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35

Su mirada estaba en todos lados, escuchaba cada rincón entre los árboles, sus cabellos se movían con el aire y su corazón latía con fuerza, finalmente no aguantó más, lanzándose del borde, dejándose caer sin el plan de elevarse por el cielo. El agua le abrazó, recorriendo cada parte de su cuerpo, empapandolo por completo y casi llegando al final, comenzó a nadar hacia arriba. Su cabeza salió jalando aire, movió la misma para que sus cabello se sacudieran y sus dedos estuvieron sobre sus ojos para sacar el resto de agua y poder observar a Royer quejándose desde la orilla.

─Solo estoy bañándome, amigo. No puedo ir al pueblo lleno de tierra, asustaría a las personas.

Su ropa estaba tendida en una de las ramas de los árboles, secándose rápidamente con los intensos rayos del sol, esperó que fuera lo suficientemente buena para ahcerlo lucir decente, pues las prendas antes de esa eran historia; comenzando con el hecho de que una de ellas estaba llena de sangre, otra estaba rota por culpa de sus alas y otro par desgastada por usarla demasiado tiempo. Solo tenía dos pantalones y camisetas actualmente, la ropa interior era otra historia. Extrañaba su armario, donde tenía tanto que era ridículo, todo hecho bola y por lo que siempre fue regañado. En esos tiempo se quejaba de no tener que ponerse y ahora que de verdad no tenía que ponerse se sentía fatal.

Uno no valora lo que tiene hasta que sencillamente deja de estar a su alcance.

Salió del rió, impulsándose hacia arriba para estar sobre las rocas, sacudió su cabello, juntandolo todo después para poder exprimir los restos de agua, realizó aquel brillante truco con las gotitas de agua saliendo de su cuerpo y volviendo al río, quedando completamente seco y limpio. Con aquella determinación plantada en su cabeza, comenzó a vestirse y se paró frente a su improvisada casa para decidir lo que haría a continuación.

El plan era: conseguir dinero.

Sabía de sobra que robar no era una opción, su padre antes de morir había dejado claro que no eran unos bárbaros y no robarían ni aunque de hambre se estuvieran muriendo, claramente tenían suficiente comida en ese tiempo y actualmente Jungkook no poseía esa dicha. Sin embargo, tomaría las palabras de su padre, seguiría con la buena educación que su familia le había dado. No robaría, no lo haría.

Tomó sus cabellos con desesperación como manía, tiraría de ellos pero no era fan del dolor, se movió en círculos tratando de encontrar la perfecta idea para salir a adelante, no podía seguir alimentadose de conejos y ardillas, también necesitaba más cosas en su casa, como una puerta, por ejemplo. 

De pronto, sus ojos parecieron brillar ante una clara idea instalada en su cabeza de manera abrupta, corrió dentro de su casa improvisada, llegando hasta la mochila y comenzando a sacar las cosas con velocidad, tirándolas al suelo sin importar nada, hasta que entre el desorden encontró la bolsa de semillas que su madre le había entregado antes de partir. Se movió hacia afuera, leyendo la parte de atrás para hacerlo de la forma más favorable posible, porque aunque ya había hecho crecer algunas, pero esta vez sería diferente porque tendrían que durar lo suficiente.

Parándose un metro a la izquierda de su cabaña, observó los árboles que cubrían la zona y extendiendo sus dedos, logró que varios rayos partieran los troncos, cayendo al suelo y esquivándolos antes de que alguno lo aplastara, partió cada uno en pedazos más pequeños, acomodándolos después en una pirámide que le permitiría crear más cosas después o servirían para alimentar la fogata.

¿Una semilla sería suficiente para un árbol?, suponía que no, por lo que caminó a la zona recién expuesta, comenzando a hacer agujeros con un metro de distancia, dedicándose a tener nueve. Una vez estaban los agujeros, adentró un pequeño puño de semillas de la bolsa y los cubrió con la tierra de forma delicada. Caminó observando los desniveles en la tierra, unos cuantos pasos hacia atrás mientras hacia que chorros de agua se levantaran del río para viajar justo arriba de cada agujero. Extendió sus manos a la altura de sus caderas, estirando sus brazos mientras tenía las palmas de sus manos hacia arriba, se concentró en la semilla, el fruto que debía venir de él y un rico sabor del mismo.

Sus manos comenzaron a elevarse al mismo tiempo que los chorros de agua descendía y pequeñas plantitas salían de la tierra, acelerando en segundos lo que en años sería un fuerte árbol de naranjas. Jungkoook miraba con concentración y orgullo a la misma medida el crecimiento de sus nuevas cosechas, hasta que sanos árboles con frutos anranjados colgando de las ramas estaban justo frente a él. Con seriedad regresó los chorros del agua al río y caminó hasta tomar una, procedió a sacar la cascara y separar los gajos, llevando uno a su boca y mordiéndolo.

Jugoso, sabroso, dulce, duro.

Estaba perfecta.

