las lágrimas enfriarse sobre sus mejillas. Alzando su mano, limpió la húmeda gota con sus dedos. Mientras la observaba caer por su dedo, escuchó un suave ulular.
Una hermosa lechuza blanca nevada se acercaba, luciendo nada más que majestuosa antes de aterrizar sobre su hombro. Su pico sostenía un pequeño sobre, con el nombre de Nova escrito en el frente.
Cuando lo abrió, no reconoció la letra.
Nott, decía. Hermione tiene la esencia de murtlap para tu mano. No estoy seguro de cuándo es el mejor momento para que lo busques, pero la colocó en un bote para cuando quieras.
Por cierto, este es Hedwig, la lechuza de Harry. No es la fan número de Slytherin por lo que, si te muerde, sabes la razón.
Nova no pudo evitar sonreír. Por lo que las letras apenas legibles pertenecían a Weasley. Su Padre hubiera estado espantado al ver su escritura. Alzando su varita, ya que no tenía una pluma, murmuró "Scribo", y deslizó la varita sobre el pergamino, escribiendo una respuesta.
Dile a Granger que la puede llevar a las cocinas durante la siguiente semana. Noté que tus hermanos fueron ahí una vez, por lo que supongo que tengo que agradecerles a ellos por saber cómo entrar.
¿Estás seguro que a Hedwig no le agradan los Slytherins? Parece que le agrado perfectamente. Aunque, si odia a los Slytherins por algo que hizo Malfoy, no puedo culparlo.
Acabando con el encanto sobre su varita, dobló el papel y se lo ofreció a Hedwig. La hermosa lechuza la miró, sus grandes ojos parecían saber todo, antes de ulular suavemente una vez más. Sus alas se movieron mientras ascendía hacia el pasillo, volviendo al lugar de donde vino.
Cuando ella volvió a entrar a la Sala Común, Theo ya no estaba, junto con el pergamino para su Padre. La habitación estaba vacía, excepto por la chica de quinto año de Slytherin, quien se encontraba dormida en el sofá verde, largo y elegante. Mirando alrededor para asegurarse que estaba sola, suspiró.
—Mamá—, susurró, sabiendo que allí fuera, en algún lugar del extenso universo, su madre podía oírla —. Desearía que pudieras estar aquí. Es difícil evitar que Theo vaya a la oscuridad, pero sé que si estuvieras aquí, ayudarías. Siempre supiste cómo diferenciar el bien del mal—, Nova envolvió sus piernas con sus brazos —. Te extraño. Odio admitir cosas como estas, pero es la verdad. Todo era mucho más simple cuando estabas aquí.
>> Padre era más feliz. Theo era más feliz. Yo era feliz. Ahora, Padre está obsesionado con la idea de ser el sirviente perfecto de Voldemort, y temo que está llevando a Theo con él. Lo odio. Theo es todo lo que me queda—, no estaba segura de por qué le estaba hablando al techo de la Sala Común de Slytherin, pero suspiró —. Te estoy pidiendo, si alguna vez nos amaste, por favor evita que haga algo de lo que se arrepienta.
Nova no esperaba una respuesta, pero el silencio la hirió como una maldición Cruciatus. Y con eso, llegó la realización de que, si Theo decidía seguir a su Padre, entonces ella realmente estaría sola.
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La semana siguiente, Nova se encontraba sentada en la cocina, comiendo un pastel de cereza que le habían traído los elfos. No estaba preocupada con la hora, ya que era excelente para escabullirse. Cuando ella fue atrapada el año anterior, la prefecta de Hufflepuff había estado tan nerviosa que la dejó irse con solo una advertencia.
— ¿A la señorita Nott le gustaría algo más?
—No—, respondió Nova. Era la tercera vez que le decía a la criatura que no quería nada más. El elfo ya la estaba poniendo de los nervios. Su elfo doméstico, uno callado llamado Rinks, casi nunca le preguntaba si quería algo. Él solo ofrecía en silencio, y si ella decía que sí, lo pondría en su plato y se alejaría.
