Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

◌ Capítulo 8

La oscuridad se cernía sobre la habitación, una penumbra que reflejaba el peso de la desesperación y la tristeza que pesaba sobre los hombros de Seiren. Arrodillada frente a Gojo Satoru, el joven maestro al que había jurado servir con devoción, las lágrimas corrían por sus mejillas, como un río de angustia y remordimiento.

—— Lo siento... Lo siento tanto, joven maestro ––murmuró la peligris, su voz apenas un susurro ahogado por el dolor—– No hice bien mi trabajo... no pude protegerlo...

El silencio que siguió fue ensordecedor, solo interrumpido por el sollozo escandaloso de Seiren mientras se inclinaba aún más, como si el peso de su culpa fuera demasiado para soportar.

De repente, la habitación se llenó con el rugido furioso de Gojo, como un trueno que sacude el cielo, su voz llena de ira y odio.—— ¡Cierra la puta boca! ¡¿Cómo pudiste ser tan incompetente?! ¡Confíe en ti, mierda, de verdad lo hice!

Los ojos de Seiren se cerraron con fuerza ante las palabras cortantes de Gojo, su corazón destrozado por cada acusación, cada palabra cargada de amargura.—— Yo... yo... ––balbuceó, pero las palabras se atascaron en su garganta, ahogadas por el peso aplastante de su propia incapacidad.

Asai recordaba las marcas en el cuello de su maestro, moretones oscuros que se destacaban contra su piel pálida como recordatorios dolorosos de lo que ocurrió hace dos días, memorias que él prefería dejar en el pasado. El corazón de Seiren se encogió de dolor al saber la verdad detrás de esas marcas, una verdad que nunca debería haber existido.

Si tan solo ella se hubiera quedado a su lado esa noche del cumpleaños del patriarca, él no hubiera pasado por tal triste e impotente situación.

—— ¿Cómo pude confiar en alguien como tú? ––continuó Gojo, su voz llena de desprecio y desilusión–– Pensé que eras diferente, pero estaba equivocado. Eres solo otra tonta que creí que podía depender.

Las lágrimas de Seiren fluían sin control ahora, su corazón destrozado en mil pedazos por las palabras hirientes del albino. Sabía que merecía cada palabra de reproche, cada mirada de desprecio, pero eso no hacía que el dolor fuera menos agudo, menos insoportable.

Gojo miró a la chica con ojos llenos de desdén y decepción, con voz fría y autoritaria, llamó a quienes estaban detrás de las puertas de su habitación.—— Llévensela. Y ya no quiero un compañero de juegos, diganselo a mis padres. Si se niegan, que queden advertidos que cualquiera que venga será asesinado por mi.

Los guardias entraron y asintieron en silencio, comprendiendo la gravedad de la situación. Con manos firmes pero compasivas, se acercaron a Seiren para llevarla lejos de su joven maestro. Ella no opuso resistencia mientras la tomaban y la llevaban, su corazón roto en pedazos por algo que ella misma provocó.

—— Mis disculpas, joven maestro... ––sollozó Seiren entre lágrimas mientras era conducida fuera de la habitación–– Lo siento... por no protegerlo como debía...

Aunque sus palabras se perdieron en el aire, seguía suplicando perdón mientras era arrastrada, sabiendo lo que debía venir después: una ejecución por su fracaso en proteger a su maestro. Una sentencia que ella misma había sellado con cada lágrima derramada y cada suspiro ahogado de arrepentimiento.

Mientras tanto, Gojo permanecía impasible, su expresión fría y distante mientras observaba la escena. Él realmente pensó en confiar en la ojigris, había demostrado ser una buena persona con su tímida y cálida personalidad, cuidaba muy bien de él y era atenta, muy diferente a los anteriores compañeros de juego que tuvo.

Pero todo se había ido a la mierda esa noche en que lo dejó con esa mujer, prefiriendo escuchar las amenazas de la pelinegra en vez de sus susurros desesperados.

˚ ༘✶ ⋆。˚➷

Me despierto con un sobresalto, las lágrimas aun resbalando por mis mejillas. La habitación está sumida en la oscuridad, solo la tenue luz del sol se filtra por la pequeña apertura de la puerta exterior. Mi corazón late con fuerza, como si aún estuviera atrapada en el tormentoso sueño que acabo de tener.

Me senté sobre mi futon y tomo una respiración profunda, tratando de calmar los latidos frenéticos de mi corazón. Pero las imágenes persisten en mi mente, como un eco persistente que se niega a desvanecerse. Veo a Gojo, sus palabras cortantes como cuchillas, su mirada llena de desprecio. Siento la angustia aplastante de haber fallado, de haber sido condenada por mi propia incompetencia.

—— Mierda ––murmuré cubriendo mi rostro con mis manos.

Entonces, una idea apareció en mi mente: este no era solo un sueño, era un recuerdo. Un recuerdo de la anterior Seiren, la que habitaba este cuerpo antes que yo.

