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O5

Dejavú.

Jungkook había sentido que todo ya lo había vivido, mirando al hombre de cabellos violeta y orejas en punta, deslizó su mirada hasta la mano del hombre y recordó.

"Seré tu primer amigo."

El pequeño niño castaño jugaba con sus coches, tenía varios pequeños de distintos colores y un gran camión de carga. Hacía sonidos con su boca para simular que el camión retrocedía, pero fue tan real que hasta escuchó como expulsaba el aire. Fue cuando se dio cuenta que los sonidos que hacía con la boca no eran iguales a los que sonaban cerca de él.

Se levantó, dejando sus coches y corriendo al frente de su casa, rastreando los sonidos, llegando hasta su cerca y parándose de puntitas para mirar por ella, sin poder conseguirlo, arrastró una caja y subió en ella. Justo en ese momento, un niño estaba saliendo de la puerta del camión y corría para abrazar a la señora Park en la puerta de su casa.

El niño era pelinegro y unos cuantos años mayor que él, vestía unas bermudas con una camiseta amarilla con un pollo y unos tenis a juego. El niño sonreía como si nunca hubiera recibido un abrazo, tenía los ojos cerrados o eso creía el castaño, puesto que no se veían sus ojos mientras sonreía. Pero entonces se abrieron poco y después lentamente, el niño lo miró y Jungkook reaccionó a esconderse.

Esperó, escuchando pisadas y hombres haciendo sonidos de fuerza por cargar muebles. Sintió curiosidad de volver a mirar y se levantó, gritando cuando vio al niño parado frente a él.

─¿Por qué nos espías? ─preguntó el pequeño de cabellos carbón.

─¡Yo no-o hagu eso! ─gritó el castaño apenado.

El niño de cabellos carbón sonrió, dejó que sus manos se posaran sobre la madera que dividía los terrenos y ladeó la cabeza.

─¿Cual es tu nombre?

Jungkook movió sus pies sobre la caja y sus manos las juntó con la orilla de su camiseta entre ellas, nervioso. El niño era poco más alto que él y hablaba demasiado bien, demasiada confianza.

─Mi nombe es Jen llucok ─pronunció tímido─. Teno pato añios, vivo en...

─No tienes que decirme eso, se donde vives. Junto a mi abuela ─interrumpió el niño ─. Bueno, ahora junto a mi también. Viviré aquí. ¿Decías que te llamas llucok?

─lluuuuun ─alargó, aclarando─. Cuk.

─Jun... ¿Cuk?

Jungkook se desesperó, haciéndole señas al niño para que lo siguiera a la parte trasera de sus casas, el de cabellos carbón le siguió sin rechistar, Jungkook le invitó a pasar por el espacio entre la cerca que había, faltando un tablón de la madera por lo mal adherido.

Jungkook le tomó de la muñeca y lo jaló hasta la caja de arena, tomó una varita y escribió su nombre, siendo observado por el pelinegro. Cuando leyó las figuras, sonrió animado.

─Jeon Jungkook ─leyó.

El niño asintió y luego comenzó a toser, sorprendiendo al pelinegro, se estaba poniendo rojo, su madre salió corriendo por la puerta trasera, llegando hasta su hijo, sacando un aparato de color azúl de su bolsillo y poniéndolo en la boca del castaño. El niño aspiró cuando la mujer pareció presionar algo y la tos se calmó.

─Tú debes ser el nieto de la señora Park, ¿no es así? ─sobaba la espalda de su hijo, quien se había recargado en ella para descansar un poco de el ataque de tos. El niño asintió ─. Un gusto, pequeño. Soy la madre de Jungkook.

El niño se incorporó, mirando apenado a su vecino, la mujer vio la caja se arena y luego miró a su hijo.

Jungkook, te he dicho que no través acerques a esta zona hasta que tu padre quite la caja de arena. El polvo hace daño a tu asma.

Jungkook comenzó a asentir, dejando la mirada baja. La mujer besó su cabeza y le sonrió al niño, caminando de regresó a su casa.

─¿Estás bien? preguntó de nuevo el pelinegro, Jungkook asintió ─. Mi nombre Park Jimin, tengo cinco años. ¿Quieres jugar?

Jungkook se giró a mirarle con brillo en los ojos, sus manos juntas tirando de la orilla de su camiseta de nuevo. Un pise se movió sobre el otro.

─¿Jugal? ─preguntó ilusionado, Jimin asintió ─. ¿Ponmigo?

Claro que , ¿por qué?

Jungkook bajó su mirada.

