Capítulo 5: Prisionero a su prisión.
Timothée se encontraba sentado en una pequeña banqueta leyendo un libro con muy pocas hojas, el chico estaba totalmente concentrado hasta que escuchó una voz a sus espaldas.
—Creí que al menos me darías un abrazo. — dijo la voz femenina acercándose a la banqueta.
—Te estuve esperando por más de media hora en la sala principal, nunca llegaste y tenía cosas que hacer. — contestó el muchacho poniéndose de pie y dirigiéndose a su madre.
Ambos se dieron un pequeño abrazo y luego se separaron para seguir hablando.
—¿Cómo va todo por acá? Tengo años de no venir. — dijo Laia mientras comenzaba a caminar por los pasillos del lugar junto a su hijo.
—Bueno, lo único distinto es que Taita ya no saluda a las personas que van camino a sus hogares o trabajos, el resto sigue normal.
—Escuché que liberaste a unas personas secuestradas en el bosque Mbaracayú, eres igual de humilde que tú padre.
Timothée sonrió.
—No fue sólo por mi, muchas personas ayudaron a localizarlos, yo solo di la estocada final.
—Y la más importante. — dijo Laia.
Siguieron caminando un largo rato hasta llegar al reino hablando de varios temas hasta que Tim preguntó a su madre lo que tanto quería.
—Mamá, tengo una pregunta…
La mujer se frenó y miró a su hijo esperando su cuestión.
—¿Sí?
—Se qué me contaste algo sobre esas personas pero hay cosas que no me han quedado tan claras. ¿Por qué los Ingstad detestan a los Potter? — preguntó el muchacho.
Laia soltó un suspiro y luego comenzó a hablar.
—Es algo de hace mucho tiempo, hijo… — contestó Laia.
[Hogwarts, 1924]
Los alumnos salían de sus clases entusiasmados en dirección al Estadio de Quidditch para apreciar la gran final del campeonato local.
—¡Vamos rápido o no tomaremos asientos! — exclamó un niño de primer curso.
—¿Compraste los dulces? — preguntó un chico de último curso quien caminaba junto a su compañero.
—Los tengo, Potter, no te apresures. — le contestaron.
Los muchachos salieron del castillo hacia el vestíbulo mientras platicaban de la gran fiesta que se armaría en la sala común de Gryffindor si su equipo quedaba campeón esa noche.
—Pst, ahí vienen. — susurraron unas chicas de Slytherin quienes vigilaban a los muchachos.
Una de ellas se separó del grupo y caminó hasta los muchachos con varios libros en la mano, fingió tropezar y caer al suelo por lo que ambos jóvenes la ayudaron.
—Hey… ¿Estás bien? — preguntó Amadeus Potter mientras ayudaba a la muchacha a ponerse de pie.
—Sí, sí… fue una tontería mía, lo siento. — contestó la chica.
—Irina, ¿no? — cuestionó el chico observando a los ojos a la muchacha.
—Correcto, ¿Y tú eres…?
—Amadeus, es un placer.
—Disculpa, acá están tus libros, señorita. — interrumpió el compañero de Amadeus.
—Gracias, lamento haber interrumpido su interesante plática. — comentó la chica con media sonrisa, ambos muchachos sonrieron. —Bueno, si me disculpan… debo ver como unas serpientes aplastan a los leones. — dijo para luego dar media vuelta y marcharse.
—¡Oye! — exclamó Amadeus, inmediatamente Irina se frenó.
—¿Si? — preguntó la chica.
—Estoy seguro que tus serpientes serán las aplastadas. — soltó el chico.
—Bueno, podemos apostar… si ganamos tendrás que ayudarme con pociones, escuché que eres bueno en ellas como tu hermano Marckus.
—Bien, acepto, pero si ganamos nosotros tendrás que… — el muchacho se quedó en silencio algunos segundos tratando de pensar en algo que decir. —… beber unas cervezas de mantequilla conmigo.
Peter, el amigo de Amadeus, miró a su compañero sorprendido.
—Es una apuesta, señor Potter.
—Nos vemos en el campo de juego, señorita Ingstad.
Sin más, ambos siguieron su camino, Amadeus y Peter hacia el estadio e Irina en dirección a sus amigas.
—Bien, cumplí mi apuesta, les toca a ustedes. — dijo la chica de tez oscura.
—Ahora tienes otra apuesta, Irina. — dijo una de las chicas mientras reía.
—Fue por su culpa, les dije que era mala idea…
[MbóiPorã, Presente]
—Y bien, señor Darrell… ¿Ahora sí desea hablar con nosotros?
—Quiero hablar con su rey, no con ustedes.
—Temo que eso no será posible.
—Solo hablaré si está él presente, de lo contrario pueden pensar en buscar mi celda.
El líder de la guardia salió de la sala de interrogación no sin antes hablar con su compañero.
—Se acabó, llevenlo a la zona cero, le sacaremos la información a como dé lugar.
—Negativo, señor Price, acá no hacemos las cosas de esa manera. — dijo Timothée entrando a la sala. —Hablaré con el prisionero a solas, por favor pueden retirarse.
—Timothée Potter… — susurró Price mientras los demás en la sala salían.
—Señor Darrell. ¿Prefiere que lo nombre por su apellido? — preguntó el chico.
—Entonces sabes quién soy, primo querido.
—Conozco la historia de tú familia y el daño que causaron en la vida de mi madre pero no estoy aquí para hablar de eso, vine a ofrecerte un trato por tus crímenes.
—Yo sí estoy aquí para hablar de eso. — contestó Darrell. —Pero al parecer nadie de tú familia está dispuesto a hablar conmigo…
—Esos problemas no son nuestros asuntos, Darrell.
—Lo dice el niño que creció bajo los privilegios de los Potter… si, una madre Ministra, un padre trabajador y una familia dotada de “héroes”. Los problemas que hay entre los Ingstad y los Potter también nos conciernen, es personal para mí.
—¡Señor Potter! — exclamó una voz a las afueras de la sala. —Tiene que venir conmigo.
—¿Qué está pasando, Price? — preguntó Timothée.
—Esto es una trampa. — contestó el guardia.
—¿De qué hablas? — preguntó Darrell extrañado de igual forma.
—Te haces el que no sabe, idiota. Tú gente está aquí tratando de sacarte de prisión, llevenselo.
—No no no… — susurró Darrell. —¡No tengo nada que ver, lo juro! — exclamó después.
—¿Estamos bajo ataque? — preguntó Tim.
—Sí, señor.
—Saca a los ciudadanos, hay que resguardarlos.
—¡Tim, tienes que creerme! — exclamó Darrell a su primo. —Llévame contigo, puedo ayudarte a resolver esto.
Timothée miró a los ojos al hombre frente a él pero antes de que pudiera decir algo la sala fue atacada por una lluvia de encantamientos.
—¡Vamos señor, debemos irnos! — gritó Price mientras se llevaba a Tim.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro