13
Jimin estaba sentado en el jardín del lugar, era una gran clínica compartida con un espacio para enfermos mentales y habíamos muchas áreas buenas, alejadas y seguras para él. Seguras para todos.
Había aprendido a disfrutar de su soledad, siempre estaba con Jungkook y cuando no era así estaba solo, no tenía el más mínimo interés por hacer más amigos por más que las personas le perseguirán, incluso antes del cambio, Jungkook fue una gran excepción. De alguna manera fue bueno, porque así fue más fácil asimilar que no le haría daño a nadie, sus poderes se descontrolaban en cualquier momento y eran peligrosos.
Excepto con Jungkook.
Jungkook lo mantenía en calma, lo mantenía en control, le ayudaba a mantenerse equilibrado. Con su sonrisa, con su voz, con sus juegos, los besos, caricias, tan solo con estar cerca de él. Por eso sabía, que nunca le haría ningún daño con su poder, porque era su ancla, quien lo mantenía en tierra, en un solo lugar. Jungkook lograba que la tormenta en su mar no le causara daños.
Y estar lejos de él era jodiamente difícil, como justo en ese momento. Estaba en modo fantasma y no podía cambiar, quería sus ojos miel, su cabello negro, su color natural de piel, lo necesitaba. Pero no podía conseguirlo, estaba siendo, simplemente imposible.
Aunque estaba ahí, sentado, con los ojos cerrados, concentrándose, no podía sentir el cambio, no estaba ese cosquilleo que le aseguraba la transformación de su anatomía. Entonces, el sol cálido de la tarde en su piel fue retirado de un momento a otro, abrió los ojos encontrando un hombre.
Era un muchacho tenía la piel muy pálida, en demasía, sus ojos eran esmeralda, el cabello lo tenía corto, las orejas largas terminando en punta, el rostro huesudo ya que era delgado, bastante y muy alto. Intuía que estaba en sus veinticinco años de edad, vistiendo una camisa blanca, con un pantalón de vestir azul marino y una corbata a juego. El chico le recordaba a un Ken o algo así como el Cameron o Dylan de las Bratz, programa que veía porque a Jungkook le entretenía, aunque ahora se negana a admitir. Pero, no importaba nada de eso, porque el chico tenía unas grandes, enormes, alas; eran lo suficientemente grandes para arrastrar en el suelo y ser más altas que su cabeza, el plumaje era azulado con verde como el de un periquito australiano.
─Tu cabello está cool.
─Gracias ─volvió a cerrar sus ojos, tratando de ignorar al chico. Pensó en su transformación.
─¿Estás haciendo yoga? ─mencionó el chico, volviendo a interrumpir.
─No.
Hubo silencio en el aire, unos momentos en donde trataba de recobrar su postura, pero ahí estaba, la sensación incomoda de que alguien lo estaba observando. Abrió los ojos con exasperación.
─¿No tienes cosas que hacer en alguna parte lejos de aquí?
─Ahora no. ¿Cómo te llamas?
─Que te importa.
Jimin volvió a cerrar los ojos, decidiendo ignorar de verdad al chico, sintió como el tipo se sentaba justo frente a él, sus rodillas se rozaron.
─¿Bueno a ti que te pasa? ─cuestionó con algo de agresividad.
─Eres muy gruñón para ser tan joven.
─Y tú muy molesto para ser viejo.
El chico pareció indignarse, acogiendo sus alas atrás de su espalda y luego abriendolas totalmente, había puesto una mano en su pecho.
─¡Estoy en mis dulces veintitrés!
─Bueno, no parece. Lárgate.
Jimin volvió a cerrar los ojos, el chico no se iba, estaba poniéndose de mal humor. Concentrate, Jimin, debes concentrarte.
Escuchó los pájaros cantar, el viento moviendo las hojas de los árboles, los susurros del aire, hasta que la tranquilidad del jardín se perdió en la molesta bolsa de frituras siendo abierta. ¡¿De dónde siquiera la había tomado?!
─¿No puedes jodidas callarte o ir a otro lugar?
─¿Interrimpi tu yoga?
─¡No es yoga!
─¿Me vas a decir tu nombre?
Jimin estaba sintiendo un tick en su ojo derecho, estaba enojado, muy enojado, estresado por no poder cambiar, por las malas noticias que le dieron al ser el único ser de sangre plateada por el momento, sobre todo por casi matar a varios químicos y a su amada abuela. ¡¿Y ahora venía este tipo raro?!
