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Capítulo 9: Ideas Claras.

Timothée se encontraba en una especie de bar junto a Aramis, el muchacho había encontrado un lugar donde los Ingstad operaban y sin dudarlo fue hasta allá para buscar respuestas sobre el reciente ataque a su reino. 

El muchacho esperaba la reunión que tendría el dueño del lugar con un hombre importante mientras Aramis vigilaba a todos de cerca pues se encontraba de incógnito. 

Con ayuda de Darrell, Ayla había aparecido a las afueras de un lugar lujoso con mucha iluminación, la muchacha se puso rápidamente de pie mientras admiraba el paisaje. 

—Hay una muy buena probabilidad de que tu hermano esté acá. — dijo Darrell mientras se acercaba a Ayla. 

—¿Por qué lo dices? — preguntó la muchacha. 

—Hay una reunión con el hombre que mueve los hilos de la familia Ingstad, al parecer cerrarán un negocio. 

—Sí, entonces Tim debe estar acá… — susurró la pelinegra. —¿Qué vamos a hacer entonces? — añadió la chica. 

Darrell analizó la situación y tras algunos segundos ideó un plan que le explicó a la muchacha. 

Aquel hombre importante había aparecido, se trataba de Jeremy Spooner quien caminaba junto a Graham Ingstad, ambos hombres habían llegado al lugar escoltados por aurores del Ministerio Británico de Magia. 

—Tim, creo que son ellos… — susurró Amaris. 

El joven logró escucharla gracias al aparato que tenía en su oído. 

—Me moveré para estar más cerca. — dijo el muchacho. 

Ingstad y Spooner entraron a una sala privada en la segunda planta del lugar, Timothée intentó acercarse pero fue frenado por un par de aurores. 

—Disculpe, no puede pasar, es una reunión privada.

—Vamos chicos… solo quiero hablar con el dueño sobre un negocio, será rápido. — contestó el joven para después dar un par de pasos más. 

—Si intenta dar otro paso lo haré trizas, no sabe con quien se mete. 

—Claro, claro, lo lamento… — contestó Timothée fingiendo sorpresa, luego se dio la vuelta para encontrarse de frente a Aramis, era su turno de intentar entrar. 

—Traigo un importante mensaje para el Ministro de Magia, necesito entrar con urgencia. — dijo la mujer. 

La conversación fue interrumpida por un hombre que salió a toda prisa de aquella habitación pero no se trataba de Jeremy ni de Graham. 

—Es él, está aquí, hay que llevárselo. — dijo otro hombre detrás del primero que había salido. 

Aramis le dio una mirada a Tim la cual el muchacho devolvió, sin pensarlo comenzó a seguir a aquellos hombres desde la distancia. 

—No puede ser… — susurró para sí mismo al ver lo que sucedía. 

—Señorita, por favor aléjese de la zona, Spooner no recibirá noticias el día de hoy. 

Tim se acercó más de forma sigilosa para intentar escuchar la conversación de aquellos hombres. 

—Tienes que marcharte, Darrell. Vuelve a Londres, te estamos necesitando. 

—No volveré a ser su esclavo… mataron a alguien inocente y yo soy el que pone la cara por ustedes.

—Se acabó, ya sabes que hacer. — dijo uno de los sujetos al otro para luego dar media vuelta y volver a la sala. 

El hombre intentó sacar su varita pero en un rápido movimiento de Darrell lo dejó fuera de combate. 

—Avanza, vamos. — susurró el muchacho. 

Ayla seguía al hombre por el bar de forma sigilosa. 

—No… tiene a Ayla. — susurró Tim, Aramis escuchó. 

—¿Qué? ¿Quién tiene a Ayla? — preguntó con preocupación. 

La muchacha se descuidó y lanzó aquellas preguntas al lado de uno de los aurores. 

—¡Hay una infiltrada! — exclamó el hombre para sacar su varita después. 

—¡Mierda, me descubrieron! — soltó Aramis para luego defenderse del sujeto. 

Se hizo un desorden en el lugar, los que no tenían nada que ver salieron rápidamente del bar mientras que los aurores de Spooner y aliados comenzaban a atacar a Amaris. 

Sin embargo, la mujer era diestra en el combate y lograba esquivar cada encantamiento que le lanzaban. 

—¡Desmaius! — exclamó Ayla a uno de los hombres de Spooner que intentó atacar a Aramis distraída. 

Jeremy salió escoltado por Graham y algunos de sus aurores, Ayla le lanzó un encantamiento al Ministro el cual logró esquivar por poco. 

—¡Vaya insolencia! — exclamó el hombre con rabia para después devolver el encantamiento a la chica con más potencia. 

La luz del hechizo se acercaba rápido a la muchacha la cuál cerró sus ojos para recibir el impacto pero el mismo nunca llegó. 

