◌ Capítulo 14
— Escoltarla... ¿y eliminarla?
— Correcto.
Me crucé de brazos, conteniendo un suspiro. La elección de palabras de nuestro profesor no fue la mejor, pero me mantuve callada, esperando que explicara mejor la misión.
— Finalmente ha perdido la razón –se rió Gojo, sus ojos brillando con malicia.
— Es primavera después de todo, y como él será el próximo director y todo eso, se está dejando llevar –añadió Geto.
— Compórtense –dije, sabía que si no los controlaba esto se convertiría en un circo.
Suguru, dejando de lado su sonrisa, habló con más seriedad.— Bueno, dejando de lado las bromas ¿estamos reiniciando la técnica maldita del Maestro Tengen?
— ¿Qué es eso? –preguntó Satoru como si nada, su tono indiferente.
Suspiré, negando con la cabeza.— Gojo-sama, ya se lo expliqué el otro día. El maestro Tengen posee la técnica maldita de la inmortalidad, pero esta no detiene el proceso de envejecimiento, asi que una vez alcanzada cierta edad, la técnica maldita intentará cambiar de cuerpo. Se trata de una evolución, dejará de ser un ser humano y ascenderá a un ser superior. El problema de todo esto es que su voluntad y consciencia también dejarán de existir una vez se alcance ese nivel. Es decir, Tengen ya no será la misma.
— Las barreras que protegen las dos escuelas de hechicería, los pilares del mundo de la hechicería y las numerosas técnicas de barrera que los asistentes y otros usuarios son capaces de crear, todas son fortalecidas por el maestro Tengen –agregó Geto– Sin ella, la seguridad e incluso la realización de misiones se volverían más difíciles. En el peor de los casos, ella podría convertirse en un enemigo de la humanidad.
— Entonces, una vez cada quinientos años, el maestro Tengen necesita fusionarse con un recipiente de plasma estelar compatible y así reescribir la información del cuerpo. Si el cuerpo se renueva, la técnica maldita igual, entonces la evolución no se llevará a cabo –continué esperando que la gravedad de la situación les quedara clara– Por eso debemos proteger a esa chica y llevarla a un lugar seguro, sino todo el sistema que hemos conocido hasta ahora podría colapsar.
Gojo finalmente se enderezó, mirándome con una expresión de seriedad falsa.— Entiendo... es una responsabilidad bastante grande. Supongo que no podemos dejar que Tengen se convierta en una diosa loca.
Asentí, agradecida de que al menos entendiera de lo que se trataba esta misión tan importante. Y por mientras, Yaga continuó con su explicación.
Según lo que nos dice, se ha filtrado la ubicación de la chica y ahora hay dos grupos dirigiéndose hacia la niña. La organización que pretende derribar el mundo actual de la hechicería haciendo que el maestro Tengen pierda la razón, el grupo de usuarios malditos 'Q', y el grupo que adora al maestro Tengen como a un Dios, el grupo religioso estelar conocido como 'La Asociación del Recipiente del Tiempo'.
— El maestro Tengen y el recipiente de plasma estelar se fusionarán en dos días, cuando haya luna llena –finalizó seriamente– Escolten a la chica y llévenla al maestro Tengen ¡Si fallan, las consecuencias podrían afectar gravemente a la sociedad, no lo arruinen!
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Luego de unos minutos de viaje, llegamos a las puertas de un gran hotel, su imponente estructura se alzaba ante nosotros. Tomé un momento para cerrar los ojos y recolectar la información de mis mariposas, quienes habían estado rondando el edificio, buscando cualquier señal de la niña o de posibles amenazas.
Al abrir los ojos, miré a ambos varones con mi típica seriedad.— Ella está en el último piso, yo iré, y también hay más usuarios malditos alrededor, así que manténganse atentos.
Gojo, siempre impulsivo, se adelantó un paso dispuesto a protestar.— ¿Por qué deberíamos separarnos? Yo...
Antes de que pudiera terminar, Geto lo agarró del cuello de la camisa, deteniéndolo.— Déjala, ella sabe lo que hace.
— ¡Suguru! –se quejó alargando la última letra.
— Buscaré a la chica y la llevaré a un lugar seguro –dije alejándome de ahí– Ustedes dos mantengan a raya a cualquier intruso que intenten acercarse.
