◌ Capítulo 4
El sol apenas se estaba asomado por el este, pero aun asi, no solo la mansión principal, sino que todas las casas derivadas del clan Gojo ya estaban en movimiento. La servidumbre comenzaba con sus tareas antes de que sus amos despierten, y aquello, por supuesto, también me incluía.
Era mi primera mañana siendo la compañera de juegos del albino, y hubiera deseado dormir más tiempo, pero ya acepté este papel asi que debo llevarlo a cabo con eficacia, por lo menos hasta el día en que muera.
Saludaba con un pequeño asentimiento a los sirvientes que me encontraba en el camino, realmente me gustaría ignorar a todos, pero debo comportarme bien si no quiero causarle problemas a Satoru.
Me detuve frente a las grandes puertas que daban a su habitación y golpeé con suavidad el marco de ellas.— Joven maestro, es Seiren ¿está despierto?
— Si... entra.
Mi corazón dio un diminuto vuelco al escuchar la respuesta adormilada de él, pero tuve que reprimir el sentimiento de ternura que me provocó para ingresar con lentitud ante su permiso.
Carajo.
Hay veces en las que sigo pensando que estoy en un sueño, porque se me hace imposible creer que existe un ser humano tan bello. Pero ahí estaba él. sentado en su futon con el pelo despeinado viéndose como la obra de arte más perfecta de la historia de la humanidad.
Aclaré mi garganta manteniendo mi expresión seria.— Joven maestro, ya preparé el agua para su baño al igual que su ropa ¿por qué no va mientras yo limpio su habitación?
Gojo me miró por unos segundos, los cuales consideré una eternidad, y se puso de pie mientras estiraba sus brazos. Sin mediar palabras, se dirigió hacia la sala de baño que se encontraba a unos metros más lejos, pues su habitación y el baño estaban pegados para mejor conveniencia.
Una vez que me aseguré que ingresó con seguridad, comencé con mi tarea de limpieza. Y fuera de lo que imaginé, realmente no me tardé mucho, lo único que hice fue abrir las puertas que daban al exterior, sacudir, doblar y guardar los edredones, y pasar un trapo para limpiar el polvo de los armarios y estanterías.
A pesar de que no se parezca, él es realmente ordenado.
Una vez finalicé, mi siguiente tarea fue dirigirme hacia el baño para asegurarme de que él estuviera bien.— Joven maestro ¿está listo?
— Me pregunto cómo es que siempre llegas en el momento justo –dijo abriendo las puertas con una toalla en su nuca, ya estaba completamente aseado y vestido– Vamos, tengo hambre.
Lo seguí desde atrás, haciéndome fruncir el ceño al ver como las gotas caían de su cabello húmedo. Antes de poder comentar algo, una sirviente ya estaba de pie frente a la habitación con una pequeña mesa llena de comida, lo que supongo es su desayuno.
— Permítame –dije tomando la mesa– Gracias.
La mujer se reverencio ante Gojo, quien no le prestó atención al ya estar sentado cruzado de piernas en el centro de la habitación. Dejé la mesa en el suelo con cuidado enfrente de él, llamando mi atención los dos pares de palillos de madera.
Oh... ya recuerdo porque hay dos.
Contuve un suspiro para seguir viendo el pelo aún mojado de Gojo, provocando que vuelva a fruncir el ceño inconscientemente.— Joven maestro, disculpe mi atrevimiento, pero tengo algo que pedirle.
— ¿Qué es? –preguntó cruzándose de brazos.
— ¿Puedo secarle el cabello?
Pude apreciar como Satoru se sorprendía, como si no hubiera esperado aquella pregunta para nada, incluso desde antes, por un segundo, pude ver como sus celestes ojos brillaban con sospecha.
— Lamento pedirle algo como esto –dije– Es que salir con el cabello mojado en invierno puede resultar perjudicial para su salud.
El albino por un momento quedó aturdido, pero luego recobró la postura, asintiendo en acuerdo a mi pedido. De su armario saqué una toalla limpia y un pequeño peine para luego sentarme sobre mis rodillas detrás de él; con cuidado y suavidad, envolví su pura cabellera para comenzar a sacarla lentamente.
Mientras realizaba mi acción me pregunté por qué lo estaba haciendo, es decir, no debería involucrarme con él más de lo necesario, pero ni bien observé esos dos factores que podrían desencadenar un resfriado, algo se activó en mi. Quise negarlo, pero es obvio que fue mi instinto de fanática lo que me llevó a hacer tal cosa.
... Después de todo, no puedo permitir que mi favorito se resfríe.
— Listo –dije luego de peinar su cabello para que no queden pelitos parados, aunque habían algunos rebeldes– Lamento interrumpir su desayuno.