─¡La puta madre, lo hice! ─gritó a Royer, quien lo ignoraba por completo ─ ¡Tenemos naranjas!, repito, ¡tenemos naranjas!

Saltando de emoción sobre la tierra, comenzó a bailar, moviendo su mano como si tocara una guitarra, sacudiendo su cabeza, sus cabellos rubios rebotando y celebró gritando, tropezando con una roca y cayendo al suelo. Comenzó a reírse por lo tonto que había sido y por la apestosa lengua de su canino, empujándolo para poder sentarse, observando su logro.

─La puta madre, ¿y ahora que voy a hacer?, ¿cómo las llevaré al pueblo?, ¿cómo las compraran si no tengo bolsas?

Rodó por el suelo, levantándose lleno de tierra, caminó hasta adentrarse a su oscura cabaña y se dejó caer sobre su bolsa de dormir, metiendo sus piernas dentro de su suéter y comiendo la naranja gajo a gajo. Mientras tanto, su mente ordenaba las cosas que había botado por todos lados, no tenía muebles o cosas para pegar y clavar en las paredes, por lo que lo único que hizo fue recargar cada una en la pared más cercana.

─Usaré la mochila para llevar las naranjas y haré que ellos lleven sus bolsas, no se podrán resistir a mis dulces naranjas ─declaró ─. Cuando junte el dinero suficiente veré la forma de comprar bolsas.

Con aquella idea y la determinación por salir adelante estaba fija en su mente, terminó su fruta y salió de su suéter, caminando con Royer a un lado para llevar la mochila enorme y vacía hasta estar frente a uno de los árboles. La acomodo en el suelo e hizo viajar las naranjas en fila para estar dentro de la mochila.

Tal vez lo haría en dos días, debía investigar bien el pueblo, aunque lo había encontrado, no pasó mucho tiempo cerca por el pavor de ser reconocido como un mutante buscado. Esa idea se disipó cuando le preguntaron si era nuevo y lo único que pudo responder fue "sí, adiós, frijoles" y no volvió a acercarse al lugar.

Encontraria un lugar para ponerse, donde no diera mucho el sol porque seria incómodo, donde fuera fácil atender y ser visto. También comenzaría a conocer a la gente, tendría muy buen humor todos los días y despacharia con la más brillante de las sonrisas.

Lo haría por sus padres.

Pero antes, necesitaba mucho extender sus alas y unirse al cielo, había dejado de hacerlo, sin ganas de poder ser parte de las nubes. Extrañaba estar entre ellas y sentir la humedad, esa emoción volvió cuando la calma en su cuerpo se instaló por saber que haría y que el esfuerzo de su familia no valdría en vano.

Se sacó la ropa de arriba, quedando en pantalones, las dejó dobladas sobre una Roca y su mirada pasó sobre Royer que estaba sentado junto a él, moviéndolo la cola y ensuciandola de las hojas sobre la tierra húmeda.

Sus cabellos se movieron cuando miró el cielo y extendió sus alas fuera de si, extensas y hermosas bajo la luz del sol, saltando del suelo para impulsarse y entrar al cielo, sobrepasando los árboles para ir tan arriba que podía verlos como hebras de pasto. Estando ahí buscó una nube, rodeando su cuerpo entre el viento y las aves, encontrando la mancha blanquecina a cierta distancia.

Royer ladraba desde abajo, rindiéndose para acostarse sobre donde había estado sentado y Jungkook río, pues su objetivo era entrar en la nube.

Por lo que el menor viajó hasta ella, haciéndose un capullo con sus alas, rodando como bala, creando un remolino en la nube y tirando de ella como algodón de azúcar.

Su grito de emoción por la brillante sensación de adrenalina al estar volando fue lo suficientemente fuerte para que su boca se secara. Buscó otra nube, haciendo lo mismo con esa y otras más que se encontraban en su camino, hasta que en algún momento de carcajadas y sentimientos desordenados en la boca de su estómago le hicieron notar la presencia a unos metros de él.

Alas, enormes alas, mucho más grandes que las suyas, aleteando para mantenerse en una distancia del suelo y Jungkook, un cuerpo grande pero borroso, no podía verle la cara a pesar de su gran vista, pues la neblina que formaban las nubes intervenía.

Era ¿una alucinación?

Comprobó que efectivamente no cuando ese cuerpo se lanzó en su dirección y el retrocediendo como si hubiera dados pasos para caer al suelo, recobró la compostura y se precipitó a salir del alcance del intruso.

Su corazón latía con fuerza, el miedo se implantara en todo su ser, quería llegar a su campamento y esconderse en su saco de dormir. ¡Era tonto, no podía llevarlo a su punto!

Mierda, mierda, mierda.










Evan:

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Ig : thegodevan

Adivinen quién se está pintando el cabello de nuevo, ahr.

LOS AMO LOS AMO LOS AMOOO

entren al grupo de wonders, please.

Evan, fuera.

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