Capítulo 8
— ¡Mal! Despierta de una vez, tenemos que ir a la maldita escuela...—Escuché las palabras de mi mejor amigo y lo ignoré, acomodándome mejor en mi cama. —Bueno, lo he intentado por las buenas, ahora hay que hacerlo como en los viejos tiempos. —Dicho esto sentí cómo me tiraba agua encima, me levanté y lo golpeé.
—Agh, está bien, ya entendí... pero quiero quedarme en la cama a comer galletitas y aislarme del mundo. —Suspiré mientras buscaba ropa, me cambié mientras lo miraba de reojo.
— ¿Te refieres a estas?—Dudó, señalando las que había guardado en un tupper en el cajón de mi mesita de luz.
—No Jay, ésas son las que están hechizadas, hicimos demasiadas. —Hice una mueca. —No puedes comerlas, necesito que seas totalmente tú, no que te conviertas en un idiota que daría lo que fuera porque lo besaran o algo por el estilo. Recuerda, el amor es un juego.
—No haré eso M, todas las chicas se mueren por mí, no al revés. —Afirmó mientras jugaba con mi cabello. —Aunque tal vez podría darle una a Lonnie, se está haciendo la difícil. —Sugirió.
—Oh vamos, las chicas en la isla eran casi tan difíciles de conquistar como la hija de Mulán y sin embargo las tenías a tus pies, no vas a ser tentado por esa estúpida, larga vida al mal. —Acomodé mi ropa y tomé mi bolso, guardando mi libro de hechizos allí, por si acaso. —No es que no confío en ti pero yo me quedo con las galletas. —Le sonreí antes de sacarle el tupper de las manos.
—Pero Mal yo...—Empezó, lo miré seria.
—Pero nada, Jay. Somos malos de corazón, no lo olvides, esto es solo temporal. Ahora vámonos o llegaremos tarde. —Sentencié antes de salir de la habitación.
Extrañaba asistir a Dragon Hall, la escuela en la isla, donde te castigaban si llegabas temprano.
Él me siguió y salimos de la residencia para ahora dirigirnos hacia la preparatoria Auradon, nos separamos para ir a buscar nuestros libros a nuestros respectivos casilleros, los cuales estaban bastante alejados.
El mío era fácil de reconocer pues había pintado la silueta de mamá, en su interior estaba escrito «larga vida al mal». Mis amigos habían hecho lo mismo con sus casilleros, aunque en ellos estaban pintadas las siluetas de sus respectivos padres. Era nuestra marca personal, me hacía sentir como en casa.
Al llegar al mío empecé a buscar los libros de mis próximas clases cuando una chica de vestido rosado apareció de repente.
— ¿Qué quieres?—Mencioné mientras seguía buscando lo que necesitaba.
—Lo único que quiero es que regreses a donde perteneces y me devuelvas a mi Bennyboo. —La castaña me sonrió falsamente.
—No tengo ni idea de qué estás hablando y no quiero volver así que si eso es todo lo que tienes que decirme, desaparece de mi vista, ver tanto brillo en tu ropa me fastidia. —Mencioné, fingiendo inocencia y Audrey me miró con odio.
—No te hagas la buenita, las dos sabemos que no lo eres. ¿¡Qué le dijiste a Ben para que él terminara conmigo!?—Gruñó ella.
— ¿Yo? Tú eres la que me trata mal, yo no he hecho nada querida, si él se enteró de que eres una persona despreciable que no tiene nada de hermosa y que además lo has estado engañando con Chad, pues que bien por Ben porque las dos sabemos que no lo mereces. —Respondí simplemente y tomé mis libros, cerré mi casillero con llave y me la guardé. —Ahora si me disculpas, tengo clase y no quiero llegar tarde. —Dije antes de marcharme, dejándola con la palabra en la boca.
Entonces alguien me abrazo por detrás y sonreí al reconocer su perfume.
—Buen día linda. —Susurró el chico en mi oído, tomando mi mano.
—Hola Ben...—Le sonreí mientras seguía caminando junto a él.
— ¿Te pasa algo? Te noto rara, Mal...—Admitió algo preocupado.
—Solo no he dormido bien, amor. —Mentí entonces y relamí mis labios lentamente.
—Ah, casi lo olvido, terminé con Audrey así que ahora puedo gritar al mundo que eres mía. —Anunció feliz y negué con la cabeza.
—Ah, bueno, eso no me afecta, Ben, pero por favor no grites eso...—Supliqué mirándolo, él no dejaba de mirarme.
—Creo que te olvidaste de algo, preciosa. —Susurró y empezó a acariciar su cabello, tardé varios minutos en comprender a qué se refería y rápidamente até mi cabello.
—No me juzgues, tuve una noche horrible desde que nuestra cita terminó. ¡Ahora casi llego tarde y Jay me tiró agua para que me levante!—Me crucé de brazos.