La idea me golpeó como un rayo, dejándome sin aliento por un momento ¿podría ser posible que estos recuerdos fueran la razón por la cual ella había muerto?

Si ese sueño es realmente un recuerdo, entonces significa que la niña Seiren sufrió el desprecio de Gojo, la vergüenza de haber fallado en su deber, la desesperación de ser condenada por ello. Y de repente, lo veo con claridad. Esa debe de ser la razón por la cual ella murió antes de que comience el manga.

No por un intento de asesinato, un accidente o envenenamiento sino por no haber cumplido con su deber de protegerlo, por no haber impedido que esa mujer llevara a cabo su asquerosa acción.

Solo entonces suspiré con alivio. Aliviada de haberlo salvado, de evitar que su cuerpo cargara con tan repugnante recuerdo.

Me levanto de la cama con un suspiro cansado, yendo a prepararme para enfrentar el día que se extiende ante mí.

La mañana transcurre con normalidad, sirvo el desayuno a Gojo como siempre, tratando de ocultar mi fatiga tras mi típica expresión seria. Aunque parece que no lo logré, porque él no dudó en preguntarme si estaba bien.

—— Estoy bien, joven maestro ––contesté–– Solo un poco cansada, nada de qué preocuparse.

Satoru asiente con una ceja alzada para seguir con su desayuno. En silencio, me dediqué a verlo como hago algunas veces.

Había pasado una semana desde esa noche y he notado un cambio en Gojo. Ya no era el mismo joven maestro frío y distante; ahora parecía más tranquilo, más dócil, más... apegado a mí. Sus gestos eran más suaves, sus palabras un poco más consideradas. A menudo buscaba mi compañía, como si necesitara mi presencia para encontrar consuelo.

Sus ojos, una vez llenos de desconfianza y desdén, ahora parecían mirarme diferente, como si estuviera agradecido por mi simple presencia a su lado.

El cambio lo vine a notar el día siguiente del cumpleaños del patriarca, pues fue esa mañana en que todo estaba patas para arriba cuando notaron la desaparición de cierta persona, persona que yo misma asesiné y que era la concubina favorita del líder del clan Kamo.

Claramente la atención se centró en la casa de los Gojo, y todos los sirvientes, incluyéndome a mí, fueron interrogados sobre los eventos de esa noche. Pero simplemente mentí sin titubear, asegurando que había estado junto a mi favorito durante todo el tiempo.

¿Quién se atrevería a desconfiar de quien es la compañera de juegos de la persona más importante de este mundo?

Y si hubieran desconfiado, me importaría un carajo, porque no me arrepiento de lo hice.

Ella tiene la culpa después de todo.

Mientras observaba a Satoru comer, una idea persistente se abrió paso en mi mente ¿acaso él vio como maté a alguien a sangre fría esa noche? ¿podría ser que su cambio estuviera relacionado con eso? La idea me provocó una extraña mezcla de emociones.

Claramente me siento mal por dejarlo presenciar algo como lo es un homicidio, pero al mismo tiempo, era bueno que supiera lo que estoy dispuesta a hacer por él. Que sepa que para mí, lo único que importaba era que él estuviera a salvo, incluso si eso significaba mancharme las manos en el proceso.

Maldita loca.

Parece que me perdí en mis pensamientos, porque fui sorprendida por unos grandes ojos que me veían con curiosidad.—— ¿Qué estás pensando? ––preguntó acunclillandose delante mío.

—— Nada importante ¿ya terminó su desayuno? ––desvié el tema viendo los platos vacíos.

—— Hace rato ––contestó poniéndose de pie–– Vamos, tengo entrenamiento.

Copié su acción para seguirlo desde atrás, pero como se le había hecho costumbre desde hace una semana, tomó el borde de la manga de mi kimono para tirar de mi, y cuando estuve a su lado, me soltó.

Ignoré su acción para simplemente seguir en dirección de la sala de entrenamiento, donde una vez llegamos, yo me quedé cerca de la puerta, arrodillada en silencio y tratando de no ser una distracción mientras él se concentraba en su entrenamiento de artes marciales junto a uno de sus tantos profesores.

La sesión duró una hora y media, finalizándola cuando el instructor casi termina con el brazo roto. Despedí cortésmente al hombre y fui hacia Satoru para extenderle una toalla para secar el sudor.

Sin embargo, cuando estuvo a punto de dársela, pequeñas gotas de sangre cayeron de su nariz de forma sincronizada.

Es igual que antes.

Nuevamente no dudé en poner la toalla sobre su rostro para detener el sangrado.—— ¿Está bien? ¿No ha sido herido en ninguna parte?

—— Estoy bien, no es nada ––suspiró retirando mis manos con suavidad. Él mismo apretó su nariz unos segundos para luego quitar la toalla–– No necesito ayuda para esto.