─Largate.
─Si me contestas 5 preguntas me voy y te dejó hacer tu yoga.
Jimin se estaba concentrando mucho por que el fuego no saliera de sus dedos o el hielo no se esparcieron por el suelo. Al parecer su cuerpo tenía energía para dañar y no para volverlo a su imagen deseada.
─Que no es... Agh, en fin, ¿te irás si las respondo?
─Pero las debes responder con total sinceridad.
Jimin miró mal al chico, muy mal y era cierto, estaba siendo muy malo, para tener catorce parecía alguien mucho mayor y no tenía mucha paciencia. Jungkook seguramente le regañaría por ser tan grosero y su abuela seguiría reprendiendolo también. Suspiró, asintió.
─¿Cuál es tu nombre?
─Dime Ghoust. No te voy a decir mi nombre.
─¡¿Por qué?!
─Eres raro. Llevas dos.
El chico se quejó sonoramente mientras dejaba de comer, expresando con la boca llena un "¡eso es injusto!" y Jimin se encogia de hombros, le apuró con un gesto de su mano.
─¿Cuál es tu poder?
Jimin pensó en el que venia intentando en ese momento, pensó en el nombre que su chico le había dado y respondió con ello.
─Copycat.
El chico le miró con insistencia, queriendo preguntar pero negándose a ello porque seria otra pregunta hecha. Jimin se sintió un poco mal, solo un poco y se dignó a responder.
─Cambio de color y rasgos en cuanto de físico se trata. Mi cabello, mi piel, mis ojos, el rostro. Lo que sea mi anatomía. Puedo tener tu rostro como el de cualquier otro.
─Waaa. ¿Nada más?, me refiero a que si es el único.
─Tengo uno que otro más.
El chico pareció preocuparse de un momento a otro, entrando en un estado ansioso donde su dedo se movía constantemente sobre su rodilla. El menor ahí deseaba entrar en sus pensamientos, pero estaba demasiado cansado, no sentía que funcionaría, aquel le tomaba más trabajo que cambiar de imagen, lo cual de por si ya era difícil.
─¿Vienes sólo? ─preguntó nuevamente.
─No. Vengo con mi abuela, es amiga de alguna manera del jefe de todo este lugar ─el chico pareció aliviado, Jimin se confundió un poco más, subiendo una ceja.
─¡Palatto!
Las miradas de ambos se movieron hasta donde terminaba el jardín y comenzaban los pasillos, habían tres personas, un chico de fuego, un muchacho de piel morada con múltiples pinchos y una chica de piel azul con cabello muy largo. El chico de las alas se levantó diciendo "Ya voy".
─No espero que lo entiendas y tampoco voy a explicarlo. Si tienes más de cinco poderes, muestra tres y hasta ahí.
─¿Por qué no he de mostrar todos si se supone que ellos me ayudan a controlarlos? ─cuestionó, los ojos esmeralda le miraron con tristeza.
─Vamos a ir a jugar mutaball, ¿quieres unirte?
─¿Qué es mutaball?
─Jugamos con una pelota con nuestros poderes, el punto es anotar sin importar como. Es sano, sí. Una forma de entrenar.
Jimin señaló con sus manos abiertas extendiendolas desde el centro de su cuerpo a los lados, el como estaba sentado.
─Ya tengo mi forma de entrenar, gracias.
─Ya sabes mi nombre, si me buscas puedes preguntarle a quien sea, soy amigo de todos.
El chico abrió sus alas y se abrió paso en el aire, elevándose hasta ir donde estaban los otros y luego perciguiendolos mientras gritaba.
Su cabeza estaba siendo comida por lo raro que había actuado el chico, pero lo dejó ir, estaba demasiado cansado para seguir con ello. Prefirió viajar sin moverse, cerrando los ojos y transportarse lejos de ahí, muy lejos. Sabía que a esa hora Jungkook debía de estar en la escuela y así lo encontró, recargado en su pupitre, el chico miraba al cielo con un puchero, recostado entre sus brazos, luciendo demasiado lindo. Deseaba estar con el menor, porque a Jungkook no le gustaba estar solo.
