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El cielo estaba nublado, lleno de nubes grises que parecían no querer abandonar el mismo, ocultando el sol ante cualquier mortal que quisiera de su luz, amenazando con llorar sobre las tierras y soplar fuertes vientos.

Jungkook observó esto, sin humor de extender sus alas y volar esa vez, debido a los accidentes que tuvo por adentrarse a nubes tan grandes y de mal aspecto.

Bajó la mirada, teniendo al frente el camino que debía seguir recorriendo, su rutina pronto a terminar para regresar antes de que oscureciera, no podía seguir saliendo de noche sabiendo que ahora tenía que hacerlo solo y que por más poderes que tuviera, seguía siendo peligroso.

Más importante, debido a que a esa hora múltiples animales se aventuraban a andar por el bosque y esto, atraía a los cazadores dispuestos a obtener algo que vender o comer. Idea, creada, nada más y nada menos por el cazador número uno en el pueblo, Hyuk.

Jungkook no era tonto, sabía que el anciano lo hizo para tenerlo vigilado.

Constantemente se quejaba de los hermanos Jeon, siendo raros, sobre todo el menor. Que cargaba demasiadas cajas sin esfuerzo, se movía sin agotarse, acertaba en muchas cosas que las personas decían, movía cosas sin estar muy cerca y atrapaba objetos a punto de caer, además de una que otra cosa que al menor se le escapaba y terminaba sonriendo nervioso ante el anciano, dando una explicación después que no convencía del todo al hombre.

El rubio, lo intentó muchas veces, permanecer sin usar sus poderes, pero habían tantas cosas que no podía hacer y de repente ya lo estaba haciendo con sus dones.

Sumandole el hecho de que Palatto se había mudado hace varios meses al pueblo para poder vivir tranquilamente con su esposa, no podía tener a alguien vigilando mientras él entrenaba. Sencillamente era más difícil no tenerlo después de haberse acostumbrado a estar con él tanto tiempo.

Dejó entrar a alguien en su vida y al final terminó de nuevo solo.

Aunque, sabía que no estaba del todo solo, regresaba a casa sin el hombre de treinta y un años, pero al llegar al pueblo cada mañana compartía grandes momentos con las personas del lugar, con la abuela y la familia de aquella.

Era como, ¿su independencia?

Daba lo mismo, tenía veintidós años, el tiempo pasando demasiado rápido para él y sus tranquilas mañanas sin gritos con baños calientes, en sus calurosas tardes vendiendo y recolectando verduras, en sus frías noches donde Royer permanecía durmiendo en su cama.

Concentró su mente en los puntos marcados en varias zonas de los árboles, la música en sus oídos agregando tensión al momento y una sonrisa en sus labios al recordar que había sido idea se Palatto el comprar los celulares; sus pies salieron de sus tenis y aseguró su teléfono y audífonos a donde debían estar con una pequeña masa pegajosa que creó él mismo. Una vez listo, comenzó a correr.

En el primer salto, a la mitad de un árbol de más o menos dos metros, trepó poniendo sus pies en la marca de roja al mismo tiempo que lanzaba un rayo en una tabla que comenzó a quemarse. Después de este salto, su cuerpo se impulsó para saltar en otro punto rojo, llevando agua del río con rapideza hasta la madera, logrando que las llamas pararan. Ante ese salto, se enfrentó con llegar más alto, tres metros que lo obligaron a sostenerse de una rama y girar sobre ella, subiendo a la misma para mirar el siguiente punto, saltando a él para empujar una manzana de su bolsillo hacia un punto más, transformándola en una pera y tomándola al llegar al siguiente punto.

Era cansado, debía de subir y moverse, avanzar mientras usaba su energía de distintas formas, con distintos dones, entrenando cada uno de ellos juntos con su cuerpo y resistencia. Se había vuelto realmente bueno, lo sabía de sobra, deseaba poder mostrárselo a Palatto, a los del pueblo, a sus padres, la abuela, a Jimin.

A Jimin.

Se desconcentro en ese último segundo, no alcanzando la rama y cayendo de una altura de diez metros, pensando en retener su impacto liberó sus alas, lastimandose al chocar con algunas ramas y jadeando, reaccionando con rapidez para sostener su propio cuerpo como haría flotar una caja, teniendo la idea en mente. Evitando estrellarse contra el suelo al crear una distancia de diez centímetros.

─Eso estuvo jodidamente cerca.