— ¿Fue tan gentil de despertarse antes y meterse en tu habitación para que llegues a tiempo?—Dudó él.
—Oh, no, ya estaba allí, dormimos juntos. —Me encogí de hombros y él frunció su ceño, apretó sus puños.
—Así que durmieron juntos...—Repitió entonces.
— ¡Es mi mejor amigo, es como mi hermano! No te pongas celoso—Aclaré entonces.
— ¿Por qué no quieres que lo haga, cariño?—Cuestionó y me miró, negando con la cabeza.
—No quiero que te pongas celoso de él porque es como un hermano para mí, no haría nada de lo que hago contigo con Jay, sería demasiado raro y los celos a veces pueden convertir una relación en algo tóxico y enfermizo que termine lastimándonos a ambos y no quiero que eso pase con nosotros. —Mencioné entonces. — ¿Quieres sentarte conmigo en la clase de Bondad?—Cambié de tema.
—Lo lamento linda, no puedo ir, tengo que encargarme de unos asuntos de la coronación y no pueden ponerme falta porque es un asunto de la realeza, ser príncipe tiene sus ventajas, supongo. Pero puedes sentarte con Evie, aunque estaba muy rara cuando la vi...
Cerré los ojos con fuerza para evitar derramar lágrimas en cuanto el príncipe nombró a mi mejor amiga, me dolía lo que había pasado entre nosotras.
—Ya tengo que irme, bonita, que tengas lindo día, te llamaré si podemos vernos más tarde. —Ben se me acercó para besarme pero le corrí la cara y empecé a buscar algo en mi bolso.
— ¡Agh! No puede ser que traje galletas pero me olvidé los chicles. —Hice pucheros y él me besó la mano antes de irse, suspiré hondo antes de entrar al aula, en donde dejé mis libros en un banco vacío y miré a la chica de cabello azul que estaba con Doug, Jay estaba sentado con Lonnie y el asiento al lado de Carlos estaba ocupado por Jane.
Me dirigí hacia el banco en donde estaba la hija de Mulán con mi mejor amigo.
— ¡A ti te estaba buscando! Como te olvides de hacerme acordar de que me tengo que peinar otra vez, te vas a arrepentir...—Le advertí, señalándolo.
—No te preocupes M, no te ves tan mal...—Murmuró pero no pudo evitar reírse, lo golpeé en el brazo.
—Parece que alguien tiene un día de cabello feo. —Se burló la castaña que acababa de llegar y me volteé para mirarla.
—Normalmente la ayudaría con eso pero sigo dolida...—Le susurró la hija de la reina malvada al hijo de Tontín aunque pude escucharla, bajé la mirada y me fui a sentar ya que el hada madrina acababa de entrar.
—Chicos, como la mayoría sabe, se acerca un día muy especial para todo el reino... —Empezó a hablar la mujer, odiaba esta clase, era demasiado aburrida, y empeoraba cuando Ben no estaba. Supuse que hablaba de la coronación aunque faltaban días para eso, suspiré hondo, saqué mi cuaderno y un lápiz y empecé a dibujar la varita del hada madrina.
—Aún no tengo listo mi vestido para la coronación. —Bufó la chica de cabello azul.
—No Evie, no me refería a ese evento. Yo estaba hablando del día de la familia, en donde todos los familiares de los estudiantes de la preparatoria se reúnen...—Aclaró la mamá de Jane y dejé de escucharla.
—Claro que los villanos no vienen, no se merecen venir aquí, ustedes tampoco. —Escuché la voz chillona de la chica de vestido rosa que estaba sentada detrás de mí y mordí mi labio inferior.
—No molestes, no estoy de humor. —Le advertí, intentando concentrarme en mi dibujo.
— ¿Así que debo dejar de hablar porque una villana me lo ordena? Ja, no, la realeza tiene prioridad aquí, no eres nadie, nunca lo serás. —Prosiguió Audrey y seguí dibujando, miré a mi alrededor y noté que Jay escribía algo en una hoja, la arrugaba y finalmente se la arrojaba a la chica detrás de mí, repitió lo mismo varias veces y no pude evitar sonreír al ver como la hija de Aurora se estaba enojando. — ¡Basta! Hada madrina, Mal me está arrojando papeles. —Me acusó rápidamente, me apresuré a guardar el dibujo que estaba haciendo antes de que la profesora se acercara hacia nosotros.
—Eso no es cierto, eso es inmaduro, ¿por qué lo haría?—Me encogí de hombros.
—Porque eres una inmadura que está celosa porque las princesas lo tenemos todo y ustedes, los hijos de villanos, no tienen nada. —Me provocó la chica que estaba sentada detrás de mí.