Su Padre nunca le daba las gracias a Rinks. Solía molestarle, ahora estaba acostumbrada. Aún, sentía que estaba siendo descortés cuando los hombros del elfo frente a ella cayeron —. Gracias—, agregó, asintiendo en su dirección.
El retrato que llevaba a las cocinas se abrió, y lo primero que Nova notó fue el cabello pelirrojo de Weasley. Granger no estaba muy lejos de él, cargando un paquete rojo y dorado. Granger le sonrió nerviosa.
—Buenas noches, Nova—, saludó Granger, alzando la mano para ofrecerle el frasco —. Es esencia de murtlat. Ayudará con el dolor y la cicatrización. Tal vez no mucho ya que ya está casi curada, pero aún así.
Nova aceptó el paquete y lo abrió, hundiendo su mano en el líquido. Inmediatamente, quiso suspirar de felicidad. Las palabras talladas en su piel habían sido irritantes, dolorosas, y le picaron durante toda la semana. Debajo de la esencia de murtlap, aquellas molestias se alejaron y la relajaron.
— ¿Dónde encontraste esto?—, inquirió Nova, y Granger lo tomó como su versión de dar las gracias.
—Un libro de pociones avanzadas en la biblioteca.
La chica de Slytherin asintió, suspirando mientras envolvía sus dedos alrededor de la poción. Granger pareció tomarlo como una invitación para sentarse a su lado, enderezando su espalda incómoda. Weasley, por otro lado, observó a la Slytherin y permaneció de pie.
— ¿Necesitas algo, Weasley?
Su voz estaba tan relajada que tomó a Ron por sorpresa. Él se encogió, sintiendo sus mejillas tornarse rosadas —. En realidad, quería preguntarte algo.
Nova lo miró, sus cejas alzadas.
—Bueno, Harry quería que te preguntara—, se corrigió. Ante esto, Nova frunció los labios —. De alguna forma, Hermione y yo lo convencimos de enseñar Defensa porque Umbridge no nos deja usar hechizos de defensa. Y no sé qué piensas, pero yo quiero estar preparado. Por lo que nos vamos a juntar en Hogsmade este fin de semana, y Harry creyó que te gustaría venir.
—No tienes que hacerlo—, comentó Granger —. Pero creímos que sería una buena idea.
La idea vaciló en su mente. Su Padre y su hermano estarían furiosos si lo descubrían. Su Padre, podía lidiar con él. Theo era una historia diferente. Pensar en la reacción de Theo hacía que su nariz se arrugara.
Por otro lado, Umbridge no le estaba enseñando nada. No podía defenderse si Voldemort decidía que era hora que Theo se convirtiera en uno de sus seguidores. Y sin importar cuánto la molestara Harry Potter (aunque odiaba admitir que el sentimiento había decrecido notablemente desde que habían pasado sus detenciones juntos), quería poder pelear por su mellizo.
— ¿Sería en secreto?—, inquirió Nova después de unos momentos, moviendo sus dedos.
—Le sugerimos a Harry la idea la semana pasada. Se negó al principio--.
—Casi nos arrancó nuestras malditas cabezas—, interrumpió Ron.
—Pero lo convencimos. Creo que está considerándolo. Queremos formar un grupo de personas sólido, y Harry te sugirió.
Sus palabras de tantas noches atrás hicieron eco en su mente: ¿me apoyas? Aún no sabía la respuesta. ¿Quería que Harry ganara? ¿Quería darle la espalda a todo lo que había creído creciendo? ¿Darle la espalda a su familia?
Pero ésta era su decisión. La ligereza en su pecho, lo que la hacía querer sonreír, fue esto. Podía elegir. Nació dentro de sus creencias, moldeada para pensar que la ideología de su Padre era la única que existía. El hecho que tenía una oportunidad de descubrir algo más era demasiado tentadora como para dejarla pasar.
—Iré—, Nova dudó —. Intentaré ir.