Me deslicé hacia la entrada del hotel, moviéndome con sigilo y precaución. Estaba agradecida de haber salido con mucho más tiempo, tal vez de esa manera podríamos evitar que ese soldado, Kokun, la hiera con una explosión.
Sabiendo que ese hombre ya había entrado al edificio, me apresuré a tomar las escaleras hasta que finalmente llegué al último piso. Guiándome por la información de las mariposas, me dirigí hacia la habitación más alejada de todas y toqué la puerta, esperando que la abrieran.
La puerta se abrió por completo, pero no había nadie a la vista. Avancé con tranquilidad, entrando a la habitación silenciosa. El lugar estaba ordenado, como si nadie hubiera estado allí en absoluto, pero claramente era mentira.
De repente, sentí una ráfaga de aire dirigirse hacia mi cabeza. Bloqueé el ataque con mi mano sin esfuerzo y vi que se trataba de un palo de escoba. Bajé un poco la mirada y vi a la mujer que sostenía el palo, ella estaba vestida como una empleada y la reconocí de inmediato: Kuroi Misato.
— Tú... –comenzó con la voz llena de desconfianza.
Solté el palo de escoba y di un paso atrás, mostrándole mis manos abiertas en un gesto de paz.
— He venido de parte de la escuela de hechicería –con unos de mis dedos toqué un botón dorado de mi saco, una especie de insignia de nuestra organización.
Kuroi se quedó en silencio por un momento, mirando el botón y luego a mí. Finalmente, asintió lentamente, bajando por completo su arma improvisada.— Lamento haberla atacado, debe entender que con todo esto no podemos confiar en nadie.
— No se preocupe, soy Asai Seiren –me presenté con una ligera inclinación de cabeza– Y no hace falta que sea tan formal, soy menor que usted.
— Kuroi Misato, igual para usted, me hace sentir vieja –sonrió amable.
Estuve por hablar cuando la puerta del baño se abrió, revelando la cabeza de una chica con unos grandes ojos azules y cabello negro azulado. Era aquel personaje tan importante que debía proteger a toda cosa, Amanai Riko. Asentí en su dirección en forma de saludo, pero antes de poder decir algo, sentí una presencia acercándose rápidamente.
— Kuroi-san, vayan a esconderse y no salgan hasta que yo lo diga –le dije seria.
Sin hacer preguntas, Misato corrió hacia el baño y empujó ligeramente a Riko para que ambas pudieran encerrarse en el baño. Yo me giré y cerré la puerta de la habitación del hotel con calma, luego caminé hacia el sillón de la sala y me senté, adoptando una postura relajada mientras me cruzaba de piernas y brazos.
Escuché un leve crujido en el pasillo y supe que el intruso estaba cerca. De repente, la puerta fue abierta por una explosión que no me hizo cambiar mi expresión, solo observé con frialdad mientras el polvo y los escombros se disipaban, revelando al hombre que había entrado: Kokun, con su uniforme de la organización Q.
Él me miró con arrogancia y desdén, su mirada recorriendo la habitación antes de centrarse en mí.— No pensé que la escuela de hechicería llegaría tan rápido.
Sin más, avanzó hacia mí con intención de atacar, pero antes de que pudiera moverse, levanté un dedo y, en un segundo, la habitación se iluminó tenuemente con un resplandor celeste.
Las mariposas que había llamado se manifestaron, llenando el techo y las paredes con un gran enjambre. Kokun se detuvo en seco, sus ojos se abrieron de par en par, incapaz de procesar lo que estaba viendo.
Ladeé la cabeza y esbozé una ligera sonrisa maliciosa.— Como verás, no me gusta ser impuntual.
Con un gesto sutil de mi mano, las mariposas se lanzaron hacia Kokun, envolviéndolo en una especie de tornado pequeño. Pude escuchar sus gritos de dolor al ser mordido por ellas, lo cual era extremadamente suave teniendo en cuenta la función macabra que tienen.
Bueno, si Geto no lo mató en el manga, yo tampoco, asi que juguemos un poco.
Después de un rato molestando y debilitando su moral, las mariposas dejaron de morderlo pero no se movieron de encima de él, una amenaza silenciosa que si intentaba algo más, ellas volvería a atacar.
