27
Estaban sentados en la mesa, juntos y las dos sillas vacías hacían el ambiente más pesado, Jungkook no dejaba de ver esa silla mientras sostenía con su mano izquierda su taza de café humeante. Las miradas de sus padres estaban sobre él y entre sí cada tanto, tratando de ignorar la ausencia de personas importantes en su vida.
Ya habían llorado mucho, no tenían más lágrimas que dar aunque las sintieran casi salir. Debían ser fuertes. Al menos los padres, pues Jungkook acababa de despertar y tenía derecho a desmoronarse.
─En la escuela dijimos que te dio viruela, lo que es común y podrás presentarte cuando te sientas listo ─habló la madre, acariciando su taza con el dedo índice.
─Cuando tú quieras, campeón ─continuo su padre.
─Mañana.
Sus padres se miraron, le miraron de nuevo, él dejó de ver la silla de su novio y enfocó la vista en sus padres un par de segundos.
─Ya no me duele tanto el cuerpo y las quemadas no existen, solo es cosquilleo. Tengo que investigar mis poderes y entrenarlos, así podre ocultarlos como Jimin lo ha hecho estos años. Si él pudo, yo también podré.
─Nosotros vamos a ayudarte. De hecho, estoy sorprendido con el pensamiento que tienes ahora, pensé que ibas a quererlo de otra manera.
Jungkook miró a su papá, los ojos oscuros del hombre con los ojos azules del joven, le sonrió tranquilo, dándole la calma que necesitaba.
─Tengo que enfrentar al mundo, papá. No voy a esconderme en casa. He terminado, iré a dormir porque estoy muy cansado. Supongo que es porque se reordenó mi ADN, tuve un cambió genético y mis células son distintas. Buenas noches, nos vemos mañana.
Jungkook besó las mejillas de sus padres y se movió rumbo a las escaleras, subiendo con cuidado pero rapidez, recorriendo el pasillo tranquilamente hasta que llegó a su habitación, abriendo la puerta y encerrándose entro. Puso el pestillo, y se dejó caer lentamente por la puerta hasta llegar al suelo. Cubrió su rostro con sus brazos sobre sus rodillas y dejó salir sus lágrimas con quejidos silenciosos.
No pudo evitarlo, apesar de que quería gritar no iba a hacerlo. Su cuerpo se sentía extraño, se veía diferente, era un mutantante, au familia se había separado, Jimin había desaparecido.
Aún recordaba vivamente el rostro que Jimin hizo antes de correr atraves de la ventana, Jimin tenía miedo de herir y estaba dañado, estaba lleno de rencor y odio, su rostro tenía tanta oscuridad que se consumió en ella por un momento, dañando a personas que quería, a él exactamente. El hecho de que le culparan sobre el asesinato de su abuela solo logró ponerlo peor, porque él no había matado a nadie, siempre defendió el pueblo de otros.
Se sentía preocupado, dolido, pero esperanzado, él tenía la esperanza de que tal vez Jimin volvería. Volvería y serían uno como siempre, le ayudaría con sus poderes y tratarían de superar la muerte de la abuela.
Lo deseaba.
Ninguno de los dos debía de estar solo en esa cuestión, más Jimin, quien ya había perdido a sus padres de niño. Ellos eran la única familia que tenía ahora y no debía estar lejos.
Por favor, que regrese.
[...]
La sudadera le llegaba casi a los muslos, la capucha ocupó su cabeza y su cabello rubio estaba despeinado bajo esta, sobre su frente, oculto la mitad de sus manos con las mangas y tomó su mochila para colgarla en su hombro. Caminó después de mirarse al espejo, se sentía jodido, podría ponerse un gorro para ocultar su cabello pero con sus ojos no tenía opción. ¿Comprar pupilentes para ocultar sus ojos azules?, mejor que pensaran que tenía pupilentes azules en vez de molestarse con ponerse cafés diariamente.
Y es que ya había intentado cambiarlos de color, cambiar su cabello, así como lo había hecho Jimin, pero no tenía aquello, no podía cambiar de forma así como Jimin. Hasta ahora, sabía que podía lanzar rayos con sus dedos y hacer flotar las cosas, controlar cosas con su mente, pero no tenía idea de lo demás que podía hacer. Si es que podía hacer más.
Su papás le esperaban para desayunar, tomó una tostada y besó las mejillas de cada uno.
─Yo me voy, desayuno en la escuela. Se me hará tarde si desayuno aquí.
Su padre se levantó ─. Yo te llevo.
─No, tranquilo. Desayuna, nunca tienes oportunidad en tu trabajo. Voy caminando.
Sus padres se miraron, Jungkook mordió la tostada y señaló a su perro, quien se posó a su lado jadeante, como si hubiera estado corriendo de un lado a otro.
─Bien. Royer, cuida a mi muchacho ─dijo su madre, acariciando al can y besando la mejilla de su hijo.
El castaño se deslizó fuera de la casa, con Royer caminando a su lado, estando en la banqueta, observó el auto de Jimin estacionado enfrente de la casa. Desvió su mirada hasta el lugar. Cintas policíacas cubriendo la entrada, el jardín estaba rodeado de "no pasar" también. Su gorra cayó cuando estiró su cuello para observar la ventana de la habitación de la abuela, los cristales rotos incrustados en varias partes del marco, algunos en el suelo, hielo aún en ciertas partes.
Caminó hasta el auto, posó sus manos en ambos lados de sus ojos, cada costado, para observar dentro del vehículo, todo estaba tal cual lo dejaron y las llaves de repuesto seguramente estaban escondidas dentro de la casa. Jimin al menos se hubiera llevado el auto.
Sus ojos se abrieron grandes, ¡la laptop estaba ahí!, en esa cosa estaba toda la información que el mayor había juntado en las investigaciones clandestinas que hizo en la clínica. Toda la información que robó sobre la mutación por la lluvia violeta.
¿Por qué los policías no se habían llevado el auto de Jimin?
─Seguramente mis padres dijeron que era nuestro.
Se movió rumbo a la casa, mirando el jardín, la cinta policiaca, pasó su dedo lentamente por la orilla del plástico, bajó sobre ella para pasar por el jardín lentamente, Royer iba detrás de él. Miró a los lados, para que nadie pudiera verle y tomó el pomo de la puerta, observando que la cinta se rompería si tiraba de ahí. Rodeó la casa, hasta estar en la puerta trasera, las puertas de vidrio le recibieron con soledad detrás de sus cortinas, adentrándose a la cocina vacía, donde años atrás Jimin le encontró cuando Jungkook pensó que estaba muerto.
Caminó hasta la sala de estar, tentándose por subir hasta la habitación de Jimin, suspiró, no iba a hacerlo aún. Buscó las llaves entre las figuras de porcelana y los tapetes tejidos del mueble, busco entre las servilletas bordadas y los libros de cocina, busco entre los álbumes de fotos y las películas VHS que la abuela aún tenía, buscó hasta encontrarlas dentro de una concha de mar donde guardaba joyería. La concha que la abuela usaba para dejar sus aretes cuando estaba cansada de ellos y no quería subir a dejarlos.
El menor muchas veces la observó cuando esperaba a que Jimin bajara, caminaba a donde estaba la concha, arriba del televisor, dejando sus aretes y el aro de llaves que siempre cargaba; tomaba el control de la televisión, se sentaba en el sillón pequeño que era sumamente suave, se sacaba los zapatos y las calcetas, subiendo sus pies a la mesa de centro mientras cambiaba los canales y decía "mi madre siempre me dijo que no subiera los pies a su mesa, yo los subo porque ahora es mi mesa" haciendo reír al menor e invitándolo a hacer lo mismo que ella. Y Jungkook muchas veces la imitó, sacándose los zapatos, desparramandose en el sillón mediano y viendo telenovelas coreanas con ella.
Apretó las llaves en su mano y caminó lejos de la sala de estar para ir de nuevo hacia la puerta del jardín trasero, pero se detuvo a mitad del pasillo, mirando a Royer sentado frente a él, su mano apretujada y sus piernas teniendo fuerza entre sí, su cuerpo rígido, controlandose para no correr al piso superior.
Negó, comenzó a caminar, esquivando a su canino y llegando hasta la puerta, salió por ella y pensó; al ser una zona restringida, los adolescentes y ladrones querrán ir al lugar por ser una casa sola. No iba a permitir aquello, pensó en cada ventana del lugar, cerrando cada ventana y puerta con los seguros, al menos esperaba que eso sucediera. Miró la puerta corrediza, el seguro dentro de ella y se concentró en él. Observó como se movía hasta cerrar la puerta y sonrió cuando el palo que la mujer ponía para que la puerta no se abriera se colocara cuidadosamente en el espacio de la puerta corrediza.
Bajó del pequeño descanso y caminó hasta el jardín delantero, Royer iba junto a él esta vez, cómplice de lo que acababa de hacer. Abrió la puerta trasera con la llave y rebusco entre las cosas, sacando la laptop de debajo de las cosas que le ponían encima siempre. La metió a su mochila y seguro de nuevo el auto.
─Estoy listo, vamos, Royer. Llegaremos tarde.
Enfundó sus manos en la bolsa delantera de su sudadera, sus tenis sucios hicieron un camino por la banqueta desnivelada, enfocándose en seguir su camino. Sus cejas se juntaron, su cabeza comenzó a doler ligeramente.
Pudo ver el puesto de periódicos, con la las letras en grande "Mutante que asesinó a su abuela sigue suelto". Sabia que hablaban de Jimin, de Ghoust el protector de la ciudad había pasado a el asesino de su abuela. Mujeres junto a los periódicos hablaban señalando la foto se las escenas del crimen.
Quería escuchar, quería oír que decían, pero no podía acercarse tanto o terminaría diciéndoles de cosas y no era bueno llamar la atención actualmente.
Se mareó un poco, su perro moviéndose alrededor de él, cerró los ojos tomando su cabeza y trató de abrirlos nuevamente.
Su visión viajó más lejos de lo que debería, podía observar a la distancia cosas que normalmente no podría. Tenia una vista impresionante ahora y su oído era molesto, pues escuchaba todo de pronto, como normalmente es, pero con más intensidad. Jodida mierda, iba a explotarle la cabeza.
Podía escuchar el timbre de la bicicleta a tres calles de distancia, escuchaba la campana de la puerta de la biblioteca siendo abierta, podía escuchar al vendedor de fruta gritándole al señor que chocó su camión, el llanto del niño en la cafetería de la siguiente calle, la pareja peleando en el edificio de enfrente.
─Concéntrate, vamos, concéntrate.
Pensó en las señoras, llevando su atención a ellas, mirandolas, empezó a enfocar sus labios en su mirada, poco a poco su oído se agudizó en ellas.
─Escuche que va en el último año de preparatoria ─dijo una ─, su abuela era la doctora estrella del hospital Ying y que llevaban años escondidos.
─Que desastroso, seguramente la tenía amenazada y por eso la doctora no dijo nada al respecto.
─Según era uno de los chicos de cuadro de honor.
─¿Crees que tenía uno de esos poderes para leer las mentes?, no tiene cara de ser un niño inteligente. Tiene cara de ser consentido y obtener todo lo que quiere. Un desperdicio de tiempo en alguien como él.
─Ojalá lo encuentren y lo encierren con los demás. Pena de muerte a esas atrocidades.
Jungkook no lo soportó más, la amargura escurrió por todo su cuerpo y el puesto de periódicos estalló, no había fuego, no habían heridos, pero todos los periódicos y revistas salieron volando hechos trizas, las mujeres se asustaron, tropezando y cayendo en el lodo. Comenzaron a quejarse por el golpe y él sonrió, siguiendo su camino.
Cada que paraba en un puesto de periódicos o un lugar donde ponías una moneda para obtener uno, se deshacía de aquellos, haciéndolos trizas o tirando los al bote de basura más cercano.
Nadie iba a llamar asesino a Jimin y salirse con la suya.
Al llegar a la zona de la preparatoria, caminó a la entrada, dando pasos lentos hacia adentro.
Todos le miraban.
Y no era por su aspecto, lo sabia de sobra.
Evan; Veinticiente capítulos, veinticiente. Que corta va a ser esta historia.
Vayan a mis redes sociales, al canal de YouTube y a la cuenta de fans que me hicieron en instagram :((((
Hoy voy a maquillarme y a hacer tiktoks.
Evan, fuera.
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