Los niñios de mi puela no juegan ponmigo poque me enfemo con el polvo. No podemos jugal en muchos lados pol el polvo.

─¿No tienes amigos?
preguntó cuidadoso el pelinegro, su menor negó lentamente
. Entonces, seré tu primer amigo.
El castaño lo miró rápidamente, observando la sonrisa de ojos en línea de Jimin ─. ¡Vamos a jugar, Jungkook!

Y a partir fueron inseparables, hasta... La tragedia.

Jungkook movió sus cabellos rubios de su frente, acercó su mano estrechándola y observando la sonrisa del moreno.

Ninguna sonrisa será igual de hermosa que la de Jimin, pensó.

─Soy Jeon Jungkook. Un gusto.

─Llegaste ayer, ¿no? ─simpatizó el hombre, tomando asiento en la mesa donde estaba Jungkook, quien no tardó en sentarse también a su lado.

Pero entonces, en medio de la plástica con el hombre más alto, un tarareo comenzó a escucharse, su cabeza lo percibía tan conocido, tan cerca y con eco, obligándolo a mover su mirada por todo el lugar para encontrar a quien tarareaba. Pero nadie ahí lo hacia.

─¿Jungkook?

─oh, sí, sí. ¿Qué decías?

─Sobre si tuviste algún cambio en tu físico con la lluvia ─le recordó, mirándolo extrañado por la pérdida de Jungkook a otro mundo ─. Yo tuve pecas y cabellos morado, también orejas de duende.

─Oh. Mi cabello era castaño, mis ojos igual.

─Y ahora eres rubio con ojos azules.

─Exacto.

Namjoon le sonrió, frotándose las manos, como si necesitara que los guantes se calentaran. A Jungkook le agradaba tener un tipo carismático acercándose a él, alguien con quien hablar, ya pensaba en que hacer en su tiempo libre sin nadie y sin nada, crear películas o libros en mi mente, libros con mucho sexo y acción.

─¿Y que poder tienes?

Jungkook ladeó la cabeza observando al de cabellos morados, una pregunta que era extraña. El hombre tenía una cinta del mismo color que él, pero siendo menos peligroso por obviedad, Jungkook había sabido mentir en sus pruebas. La pregunta era rara, pero había sido normal y casual para el hombre, tal vez ya lo era, tal vez debía ser normal para él también.

─Yo sé hacer cosas con plantas ─dijo el hombre ─. Estaba en el jardín de mi casa cuando la primera lluvia cayó, yo cultivaba. No es nada interesante según los investigadores de siren, así que tengo una gran cinta azul. El que puedo hacer gigante una planta carnívora dio puntos extra.

Jungkook se rió por primera vez en largos años y se sintió bien, cálido, mejor.

─Yo puedo mover cosas.

─¿Cosas? ─levantó las cejas su nuevo amigo, con picardía brillando en sus ojos.

─¡No ese tipo de cosas! ─se defendió rápidamente, luego parando en seco con su asombro y le miró sorprendido ─. Espera, ¿cómo lo supiste?

─No estaba seguro, pero radar gay, supongo.

Jungkook volvió a reírse.

─Yo puedo levantar y mover cosas como, ¿has visto alguna vez Matilda?

─¡Ya! ─exclamó con una sonrisa ─. Que genial, siempre quise poderes así. Que envidia, amigo.

─Yo pienso en una villana de Batman con tus poderes.

─¡Poision! ─gritó entusiasmado ─. Oh amigo, sabía que era buena idea acercarme aunque Taehyung dijo que no. Eres un total friki como yo.

─¿Taehyung?

Namjoon sonrió más, mostrando sus hoyuelos, se giró y comenzó a buscar a alguien con la mirada, cuando lo encontró comenzó a gritar y mover las manos, atrayendo la atención de un hombre de musculatura sorprendente y cabello blanco, tenía una franja como un triángulo cruzando su ojo derecho. El hombre era cinta anaranjada.

─Taehyung, él es Jungkook. Jungkook, él es Taehyung.

El hombre de cabellos blancos levantó la barbilla en forma de saludo, tomó lugar frente a Jungkook y junto a Namjoon, dejando su charola en el lugar.

─Taehyung es de pocas palabras y él tiene fuego. Nos falta alguien que se haga invisible o cambie su identidad y podremos ser una bizarra versión de los cuatro fantásticos.

Jungkook comenzó a reírse, asintiendo, platicando con sus compañeros hasta que la hora de comer se acabó.

[...]

Jungkook se acomodó en la cama que era más cómoda que los lugares en los que había vivido desde que escapó, llevó sus brazos bajo su cabeza y miró el techo blanco de su habitación. Suspiró, sonriendo después porque al menos tenía amigos que iban a hacer más amena su estadía en aquel lugar hasta el día de su muerte.

Su sonrisa se fue desvaneciendo a medida que el tarareo crecía en su cabeza, como llamándolo. Cerró los ojos y trato de concentrarse en él, teniendo su poder a velocidad increíble, estando en el pasillo se movió más abajo y luego más abajo, estando frente aquella puerta de grandes letras en advertencia, la pasó, escuchando más el tarareo. Miró aquella habitación de paredes blancas iluminadas de luz y el tarareo venía de ahí, sin duda venia de ahí.

─¿Quién eres? ─trató de comunicarse.

El tarareo paró y Jungkook se sintió intranquilo, como si lo hubiera abandonado, se movió nervioso y la humedad en su nariz fue presente.

─¡¿Por qué estás llamándome?!

Pero no escuchó nada y entonces juntó sus cejas confundido, junto sus labios y comenzó a hacer eso que hacia cuando estaba nervioso. Iba a desistir.

─Yo no estoy llamándote ─sonó voz que le daba escalofríos y una extraña sensación serpenteando su cuerpo ─. Tú estás llamándome. ¿No me recuerdas?, es imposible, Jungkookie. Debes irte, estás en peligro, no perteneces aquí.

─¡¿De qué hablas?! ─gritó ─. ¡¿Por qué no te dejas ver?!

─Porque no podrás irte. Porque no voy a poder separarme de ti.

─No entiendo.

─No tienes que hacerlo. Vete.

Jungkook comenzó a sentir como se mareaba, su poder desistía, su nariz seguía creando un río rojo que recorría su barbilla. Había una fuerza alejándolo y el se resistía, hasta que no pudo más y se despertó con la nariz, boca, barbilla y cuello llenas de sangre. Con la duda creciendo en su cabeza, se limpió con su manga y pensó detenidamente en lo que le había dicho.

─¿Quién carajos es?

[...]

Jungkook se movió incómodo sobre su silla, dejó el libro caer sobre su escritorio y se recargó hacía atrás, dejó que su mirada fuera al rostro de su mejor amigo de cabellos pelinegros junto a él. Se perdió en su perfil masculino de trece años y sonrió al mirar sus rechonchos labios, queriendo sentirlos sobre los suyos.

Cuando toda la batalla de sus hormonas comenzó, se dio cuenta que su mejor amigo desde que era pequeño le gustaba más que cualquier cosa, era su platónico y solo eso, pues nadie más le llamaba la atención, ni un poco. No sabía si era homosexual o Jiminsexual porque en su mente solo estaba el pelinegro.

─¿Por qué es que me miras?

Jungkook se puso nervioso y rascó su nuca llevando su mirada a su libro.

─¿No puedes estudiar? ─preguntó el pelinegro, dejando de mirar su libro para mirar al menor.

─N-no amm... ─su corazón estaba acelerado en su pecho, se movió intentando calmarse y huir de la mirada de Jimin ─. No le entiendo a un ejercicio.

─¿Y por qué no me dijiste?

─No quería molestarte.

─Tonterías ─espetó y se acercó al castaño, demasiado cerca ─. Dime cual es, ¿a cuál no entiendes?

Jungkook señaló, el perfume del pelinegro llegó a su nariz y aspiró tratando de no entrecortar su exhalación. Jimin hablaba, moviendo el lápiz mientras explicaba como se hacía, pero Jungkook no escuchaba nada de lo que decía.

─¿Te gusta alguien, Jimin? ─preguntó, arrepintiéndose demasiado rápido.

Jimin dejó el lápiz y miró a Jungkook.

─¿A que viene esa pregunta? ─Jungkook se encogió de hombros. Jimin se movió para seguir estudiando ─. No tengo tiempo para eso, Kookie.

Jungkook surcó sus cejas y le miró confundido.

─Pero solo estás con tu abuela y conmigo.

─Exacto. No voy a dejar a mi abuela o a ti, por tener una relación.

─¿Y no te gusta nadie?

─Yo no dije eso.

─¿Quien te gusta?

Jimin dejó sus cosas y miró a Jungkook, resignado, mirando intensamente al castaño, Jungkook queriendo huir de la pontente mirada de su mejor amigo.

─Me gustas tú, ahora pon atención a tu estudio o reprobaras.

Aclaración: la pronunciación correcta del nombre de Jeon Jungkook es chon chon guk, algo así. Pero como me da la gana pronunciar como está escrito, pues se dejará así.

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