Granger le sonrió —. Genial. Bueno, como dijimos, es un secreto, por lo que preferiríamos que tú no... um...
—No le diga a otros Slytherins—, completó Nova.
—No es que creímos que lo harías—, habló Granger, rápida para eliminar sus palabras anteriores —. Es solo que, sabemos que la mayoría de los Slytherins no... piensan igual que nosotros. No quiero ser grosera, pero Ron y yo nos sorprendidos cuando Harry sugirió que vinieras.
—Entiendo.
Su tono era brusco, y Hermione temió haberla ofendido. De todos modos, Nova simplemente aceptó que los Slytherins apoyaban a Voldemort. Creían que Granger era inferior, igual que todos los hijos de muggles y traidores a la sangre como la familia Weasley.
"Traidores a la sangre," solía murmurar su padre cuando veían a los Weasley, "tienen la sangre sucia. Creen que los sangre sucia son iguales. Ha." La risa de su Padre siempre era corta, y nunca la hacía reír, a diferencia de la de Theo.
— ¿Le crees a Padre?—, ella le había preguntado a Theo minutos después, cuando estaban sentados en el tren y acababan de comprar ranas de chocolate.
— ¿Sobre qué?—, preguntó Theo.
—Que la familia Weasley tiene la sangre sucia—, respondió tranquilamente, asustada de su respuesta —. Que los hijos de muggles son inferiores.
Theo mordió su rana de chocolate reflexivamente. Y entonces, se encogió de hombros —. ¿No lo son?—, había respondido. Nova no había reconocido qué era ese sentimiento horrible en su estómago, pero ahora lo sabía.
Años después, Nova miraría atrás y se preguntaría cuál fue el momento en que lo supo. Sabía que Theo iba a seguir los pasos de su Padre. Sabía que perdería a Theo por la sed del poder. Todos estos años lo había negado, pero iba a suceder, lo quisiera o no. No importa qué tanto peleara.
Tal vez era por eso que quería creer en Potter. Que el bien siempre ganaba. Porque si el bien siempre ganaba, su hermano escaparía. Theo era bueno, Nova estaba segura de eso. Era debido a su Padre que él estaba envenenado con su ideología. Si ellos hubieran crecido en otro hogar, en uno donde su Padre los amaba y querría que ellos vivan, Nova sabía que Theo no dudaría en defender a la familia Weasley o a los hijos de muggles.
Por años, ella había sido abusada física y mentalmente por las creencias de su Padre. Lo que sea que Granger y Weasley estaban planeando, era su oportunidad. Las cosas no cambiarían en una noche, pero iban a cambiar.
—Su secreto está a salvo conmigo—, habló rígida, sacando su mano de la esencia y aceptando la toalla que el elfo le ofreció poco tiempo después. Su mano, donde las palabras se encontraban marcadas en tonos rojos y negros, lucía más rosada y mucho más sana que antes —. ¿Dijeron el fin de semana? ¿Dónde?
—Te enviaré una lechuza—, respondió Weasley —. Pero estamos pensando en un lugar privado. Hasta ahora, juntamos una mayoría de Gryffindors de primer año, pero estamos intentando conseguir más.
—Los dejaré a ello, entonces—, Nova se bajó de la silla y comenzó a caminar hacia el retrato. Abriéndola, se giró a Granger y suspiró lamentada —. Yo... aprecio la murtlap.
Cuando la pintura se cerró detrás de ella, Ron suspiró —. Me asusta.
—Pero aceptó—, contestó Hermione —. Aceptó, y eso es lo que importa.
— ¿Crees que es una buena idea? Digo, ¿una Slytherin?—, inquirió Ron, tomando un bocado de las sobras de la tarta de cereza que quedó sobre la mesa.
Hermione se encogió —. No lo sé. Pero Harry parece confiar en ella. Eso es lo que importa, ¿cierto?
Ron no estaba seguro de si así era. Aún, mantuvo su boca cerrada y observó la salida por donde Nova Nott había marchado segundos atrás.
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