Capítulo 8: Un Pasado Malinterpretado.
La guardia real de MbóiPorã se encontraba activa y con mucho trabajo pues la Corte Real había ordenado el doble de protección al reino luego del ataque reciente.
Mientras los guardias se preparaban para la vigilia nocturna, el futuro rey no se quedaba de brazos cruzados.
—¿Qué tienes planeado hacer, señor Potter? — preguntó Aramis.
—Buscar respuestas, esto no puede quedarse así. — contestó de forma tranquila el joven.
—Espero que no cometas una tontería, Timothée.
Tim sonrió y colocó su mano sobre el hombro de la mujer.
—Despreocúpate, no haré nada estúpido. — contestó para luego colocar el casco de aquella armadura sobre su cabeza. —La Mantra Oscura actúa con inteligencia. —añadió.
Luego de sus palabras el hombre desapareció en un fuerte estruendo.
La prisión del reino también se encontraba muy bien cuidada, dentro era resguardada por cientos de soldados además de Ayla quien vigilaba de cerca al prisionero más reciente.
La joven había pasado todo el día frente a la celda de Darrell sin ningún motivo, sin embargo, el cansancio comenzaba a manifestarse pues la chica estaba por quedarse dormida.
—Podrías aparecer un colchón y una almohada por si quieres dormir… — dijo Darrell desde su cama sentado.
Ayla solo le dio una mirada devastadora.
—Señorita Potter, creo que es hora de que se marche a descansar, podemos encargarnos del prisionero. — dijo Price, el líder de la guardia real.
—No será necesario, puedo quedarme más tiempo… solo necesito un café. ¿Puedes conseguirme un café? — preguntó la chica.
—Tenemos café de Colombia o también de Costa Rica… ¿Cuál desea?
—¿Cuál es mejor? — preguntó nuevamente. —Sorpréndeme. — Añadió con una sonrisa la joven.
Price se retiró del lugar.
—¿Dónde está tu hermano? — preguntó Darrell.
Ayla se puso de pie intentando conseguir algo que se le había caído hace un par de horas.
—No hablaré contigo, tengo cosas más importantes.
—Claro, por eso estás aquí sentada desde que amaneció con la excusa de que me vigilas, no fuiste ni al funeral de tu propia madre…
—¡Cállate, no tienes derecho de hablar sobre mi madre! — soltó con furia la muchacha.
—Lo siento… tienes razón, de verdad te pido disculpas.
La chica se sentó nuevamente con los brazos cruzados y dirigiendo su mirada más fulminante al prisionero.
[Ministerio de Magia, Inglaterra]
Un hombre con traje caminaba tranquilamente por los pasillos del Ministerio en dirección a su oficina, caminaba concentrado sin mirar a nadie ni siquiera para saludar. Tras pasar algunas puertas y oficinas finalmente llegó a la suya, abrió la puerta y rápidamente entró.
—Llega tarde, Graham, quiero creer que hubo algo más interesante que hacer. — dijo alguien sentado sobre la silla principal.
—Tuve una reunión familiar de emergencia esta mañana, lamento el retraso, señor Spooner.
—Deja las formalidades, Ingstad… ¿Qué sucedió? — preguntó el Ministro.
Graham caminaba por la oficina mientras contaba la razón de su reunión familiar.
—Hace dos días enviaron a un grupo a buscar a Darrell, lo encontraron en MbóiPorã y atacaron el reino.
Spooner abrió levemente sus ojos e hizo una mueca de sorpresa.
—Vaya, esta vez se lucieron…
—Asesinaron a Laia Potter, por fin. — añadió Graham a la conversación.
El Ministro se puso de pie inmediatamente después de oír la noticia y su ceño se frunció por completo.
—¿Estás seguro que eso pasó, Graham?
—Totalmente, totalmente, Jeremy.
—Este es un paso más grande a nuestra misión… necesitamos a Darrell para completarla.
—Lo traeré de vuelta pronto, eso se lo aseguro. Enviaré a un grupo de aurores con una orden que nos hagan entregarlo. Por cierto, mis hermanos me comentaron de un grupo de idiotas que intentaron tomar el reino de MbóiPorã ese mismo día… soldados con una llama de fuego impregnada en sus trajes. ¿Tiene alguna idea de eso?
—Soldados del reino de Gorheim… pero de eso ya no hay que preocuparse, al parecer el imbécil de Carvey y el inútil de Elig no pudieron finalizar su misión con éxito, las consecuencias de desafiarme se les salió de las manos.
