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O8


Cada tanto tiempo, Jimin se tenía que ir todo un mes, un mes en el que Jungkook lo extrañaba demasiado y cada que volvía su amigo se veía más grande.

Este mes, Jimin se había adelantado, se había ido dos meses para llegar a tiempo en el cumpleaños de Jungkook, ya que se supone su mes de hospitalización y análisis caería en la fecha de su cumpleaños. Por lo que Jimin se escandalizó, peleando fuertemente con su abuela porque no podía faltar al cumpleaños de su mejor amigo y acordaron adelantar otro mes más.

Jungkook sabía que eso le había costado mucho a Jimin.

El castaño estaba inquieto, moviéndose de un lado a otro sobre la banca de su pupitre, su vista viajaba del pizarron al reloj en su muñeca. También estaba de repente en Eduardo y sus amigos, que ya no se metían con él, pero se sentaban cerca y estorbaban su paso por lo juntos que estaban en la fila.

Hace meses que nadie se metía con él, Jimin siempre había estado ahí, defendiéndolo y tratando de enseñarle a defenderse. Jimin era más de lo que cualquiera pudiera merecer.

Más alto que él, cabello negro que se peinaba en olitas partiendo del centro, mejillas rechonchas, ojos lindos que se hacían una linea cuando le sonreía, delgado pero fuerte y audaz. Tenía catorce años y se veía más grande que los de su curso, parecía de preparatoria y era muy buscado por las niñas de su curso. Niñas las cuales odiaban a Jungkook y él a ellas.

Jimin tenía una voz suave que era celestial cuando le cantaba y era gruesa y mordaz cuando le regañaba o tenía que defenderlo, era un niño con pensamientos más maduros que el resto y parecía tener demasiado control. Siempre tenía algo listo que decir cuando alguien intentaba faltarle al respeto y aún así, él no dejaba su educación. Dejaba callados a adultos y niños sin problema, siempre andaba cerca de Jungkook por si necesitaba algo y tomaba su mano para que todos supieran que lo protegería ante todo.

Lo que Jimin no sabía aunque era muy listo, era que Jungkook con sus trece años pronto a cumplir, se había dado cuenta que tenía un fuerte crush por su mejor amigo de la infancia. En su secundaria no le había gustado nadie, ni una niña, ni un niño, solo él, el famoso y atractivo Park Jimin que era su vecino y siempre tomaba su mano. Antes de saberlo era super normal tomarse de las manos y caminar por la calle, era super normal que se quedaran a dormir juntos y que Jimin le ayudara a su tarea; pero cuando se dio cuenta de lo mucho que le gustaba, no podía evitar esas maripositas revoloteando en su vientre cada que Jimin entrelazaba sus dedos y lo jalaba de algún lugar, cada que Jimin se acercaba a él para explicarle algo en especifico y ayudarlo lo más posible, cada que dormían en la misma cama -aunque ya no había mucho espacio- y Jungkook se aferraba a él con brazos y piernas.

Dios, el niño olía delicioso y era demasiado cálido. 

Jungkook sentía sus mejillas arder cuando Jimin se daba cuenta que Jungkok estaba mirándolo demasiado tiempo o cuando tartamudeaba sin saber que decir porque Jimin bromeaba con algo común y Jungkook lo tomaba demasiado serio, como aquella vez antes de irse que Jimin le dijo "Una niña me preguntó que porque te tomaba de la mano siempre, que si eras mi juguete o algo así y yo le dije que eras mío. Su cara fue épica". Jimin no podía ir por la vida diciéndole cosas así con su pobre corazón de niño enamorado.

Y después de dos meses, donde extrañó en demasía al pelinegro, donde añoró tenerlo riendo y tirando de su mano, donde no lo vio parado fuera de su salón para irse juntas a casa, el chico llegaría. Por fin podría verlo y contarle todo -de su nada interesante- vida. 

Por eso mismo se estaba moviendo inquieto en el pupitre, con la vista viajando de aquí y allá, con sus nervios a flor de piel y la necesidad de salir corriendo picando las plantas de sus pies dentro de sus tenis rojos. 

Y tocó la campana, fue el primero en salir corriendo, chocando con Eduardo y sus amigos, tirándole el café encima a su profesora y olvidando su chaqueta de patito. Incluso, había olvidado que su madre pasaría por él y al escucharla gritando regresó el camino que había corrido para subir al auto y comenzar a gritar.

—¡Vamos, vamos!, ¡Jimin, espera por mi!