─
Hey, maricon ─Jungkook se sentó recto mirando a donde venia la voz, por lo tanto el de cabellos blancos también. Eduardo y sus amigos se encontraban parados en la puerta, el mayor de todos y que había estado en un centro de menores tenía un tubo en sus manos ─. Hoy me las vas a pagar todas. Ahora que salí de la correccional no vas a salvarte, maricon.
Maldito idiota.
Jimin presionó sus dedos en sus piernas, sintiéndose intranquilo, tenía que hacer algo definitivamente.
─¿Eres algo así como homofóbico?, dices tanto maricon que seguro lo eres. ¿Por qué jodes tanto?
Escuchó, escuchó bien, esa era la voz de Jungkook con un deje de retar, estaba totalmente retando al tipo más grande que él pero del mismo curso y que además traía un tubo.
¿Jungkook que estás haciendo?
[...]
¿Qué estoy haciendo?, pensó Jungkook.
¡Había dicho una grosería!, oh si Jimin sabe que repitió una de sus malas palabras le iría muy muy mal.
Estaba aún sentado porque sus piernas le temblaban, mirando a Eduardo que presionaba sus dedos volviendo blancos sus nudillos en el tubo, ahora más enojado. Había toreado a un toro con sangre de venganza, sangre asesina, que traía dos amigos más dispuestos a hacer lo que él dijera.
Sí, Jimin le había enseñado a defenderse demasiado bien, aprendió lo que tenía que aprender, pero eso era demasiado, Jimin era uno y nunca tuvo intensión de lastimarlo, ellos eran tres, el jefe tenía un tubo y por supuesto que tenían intensión de causarle mucho daño.
Y temió con más fuerza cuando Eduardo ordenó que sus amigos le rodearán.
─No te conviene meterte conmigo, Eduardo.
El chico tronó la lengua en burla ─, ¿Va a venir tu novio?
Jungkook sintió sus mejillas arder, a pesar de que sabía que lo decía en burla, esa palabra, esa etiqueta, le sonaba muy bien.
─Sabes perfectamente que Jimin no está aquí, por eso estás ahora mismo amenazandome. Ya que si estuviera, no lo harías.
─Cállate, marica.
Jungkook se levantó para recargarse en el pupitre de a lado, tenía a los amigos de Eduardo a cada lado.
─Porque le tienes miedo.
Eduardo se acercó con el tubo, Jeon levantó su mano rápidamente para obtener atención cuando los chicos iban a tomarle.
─No te conviene meterte conmigo porque llevas años agrediendome, siempre a mi aunque vayamos en clases distintas. Acabas de salir de la supuesta rehabilitación y casi cumples la mayoría de edad. Si me agredes puedes terminar en la cárcel y tus amigos en la de menores.
Todos se quedaron quietos, había dado en el punto, estaban pensándolo.
─Además, yo soy muy pequeño, delgado y débil. Se me pueden romper muchos huesos, tendrás que pagar mi recuperación física y psicológica ─señaló su cabeza.
Eduardo bajó el tubo, sacando su teléfono celular del bolsillo, siendo que tal vez no debería tener algo tan caro por ser tan hijo de puta. ¡Jimin y él no tenían uno y eran geniales!, lo puso en su oreja, como si atendiera una llamada muy importante, pero sabía que no había tal cosa. Fingió colgar.
─Tienes una puta suerte, si no me necesitaran te habría roto cada hueso.
─Si como sea, rápido rápido ─Jungkook movió su mano, sus dedos se deslizaban por el aire de donde estaba a donde estaba Eduardo, de una forma rápida y graciosa desde su punto de vista.
Eduardo y sus amigos salieron se su vista, dirigiéndose afuera por la puerta y arrastrando el tuvo, Jungkook se concentró en liberar todo el aire contenido en su cuerpo y poner su mano en su cuello para sentir su pulso.
─Ay, Diosito, si me asusté ─expresó, tomando sus cosas con rapideza y saltando en su lugar con emoción ─. ¡Pero lo hice!, Jimin tenía totalmente toda toda la razón. ¡Le quiero contar!, lo extraño... Mejor me voy antes de que regresen.
Sus pies resonaron en los pasillos de la escuela después de ver reiteradas veces a los lados para no encontrarse con Eduardo y sus amigos, regresaría cuando ya hubieran maestros que pudieran protegerlo.
Y Jimin desde donde estaba comenzó a cambiar, su piel a tener color y su cabello a ser negro, pero sus ojos no volvieron al miel.
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Evan, fuera
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