— ¡Lo siento, quítalas! –exclamó entre sollozos– ¡Me retiraré de la misión y dejaré de ser un usuario de maldiciones! ¡Q lo hará también por supuesto! ¡Eso es, volveré a mi país y cultivaré arroz!
Ignorando su súplica, saqué mi teléfono y me puse a revisar algo mientras él seguía clamando por mi atención, lo cual solo parecía intensificar su frustración.
— ¡¿Qué pueden hacer los mocosos como tú contra nosotros?! –gritó arrogante– ¡Tenemos a Bayer-san! ¡Es el soldado más fuerte de Q, ustedes están...!
Suspiré irritada y sin mirarlo interrumpí su monólogo con una voz cansada.— Hey ¿este es Bayer? –pregunté revelándole una foto en mi teléfono.
La imagen mostraba a ese soldado tirado en el suelo noqueado mientras Gojo sonreía alegremente al lado y Geto garabateaba la cara de Bayer con marcadores.
Kokun miró la foto y su rostro se hundió en una expresión de desánimo y derrota.— Sí, es ese...
Otra vez ignorándolo, guardé el teléfono y me puse de pie, dirigiéndome hacia el baño con pasos firmes. Toqué la puerta tres veces, anunciando mi presencia de manera clara.— Soy yo, Seiren.
La puerta se abrió con cautela y Kuroi apareció, su rostro iluminado por una sonrisa al verme. Ella se movió para salir del baño, seguida de cerca por Amanai, quien salió con una energía enorme. En cuanto vio que todo estaba despejado, la menor se lanzó hacia mí, abrazándome y tomando mis manos con entusiasmo.
— ¡Nee-san, eres asombrosa! –exclamó con los ojos brillando de admiración– ¡¿Cómo hiciste todo esto?!
Me sorprendió un poco la efusividad de su reacción, pero una sonrisa ligera se dibujó en mi rostro al ver su genuino interés. Decidí usar esto a mi favor, así que llamé a unas mariposas que habían estado aguardando cerca. Con un movimiento elegante de mi mano, las mariposas se acercaron a nosotros, revoloteando suavemente alrededor de Amanai.
— ¿Te gustaría jugar con ellas? –le pregunté, disfrutando del brillo en sus ojos mientras las mariposas comenzaban a danzar alrededor de ella.
Riko soltó una risa alegre y se lanzó a seguir a las mariposas, sus risas llenando el aire mientras intentaba atraparlas sin éxito. Kuroi observaba con una sonrisa cálida y yo me quedé de pie, satisfecha con la forma en que las cosas habían salido.
— Por ahora todo está cubierto, pero no podemos relajarnos tanto –hablé con una expresión seria, manteniendo mi atención alerta.
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe y entraron dos figuras bien conocidas. Amanai, al verlos, se puso en una graciosa posición de pelea, con los brazos en alto y una expresión desafiante.
— ¡Oigan, idiotas! –exclamó con energía– ¡Si tanto quieren matar a alguien, empiecen con ustedes mismos!
Coloqué mi mano en su hombro para tranquilizarla, diciendo con voz calmada.— No te preocupes, son nuestros amigos.
Amanai, sin embargo, no parecía convencida y se escondió detrás de mí, señalando a los dos hombres.— ¡Ellos se ven como unos mentirosos!
— Si no fuera por Seiren, yo mismo te hubiera tirado por la ventana –dijo Gojo claramente irritado– Asi que cuidado con lo que dices.
Geto, por su parte, mantenía una sonrisa falsa, también molesto pero él lo disimula mejor.— Buen trabajo, Asai.
Entonces, usando su técnica maldita, hizo que una maldición con forma de mantarraya se apareciera y se llevara a Kokun, que ahora era transportado hacia una prisión segura en la escuela de hechicería.
Amanai observó el proceso con una mezcla de asombro y curiosidad.— ¿Qué fue eso?
— Es mi técnica maldita de manipulación de maldiciones, que como el nombre indica, puedo controlar las maldiciones que capturo –explicó con tranquilidad, mientras las mariposas seguían revoloteando alrededor de Amanai.
