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◌ Capítulo 11

El sonido de risas y conversaciones animadas llenaba el aire cuando entré en la sala de estar, ni siquiera me sorprendí por la escena que se desarrollaba frente a mis ojos. Allí estaban Geto y Gojo, sentados juntos en el sofá, compartiendo risas mientras observaban algo en un teléfono, siendo el albino quien tenía el brazo alrededor del cuello del pelinegro en un gesto amistoso, como si fueran los mejores amigos del mundo.

Me detuve en la entrada, observando la escena con una ceja alzada. Hacía solo unos meses, recordaba cuando la tensión entre ellos estaba en su punto más alto y parecía que estaban a punto de matarse el uno al otro, y ahora parecían inseparables.

Pasé de largo de ellos y me dirigí al sillón restante, donde cierta castaña estaba con los ojos cerrados y una expresión serena en su rostro mientras dormía plácidamente. Decidí tomar asiento en el posabrazos del sillón de Shoko, manteniendo una distancia cómoda pero lo suficientemente cercana como para participar en la conversación si lo deseaba.

Mientras ella dormía plácidamente en el sillón, no pude resistir la tentación de acariciar su cabello suavemente. Mis dedos se deslizaron con cuidado por sus mechones, un hábito que adquirí inconscientemente cuando estoy con ella. Y para mi sorpresa, Shoko tomó mi mano y restregó su rostro aún adormecido por el sueño contra mi palma como si fuera un gato.

—— Levántate, Ieiri ––dije dándole ligeras palmadas en su mejillas–– No es momento de dormir.

—— Hace veinte minutos que intentamos despertarla y no pudimos ––comentó Gojo sin quitarle su mirada al teléfono–– ¿Deberíamos lanzarle agua?

—— No ––dije seriamente, lo conozco y sé lo capaz que es de hacerlo. No tengo ganas de lidear con un asesinato a esta hora, menos si es de mi favorito.

—— Buuu, está bien.

—— Gobernado ––toció Geto disimuladamente.

El albino le dió un codazo en el abdomen.—— Cállate, envidioso.

Ambos estuvieron a punto de pelearse (otra vez) de no ser porque la puerta fue abierta repentinamente, llamando la atención de todos.

—— Andando ––ordenó Yaga haciendo una seña con la cabeza–– Es hora.

A pesar del tono severo del mayor, ninguno de nosotros se alarmó. Sabíamos lo que significaba sus palabras, así que sin más remedio asentimos con obediencia.

Después de darle una última palmadita en la cabeza a Shoko, me levanté del sillón y me dirigí hacia la salida de la habitación, no sin antes asegurarme que la castaña se despertara por completo. Mientras caminaba, Gojo saltó del sofá y me rodeó con un brazo sobre mi hombro en un gesto familiar.

A pesar de que ya estaba a sus comportamientos, alcé una ceja en su dirección, preguntando en silencio qué es lo que quiere ahora.

—— ¿Tienes algo de comer? ––preguntó con una sonrisa inocente–– No desayuné.

—— Mentiroso, si hasta tuvo segundo plato ––busqué dentro del bolsillo de mi saco, tomando con un dorayaki que traje exclusivamente para él–– Nada más, ya estamos por empezar el festival.

—— ¡Gracias! ––lo recibió y en un instante ya se lo había metido en su boca.

Tragón.

Geto caminó hasta posicionarse a mi derecha, dejándome en medio de ambos varones.—— ¿Tienes algo para mí también, Asai?

—— Tengo caramelos ¿te sirve? ––le extendí unos de mi otro bolsillo.

El albino gruñó con el bocadillo en la boca y alejó el rostro de Suguru con el brazo que me abrazaba el cuello.—— ¡Oye, ni se te ocurra! ¡Ella los trajo para mí!

—— ¿Acaso nunca te enseñaron a compartir? ––devolvió manoteando al ojiceleste–– Malcriado.

Suspiré y me salí del medio pasando por debajo del brazo de Satoru, retrocediendo un poco hasta quedarme del lado de Shoko, quien caminaba con toda la pereza del mundo.

—— Viendo que el señorito nos quiere matar de hambre ¿qué les parece si después del festival vamos a comer algo? ––sugirió ella acompañada de un bostezo.

Apoyé la idea con un asentimiento, seguido de ambos varones que detuvieron la pelea al escuchar que íbamos a comer algo.

—— ¿Por qué no vamos ahora? ––preguntó Gojo colocando sus brazos detrás de su cabeza–– No sirve de nada que participemos en el festival si de todos modos les ganaremos.

El Festival de Intercambio de Escuelas Hermanas era una oportunidad para que diferentes escuelas del jujutsu se reunieran y compartieran sus habilidades y conocimientos mediante competiciones de combate y exterminio de maldiciones; esta es primera vez en que participamos como estudiantes de primero por lo que me pregunto si será diferente a lo que recuerdo del manga, después de todo, esto ocurría años antes de los eventos de la obra original, con diferentes personas y circunstancias. No tenía idea de qué esperar realmente.

—— No arruines el ambiente, Satoru ––habló Geto–– Es nuestro primer intercambio con otros hechiceros de nuestra edad, no todo se trata de ganar.

—— Tómeselo como un juego ––comenté tranquila–– Este intercambio no solo es para que probemos nuestras habilidades, sino para que reforcemos nuestras alianzas con los demás hechiceros.

El albino suspiró con desgano.—— Bien, pero luego no se quejen cuando uno termine en el...

—— No lo harás ––dijimos todos juntos con tono de reproche.

—— ¡Uno no puede hacer nada en esta vida!

Sonreí ligeramente al ver el puchero de Satoru y los cuatro seguimos caminando hasta el patio trasero de nuestro colegio, el cual sería sede nuevamente del festival.

Cuando llegamos al punto de reunión, nos encontramos con los de la escuela de Kyoto, nuestro clásico rival. Les di una rápida mirada, eran jóvenes que no conocía ni como extras del manga, asi que apunté mentalmente no subestimarlos al no saber de ellos.

Eran un total de cinco, dos hombres y tres mujeres; ya estábamos en desventaja si nosotros somos cuatro, bueno tres, porque Shoko al ser curandera se queda afuera.

De igual modo no le di importancia a la diferencia de números, pues de nuestro lado estaban dos hechiceros de clase especial y yo, toda humilde con mi clase dos. Y no me di el tiempo de aprenderme sus características físicas cuando los megáfonos del lugar comenzaron a funcionar, anunciando las reglas del festival y bla bla bla, cosas que ya se por el magna.

—— ¡Muy bien, empiecen! ––ordenaron.

Nos dimos una mirada cómplice entre los tres y nos separamos para asi adentrarnos al bosque, aprovechando que los otros estudiantes se habían dispersado mientras el director actual hablaba.

Hice una seña con la mano y en un parpadeo mi cuerpo comenzó a ser rodeado por todas mis mariposas, teniendo algunas sobre mi cabeza y brazos.

—— Vayan a comer ––susurré jugando con una de ellas entre mis dedos.

Con mi orden, cada mariposa se fue volando hasta perderse por el bosque en busca de maldiciones de las que puedan alimentarse. Coloqué mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón y comencé a caminar sin perder el contacto con ellas, pues no puedo separarme a más de cien metros o no escucharan mis órdenes, aunque las he entrenado para que me busquen asi que está bien.

Cerré los ojos por un momento, cambiando mi vista por la de las mariposas. Rápidamente visualicé como algunas devoraban a dos maldiciones, unas vigilaban los movimientos del chico estudiante de Kyoto y otras buscaban algo de lo cual alimentarse.

—— ¿Oh? ¿Qué tenemos aquí?

Corté mi conexión visual con las mariposas y, sin perder la calma o mi expresión seria, me di la vuelta, encontrándome con una chica de mi misma edad. Ella tenía una melena rubia larga atada en una trenza despeinada, sus ojos eran verdes opacos, su uniforme era similar al de Shoko solo que este tenía la chaqueta azul desprendida, mostrando su escote, y tenía una sonrisa traviesa en su rostro.

—— ¿No hablas? ––dijo ella cruzándose de brazos mientras se acercaba a mí con paso lento–– Eres muy aburrida.

Ladee la cabeza, completamente desinteresada en la rubia. Su energía maldita me indicaba que ella no era un peligro, hasta podía decir que era de cuarto rango, pero aun asi no bajé la guardia; estoy segura que los estudiantes de Kyoto nos han investigado, y si ella me está dando la cara es porque tiene un as bajo la manga.

—— ¿Sabes? No tenía ganas de hacer nada hoy ––suspiró encogiéndose de hombros.

—— Entonces ¿por qué estás aquí? ––pregunté con calma.

La rubia soltó una risa divertida, claramente sorprendida de que hablara. Sus ojos brillaron con una chispa de malicia mientras me observaba con interés.

—— Bueno, ya que preguntas... ––dijo jugueteando con un mechón de su cabello–– La verdad es que tengo un pequeño... bueno, gran crush con el heredero de los Gojo.

Sentí cómo mi expresión se endurecía al escuchar ese título. Sabía que era muy popular entre las mujeres, pero escucharla hablar de él con tanta familiaridad me causaba una profunda incomodidad. Algo dentro de mí se retorció, una sensación incómoda y molesta que me resultaba difícil de ignorar.

—— Ya veo ––respondí manteniendo mi voz fría y neutral–– ¿Entonces viniste para verlo?

—— Sí, pero hay un problema ––continuó sin percatarse de mi cambio de actitud–– No puedo verlo en mi apariencia actual, así que debo tomar algunas medidas drásticas.

Por alguna razón, sus palabras hicieron que me desconcentrara. Cuando la vi hace unos minutos no la consideraba nada, pero después de que mencionara el título de Satoru, de repente me había resultado la chica más insoportable de este mundo.

Me encontraba viendola con frialdad y, antes de que pudiera recomponerme, la rubia hizo un gesto circular con sus manos, apuntando directamente hacia mí.

—— Pero... tu apariencia podría atraerlo ––dijo con una sonrisa pícara–– Intercambio.

—— ¿Qué...?

Antes de que pudiera reaccionar o llamar a mis mariposas, sentí un repentino cansancio abrumarme por completo. Mis piernas cedieron y caí desplomada al suelo, volviendo todo mi alrededor en oscuridad.

˚ ༘✶ ⋆。˚➷

Abrió los ojos con lentitud, aún con la sensación de desorientación. Se levantó del suelo, tambaleándose un poco, y se observó con curiosidad. Sus manos eran un poco más grandes y su cabello, antes rubio brillante, ahora era gris y ondulado. Su mirada se dirigió al cuerpo que yacía en el suelo a unos pocos metros de distancia.

Una gran sonrisa de satisfacción apareció en su rostro, enfrente suyo no había nada menos que su cuerpo desmayado, realmente no podía creer que el intercambio de cuerpos hubiera funcionado.

Rumi se arregló el cabello y la ropa, asegurándose de lucir lo más atractiva posible. Había escuchado muchos rumores sobre lo unidos que eran Asai con el joven y hermoso hechicero, asi que aprovechó el festival para acercarse al hombre que la trae loca desde el primer día que lo vio en su clan.

Si bien Seiren no era tan hermosa como ella, se aseguraría de hablar bien de sí misma con el albino para tener alguna chance de estar juntos algún día.

Con paso decidido, Rumi se adentró en el bosque con algo de apuro, no debía perder tiempo, pues su técnica maldita tiene un límite de minutos. Además se sentía fuera de lugar, incómoda, pero no le importaba, solo tenía un objetivo en mente: encontrar a Satoru.

Después de caminar durante un rato, Rumi finalmente lo encontró. El albino estaba sentado bajo un árbol, bostezando desinteresadamente.

Él estaba en su propio mundo, claramente aburrido de todo el evento. Había aceptado encargarse de sus tareas sin quejarse, principalmente porque Seiren se lo había pedido, su palabra tenía un peso especial para él. Estaba deseando que el día terminara, pero cuando la vio acercarse, su rostro se iluminó con una gran sonrisa, como si fuera un golden retriever emocionado.

—— ¡Seiren! ––exclamó levantándose de un salto y caminando hacia ella con entusiasmo.

—— ¡Joven maestro, lo estaba buscando!

Satoru se detuvo en seco, frunciendo el ceño y estrechando sus ojos celestes bajo sus lentes de sol, su sonrisa se borró de inmediato, reemplazada por una expresión seria y fria. El repentino cambio de actitud hizo que Rumi se pusiera nerviosa; su corazón comenzó a latir con fuerza mientras intentaba mantener la compostura.

—— Quiero decir, Satoru ––corrigió rápidamente sonriéndole con coquetería, esperando calmar la situación.

Pero él no dejó de mirarla con desconfianza. Seiren nunca lo llamaba "Satoru" o "Joven maestro", ahora era "Gojo-sama". Además, jamás había visto a la peligris sonreír por más de un segundo y mucho menos insinuarse de esa manera. Este detalle, aunque sutil, era suficiente para que el albino supiera que algo estaba terriblemente mal.