Esta vez, mi paciencia se esfumó. Mi preocupación se transformó en furia mientras observaba a Gojo rechazar mi ayuda una vez más. Sin vacilar, lo empujé hasta una pared, donde coloqué ambas manos a los costados de su cuerpo para asi dejarlo sin escapatoria.

Aunque él era más alto y su mirada autoritaria intentaba imponerse, en ese momento, me sentía más grande, más fuerte, yo tenía el control.

—— Escúcheme, joven maestro –comencé con voz firme, mi mirada fija en la de él– Me dirá ahora mismo qué fue eso ––señalé con un gesto hacia su nariz sangrante. Se notaba que quería protestar, pero impedí que lo hiciera al ya conocerlo–– Yo estaré a su lado, así que necesito saber si le pasa algo para poder actuar como corresponde. Ese es mi trabajo.

Pude notar la sorpresa que se reflejó en el rostro de Gojo, aunque trató de ocultarla detrás de su habitual máscara de indiferencia. Sin embargo, no iba a dejarlo escapar esta vez. Tal vez era por esto que no hemos hablado del tema de esa noche, tal vez no le gustó lo que hice o no está convencido de mi intención.

—— Entiendo que todavía no confíe en mí ––continué, mi voz resonaba con la seriedad típica de mi–– Así que ¿qué quiere que haga para que vea que yo soy confiable? ¿quiere que me corte un dedo? ¿la mano? ¿el brazo? ¿quiere que asesine a alguien o busque información? Dígame qué necesita y yo lo haré para que vea que mi lealtad siempre estará con usted... que yo jamás usaré sus debilidades en contra suyo.

El silencio se extendió entre ellos, cargado de tensión. Podía ver la lucha interna de Gojo reflejada en sus ojos, aunque él se esforzaba por ocultarla.

Finalmente, después de unos momentos, la expresión de mi favorito se suavizó, aunque solo un poco.—— No necesitas hacer nada de eso, Seiren ––admitió en voz baja, haciendo notar la poca distancia que nos separaba–– Solo... gracias.

Suspiré con una tenue sonrisa, sintiendo mi corazón un poco calentito al escucharlo agradecerme. Sin embargo, no me moví de mi lugar.—— No debe darme las gracias, joven maestro. Pero eso no responde a mi pregunta ¿por qué sangra?

Pude ver como Gojo reía al ser atrapado y desviaba su mirada, negándose a contar lo que ocurre. Aunque no duró mucho al notar que yo no iba a dar el brazo a torcer.

—— Es por el uso constante de mi técnica maldita ––admitió, su voz cargada de resignación–– Tenerla activada todo el día consume una cantidad significativa de mi energía, lo que puede provocar este tipo de reacción.

Asentí procesando la información. El Gojo del manga no muestra las consecuencias del uso de su infinito, debe ser porque él ya es adulto y sabe controlarlo; sin embargo, ahora mismo es alguien que solo está aprendiendo a sobrellevar tan poderosa técnica.

—— Entiendo, pero de ahora en adelante, no necesita tenerla activada todo el tiempo ––respondí con calma–– Mientras yo esté a su lado, usted puede relajarse ¿de acuerdo?

Le di una diminuta sonrisa para reconfortarlo mientras daba unos pasos hacia atrás. Estuve por hacer un intento de broma para aligerar el ambiente cuando mis ojos captaron el rostro excesivamente rojo de Gojo.

—— Joven maestro ¿está bien? ¿qué le ocurre esta vez? ––pregunté intentando colocar mi mano sobre su frente–– ¿Tiene fiebre? ¿Debería llamar a un médico?

—— ¡Estoy bien! ––gritó agachándose para que no lo tocara, escuché risas incómodas viniendo de él–– S-si... estoy bien.

Bajé mi cabeza y alcé una ceja al verlo hecho una bolita.—— Si usted lo dice...

—— Si, yo lo digo ––aclaró su garganta levantándose y tomando el borde la manga de mi kimono–– Bueno, vamos al patio que quiero descansar.

—— No, tiene que ir a bañarse, huele feo ––dije siendo arrastrada por él por los pasillos–– Además, tiene clases de literatura antigua, no puede descansar.

Escuché una maldición por parte de él, y eso solo me hizo soltar unas cuantas risas, divertida por su actitud infantil. No recuerdo haberme reído asi en mi anterior vida, y es que desde que llegué aquí he podido sentirme más feliz.

Supongo que es el efecto de tener a tu personaje favorito cerca.

Y sin darme cuenta, Satoru estaba viéndome con un diminuto puchero y con sus mejillas sonrojadas. Tampoco supe notar que su infinito no estaba activado desde hace rato.



















╰────────➤✎nota de autor

Nada que decir ¿qué opinan sobre como se va desarrollando la relacion entre ambos?

¡Nos vemos el otro viernes!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro