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◌ Capítulo 3 pt. 1

Inmediatamente, tras terminar la conversación con ese niño, regresé a mi habitación para esconderme dentro del armario en un intento de consuelo. Siempre me he considerado como alguien racional y fría en los momentos de caos, pero ahora mismo mi estado mental iba de mal en peor y ya no tenía idea de cómo proceder.

Ese niño, que resulta que es mi hermano en esta vida, ha dicho tan poco pero a la vez bastante, lo suficiente como para darme pistas sobre qué ocurre y donde estoy: clanes, los Gojo, el nombre Satoru, la energía celeste que irradiaron sus manos, la súper velocidad del niño, el año 2004, las misiones, herederos, la forma en la que habla y trata a sus superiores. No hay margen de error, estoy segura de que no estoy equivocada por más que quisiera.

Yo de verdad estoy en el mundo creado por Gege Akutami. Sentía que mi cabeza iba a explotar de los cambios radicales que sufría en tan corto tiempo. No solo tuve una vida mala y morí por culpa de mi hermano, sino que mi alma decidió viajar a al universo ficticio de Jujutsu Kaisen.

Y eso era extremadamente malo, porque además de los problemas que ya tengo, el cuerpo y vida de la niña que he poseído estará directamente relacionada con Gojo Satoru, un personaje principal ¡Oh, y no termina ahí! Porque "Asai Seiren" ni siquiera se menciona en la historia, prácticamente no existe.

Mientras más pienso, más inconvenientes encuentro.

No tenía nada a mi favor, literalmente me encontraba en el punto más bajo de la cadena alimenticia social. Según tengo entendido, por lo que me contó mi "hermano", pertenezco a un clan inferior que le sirve directamente a los Gojo, uno de los tres clanes más grandes e importantes en el universo de la hechicería; y además, estoy cumpliendo nuevamente el rol de hija invisible que es ignorada por todos, que para mi desgracia, será enviada a morir como carne de cañón.

— Maldición... –susurré pateando la puerta del armario con frustración, logrando que esta caiga al suelo debido a lo vieja que era– ¿¡Algo más!?

Ahogué un grito al cubrirme el rostro con mis manos y comencé a caminar en círculos. Me sentía sola, enojada, desesperada, impotente, y más que nada inútil, porque no sé qué hacer, porque me siento incapaz de pensar fríamente en esta situación que me ahogaba sin parar.

Y lo que más me dolía era que estaba dudando. Hasta hace unos momentos, antes de conversar con ese niño, estaba más que dispuesta a matarme y terminar con todo esto, entonces ¿por qué estoy dudando? En vez de huir, me quedé en esta asquerosa habitación a pesar de todo lo que tenía en contra mía. Y aunque quisiera negarlo y buscarle la vuelta, estoy bastante segura que mi incertidumbre se debe a la mención del hombre más famoso de este mundo y parte del anterior: Gojo Satoru.

No iba a mentir, me estaba ganando la curiosidad por verlo, por tenerlo en persona frente mío, sin embargo, no podía. Ahora no existe Chiba Tetsu, sino que soy Asai Seiren, la niña desechable que se convertirá en su reemplazo en caso de asesinato, un rol que claramente no quiero asumir.

Es decir ¿quién quiere ser una sirvienta, guardaespaldas y sacrificio de alguien? Nadie, incluyéndome.

— Espera... –me detuve en el medio de la habitación– Eso es.

Yo quiero morir, entonces ¿no es esto perfecto? Si la niña Seiren en el lado oculto de Jujutsu Kaisen es enviada al clan Gojo y no existe en la trama original, eso significa que está muerta desde muchísimo antes de que inicie el manga.

Resumidamente, la extra Asai Seiren está destinada a morir cumpliendo su papel de compañera de juego de Gojo Satoru, un papel que ahora me pertenece. Y aquello era justo lo que estaba buscando, si voy al lado de él, moriría de acuerdo al destino ya escrito de esta niña.

Dos pájaros de un tiro. Yo acabo con mi vida y mi curiosidad de verlo será saciada, todos ganamos.

La sonrisa en mi rostro se detuvo en medio del camino debido a la interrupción en mi habitación, siendo una señora de mediana edad quien abrió la puerta abruptamente para observarme con disgusto.— Señorita Seiren ¿sigue durmiendo? Andando, debe acompañarme, es momento de que se arregle.

— De acuerdo –sonreí fríamente viéndola a los ojos– Te sigo.

La mujer pareció estremecerse, pero no dijo nada y salió al pasillo para comenzar a caminar. Siguiéndola desde atrás. observaba su espalda mientras pensaba en sus palabras, ella me había llamado "señorita", lo que significa que yo tengo un rango alto en este clan, sin embargo, esta mujer con aspecto de sirviente se tomó el atrevimiento de mirarme sin respeto tratándome bruscamente.

Si hablamos de clanes en Jujutsu Kaisen, la jerarquía es algo que se toma muy en serio y la insubordinación se castiga, asi que me parece extraño que esta señora se comportara como una superior ante su "señorita". Mi supuesto hermano me llamó sangre inmunda, y eso puede tener algunos significados, pero el que más conecta con la situación es que Asai Seiren es una hija ilegítima, lo que en este mundo ficticio habilita a la discriminación por no ser de la descendencia directa.

Escondiendo mis pensamientos y conclusiones, ingresamos a una amplia sala de baño antigua. El vapor reina en el lugar al igual que el aroma a cítricos, al lado de la bañera había dos banquetas, una vacía y la otra tenía una muda de ropa, toallas y un par de sandalias; en el baño solo éramos nosotras y el ruido externo de los pájaros.

— Quítese la ropa, la bañaré –habló dándomela espalda y doblando las mangas de su kimono– No puede ir con ese aspecto.... asqueroso, a ver al joven maestro, solo dañaría la reputación de los Asai.

No era de mi incumbencia el trato que le dieron a esta niña, pero ahora soy yo quien está poseyendo su cuerpo, por lo que no puedo tolerar tal falta de respeto. Ya he vivido asi como Tetsu, no volveré a repetir el mismo ciclo, por lo menos hasta que muera.

— Ven aquí –ordené fríamente, provocando que ahora si me mire directamente– ¿Cómo un maldito sirviente como tú se atreve a hablarle de esa manera a su señorita?

— ¿¡Qué...!?

No la dejé hablar y señalé mis pies sin quitar mi expresión gélida.— Arrodíllate y cumple tu función, no me hagas esperar que quiero bañarme ahora.

Se notaba cuan acostumbrada estaba Seiren a que la traten mal como para permitir que alguien de rango menor a ella le grite, y no solo de su parte, sino que para toda la servidumbre del clan era normal desquitarse con ella. Pero yo no soy Seiren, y mientras siga viva, nadie volverá a pasarme por encima.

— Parece que no escuchas –dije ladeando la cabeza, la mujer se había quedado en su lugar, aumentando mi fastidio– No sabía que la familia Asai era un chiste, tal vez debamos disciplinar a todos los sirvientes.

— ¡N-no, yo...!

Sus palabras quedaron atoradas en su garganta al momento en que me acerqué y la tomé por el cuello, clavando mis uñas en el y haciendo que ella se arrodille ante mi.— Esta es la última advertencia, me cansa hablar. Cumple tu función y no me hagas esperar, o te juro que me encargaré que arruinar tu vida y la de tu familia, no olvides que sigo siendo una Asai.

— ¡Si, si, Seiren-sama! –asintió con ojos llorosos.

— Ahora nos entendemos –sonreí soltándola bruscamente.

La mujer, con manos temblorosas, comenzó a desvestirme y quitarme las vendas con delicadeza para posteriormente colocarme una toalla alrededor del cuerpo y asi ayudarme a ingresar a la bañera. Al entrar en contacto con el agua, inevitablemente suspiré aliviada, no lo había notado antes, pero este cuerpo realmente necesitaba un descanso.

De esta manera, por alrededor de una hora, fui bañada con paciencia y suavidad, mis heridas también fueron atendidas con profesionalismo y mi ropa fue cambiada por completo. Al terminar me tomé mi tiempo de observarme en el espejo que había, ahora pareciendo una persona más presentable. Mi largo cabello gris fue atado en una coleta baja y decorado con una simple horquilla roja, el viejo kimono fue reemplazado por uno nuevo de invierno de color blanco con bordados rojos de flores y una faja del mismo color, y las pantuflas desaparecieron para colocar unas sandalias blancas.

— Seiren-sama, es momento de partir –avisó reverenciándose ante mí– El auto la está esperando.

Vaya cambio, conque asi se siente el poder... Me pregunto qué hubiera pasado si tan solo hubiera hecho esto siendo Tetsu.

­— Andando, no hay que hacer esperar al joven maestro –dije en un suspiro, olvidando mi anterior pensamiento.

Siendo nuevamente guiada, ambas caminábamos por los pasillos de la mansión principal hasta salir al patio delantero. Durante el camino pude darme cuenta de las miradas de todos los empleados, ya no quedándome duda de la pésima posición en la que se encontraba Seiren, pero eso ya no importa porque hoy me iré de este clan para nunca volver.

Atravesamos el sendero de piedra, llegando al gran portón de madera que dejaba ver el auto estacionado. El chofer abrió la puerta para mi y estuve a punto de subir de no ser por su voz.— Señorita, Asai-sama quiere entregarle un mensaje antes de partir...

— Dile que se vaya a la mierda –lo interrumpí cerrando la puerta del auto con fuerzas– Tan molestos...

Ignoré las miradas incrédulas de las personas que estaban afuera y bajé el vidrio para observar fría e impacientemente al chofer, dándole una silenciosa orden para que nos fuéramos. Rápidamente lo captó, asi que tomó su posición y encendió el auto en completo silencio, lo cual le agradezco, no quería escuchar ni hablar nada hasta que llegáramos a nuestro destino.

Cerré mis ojos un momento para calmarme y pensar tranquila sobre lo que ocurrirá una vez pise el clan Gojo. Actualmente me estaba entrando el sueño luego de casi medio día sin dormir, pero ni siquiera aquí puedo relajarme, tengo que estar alerta hasta que esté al lado del niño más importante de este universo.

Gojo Satoru... ¿cómo será en persona?






╰────────➤✎nota de autor

Seiren ya se decidio ¿qué creen que ocurra cuando vea a Satoru?

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