Mis piernas ya comenzaban a doler de tantas veces que me siento y me levanto, sin contar las heridas anteriores de este cuerpo, pero sin importarme aquello, me volví a sentar delante de Satoru con la mesa en medio de nosotros.
No me di cuenta del cómodo ambiente que habíamos construido hasta que tomé los palillos de madera, causando que el aire se vuelva pesado. Con suavidad, tomé un pequeño trozo de pescado al azar y lo metí a mi boca para comenzar a masticar bajo una atenta mirada celeste.
Después de todo, según las indicaciones que recibí la noche anterior, otro de mis trabajos es ser la catadora de alimentos de Gojo. Como el hechicero más importante de este mundo, está expuesto a todos los peligros que te puedas imaginar, y no porque estuviera dentro de la mansión principal significa que está a salvo.
No tuve miedo ni al momento de agarrar la comida ni al masticar, pues, perdí todo miedo en el instante en que prendí fuego una casa conmigo dentro sin importar si asesinaba a los demás en el camino o si al quemar aquellos documentos podrían cambiar la vida de miles de personas.
De esta manera, tras terminar con el trozo de pescado, empecé con los demás alimentos mientras sentía la penetrante mirada de Satoru, lo cual me ponía incómoda y nerviosa.
Gracioso, puede que muera de envenenamiento pero eso no se compara a tener encima tuyo la mirada del ser más hermoso.
— ¿Por qué? –preguntó haciendo que me sobresalte ligeramente.
— ¿Qué quiere decir? –dije confundida, entregándole la bandeja en un claro mensaje de que no había peligro.
Saturo tomó sus palillos y acomodó la bandeja de acuerdo a su comodidad.— ¿Por qué aceptaste este trabajo sabiendo lo que conlleva? Debemos tener la misma edad, pero aquí estás, en la boca del lobo.
Su tono de voz parecía estar cargado con indignación, como si no creyera lo que estuviera viendo. Lo comprendía hasta cierto punto, es irreal que una niña sabiéndolo venga a un lugar que solo le traerá la muerte, pero me sorprende que me preguntara algo asi considerando su personalidad desinteresada del mundo.
Pensé un poco mi respuesta, no podía simplemente decirle "quiero morirme" y tampoco quería que él sintiera alguna culpa.— Tenía curiosidad por cómo se vería el joven maestro ya que alguien como yo, que pertenece a un clan inferior, no tiene el honor de verlo todos los días.
Gojo ladeo la cabeza como si fuera una idiota, y en parte lo era, fue una respuesta de mierda (aunque tampoco era mentira) pero es lo hay.
Dejando eso de lado, el desayuno transcurrió con tranquilidad, escuchando únicamente de fondo el canto de los pájaros y el choque de los platos con los palillos.
— ¿Alguna tarea? –preguntó una vez terminó de comer.
— Tiene la mañana libre y luego del almuerzo tendrá sus clases habituales –informé poniéndome de pie para sacarle la bandeja– Oh, y la cena será en el salón principal ya que el patriarca solicitó su presencia.
Satoru se levantó y ajustó el cinturón de su yukata, saliendo de la habitación sin mirar atrás.— Andando, quiero dar un paseo.
Sin darme cuenta, una vena sobresale por mi frente, producto de la molestia que me causó su descortesía y desconsideración ¿qué le cuesta ser un poco más amable? Me tragué mis pensamientos sobre quién es mi favorito y rápidamente lo seguí desde atrás, no tenía caso molestarme por esto cuando asi era su personalidad de pequeño, o eso era lo que muestran en el manga.
Pero sigue siendo irritante... Gojo, me caes mejor cuando eres adulto.
Nuestros pasos nos dirigieron por el sendero de piedra que daba al enorme y precioso jardín lleno de árboles de cerezo, los cuales todavía no florecían debido a la época invernal del año, pero eso no quitaba su belleza. Iba al lado izquierdo de Satoru mientras sostenía una sombrilla sobre él con el objetivo de que no le cayeran nieve en la cabeza o le diera algún rayo de luz solar.
Mi cabeza se movió hacia un lado al captar cierto movimiento a nuestra izquierda, encontrándome nuevamente con la mariposa que venía hacia nosotros.
Ya dos días acostumbrada a ella, le iba a permitir que se posara en mi hombro, sin embargo, una ráfaga filosa de viento pasó al lado de mi cabeza hasta donde estaba la mariposa, causando que mi cabello revolotee fuertemente. No me dio tiempo a abrir siquiera la boca cuando la mariposa entró en contacto con la ráfaga y explotó en varios pedazos, seguido del árbol más cercano a ella.
Sabiendo perfectamente quien fue el causante de asesinarla, y como reacción natural, me di la vuelta con expresión molesta hacia Gojo mientras bajaba la sombrilla.— ¿Qué cree que hace? ¡No ha hecho nada malo!