–Metanse con alguien de su tamaño. — soltó Timothée frente a Ayla con su armadura de La Mantra Oscura. 

—¡Llévate al Ministro y a Graham! — ordenó el líder de los aurores a sus hombres. 

Tim protegió a su hermana y luego, de un gran salto llegó a la puerta para evitar que ambos hombres se escaparan comenzando una pelea entre ambos. 

Darrell robó una varita a uno de los hombres en el suelo y ayudó a Ayla a deshacerse del resto de aurores que quedaban. 

—Oye eres buen mago… ¿Fuiste a una escuela mágica? — preguntó la chica para aliviar la tensión del lugar. 

—Practiqué unas cuantas veces con mi padre antes de que muriera… — contestó el hombre. 

Timothée estaba por vencer a ambos magos en el mano a mano, Aramis custodiaba a Graham quien yacía en el suelo medio inconsciente mientras Spooner aún daba pelea aunque no por mucho tiempo pues el más joven lo envió a la lona tras una acrobacia que su madre le había enseñado. 

—Se acabó, Ministro. — soltó Timothée mientras colocaba su pie sobre el pecho de Jeremy para detenerlo. 

La puerta del lugar se abrió de un golpe, detrás de ella estaba el Presidente de la Confederación Internacional de Magos junto a un grupo de aurores del MACUSA los cuales atacaron a Ayla y a Darrell al verlos casi frente a ellos. 

—¡Alto al fuego, alto al fuego! — exclamó el hombre. 

Timothée se distrajo por la acción sucedía, Spooner le dio una patada al muchacho quitándoselo de encima y en un rápido movimiento desapareció del lugar. 

—¡Tim! ¿Estás bien? — preguntó Ayla quién intentó correr hasta donde estaba su hermano. 

—¡Alto ahí! No se mueva. — le ordenó un auror a la muchacha la cual se quedó quieta ante tal orden. 

—¡Bajen sus varitas! Nosotros no somos el enemigo. — soltó Timothée mientras se ponía de pie. 

—Él tiene razón, este hombre que está acá me manipula mentalmente junto a otros sujetos para llevar a cabo sus órdenes… tengo pruebas de lo que han hecho. — soltó Darrell acercándose con las manos arriba. 

El presidente de la Confederación observó el lugar y a todos los presentes para después hablar a sus hombres. 

—Matenlos… a todos. — ordenó el sujeto. 

—¡No! — exclamó Timothée para luego desaparecer de donde estaba y aparecer frente a Ayla para cubrirla de una lluvia de encantamientos que los hombres lanzaron. 

Darrell ayudó a Aramis a cubrirse detrás de una gruesa pared junto a él. 

Los encantamientos eran muy fuertes y a pesar de que la armadura de Timothée absorbía la mayoría de ellos no fue suficiente para proteger al cien por ciento al muchacho, en cuestión de algunos segundos quedó desmayado en el suelo sobre su hermana. 

Darrell se armó de valor tras el cese de los encantamientos e intentó abalanzarse sobre los hombres y atacarlos, sin embargo, Graham apareció a sus espaldas y con el encantamiento controlador alejó al muchacho del lugar. 

—Sí intentas algo te matarán dolorosamente. — dijo el hombre a Aramis mientras el resto de aurores apuntaban hacía ella. 

Graham salió del bar junto al Presidente de la Confederación no sin antes ordenar a sus hombres que terminaran el trabajo. 

Un par de aurores estaban por asesinar a Aramis pero antes de lograrlo fueron interrumpidos por un grupo de cuatro hombres que entraron al lugar rompiendo el techo. 

Sacaron unas armas filosas y apuntaron a ambos sujetos. 

—¡Rindanse ahora o se atendrán a las consecuencias! — exclamó uno de ellos. 

Ambos aurores soltaron sus varitas y de un solo golpe cayeron al suelo. 

—¡Price! Que bueno que estás aquí… — dijo Aramis abrazando a su compañero. 

—Ayúdenme, por favor… — decía Ayla atendiendo a su hermano en el suelo quien no respondía a los encantamientos de reanimación. 

Price y Aramis se acercaron para ayudar a la muchacha. 

—Señorita Potter… ¿Está usted bien? — preguntó Price, preocupado. 

—Timothée es el más grave… hay que llevarlo a MbóiPorã de vuelta… — añadió Aramis a la conversación. 

—Muchachos, el traslador, traiganlo. — ordenó Price a sus hombres. —Señorita Potter. ¿Por qué ayudó a escapar al prisionero? — cuestionó el hombre a la más joven. 

—Él no es el culpable de los asesinatos recientes pero eso no es lo que importa ahora, Price, debemos irnos… 

Los otros muchachos llegaron con una especie de lanza, Ayla tomó a Tim de su mano y luego todos tocaron la lanza tratándose de un traslador y en cuestión de segundos llegaron hasta MbóiPorã. 

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