Dejó que sus rodillas y palmas de sus manos estuvieran sobre la tierra, pegando su frente a la misma, donde las aciculas secas y el suave pasto le separaba de bastante suciedad, recostandose de esa manera durante unos segundos, tratando de regular su respiración. 

Hacia bastante tiempo que no pensaba en Jimin con tanta claridad como para imaginarlo en su cabeza, detalla en su memoria como lucia el rostro del chico la última vez que lo vio, hace varios años atrás. Siete, para ser exacto. La cara adolescente de quien era su novio, con una sonrisa, con seriedad o con el miedo llenando sus bellos ojos.

Golpeó el suelo, pensando en el abandono del mismo, en lo frustrante que era la idea de no volver a verlo nunca más, de no poder tocar su piel, acariciar su mejilla o cabellos, mirar sus ojos para decirle "te amo" y besar sus belfos hinchados, de sentirse seguro en sus brazos.

El movimiento brusco le obligó a apartar los audífonos y sacar el celular de donde lo tenía sujeto, dejandolos con cuidado sobre la tierra, podía escuchar que la canción Black sea de Natasha Blume se reproducía.

Se levantó con las lágrimas amenazantes de abandonar sus ojos en largos ríos que correrían por sus mejillas, apretando sus puños mientras pensaba en el calor que se instalaba en su pecho, atorandose sin dejarle respirar, obligándolo a jalar aire por su cuenta. Mordió su labio y al no poder más, gritó liberando el puño en sus manos, creando fuego en estas, moviendo ambas hacia atrás como reflejo. Aquel acto, creó una hilera de fuego a su alrededor, viajando por el impulso de sus movimientos y llegando hasta los árboles más cercanos y el suelo con ramas secas.

Ya había oscurecido, por lo que el fuego encendiendo en bosque a su alrededor fue más llamativo.

Sorprendido, por lo nuevo que había encontrado dentro de él, se obligó a salir de su trance para mover sus manos y atraer el agua del río con rapidez, para calmar el fuego, queriendo no dañar más al pobre bosque por sus arranques, estando arrepentido y soltando varios "lo siento" a los árboles más los animales que había molestado.

En ese momento, escuchó el tronar de unas ramas y se movió en esa dirección, agudizando sus sentidos, tratando de buscar algo fuera de lo común, encontrando a un pobre pajarito sobre la tierra, moviéndose con dificultad, el fuego había llegado a una de sus alas y lo tomó en sus manos. Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos mientras susurraba.

─Lo siento, pajarito. De verdad lo siento. Voy a cuidar de ti hasta que estés bien, ¿sí?

"Es un mounstro."

El menor levantó la mirada del pajarito, encontrándose con otros ojos, unos ojos oscuros llenos de rabia, con las cejas juntas, la escopeta temblando en sus huesudas manos.

─Señor Hyuk ─pronunció Jungkook, levantándose con pavor aún sosteniendo el pájaro ─. Puedo explicarlo, yo...

El hombre retrocedió, tropezando pero recobrando su postura, apuntando con el arma a Jungkook y disparando.

El menor detuvo la bala lanzando ácido, derritiendo la misma a tiempo antes de que pudiera llegar a él, asustado ante la posible causa de su muerte, perdiendo el control de la cantidad que había salido del centro de su mano y llegando un poco sobre el rostro del hombre, haciéndolo gritar por el dolor, soltando su arma para tomar su rostro, lleno de gritos desgarradores que atrajeron a otros cazadores.

─¿Hyuk estás bien? ─escuchó venir de un hombre.

─¡Hyuk! ─encontró a otro.

Las personas comenzaban a acercarse y él tratando de ayudar a Hyuk, solo recibió ser empujado por el mismo, tirando al pajarito y preocupándose por este también.

─¡Un mutante! ─gritó el hombre lleno de ira ─, ¡El menor de los Jeon es un mutante y me ha  atacado!

Jungkook abrió sus ojos sorprendido ante lo que el hombre gritaba, sin poder decir palabra alguna. Su cuerpo comenzó a temblar, su corazón a palpitar con fuerza, sus pensamientos estaban desordenados, llevándolo a todos lados, sintiéndose abrumado al escuchar ladridos de perros y encontrar rostros conocidos, llenos de pavor y otros que no conocía dispuestos a defender al señor Hyuk.

─¡Las cosas no fueron así! ─alcanzó a decir.

─¡Claro que sí! ─gritó el hombre ─, ¡me atacó!

Algunas armas le apuntaron con decisión, asustandolo lo suficiente para retroceder algunos pasos, tomó al pequeño pájaro en sus manos y comenzó a correr en dirección a su casa, sin reparar en que al correr aplastó su celular. Era el lugar más seguro que conocía, pero al haber sido descubierto tenía que elaborar un plan perfecto para escapar, llevándose cosas que no pesaran demasiado o le tomaran tiempo el empacar.

Principalmente, debía ver la forma de que el reciente descubrimiento de su secreto no afectara a su hermano, pues Palatto estaba casado y sabía que Uka aún no le revelaba a su marido de la existencia de un bebé dentro de ella. No podía arruinar su perfecta y feliz vida.

Dejaría una carta confesando que se había convertido en mutante, manteniéndolo en secreto para su hermano mayor por el miedo de ser rechazado por el mismo, disculpándose con él para si alguien la encontraba entendiera que él no es y no sabia sobre Jeon siento mutante.

El pájaro estaba entre sus dedos, provocando que fuera difícil el correr al no estar moviendo sus brazos, esquivando las ramas, conociendo la ruta desanibelada por la que corría cada mañana, teniendo detrás de él a los perros y hombres.

Empezó a escuchar disparos en su dirección, los hombres eran cazadores, buenos cazadores y en algún momento iban a darle. Lo que, ciertamente ocurrió, una bala llegó rozando su brazo, cortando este pero no perforandolo, molestando y animandose a correr más de prisa, hasta que se vio en la oportunidad de poder extender sus alas donde había una zona más despejada y emprender vuelo lejos de los cazadores. Escuchando sus gritos mientras se alejaba.

─¡Llamen a Siren!

Jungkook voló por arriba de los árboles, lo suficientemente alto para no chocar con  ninguno y bajo para no adentrarse a las frías nubes, cubriendo al ave todo el tiempo para que el fuerte aire no la arrebatara de sus dedos o lastimara más su cuerpo.

Aterrizó a tropezones en el área de su caza, corriendo de prisa dentro de ella y buscando entre sus cosas papel y una pluma.

Rápidamente comenzó a escribir.

"Sencillamente no puedo soportarlo más, no puedo seguir ocultando este secreto, hermano mío.

He decidido irme del pueblo, ahora que ya no necesitas más de mi y que sé cuidarme solo, he decidido que es bueno para mi el dejarte la cabaña y las cosechas, podrás solo. Yo que podrás solo.

Yo tengo que alejarme, porque temo hacerle daño a cualquiera cerca de mi, ya que en la última lluvia violeta que tuvimos me contagie. No quise decirle a nadie nunca, para no preocupar, por miedo al rechazo, por miedo a dañar.

Lamento ocultarte algo como esto y decirtelo por medio de una carta.

Te amo y a cada una de las personas con las que compartí grandes momentos.

Espero que para cuando leas esto Uka ya te lo haya dicho, cuida de mi cuñada y mi sobrino."

Firmó la carta con su apellido y nombre inventado, tomando la mochila de viaje que perteneció a él desde sus padres y comenzó a llenarla de prisa, siendo difícil por la sangre que escurría de su brazo, la adrenalina sin dejar sentirle el dolor. Yendo hasta al baño para tirar de la puerta del espejo y sacar el botiquín con manos temblorosas, tomando las vendas creando un mal vendaje sobre su reciente herida.

Al tener su mochila llena, cambió su ropa por una sudadera negra, un pantalón que lo mantendría fresco y con fácil movilidad y sus botas de montaña, llamando a Royer para moverlo lejos de su cama rumbo a donde estaba estacionada la camioneta.

Lo ánimo a subir, con el pajarito entre sus piernas, sin moverse porque estaba demasiado mal, dando puñaladas al corazón del joven que encendió el auto para salir rumbo al pueblo. No podía irse simplemente así.














Evan: Bueno...

Muchos están diciendo que Jungkook fue secuestrado y llevado a Siren. ¿De dónde sacaron que fue secuestrado?, por dios JAJAJA

No recuerdo haberlo puesto en alguna parte del libro, me confundí re mal y dije ¿cambiaste el maldigo final otra vez, imbecil?

Por lo que otorgue un rumbo con lo que dijeron y lo que yo pensé. Yeah.

Evan, fuera.

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