Capítulo 14: ¡Toikove MbóiPorã!
Los Ingstad preparaban el reino para una visita muy importante que estaban esperando, Graham se encargaba de que todo estuviera en orden mientras Dylan le daba una ojeada a los contratos que haría firmar a sus visitantes en unas cuantas horas. Mientras tanto, Darrell se escondía en una pequeña habitación con un pergamino y tinta tratando de escribir lo que parecía un mensaje para alguien.
—¿Escuchaste eso? — preguntó uno de los hombres que pasaba por el lugar al escuchar como el pergamino se movía un poco.
—Estás delirando, este es el lugar mejor protegido del palacio, si alguien está acá es porque está autorizado a estarlo.
Darrell siguió en lo suyo, al terminar con aquella carta la dobló por la mitad y se dirigió al despacho de Dylan donde una lechuza marrón posaba en la ventana.
—Sé que no eres mi mascota pero confío en que los animales hacen lo que es correcto… — susurró el hombre a aquella ave, luego estiró su mano para entregarle la carta. —Busca a Ayla Potter y entrega esta carta lo más antes posible.
La lechuza no movió ninguna pluma por algunos segundos pero luego estiró su pico y tomó la carta, el muchacho rápidamente ató una manta pequeña a su pata y luego la criatura se alzó en vuelo, Darrell sonrió ante aquella acción.
—¿Qué estás haciendo aquí, Darrell? — preguntó un hombre al entrar a aquel lugar, se trataba de Dylan.
—Solo inspeccionaba, ahora que vivimos aquí necesito conocer todo el lugar. — contestó el hombre de repente.
—Puedes inspeccionar todo el lugar que quieras pero no mi despacho, está prohibido. — dijo aquel hombre mientras caminaba hasta su escritorio.
—Me nombraste “la Mantra Oscura” . ¿Al menos sabes qué significa eso para este pueblo? El protector de MbóiPorã debe estar atento e informado de los lugares más vulnerables del reino por donde puedan atacarnos, así que inspeccionaré todo hasta los lugares que estén “prohibidos”.
—¿Y qué me importa a mí lo que le suceda a este pueblo maldito? —soltó Dylan con una risa sarcástica. —Ahora lárgate con Graham, serás el encargado de escoltar a nuestros invitados que llegarán mañana temprano. — añadió a la conversación.
Sin pensarlo mucho, Darrell salió del despacho de aquel hombre rumbo a la sala real.
Timothée y su grupo aún se encontraban camino a MbóiPorã, se localizaban cerca a la entrada del bosque Mbaracayú, Ayla y la reina Yara eran las que que se encontraban más exhaustas por aquella caminata.
—Si hubieras practicado Quidditch en Hogwarts tendrías mejor condición física. — dijo Timothée a su hermana mientras le ofrecía una botella con agua.
—Sabes que el deporte no va conmigo. — contestó la chica mientras recibía la botella.
La reina Yara aprovechó para sentarse sobre una roca a descansar un poco, los demás siguieron su acción.
—Falta menos, aunque está por oscurecer… creo que deberíamos acampar en el bosque. — sugirió Aramis.
—Prepararé la tienda, tú haz esa cosa con tu palo de madera. — dijo Price a Ayla, la chica solo sonrió.
Tim se acercó a su abuela y se sentó a su lado.
—Deberías quedarte aquí acampando hasta que volvamos, Jarýi. — dijo el muchacho.
—No es mi estilo, hijo… Desde que era niña luchaba por la libertad en MbóiPorã, esta vez no será la excepción. — contestó la mujer mientras miraba la corriente del río. —¿Lo viste, verdad? — preguntó después.
Tim observó el río también y entendió a lo que su abuela se refería.
—Taita sigue siendo un hombre sabio, lo que vi allá me hizo entender que no todos los que forman esa familia son malos, solo obligados a serlo.
—¿Qué piensas hacer cuando estemos allá? Nos atacarán con todo.
—Y nos defenderemos con todo también, no lo dudes.
La conversación de aquellos fue interrumpida por Ayla quien corrió hasta Timothée y su abuela con un pergamino en sus manos.
—¡Oigan! Recibí esto hace nada, es Darrell. — comentó la chica.
—¿Qué dice? — preguntó Timothée poniéndose de pie.
Ayla abrió aquel pergamino y comenzó a leer en voz alta para que los presentes también escucharan.
“Ayla, no hay mucho tiempo y me estoy arriesgando al escribir esto.
Fui liberado de la maldición controladora, los planes de Dylan y Graham van más allá de dominar MbóiPorã, quieren los cuatro reinos y el mundo de ustedes, su magia…
Fui nombrado como el rey y “la nueva Mantra Oscura” pero solo es una fachada, ellos toman las decisiones por las espaldas. Si van a volver y sé que lo harán, entren en sigilo por la entrada más vieja que hay al este, las demás están totalmente vigiladas, toquen la gran campana del pueblo y sabré que están aquí, brindaré mi ayuda.