A medida que la observaba, evaluó la energía maldita de Seiren. Todo indicaba que era ella, lo cual solo aumentaba su confusión y frustración. La situación lo dejaba muy mal, sabía en su corazón que no era ella, pero jamás se atrevería a hacerle daño a la figura de Seiren. Incluso si era una ilusión o un impostor, se negaba a actuar con violencia contra ella.

Satoru forzó una sonrisa, como si nada estuviera mal, y fingió que todo estaba bien. Estuvo a punto de hablar cuando se escucharon pasos cercanos.

Ambos giraron la cabeza al mismo tiempo y vieron una figura que salía de entre los árboles. Era Rumi, con una expresión de molestia en su rostro, observando la escena con desagrado; Seiren, atrapada en el cuerpo de la rubia, se acercó con su mirada fría y carente de emociones.

—— Más te vale devolver mi cuerpo ahora mismo o tu bonito cuello va a tener una cicatriz de lado a lado ––dijo fríamente, sus ojos brillando con una clara amenaza–– Tienes tres putos segundos.

—— No serías capaz de lastimarte a ti misma ––provocó Rumi con una sonrisa burlona, olvidando su papel de 'Seiren'–– Sabes que eso no tiene sentido.

Sin embargo, la sonrisa de la chica se desvaneció de inmediato cuando Seiren sacó una navaja de su bolsillo, aquella que siempre tiene por las dudas. Sin duda alguna, Asai colocó el filo contra su garganta, haciéndole un hilo de sangre, y estuvo a punto de hacer un gran corte horizontal de no ser por la interrupción.

—— ¡E-espera! ––gritó asustada–– Te daré tu maldito cuerpo, s-solo no hagas eso.

Rumi no había esperado que Seiren estuviera tan loca como para amenazar con lastimar de suma gravedad el cuerpo de otro, sabiendo que incluso podrían morir ambas.

Sin más opciones, levantó sus manos temblorosas e hizo un círculo con ellas, desactivando su técnica maldita. Una sensación de mareo y vértigo invadió a ambas mientras sus conciencias volvían a sus respectivos cuerpos. Seiren sintió cómo el control de su cuerpo regresaba a ella, mientras Rumi volvía al suyo propio.

Y apenas el intercambio se completó, Satoru, sin perder un segundo, cruzó la distancia entre ellos y abrazó a la verdadera con una gran sonrisa de alivio.

—— ¡Seiren! ––exclamó con alegría, apretándola contra su pecho.

La peligris sintió el calor de su abrazo y sus mejillas se sonrojaron a más no poder. Rápidamente se separó de él, recomponiendose mientras miraba al albino con seriedad.

—— Gojo-sama, no debe hacer eso con la gente –dijo tratando de mantener su tono firme–– Ya se lo dije.

Satoru hizo un puchero lastimero.—— Pero te extrañé, Seiren. Ya estaba a punto de renunciar al festival porque todo se volvió tan aburrido sin ti.

Rumi, observando la escena, chasqueó la lengua molesta y frustrada y se alejó rápidamente. Seiren no apartó la vista de ella mientras le daba palmadas a la cabeza de Satoru en un intento de calmarlo.

—— Está bien, Gojo-sama, estoy aquí ahora ¿no? ––dijo manteniendo su mirada fija en la figura de la rubia que se alejaba.

Con un gesto sutil, dio una orden silenciosa a sus mariposas. Las pequeñas criaturas, aparentemente inofensivas, comenzaron a seguir a Rumi, listas para darle una lección por atreverse a jugar con su dueña y querer acercarse a su favorito; solo le darían pequeñas mordidas en su cuerpo y rostro, lo suficiente para no matarla pero si dejarle marcas de por vida que arruinen aquella belleza que adora.

Satoru, quien seguía actuando de manera infantil, conocía el plan cínico de la ojigris pero no iba a hacer algo al respecto, solo la tomó por la muñeca y la arrastró por el bosque para que lo vea matar maldiciones y que le diga lo asombroso que es.













╰────────➤✎nota de autor

¿Qué opinan del capitán? ¿Algo para agregar, alguna sugerencia, tal vez algo inconcluso? No estoy del todo satisfecha pero aún así me gustó ajsjaja

Gracias por leer, adoro leer sus comentarios <3

¡Nos vemos el otro jueves/viernes!


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