Satoru, quien tenía la mano levantada, pareció sorprendido por un momento, pero no le di importancia al sentirme realmente enojada. No tenía idea de por qué, pero esa mariposa me había acompañado desde que llegué a este mundo y mi corazón o alma parecía estar conectada a ella, permitiendo que sienta un pinchazo cuando explotó.
— A pesar de que parece pertenecerte, ni siquiera sabes qué es, menos yo. No me arriesgaré a tener un insecto bañado en energía maldita cerca mío –dijo mostrándose intimidante, haciendo que retroceda un paso como instinto– Si no querías que la matara, la hubieras desaparecido.
— Ya le dije que no sé cómo hacerlo, nunca he recibido entrenamiento, no sé nada sobre energía maldita o esas cosas –contesté seria, dejando que un hilo de impotencia y tristeza se filtrara en mi voz– Y si aún lo supiera, eso no le da derecho a matarla ¡Como dijo, es mía, no de usted!
Inmediatamente, tras terminar mis palabras, me cubrí la boca con sorpresa. Le había levantado la voz a modo de regaño a Gojo Satoru, la persona más importante de este mundo y mi favorito.
— Lamento haberle faltado el respeto, perdí la compostura por un momento –dije haciendo una reverencia ante él– Espero me sepa perdonar, joven maestro.
Como tenía la cabeza abajo y mi cabello suelto cubría mi rostro, no me di cuenta de la mirada sorprendida que tenía Satoru luego de haberlo regañado, pero si sentía la presión de sus preciosos ojos sobre mi, haciéndome estremecer y sonrojarme de la vergüenza.
— Levántate –suspiró desinteresado.
Acaté su orden al mismo tiempo en que levantaba la sombrilla.— Gracias, joven maest...
Mi voz pareció ponerse en mute cuando su mano se posó sobre el centro de mi pecho mientras me observaba atenta y aburridamente, como si estuviera haciendo algo normal.
Mis mejillas explotaron en un fuerte rojo y rápidamente retorcí, alejándome de su tacto y evitando con éxito golpear su bonito rostro ante su acción sorpresiva.— ¿¡Q-qué hace!? ¡No ponga sus manos sobre la gente de esa manera, joven maestro! ¡Es de mala educación!
Nuevamente, su expresión se mostró atónita y observó su mano en el aire para luego recobrar la compostura. Pensé en que tal vez nunca le habían gritado y por eso se debe su sorpresa, pero es que no me pude contener. Es decir, tener a mi personaje favorito, el ser más bello que he visto, frente a mí y tocándome inocentemente me había alterado los nervios.
Ignoraba su intensa mirada, mi corazón bombeaba fuertemente y mis mejillas no bajaban su temperatura, pero me esforcé por hablar.— J-joven maestro, lamento mi rudeza, pero no vuelva a hacer eso ¿qué pensará la gente si de repente pone su mano sobre ella?
Aunque estoy segura de que muchas de mi antigua vida matarían por lo que yo estoy viviendo...
— Estaba intentando ayudarte –suspiró dándose la vuelta para volver a caminar.
— ¿A-ayudarme? –dije confundida trotando hasta él– ¿Qué quiere decir?
— Te iba a mostrar tu energía maldita y como usarla, pero reaccionaste asi por lo que ya no quiero.
Una flecha imaginaria atravesó mi cabeza ante sus palabras resentidas e infantiles. No era mi culpa haber reaccionado asi, pero ahora resulta que "don señor perfecto rey de este mundo" se ha ofendido.
Pensé que estar a su lado iba a ser un sueño tranquilo que toda fan deseaba, pero hasta ahora solo me han dado ganas de hacerle cara fea y gritarle por su orgullo y descortesía.
Reteniendo un suspiro de cansancio, hablé tranquila.— Lamento si actué fuera de mi posición, me puse nerviosa. Si no le importa ¿podría enseñarme? P-pero esta vez me gustaría que sea sin contacto físico... por favor.
Gojo me miró de reojo y escondió sus manos dentro de las mangas de su kimono, provocando que una gota de sudor baje por mi mejilla ante su repentino silencio.
— De acuerdo.
— Gracias por darme su valioso tiempo, joven maestro.
Realmente no quería aprender, no me servía de nada si pronto moriría y me causaba fastidio gastar mi energía natural en algo inútil. Sin embargo, no podía rechazar la repentina ayuda de Gojo, no cuando mi cerebro me dice que es la primera vez que él hará algo de este estilo.
Además, a pesar de mi negación interna, tampoco me haría mal aprender un poco más de este mundo y tengo curiosidad sobre que poder esconde quien fue Seiren Asai.
╰────────➤✎nota de autor
¡Y con un maraton de cuatro capitulos se inaugura por completo esta historia! Disfrutenla por completo, voten y/o comenten que me encanta leerlos.
¡Nos vemos todos los viernes con capitulo nuevo, los amo!
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