— Ella es más valiente de lo que pensé –habló Satoru algo irritado– ¿No se supone que deberías estar muy triste por la asimilación? Y yo que estaba preocupado por ti.
Amanai desvió la mirada de manera infantil, frunciendo el ceño.— ¡Ridículo! ¡Comentario simple de un simplón!
Una vena le sobresalió del enojo a Gojo, claramente molesto por el comentario, pero la menor continuó con su discurso, mostrando una arrogancia que sorprendió a todos.
— Escuchen, el maestro Tengen soy yo y yo soy el maestro Tengen. Hablas como si la asimilación y la muerte fueran lo mismo, pero estás gravemente equivocado –lo señaló como si estuviera explicando una clase de universidad– Con la asimilación me convertiré en el maestro Tengen, pero el maestro Tengen se convertirá en mí. ¡Mi voluntad, corazón y espíritu, todo eso vivirá después de la asimilación y...!
Sin embargo, los varones parecían no prestar atención. Ambos estaban demasiado absortos en sus teléfonos para tomar en serio lo que decía ella.
Geto, con una expresión de curiosidad, miró la pantalla de su amigo.— ¿Cambiaste tu fondo de pantalla?
— Sí, es una foto de Seiren durmiendo –respondió con una indiferencia desconcertante.
Al escucharlo, mi rostro se sonrojó instantáneamente. No sabía si enojarme, sentirme halagada, avergonzada o qué; quiero decir, mi favorito me sacó una foto durmiendo y no contento con eso la puso de fondo de pantalla.
Antes de que pudiera hacer algo al respecto, él ya había movido su teléfono fuera del alcance de su mano.— ¡Quítela ahora mismo, Gojo-sama!
— Vamos, Seiren –dijo divertido alzando la mano con el teléfono en alto– Si sales bonita.
Una vena sobresale en mi frente debido al enojo, quise volver a quitarle el aparato pero no pude siquiera tocarlo, solo quedaron mis manos suspendidas en el aire.
— ¿Ahora activa su infinito? –gruñí tratando de ocultar mi sonrojo con una mezcla de frustración y vergüenza– ¡Tramposo!
— ¿¡Me están escuchando?! –Amanai nos miró a los tres con una expresión de exasperación, claramente frustrada por la falta de atención.
Gojo, sin inmutarse, la señaló mientras hablaba de ella como si no estuviera presente.— Probablemente ella no tenga amigas con la forma en que habla.
— Apuesto a que será pan comido para sus compañeras de clase despedirse de ella –añadió Geto con un tono igualmente despectivo.
Solté un suspiro, resignada a estar rodeada de gente sumamente extrovertida, y dejé de lado el tema del fondo de pantalla, era inútil si quiera intentar ganarle a este ser.
— ¡Yo hablo bien en la escuela, saben! –nos señaló la menor con molestia, pero de repente pareció darse cuenta de algo y su expresión se tornó alarmada– ¡Kuroi! ¡¿Qué hora es?!
Misato tragó saliva y sonrió nerviosamente, visiblemente incómoda por la pregunta.— T-todavía es antes del mediodía, pero tal vez la escuela pueda...
Amanai, sin escuchar más excusas, se mostró decidida.— ¡Tonterías, iré!
Al escucharla, el albino se preparó para reprochar, intentando detenerla, pero coloqué una mano enfrente de él para detenerlo.
— Está bien, te acompañaremos a la escuela, prepárate si no quieres llegar tarde –dije con calma.
Riko asintió con determinación y se apresuró a prepararse con ayuda de Kuroi. Por mientras, nos quedamos los tres solos en la habitación. Les di una pequeña mirada, la cual captaron al instante asi que se mantuvieron en silencio a esperar que las dos chicas llegaran.
Entendía que no quisieran hacer de niñero, después de esto nuestra misión es simplemente escoltarla hasta la escuela de hechicería, pero si tenemos en cuenta la función de Riko en todo esto, lo mínimo que podemos hacer es cumplir todos sus caprichos.
Asi que, de esta manera, nos preparamos para un día de clases de una secundaria normal sin maldiciones u entrenamientos infernales... Bueno casi.
╰────────➤✎nota de autor
NADA PARA DECIR, VOY A DEJARLOS CON LA INTRIGA OTRA SEMANA MUAJAJJAJA
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