—¿Osea que La Legión de Oro está descartada?
—De momento lo está, mientras Amanda y yo pensamos en un plan para quitar a Grindelwald del camino… mantenme informado sobre todo esto, han hecho un buen trabajo, solo no se descarrilen y nos fallen como ya lo han hecho muchos. — dijo el Ministro para luego salir de la oficina de Graham.
Ayla se había bebido su café casi inmediatamente después de que lo recibió, la joven aún se encontraba vigilando la celda de Darrell con atención.
—Ya, en serio. ¿Por qué estás aquí? — preguntó Darrell ya desesperado.
—Gracias a ti murió mi abuelo, gracias a ti murió mi madre… ¿Quieres que continúe? — soltó Ayla secamente.
—Yo no asesiné a ninguno de ellos, no estoy involucrado en ningún asesinato, carajo…
—¡Por Merlín! Te capturaron junto a un idiota que se hizo pasar por James Sawyer, trabajaban juntos. ¿De dónde sacaron esa tecnología para transformarse en alguien sin poción multijugos?
—Escucha, niña, si hay alguna forma de que sepas que digo la verdad solo hazlo, eres una bruja, ¿no?
La muchacha se quedó pensativa y luego habló.
—Primero me dirás lo que crees que es verdad para ti.
—Eres tan desesperante a veces, me recuerdas a… — Darrell se quedó en silencio antes de terminar su frase.
—¿A quién? — preguntó Ayla con curiosidad.
—Olvídalo.
—¡Vamos!
—Ya dormiré.
—Todo un asesino y tiene miedo de una confesión. ¡Ya habla!
—¡Tuve una hermana! — exclamó el hombre. —Ella era… como tú, más pequeña que yo, desesperante pero divertida y muy inocente.
—¿Y qué pasó? — preguntó nuevamente la chica.
—La asesinaron… por culpa de estos malditos que me enviaron hasta aquí.
Ayla hizo una cara de confusión.
—¿De qué hablas?
—Ayla, no sé si conoces la pésima relación entre los Potter y los Ingstad pero ni tu hermano, ni tú y mucho menos yo tenemos algo que ver, no hasta hace dos días. Hay dos líderes, Graham y Dylan Ingstad, este par de imbéciles se aprovecharon de la pérdida de mi hermana para manipularme, me controlan con magia… por eso fui inculpado en el asesinato de tu abuelo y tu madre murió porque vinieron por mi, soy como un arma para ellos. — soltó el hombre aún sentado en su camilla.
Ayla miró al hombre a los ojos intentando buscar gestos de que mentía.
—No sé si tienes razón.
—Sé que es difícil creerme pero tienes que hacerlo…
—Legeremens. — soltó la chica luego de sacar su varita con rapidez.
La muchacha dio un rápido pero preciso viaje por los recuerdos de Darrell confirmando la historia que el hombre recién contaba.
—¿¡Qué fue eso!? — preguntó con asombro luego de salir de su trance.
—¡Carajo, estás diciendo la verdad! — exclamó Ayla.
—Niña, tienes que sacarme de aquí, tú hermano está en peligro si es que salió esta noche en busca de venganza, necesita de mi ayuda… y yo necesito de la tuya. — dijo Darrell con un tono de ayuda y sinceridad.
Ayla se quedó pensativa por algunos segundos pero confío en su instinto.
—¡Price! — exclamó, el guardia inmediatamente entró.
—Señorita Potter. ¿Qué sucede? — preguntó.
—Este hombre necesita salir ahora mismo junto a Timothée, tiene que liberarlo.
Price observó a Ayla y luego a Darrell con el ceño fruncido.
—Lo siento, señorita Potter, no puedo hacer eso a menos que la reina Yara lo ordene. Debería ir a descansar, creo que está diciendo tonterías.
Sin más, el hombre salió del lugar nuevamente.
—Al menos lo intentaste… — soltó Darrell.
—Escucha, voy a hacer algo muy pero muy estúpido por tu culpa. Si algo sale mal y nos volvemos a ver, si no me matan por hacer esto… te voy a patear las dos nalgas redondas que posees. — contestó Ayla para luego apuntar a la cerradura de la celda y conjurar un encantamiento haciendo que se abriera.
Rápidamente corrió hasta Darrell, tomó su mano y en un fuerte estruendo ambos desaparecieron del lugar.
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