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19


El despertador comenzó a sonar.

Joder, que molestia.

Su mano se movió deslizándose por el brazo de su chico hasta llegar al buro, apagó aquel artefacto y sentenció en su cabeza aventarlo contra la pared. Cuando dicho objeto volvió a sonar, su mano se movió dispuesta a aventarlo y los dedos del pelinegro se enrollaron en su muñeca para detenerlo.

─Te dijo tu madre que si lo rompías de nuevo te castigaría sin celular y sabes que eso significa no vernos. Deja al pobre despertador en paz. ¿No crees que te estás volviendo muy agresivo?

Jungkook movió su mirada somnolienta al rostro de Jimin, el chico le sonreía con esa sonrisa arrogante que tanto le molestaba y fascinaba a la vez. Maldito.

Tenía los cabellos revueltos, los ojos brillosos, sus facciones duras, unos dientes impecables, labios anchos delineando aquella arrogancia, estaba apoyado sobre la palma de su mano, se sostenía con su codo sobre la cama en la que ya no había mucho espacio sobrante, no tenía camiseta y su cuerpo ejercitado estaba ahí mostrándose sin piedad ante el menor.

─Me vale ─respondió el menor, apoyándose de la misma manera para desafiar al chico ─, ¿te dejo de gustar siendo así?

─No me importa cuán perra te pongas, querido mío. Sé que de igual forma no puedes evitar ser blando conmigo y en cualquier momento vas a sonrojarte.

Las mejillas de Jungkook comenzaron a ponerse rojas, el mayor al instante agregó  el "¿ves?"y comenzó a reírse, logrando que Jungkook se cubriera la cara y lo empujara de la cama. Lejos de caer al suelo y golpearse, el chico permaneció suspendido en el aire, mirándole con esa sonrisa arrogante una vez más.

El menor rodó los ojos y volvió a hundirse en la cama, ignorando por completo al chico suspendido en el aire.

─Si tienes poderes de fuego, deberías quemar al señor frío para que deje de congelarse las pelotas y el pito.

─Joder, Jeon ─posó sus pies en el suelo, caminando en dirección al baño mientras negaba.

Aquel precioso niño inocente había cambiado mortalmente en dos años, la pubertad le había beneficiado en demasía. Con quince y dieciséis ambos habían cambiado, pero quien más lo había hecho sin duda era Jungkook; su personalidad y cuerpo, su forma de actuar, la necesidad de no mostrar su sonrisa todo el tiempo, de no ser tierno. Jimin lo asociaba con alguna etapa en la que el menor quería ser cool siendo típicamente frío. Sin embargo, no importaba cuando Jungkook tratara de ser de una manera.

Porque al final, volvía a ser ese niño de ojos de bambú para él.

Solo que, se habían añadido a su repertorio unas cuantas cosas más.

El suelo no se sentía frío bajo sus pies, posiblemente por la regulación de su cuerpo al tener tantos poderes duales con  los elementos naturales, no podía entender del todo el porque el menor tenía tanto frío, pero lo atribuía a eso. Se cuestionó, una vez más, como era que su pequeño niño había cambiado de un momento a otro, podía pensarlo así, pero fue un tiempo en el que poco a poco Jungkook se atrevía a decir algo y después, ya no le importaba si sonaba mal o si el mayor le regañaba.

Y Jimin le dio su espacio, no negándose a aceptar la nueva estaba de Jungkook. Le gustó lo descarado que estaba siendo y que solo con él podía regresar a ser bambi.

─Jungkook, levántate, tenemos que ir a clases.

─No me voy a levantar, ¿y si faltamos?

─De ninguna manera, hoy tienes examen de matemáticas y no nos quedamos hasta tarde estudiando para que no vayas a hacerlo.

Jungkook llevó a su mente la llegada del mayor a su habitación, aquel había escalado por su ventana para adentrarse como había estado haciendo desde que les prohibieron el dormir juntos, estuvieron sentados en el escritorio, resolviendo problemas matemáticos y dándose una buena cantidad de besos. Cada que Jungkook respondía bien y hacia los procedimientos correctos, Jimin le daba besos sabor a fresa.

─Es eso mismo, mi cerebro está achicharrado.

El mayor salió del baño, tomando su camiseta para adentrarla a su cuerpo. Tomó su celular, desbloqueando la pantalla para observar la hora y las noticias en la barra de notificaciones. Abrió rápidamente la que decía "Ghoust lo hace de nuevo".

─Deja de poner excusas y ve a lavarte los dientes. Tu padre no tarda en venir a despertarte y mi abuela en cruzar el jardín.

La noticia se basaba en la figura pública que su persona se había convertido, alguien que luchaba contra el mal. Un mutante contra otros mutantes. No sé sorprendia, desde aquella vez en la que luchó, fue una noticia mundial; incluso salió en las noticias, imágenes borrosas de él luchando contra el tipo del brazo cuchilla. Se desenvolvió en constantes ataques, su aparición había atraído a otros mutantes para querer luchar con él y eso desató comentarios negativos y positivos, ahora había gente que apoyaba a los mutantes aún más y gente que los aborrecía pero.

Había expuesto a gran medida el mundo mutante.

Este noticia, especialmente, había sido sin quererlo. Un mutante había llegado a su preparatoria, la única preparatoria de la pequeña ciudad, iba con el simple deseo de secuestrar a los jóvenes y obtener beneficios. Jimin salió a defender solo por el simple hecho de que el grupo que quería tener entre sus manos era el de su pequeño conejito. Y de ninguna manera iba a permitirlo.

¿Cómo era que la prensa sabía que el chico de cabellos blancos se hacía llamar Ghoust?, totalmente a causa de Jungkook que en presencia de una de tantas peleas al inicio de todo había gritado "tú puedes, Ghoust" y el apodo se había adecuado totalmente a su apariencia. Fue perfecto y no le molestaba, de hecho estaba más orgulloso de ello, fue mejor, ¿y si le llamaban algo como el rey helado?, ¿frozen?, ¿fantasmin?, no de ninguna manera.

El mayor tomó el pie de Jungkook, jalandolo hasta estar con el culo al aire y el mayor entre sus caderas, lo había asustado, tomó su rostro y sonrió enseñándole la noticia.

─Están creando una marcha para permitir que los mutantes conserven sus vidas normales.

─¡¿Qué?! ─sus dedos se enrrollaron en el celular, empujando el pecho de su novio, evitando que pudiera ver su rostro sonrojado, caminó en dirección al baño. El mayor, orgulloso se calzó y peinó desde donde estaba, tomando su mochila para adentrar sus cosas de la escuela y caminando a la ventana.

─¡Eso es genial! ─llegó hasta la ventana dándole el celular ─, has hecho demasiado.

Jimin sonrió, tomando su cuello para posar sus dedos en parte de su nuca y acercarlo. Unió sus labios de una manera lenta, sin necesidad de ir más allá, una fresca unión por la pasta de dientes, sentian cosquillas en sus labios, un pequeño hormigueo que duró unos segundos cuando se separaron unos dos centímetros.

─Todo es gracias a ti ─murmuró el de cabellos negros.

Comenzó a bajar, el menor mirándole desde arriba con una sonrisa y luego, la puerta de él se abrió, giró para mirarle y cerró las cortinas. Justo a tiempo.

─Buenos días, papá.

─No sé porque abres las cortinas cuando despiertas y las cierras minutos después.

─Manía. El aire me despierta, pero no permitiré que los vecinos me vean el culo.

─¡Jungkook!

Los pies del de cabellos carbón se posaron en el pasto, su sonrisa no abandonaría su rostro, estaba muy enamorado. Su corazón saltó en su pecho, latiendo rápido cuando las palmaditas estaban en su espalda, se giró con rapidez en un sobre salto.

─Abuela, me asustaste.

─Eso es porque sabes que lo que haces está prohibido, mi querido nieto.

La sonrisa tranquila de la mujer le hizo sentirse relajado de alguna manera, sabia que tanto ella como la madre de su novio no les incomodaba y molestaba la cercanía de la pareja, pero con el padre era distinto, mientras más crecían más reglas les ponía. Nada de besos frente a él, si podían estar separados por un metro de distancia era mejor, no podían mirarse más de veinte segundos, no debían decirse cosas cursis cuando estuviera él; era ridículo, pero lo entendía.

Igual no es como que acatarán las reglas del todo, les valía un poco, más al menor. Descaradamente había ido a sentarse en las piernas de Jimin varias veces.