—Mal, si no le estabas arrojando papeles a Audrey, ¿qué es esto?—Cuestionó el hada madrina, señalando los papeles arrugados que estaban en mi bolso, eran dibujos que simplemente no me habían gustado.
— ¡Ella no ha hecho nada!—Me defendió Carlos, levantándose de su asiento.
—No la defiendas, claro que lo ha hecho, la evidencia está ahí, ustedes son capaces de hacer cualquier cosa para perturbar la paz de este reino. —Mintió la castaña y la miré con odio. —Ben debió escucharme cuando le dije que ustedes son problemáticos y no se merecen estar aquí disfrutando de todo lo que nos pertenece, pero es muy bondadoso, pero sé que llegará el día en que ustedes harán algo que lo hará comprender que se equivocó al traerlos aquí porque son iguales que sus padres. ¡Y Mal es el claro ejemplo de eso!
— ¡Cállate de una vez! ¡Aquí la única persona que le puede gritar soy yo, tú no eres nadie para tratarla así!—Intervino Evie rápidamente, lo cual me sorprendió bastante.
— ¿¡Cómo te atreves a tratarlos así!? ¡No te han hecho nada, aquí la única que es problemática eres tú!—Fue Jane quien se levantó de su asiento para ir a empujarla.
—Deja de echarles la culpa por todo, ya me cansé de que siempre intentes hacerlos quedar mal. —Añadió Lonnie, colocándose al lado de la hija del hada madrina para darle su merecido a la chica del vestido rosa.
— ¿¡Pero qué están haciendo, chicas!? ¡No deberían ponerse en mi contra! ¡Ustedes son mis mejores amigas!—Dijo Audrey
Esto se estaba poniendo muy interesante, aunque suponía que se comportaban de esta manera porque el hechizo les seguía haciendo efecto, lo cual nos beneficiaba.
— ¿Cómo puedes creer que quiero ser amiga de una persona tan egoísta como tú? Prefiero perder una guerra antes de seguir tus pasos, si crees que voy a ser una de tus clones que tratan mal a quienes no se lo merecen y harían cualquier cosa para conseguir lo que quieren, estás muy equivocada. —Masculló Lonnie, mirándola con desprecio. —Y no quiero que vuelvas a hacer algún comentario despectivo sobre mi novio o sus amigos, porque entonces te las verás conmigo.
—Bella y Bestia se equivocaron al dejarlos en esa isla, la única que merece estar ahí eres tú. —Gruñó Jane. —Ella tiene razón, no voy a seguir soportando que te burles de mí por mi aspecto, por mis sueños, por el tipo de ropa que uso, estoy harta de todos tus dramas, así que puedes irte directo al infierno, pero te irás sola, porque eso es lo que te mereces.
— ¿¡Qué acabas de decir!? ¡Yo no me merezco estar encerrada en ese lugar tan feo! ¡No deben de tener los acondicionadores caros que necesita mi cabello, ni agua caliente, se arruinaría mi piel! —Se quejó la hija de Aurora.
En algo tenía razón: no sobreviviría ni un solo día en mi hogar. Desearía tanto poder llevarla ahí para verla sufrir hasta que me harte de esta chica y finalmente la destruya de una vez por todas.
— ¿Sabían que está comprobado científicamente que el infierno es el lugar donde más calor hace en todo el mundo? —Habló Doug.
— ¿¡Ven!? ¡Se arruinaría mi cabello y mi ropa también, mis vestidos caros no resistirían tanto calor! —Continuó la castaña.
—Ese atuendo ni siquiera resiste ser lucido por ti, te queda horrendo. —La hija de Mulán le rompió el vestido.
—No te preocupes por tu cabello, te lo arruinaremos antes de que te vayas al infierno, querida. —La novia de Carlos le sonrió falsamente antes de empezar a despeinarla, a lo que la hija de la enemiga de mi madre empezó a gritar, pidiendo ayuda, pero ninguno de los estudiantes hicimos algo para socorrerla.
—Por fin ellas se dieron cuenta de la clase de persona que eres, no mereces ni que te respeten. —Habló mi mejor amiga.
—Linda, no te metas. —Murmuró el hijo de Tontín.
— ¿¡Cómo que linda!? ¡La única que puede decirle así soy yo!—Lo miré con odio.
— ¡Suficiente! Jane, Lonnie, Audrey, no puedo creer que se comporten de esta manera, están castigadas. —Sentenció el hada madrina y no pude evitar sonreír. —Mal, en esto también estás involucrada. —Añadió ella.
— ¡Agh, odio esta maldita clase! —Grité, tomé mis cosas y salí del aula, pude escuchar que alguien me seguía y no pude evitar reconocerla por su perfume, me volteé a ver a la chica de cabello azul.
—M, tenemos que hablar. —Murmuró ella.
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