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Sus pupilas recorrieron el cielo estrellado con lentitud, encontrando constelaciones que Jimin le había enseñado hace varios años atrás, mucho antes de que desapareciera. Sus cabello chocaron con sus pestañas al estar largos y ser movidos por el viento, soltó un suspiro para hacer viajar su mirada hasta el suelo muy lejos de sus pies, su espalda desnuda brillaba por la luna, disfrutando de la soledad a altas horas de la noche. Estando en la punta de su tejado, un paso más y caería contra el concreto.
Sus audífonos estaban en sus oídos, siendo la música lo único que podía mantenerle distraído de todos aquellos pensamiento que tenía, aunque a veces realmente no importaba que escuchaba, dejaba de entender la letra de la canción para rememorar en su cabeza antecedentes de su pasado. Sobre todo aquellos que tenían que ver con su único primer amor, su mejor amigo.
Se centró en como sus dedos se enroscaban en la orilla del techo, para girar sobre sus talones y dejar a su espalda lo que era el suelo de su jardín trasero, observó la calle en completo silencio, cada una de las casas inmersa en su oscuridad pues todos dormían disfrutando de sus sueños, mientras él no podía conciliar el sueño desde hace mucho tiempo. Recordaba haber dormido bien la última vez que estuvo entre los brazos de su chico, varios años atrás.
Parpadeó, mostrando tristeza en su mirada, el brillo de la luna llenándole los ojos azules como el mar, sus cabellos subieron hacia su rostro cuando se dejó caer hacia atrás, cayendo con decisión.
Sus alas se extendieron permitiendo que no tocara el suelo y subió por el aire sin preocupación, ninguna expresión en su rostro pero su corazón latiendo con fuerza en su pecho, pues se sentía pleno cuando montaba los aires, cruzaba las nubes y parecía tocar la luna. Atravesando las blanquecinas manchas del cielo sentía el aire más frió, pero creaba agujeros al entrar y salir por ellas, con sus dedos hacía pequeños remolinos de viento que le permitían arrastrar las nubes hacia abajo, parecía tirar de ellas como si fuera algodón de azúcar y eso le hacía sonreír levemente al ser imposible tocar la nube. Cada vez que atravesaba una, sentía la humedad alrededor de todo su cuerpo, hasta que su cabello rubio estaba mojado y las gotitas resbalaban por su piel, sus plumas húmedas se movían con el viento, cortando el mismo para deslizarse por el cielo con permiso de aquel. Pues ellos, las nubes y el cielo, eran quienes le habían transformado.
Descendió rodando en el viento cuando apunto a su ventana, entrando entre esta, empujando las cortinas con el aire que se movieron hacia adentró con fuerza, rodó con su cuerpo adentrando sus alas y pisando el suelo, cayendo de pie. La toalla le esperaba recargada en la silla, tomándola entre sus dedos comenzó a secar sus cabellos con la mirada en su computador, el puntero se movió hacia la flecha que rodaba sobre si misma para actualizar la página de noticias, siendo que controlaba el mouse con su mente.
"Sin rastros de Ghoust desde hace seis meses, ¿donde está nuestro salvador?"
─Imprimir.
La impresora llenó el espacio de su escandaloso sonido, escandaloso en ese momento al estar sellando renglón por renglón la información que el chico rubio había estado esperando desde hace días. Dejó la toalla sobre la silla y caminó hasta la impresora, tomando la primera hoja ya terminada, para caminar hasta donde estaba toda la información cubriendo casi una pared entera.
Colocó la hoja sobre el mapa donde se registraba la última ubicación, de ghoust, colocando un pincho en la zona superior para sostenerla, dio unos cuantos pasos hacia atrás observando toda su investigación. Los hilos de colores viajaban por todos los pinchos, enredándose y cruzándose entre sí, marcando cada punto que estaba relacionado.
Después de tres meses de su transformación, en la televisión anunciaron la presencia de un salvador de cabellos, vestimenta y piel de color blanco, en ese preciso momento corrió a ver la noticia más de cerca y subió a toda velocidad a su habitación para investigarlo por si mismo. Desde ese día, comenzó a seguir el rastro de aquellas noticias que eran constantes.
"Chico de aspecto blanco salva a una niña de ser contagiada", "chico blanco salva autobus de caer por un puente", "héroe blanco reconocido como ghoust", "ghoust impide robo en el banco", "Incendio terminado por Ghoust, salva 35 personas, ningún herido", "Chico conocido como Ghoust tiene un gran cambio", etc.
Al principio había pensado que se trataba de algún imitador, pero los vídeos captados del susodicho confirmaron que se trataba de su novio, era no solo la misma técnica de ataques, la apariencia y disfraz era totalmente el mismo.
Sus intentos de contactarlo e ir a los lugares en donde se le había sido visto habían sido un fracaso, cada vez que viajaba al lugar, su chico ya había cambiado de posición y no respondía a ninguno de los mensajes que dejaba por ahí. Había dejado de buscarle después de un año y medio, cuando sus padres habían hablado con él.
Actualmente con dieciocho años, apunto de salir de preparatoria, lo único por lo que seguía juntando información de su chico, era solo y exclusivamente para sentirse cerca de él, admirarlo más por su gran corazón e intentar entender porque no volvía a casa. Su corazón se estrujaba en su propia agonía al pensar en ello, pero seguía orgulloso de que no dejara de ayudar a los humanos a pesar de que le habían traicionado de alguna manera. Sin emargo, se encontraba preocupado por la desaparición de su chico, no había más noticias sobre su heroica persona, el cómite pro-mutantes había estado informando sobre el gran ejemplo que era su chico y no había rastro de él desde hace seis meses.
Los comentarios en la página especulaban que haya dejado de ayudar a las personas por el riesgo que corría de ser atrapado por agentes de siren, los cuales habían tratadode atraparle incontables veces, otra teoría era que había sido atrapado de verdad y que por eso no se sabía nada de él, la ultima teoría hablaba sobre la posible muerte del chico. Lo que, dudaba, pero le hacia temer, ¿Jimin muerto?, imposible.
Caminó hacia la impresora, tomando las hojas restantes para leer la información acostado en su cama, pronto, los ojos le pesaron y las hojas cayeron esparciéndose por el suelo. El sueño le venció, creando un mundo ideal donde Jimin nunca se había ido, un espejismo de su mente que desaparecería al despertar.
[...]
Salió de la ducha sacudiendo su cabeza para sacar las gotas de su cabello, haciéndolas flotar en el aire mientras cruzaba hasta tomar la toalla que colgaba en la silla, las gotitas viajaron hasta caer en la coladera, yéndose por ahí mientras secaba lo que restaba en su cuerpo. Sus prendas salieron de su armario, flotando por el aire hasta que tomó cada una para adentrarse en ella. Cuando estuvo completamente vestido, ordenó las cosas de su escritorio, haciendo viajar sus útiles escolares a su mochila,a trayendola consigo hacia su hombro cuando abrió la puerta y corrió bajando las escaleras en dirección a la cocina.
─Buenos días ─saludo a sus padres, besando la mejilla de su madre y corriendo con su padre para hacer lo mismo, una de las puertas se abrió al mismo tiempo que el refrigerador, la leche salió flotando junto con el cereal y un plato con una cuchara dentro.
─Te has vuelto tan flojo desde que domitaste tus poderes ─acusó su madre, pero señaló los waffles en la barra, Jungkook los hizo flotar hasta la mesa ─. Gracias.
─No es flojera, es entrenamiento, ¿verdad, papá?
Su padre dobló el periódico, dejándolo en la mesa para partir el waffle que Jungkook había hecho viajar hasta su plato. Sus ojos azules se centraron en la lechera escurriendo del embace, su celular viajando, siendo esquivado por la mujer que llevaba en mano los platos con fruta para ponerlos en la mesa. Jungkook sonrió hacia la deliciosa comida, disfrutando de su cereal y los waffles.
Una cómoda conversación creció entre ellos, hablando de lo que harían en el futuro, la casa que habían comprado sus padres estaba lo suficientemente aislado de la ciudad para que pudiera volar sin riesgo de ser visto. Era lo suficientemente grande para el doble de muebles que tenían en esa casa, por supuesto contando los de la casa de Jimin. Estaba en paz, contento, terminaría la preparatoria, entraría a la universidad y estudiaría mucho para cumplir su sueño.
Su más grande meta era probarle al mundo que Jimin no había asesinado a su abuela.
Ghoust salvaba gente, no se conocía el rostro del chico, porque el nombre de Park Jimin estaba manchado con algo atroz.
─Felicidades por tu diez en matematicas.
─¿Cómo lo supieron?
─Dejaste el examen doblado en tu pantalón, si no lo reviso ya estaría hecho trizas.
─¿Por qué no nos dijiste? ─dijo su madre.
─Sólo es un tonto diez.
─Uno de tantos que has sacado, es completamente genial, Jungkook ─la mano de su padre se posó sobre sus cabellos rubios, despeinandole en un gesto lleno de amor que se expresó en sus ojos ─. Mi hijo es todo un muchacho inteligente y de buenas calificaciones.
El menor arrugó sus ojos cuando sonrió mostrando sus dientes, la caricia fue disfrutada al igual que las palabras alentadoras de sus padres. Sin duda alguna, ellos eran tan indicados para su vida, sabía que sin ellos no habría podido sobrevivir.