Y eso que tenía quince años.

¿Cómo sería de más grande?

Sus mejillas se calentaron.

─¿Qué sucede con esa expresión tuya? 

La abuela adentro la llave que tenía de la casa Jeon, abriendo la puerta con un simple movimiento y entrando con Jimin a su espalda, en ese momento los señores Jeon estaban en el comedor, mirandoles desde ahí y Jungkook bajaba de las escaleras con una sonrisa, yendo más rápido y lanzandose a Jimin a pesar de estar juntos toda la noche. La abuela comenzó a reírse.

─¡Diez metros de separación! ─gritó el señor Jeon, su mujer movió la palma de su mano contra su nuca ─. ¡Oye, amor!

El aroma de la comida inundaba la casa de una manera deliciosa, su sabor lo eran también, siendo desgustada por los paladares de cada uno de los presentes. La familia se reunía en la mesa mientras reían y sonreían por temas distintos que abarcaban lugar en la mesa, las manos escondidas por debajo de aquella, dedos entrelazados por costumbre desde que eran menores, sonrisas complices y miradas coquetas. El pelinegro llenando el plato de Jungkook y éste haciendo lo mismo.

─¿Vas a llevarte el auto esta vez? ─cuestionó la mujer mayor del lugar sacudiendo las llaves que colgaban de su dedo ─, no puedes seguir evitando el conducir, es mejor que vayan ambos en el auto.

Park Jimin tenia licencia de conducir aún siendo dos años menor a la edad minima para tenerla, su abuela le había ayudado a conseguirla más porque ella lo quería y no tanto porque el mayor lo deseara. Además de facilitar las compras, el chico estaría seguro y Jungkook igual, si un mutante llegaba de algún lado, ellos podrían hacer chirriar las ruedas y salir de ahí.

Pero a Jimin no le era muy cómodo, lo hacía fácilmente y sabía conducir por su abuela y el señor Jeon, pero le era un poco estresante, todo eso de él tráfico, el sol, el bullicio. No, no era lo suyo.

Por otro lado, Jungkook le encantaba ir en el copiloto con Jimin. Como si fuera en un auto descapotable de color rojo, se sentía de aquellas chicas de pelo largo empujado con el viento, dispuestas y capaces a todo, con un chico guapísimo al volante y lentes de sol. Aunque, el auto no era un descapotable de color rojo, era más bien un volkswagen derby 1977, el color ya estaba despuntado y no sabía si era naranja o era mostaza; él no era una rubia pero si estaba dispuesto y capaz de todo y, claramente, Jimin sin duda era un chico guapísimo al volante, pero sin lentes de sol.

─¡Si lo hará! ─respondió rápidamente Jungkook, levantándose para tomarlas y tirar a Jimin de su camiseta ─. ¡De hecho se nos hace tarde!, tengo examen de matemáticas.

El chico pelinegro formó un puchero con su boca por la parte de su desayuno que no pudo consumir, pero tomó su mochila, se despidió de los mayores y se movió detrás de Jungkook.

¿Por qué es que Jungkook estaba tan energético de un momento a otro?

Con la duda llenando su mente, utilizó su poder para leer la mente de su chico, enfocándose en lo que sea que estuviera pensando, encontrando la letra de una canción. Jungkook estaba haciendo eso otra vez, el truco que había aprendido, llenar su cabeza de cosas que no tenían nada que ver con lo que pensaba para que el mayor no le leyera.

Maldita sea.

─En tu cara, Ghoust  ─expresó, estirando le las llaves y subiendo al auto con una sonrisa.

El mayor rodo los ojos, subió al auto, miró los espejos, acomodó el asiento y abrochó su cinturón después de hacerlo con Jungkook y regañarle con la mirada.

─¡Vamos, mueve el culo!

El pelinegro sonrió y aceleró.







Evan: Feliz año nuevo, les dejé amor en mi tablero de mensajes. Los amo.

Tengo sueño, son 3:27, a pero estoy cante y cante en el karaoke. Cante promise y me encanto, pero estoy re temblando de los nervios porque esta gran parte de mi familia.

No pude terminar estar historia antes de año :( perdón. Espero que antes de febrero si.

Evan, fuera.





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