—Tranquilo, Jungkookie. Jimin no se irá de nuevo y al aeropuerto no desaparecerá.

Jungkook presionó sus dientes y sus labios en una linea, aguantando la respiración y haciendo un sonido como gruñido constante que hizo reír a su madre, terminando por encender el auto y comenzar su viaje hasta el aeropuerto.

Era la primera vez desde sus partidas que él iba al aeropuerto a encontrarse con Jimin, estaba nervioso, dudoso, con ansias, lo extrañaba tanto, no quería tenerlos lejos por tanto tiempo, prefería solo un mes sin verlo, dos había sido demasiado tiempo y estaba nervioso, muy nervioso.

La radio fue encendida por su madre para que Jungkook escuchara la música y dejara de golpear el asiento con sus pies por lo nervioso que se sentía, intentó relajarse en su lugar y mirando por la ventana suspiró, iba a estar bien.

—Así es, como les digo, las investigaciones han dado frutos y ahora puede calcularse las lluvias violeta. Antes no podían ser prevenidas debido a su composición en nubes y la lluvia misma, pero hemos desarrollado la tecnología y alarma correcta para saber de las lluvias. Ésto, previniendo más contagios.

—¿Y con los mutantes?

—Todos los mutantes, como ustedes les llaman, están siendo detenidos por fuerzas especiales dependiendo los antecedentes vistos del mutante y están siendo llevados a las cárceles especiales. Siren se encargará de ellos.

—Respecto a lo que dice y cito, dependiendo do a los antecedentes vistos, ¿a que se refiere?

—Esta es información verídica y lejos de protagonizar el pánico en los ciudadanos, es mi deber informar que hemos estado percibiendo distintos "poderes" dados por la lluvia violeta a los individuos contagiados. Por eso mismo, estamos especializando a distintos tipos de hombres para el poder específico que tiene el mutante. Además de clasificarlos por colores, siendo siendo nueve colores, los siete del arcoiris, blanco y negro, morado es mínimo y negro es ultra.

—¿Han tenido un ultra?

—Afortunadamente, no.

—¿y ésta categoría porque existe?

—Prevenimos los avances de ello ya que día con día vemos más fuerza y determinación en los mutantes. Incluso podría decirse que aprenden a controlar sus poderes.

La radio fue apagada cuando su madre había estado intentando cambiar de estación y en todas pasaba la misma entrevista, Jungkook había puesto total atención a los movimientos y confundido junto las cejas. Pero no dijo nada, notando que su madre tenía los nudillos blancos en el volante.

Cuando el auto estuvo estacionado, fue el primero en salir, detenido por la voz de su madre cuando iba directo a correr por el estacionamiento. Y dejándose tomar del mano cual niño pequeño, fue llevado hasta dentro del aeropuerto, donde mordiendo su labio llevó su mirada en todas direcciones.

La voz del parlante lo alteraba, no es que pensara que diría "Park Jimin ha llegado tu Jeon Jungkook" o que si quiera le diera señales de Jimin y su vuelo, no sabía como funcionaban los aeropuertos y no sabía ni cual era el vuelo de Jungkook cada que se iba, pero lo aturdía. Sumándole toda la gente que caminaba sin parar y con poca atención a un niño pequeño como él, tenía doce, pero era más bajo del promedio y no se habían fijado, hubiera caído de no ser por la mano de Jimin sosteniendo su cintura.

—¡Dejé de hablar por teléfono y concentrece donde lleva su asquerosa maleta! —le gritó al hombre que había empujado el delgado cuerpo de Jungkook y éste mirando a Jimin juntó sus cejas decidido a discutir con un muchacho de trece, pero, por alguna razón, algo reflejado en sus ojos hizo que esa decisión huyera de su cuerpo y moviera sus pies de forma más rápida lejos de ellos.

—¡Jimin! —regañó sus abuela.

—Yo no hice nada —se excusó aún sosteniendo a Jungkook, mirándolo después de responder a su abuela —, ¿estás bien?

—Ahora sí —subió sus cejas —, bueno, digo, ya sabes, lo estoy, sí, no me caí al piso, eso es un gran avance, ¿no?, aunque tú me hayas sostenido con de repente tus fuertes brazos y... ¿Mamá?

—¿Sí, cariño?

—¿No íbamos a comer todos?

—¡oh, sí!

Jimin soltó su cintura cuando Jungkook se apartó, pero no le impidió tomar su mano y aunque Jungkook las tenía sudorosas, Jimin parecía no querer dejarlo e incluso ignorar ese hecho, ya que estaba más que claro que estaban sudandole. Y mientras las mujeres hablaban en la parte delantera, Jimin seguía sosteniendo su mano.

—¿Cómo va todo? —pregunta el menor.

—Bastante bien, sí, como siempre.

Jungkook toma esa respuesta como muy corta y siente que no hay más razón para seguir hablando, además de que no tenía ni idea de como continuar la conversación con su mejor amigo, ¡¿Donde están todos los temas que había pensado los dos meses?!, se sentía agobiado y frustrado.

—¿Cómo es que te has vuelto tan bonito en dos meses? —preguntó en un susurro el mayor, justo en su oído.

Jungkook había sentido como su corazón comenzó a saltar la cuerda en un maratón increíble dispuesto a ganar el primer lugar de cualquier carrera, incluso de la que equivalía a darle un pro cardíaco y abandonar su cuerpo dejando un agujero en donde era su lugar. Le miró nervioso y respondió con tartamudeos.

—Es obvio que no, deja de mentir.

—No, no, hablo en serio. Mañana cumples trece y ya luces como de preparatoria. Te has puesto muy apuesto, eh-eh? —subió las cejas dos veces seguidas de forma rápida, haciendo reír a Jungkook, nervioso dentro de sí.

—Mira, lo dices tú, las niñas están tan detrás de ti todo el tiempo.

Jimin rodó los ojos y dejó de mirarle para ver a la ventana.

—A mi no me interesan ellas, son molestas.

Un mar de olas se extendió por todo el pequeño cuerpo del niño de doce años

[...]

—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños querido Jungkook, feliz cumpleaños a ti.

Sus ojos se fueron abriendo poco a poco, notando luz naranja iluminando un bello rostro de cabellos negros y ojos oscurecidos, una sonrisa de perlas blanca que le hacía sentirse cálido. Detrás del muchacho más guapo, estaban sus padres y la abuela del chico más guapo del mundo.

Tenía ya trece años, se sentía tan grande, a pesar de ser significativamente más pequeño que la mayoría de su curso, que Jimin mismo, pero Jimin era más alto que cualquiera.

Jimin cantaba tan alegremente la canción de cumpleaños, que la hilera de sus pensamientos se fugó cuando escuchó a Jimin decir "pide un deseo" y en su mente pidió "gustarte".

Los aplausos se hicieron escuchar y los adultos salieron de la habitación con el pastel, porque según la abuela de Jimin, comer dulce en el desayuno hacia daño y los esperaban con una buena porción de fruta ahí abajo.

─¿Qué deseo pediste? ─preguntó el chico de catorce años recargándose en el mueble junto a la cama, un pequeño lugar donde los juguetes de Jungkook ocupaban  lugar.

─Si te digo no va a cumplirse.

─Si me dices haré a toda costa que se cumpla.

Jungkook bostezó sentado en su cama, se levantó estirando sus brazos y dio unas palmadas en en brazo a Jimin, sonriendo burlón.

─Oh, vamos, tienes que decirme.

Jungkook subió su mano a la altura de su boca y fingió poner un cierre en ella, logrando que Jimin levantará su mano para señalarlo y cuando Jungkook estaba listo para correr, ya había sido atrapado contra el suelo. Jimin estaba sobre sus caderas y le hacía cosquillas sin parar.

─Revela tu secreto, Jungkook. ¡Revela tu secreto!

─¡Nunca!

─¡Bebé y galletota, a desayunar!

Jimin paró de hacerle cosquillas, mirnando a Jungkook y el otro dejando de reír, mirándolo también, ambos se levantaron con las mejillas rojas y Jimin señaló la puerta a la vez que Jungkook señalaba la del baño.

─Creo que... Mejor me voy, sí, eso, nos vemos ─habían hablado lo mismo, al mismo tiempo y cuando ambas puertas se cerraron, ambos estaban idos en sus pensamientos.

Sobre todo Jungkook, que notó como cierta parte de su pantalón estaba muy abultada y deslizando el mismo, pegó un grito ahogado, resbaló con el tapete, se golpeó contra la pared y cayó de nalgas al suelo.

─¿Jungkookie, estás bien? ─escuchó la voz ahogada por la puerta de su mejor amigo.

─¡Sí!, ¡ya vete de aquí! ─gritó ─, ¡bajo en unos minutos!

─¿Minutos?

─¡Minnie!

─Está bien, está bien, te esperamos abajo.






Evan: Jiji, hola.

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