Todo el apoyo que le habían dado era de admirarse.
─Hoy tendremos entrenamiento, ¿de acuerdo?, la ultima vez casi me hacer que me trague una planta carnívora cuando te pedí una margarita ─añadió el padre. La madre comenzó a reírse.
─Querido, fuiste quien le exigió aquello, quieres un jardín precioso sin que venga de tu propia mano. Sobre-explotando a nuestro hijo.
─Y lo dices tú, quien hice que Jungkook seque el suelo y lave los trastes.
─Bueno, los dos se aprovechan de mis poderes. Por eso espero tener una pantalla plana en mi habitación y una consola que me permita jugar overwatch ─dijo Jungkook, riéndose junto con sus padres.
Cuando terminaron el desayuno, Jungkook corrió a lavarse los dientes, su mente trabajando en lavar los trastes mientras él cepillaba sus dientes y su madre buscaba la aspiradora. Al bajar corriendo, observó a su padre, quien movía las dos sillas que no se ocupaban fuera de la casa, cuando sus miradas se cruzaron, Jungkook asintió.
─Ya es hora ─dijo él y su papá sonrió.
[...]
Las horas pasaron como usualmente debían pasar, lentas y aburridas para su mente cansada, concentrado en sus clases algunas veces se perdía viajando en su memoria, estaba harto de desconectarse, saliendo de donde estaba para imaginar la escuela, las personas recorriendola, las escuchaba hablar incluso. Su mente era tan poderosa, estaba tan frustrado porque la clase transcurría y él no estaba ahí, no sabía como parar su mente.
Un grito le sacó de sus pensamientos, salió de las imágenes en su cabeza, consciente de su realidad, mirando a todos lados por lo repentino que había sido, sorprendido estaba cuando todas las miradas estaban sobre él, aterradas algunas y otras reflejando odio. Extrañado por aquello levantó una ceja. Sintiendo la humedad de su nariz llevó su mano hasta esa zona, miró sus dedos con atención.
Su sangre azul estaba expuesta.
─¡Es uno de ellos! ─gritó alguien ─, ¡llamen a siren!
─¡Ya lo estamos haciendo!
─¡Yo mismo me encargaré!
Uno de los chicos que le había molestado en el pasado se levantó de su butaca, alzando la misma para dirigirla hacia Jungkook, aquella viajó velozmente contra el rubio, pero no alcanzó a darle, haciéndola flotar en el aire mientras cubría su rostro con sus brazos.Su corazón comenzó a latir con fuerza en sus oídos, la adrenalina le hizo correr cuando quisieron atraparlo.
─¡No quiero lastimar a nadie! ─gritó él ─ ¡solo dejenme ir y nadie saldrá herido!
Sus palabras no eran validas, había pasado a perder total credibilidad que antes podría haber tenido, mínima siendo ex novio de un mutante. Ahora, totalmente confirmado, un mutante más. Debido a esto, no importaba nada de lo que él dijera, porque auqnue tuviera poder no quería utilizarlo para dañar a alguna persona en ese lugar, pero eso no parecía ser entendido.
Habían comenzado a perseguirle, gritos constantes sobre la situación que sucedía, un mutante, estaban aventándole cosas; comida, libros, otros objetos que no alcanzaba a saber lo que eran. Malas palabras contra su persona, insultos. Le rodearon, no permitían que saliera y detrás de él habían más personas. Sus ojos azules se movieron por cada rostro con rapidez, regresando al anterior y luego registrando nuevos, girando sobre sus talones, encontró los rostros conocidos para él que ahora tenían "total derecho" de tratarlo mal.
Uno de ellos, dio uno, dos, tres pasos, su puño arriba.
─Eres una bazofia igual que el asesino de Jimin.
Los cabellos del rubio se movieron hacia arriba, sus ojos se encendieron en el azul que los inundaba y su garganta ardió en un grito. Sus puños cerrados a sus costados, sus parpados uno contra el otro con fuerza, el miedo en la boca de su estomago y las personas que le rodeaban impactando contra las paredes debido a un impacto transparente que llegó del cuerpo del rubio. Las puertas de los casilleros comenzaron a abrirse y cerrarse, las luces parpadearon y su gritó cesó al no escuchar más insultos.
Abrió sus ojos con pavor, mirando los cuerpos heridos de los estudiantes, la sangre en algunos de ellos, otros en posiciones extrañas.
Un maestro, el señor Stanley de desarrollo crítico del pensamiento, trató de levantarse con dificultad, abriendo la puerta que le separaba de entre los estudiantes y el menor de pie entre el caos.
─¿Qué has hecho?, ¡Jungkook!
Salió corriendo sin importar nada, a pesar de que los agentes de siren estaban en camino.
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