Envié un par de cosas que les pueden servir, suerte y espero verlos pronto.”
—Intenta ayudarnos… — susurró la chica al terminar de leer.
—¿Y cómo sabemos que no es una trampa? — preguntó Price.
—Darrell no es uno de ellos, está pidiendo nuestra ayuda y nosotros necesitamos la suya, tener a alguien dentro del reino es un paso importante hacia nuestra misión. — contestó Tim.
Ayla tomó una manta que venía junto a la carta y la abrió para ver su contenido.
—¿Qué es esto? — preguntó Timothée tomando una concha marina.
“Si necesitas de nuestros mares, solo haz sonar la canción del océano…” decía aquel objeto a un costado.
Sin dudarlo, Timothée hizo sonar aquel objeto pero tras unos segundos de espera, no sucedió nada.
—Tal vez esté dañado… — dijo Ayla.
—Dijo que envió un par de cosas, ¿qué más hay ahí? — preguntó Aramis acercándose a Ayla.
La chica abrió por completo aquella manta dejando ver un collar en él.
—¡Wow, olvidé que lo había terminado! — exclamó la chica.
—¿De qué hablas? — preguntó Aramis.
—Esto, queridos, es la última versión mejorada de la armadura de la Mantra Oscura, no volverás a sufrir un colapso luego de que te caiga una lluvia de encantamientos encima, hermanito. — contestó Ayla, luego colocó el collar en el cuello del muchacho.
—¿Y cómo se supone que esto es una armadura?
—No seas bobo, se activa cuando tu flujo mágico sale a flote así que solo tu podrás activarlo o desactivarlo.
—Me sirve… vamos a descansar, mañana será un largo día. — dijo el muchacho más joven.
Había oscurecido, los Ingstad habían tenido una cena familiar por lo que la mayoría de ellos se encontraba dentro del reino, Darrell era el que estaba más aparte de todos, el muchacho se encontraba en el gran lago que había cerca del reino, solo admiraba la corriente de agua suave y el viento que pegaba en su cara.
—Darrell, el tío Dylan te busca, deberías apurarte… sabes que no es bueno hacerlo esperar. — dijo una voz femenina del otro lado del lago pero Darrell la ignoró.
Por la cabeza del muchacho pasaban muchas cosas.
“¿Ayla habrá recibido su mensaje? ¿Confiará en él nuevamente? ¿Qué pasará después de que todo termine?”
Los pensamientos del hombre fueron interrumpidos por lo que sus ojos estaban viendo, algo se movía debajo del agua con rapidez acercándose a la orilla.
—¡Darrell, ven aquí enseguida! — exclamó Graham desde la otra orilla.
Sin pensarlo mucho, el muchacho se levantó y se dirigió hasta allá.
Habían sido unas horas largas y de suspenso hasta el amanecer pero por fin el momento había llegado, Timothée y los demás ya estaban preparados para lo que viniera, luego de levantar el campamento en el que se encontraban siguieron su camino rodeando el bosque Mbaracayú hasta llegar a la entrada este que Darrell les había indicado, nadie vigilaba ese sector.
—Este callejón conduce hasta un viejo túnel debajo del pueblo pero su entrada y salida fue sellada con puertas reforzadas y algunas cadenas. — dijo la reina Yara mientras entraban al callejón.
—Nada que no podamos quitar con un par de encantamientos… — contestó Ayla.
Siguieron su camino, vía libre hasta aquella salida, Timothée usó su varita para abrir aquella gran puerta que se encontraba sobre su cabeza, luego de hacerlo invitó a los demás a subir por la escalera para salir, una vez afuera se escondieron tras la casa de un pueblerino.
—Con esto estaremos comunicados, ya que no tenemos los nuestros… — susurró Ayla mientras sacaba unos pequeños comunicadores de un bolso mágico que llevaba con ella, entregó uno a cada uno.
—Bien, el plan sufrió modificaciones, tenemos que avisar a Darrell que estamos dentro, esa será tu misión Aya. Busca la gran campana del pueblo y hazla sonar, Aramis irá contigo.
—Entendido.
—Price tu misión sigue en pie pero no la ejecutes hasta que escuches la campana, ahí es donde entras tú, Aramis. Hay que limpiar la zona de guardias que estén con los Ingstad para que Ayla siga con vía libre hasta la campana, no mates a nadie a menos que sea necesario, solo déjalos inconscientes. En cuanto la campana suene, Darrell se pondrá en marcha y Price de seguro tendrá camino libre hasta la base de la guardia real. ¿Todo queda claro? — preguntó por último el muchacho.
Todos asintieron con su cabeza pero surgía una duda entre todos.
—En marcha entonces, hay un reino que recuperar y la abuela y yo debemos patear unos traseros, vamos. — contestó Tim resolviendo aquella duda, la reina Yara sólo sonrió.
Las visitas importantes que los Ingstad esperaban ya estaban en su terreno, el presidente de la Confederación Internacional de Magos junto al Ministro de Magia de Inglaterra, Jeremy Spooner acompañado de la Gobernadora de Magia de Letonia, Amanda Waters y algunos miembros de la Unión Monárquica Mágica.
—Siéntanse como en su hogar, bienvenidos a MbóiPorã. — dijo Dylan recibiendo a sus invitados en la sala real con una falsa sonrisa.
—Siempre me ha encantado la vista que tiene este lugar hacia el cielo… Me alegra que el muchacho Potter haya entregado el trono a su otra familia, veo que no les está yendo mal. — opinó el hombre de más poder de la Unión Monárquica Mágica.
—Cuando nos invitaron a participar por el trono aceptamos con mucho entusiasmo la actividad, para nuestra suerte el rey Darrell fue el ganador. — mintió Dylan para luego dar una mirada a Spooner y a Waters.
—¿Dónde está el joven Darrell? — preguntó Amanda.
—Está haciendo labores de rey, como su representante legal me concierne estar a mi aquí en sustitución del joven Ingstad. — contestó Graham quien también estaba presente.
Ayla y Aramis estaban por llegar a su objetivo, el par de chicas estaban escondidas tras una pared pues habían unos cuantos guardias custodiando la entrada a la gran campana.
—¿Qué haremos? — preguntó entre susurros la más joven.
—Llamaré su atención por aquí, rodea el lugar y te escabulles hasta la campana. — contestó Aramis.
—Sí pero se darán cuenta cuando toque la campana que alguien está aquí.
—Dicen que cuando estás inconsciente puedes oír pero no ver… no te angusties, lo tengo bajo control, ahora prepárate.
Aramis tomó una pequeña piedra que estaba cerca, la lanzó fuertemente contra la ventana de una pequeña cabaña que estaba en el lugar, el sonido del cristal roto alertó a los guardias.
—Cuidado, puede andar alguien por aquí. — dijo uno de los hombres mientras se acercaba a inspeccionar.
Ayla hizo lo que Aramis sugirió, se escabulló rodeando el lugar, subió hacia las escaleras con mucho sigilo y llegó a la gran campana pero antes de poder hacer algo alguien exclamó.
—¡Un intruso en la torre! — alertó uno de los guardias quien vio a Ayla arriba.
Los demás sacaron sus armas e intentaron ir tras la muchacha pero Aramis salió rápidamente de su escondite y comenzó a luchar contra aquellos sujetos.
—¡¿Qué esperas Ayla?! — le exclamó a la chica quien no hacía nada más que ver a la otra mujer peleando.
Ayla reaccionó, subió el último peldaño para llegar a la cuerda que debía jalar para hacer sonar la campana pero su mirada volvió hacia abajo y observó como Aramis estaba siendo sometida por dos sujetos.
—¡Aramis, cuidado! — exclamó Ayla pero era tarde, la mujer fue enviada al suelo recibiendo un golpe fuerte en su cabeza.
—Termina el trabajo, niña. — dijo Aramis desde el suelo medio inconsciente, lo único que sus ojos podían ver claramente era aquella espada que estaba apunto de atravesar su cuerpo.
Antes de recibir el impacto observó como la espada del hombre salió disparada de su mano cayendo a un lado de la chica.
—¡Hoy no morirá nadie más de mi gente! — exclamó Ayla desde arriba con la varita en su mano.
Aramis aún estaba aturdida pero con sus habilidades logró enviar al otro sujeto al suelo, justo a su lado, una vez ahí soltó un par de golpes que lo dejaron inconsciente.
—¡Ay no, vienen más, levántate! — exclamó de nuevo Ayla, su posición tan alta le permitía ver a un grupo de hombres que corrían hacia aquel lugar, intentó darse prisa al querer tirar de aquella cuerda pero un encantamiento le impidió el movimiento.
Aramis se puso de pie, notó que aquellos hombres portaban una varita igual que Ayla.
—¡Son los tipos que atacaron a Tim en el bar!
—¿Aurores? Eso quiere decir que Spooner está en el reino… — pensó Ayla. —¡Toikove MbóiPorã! — exclamó la muchacha con coraje, apuntó a una de las cuerdas que sostenían la campana y lanzó un encantamiento cortando dicho objeto, la chica se sostuvo fuertemente pues ahora la campana se balanceaba de un lado a otro, comenzó a lanzar encantamientos avanzados a aquellos aurores que estaban llegando pero no parecía detenerlos.
—¡Agárrate más fuerte, niña! — exclamó Aramis a la chica, tomó una de las lanzas de la guardia real y la tiró hacia arriba cortando con éxito la última cuerda que sostenía la campana, Ayla saltó de la misma y con un encantamiento aterrizó segura en el suelo, la campana cayó justo en la entrada tapando por algunos segundos el paso, cosa que hizo ganar tiempo a ambas mujeres.
—Eso estuvo de locos… — dijo Ayla algo asustada.
—¿Cómo la haremos sonar ahora? — preguntó Aramis respirando entrecortadamente para recuperar el aliento.
Ayla apuntó a la campana y lanzó un encantamiento que rebotó en aquel objeto enorme causando una vibración que la hizo sonar fuertemente.
—Objetivo uno cumplido, sigamos. — contestó la chica.
Darrell había vuelto a aquel lago donde estuvo la noche anterior buscando respuestas de lo que había visto, se quedó mirando de nuevo fijamente para ver si veía algo similar.
—No deberías estar aquí. — soltó una voz a sus espaldas, rápidamente se giró.
—Así que la leyenda es cierta… — contestó Darrell al ver a aquel hombre con aspecto extraño para él.
—Deberías avisar a tu gente que están por caer.
—No son mi gente, son mis enemigos.
El hombre que amenazaba a Darrell se acercó a él, un sujeto con modificaciones en su cuerpo que parecía un hombre pero con características acuáticas.
—¿Tú fuiste quién tocó la alarma? ¿Tú fuiste quien pidió ayuda al reino de Aquamaris? — preguntó el hombre con enojo.
—No, pero sabía que vendrían a ayudar a sus aliados. — contestó Darrell.
Aquel hombre se acercó al muchacho de tez oscura y lo tomó por el cuello, al hacerlo, más personas, hombres y mujeres salieron del lago con las mismas características físicas que aquel otro sujeto.
—No vinimos hasta acá para caer en la trampa de unos malditos invasores.
La conversación fue interrumpida por el sonido de la gran campana del pueblo.
—Ellos… están aquí. — soltó Darrell con dificultad.
—¿Quiénes? — preguntó el otro sujeto.
—Las personas a las que debemos ayudar a recuperar el trono. — contestó Darrell.
El otro sujeto se quedó pensativo por algunos segundos pero luego soltó a Darrell, el pelinegro recuperó su respiración.
—¿Cómo sé que no estás mintiendo?
—Solo un idiota le mentiría con un ejército de sus seguidores a sus espaldas. — contestó el muchacho.
El otro medio sonrió mientras asentía con su cabeza.
—¿Y cuál es el plan? — preguntó el hombre con branquias.
Los Ingstad junto a Spooner, Waters y el presidente de la Confederación seguían platicando pero un silencio se hizo en el lugar al escuchar aquella campana sonar.
—¿Hay una alarma a esta hora o por qué ese sonido? — preguntó Spooner levantando la guardia.
—No, no hay alarmas hasta donde tengo entendido… — contestó Graham.
Dylan se asomó por la ventana hacia el lago y observó a unas personas mirando fijamente hacia él.
—Nos quieren invadir, hay tipos del reino acuático. — soltó Dylan. —Hay que evacuar, vamos. — agregó.
Un grupo de aurores se acercó para escoltar a aquellas personas importantes hasta la salida.
La reina Yara y Timothée se encontraban vigilando la entrada al reino, estando ahí observaron como Dylan y Graham salían del lugar junto a las demás personas y guardias.
—Algo los alertó y no fue la campana… — susurró Yara.
—Pudo ser Darrell. — contestó Tim. —Jarýi, voy a entrar y despejar el lugar, necesito que seas mis ojos acá afuera, si ves que alguien quiere entrar me tienes que avisar.
—¿Y luego? — preguntó la reina.
—Luego entrarás a tomar tu trono y la primera orden que darás será arrestar a estos idiotas.
Luego de decir aquellas palabras, Timothée se puso de pie y con mucha cautela entró al reino por la entrada principal tratando de que nadie lo viera.
Una vez adentro, comenzó a despejar el lugar dejando inconsciente a cada auror que se encontraba cerca, cuando quiso ir por los últimos dos fue difícil para el muchacho intentar localizarlos por lo que uno de ellos lo vio.
—¡Alto ahí! — exclamó uno apuntando a Tim con la varita. —¿Quién eres y qué haces aquí? — preguntó.
Tim sólo guardó silencio.
—Hay que alertar a los demás, enviaré las chispas rojas. — dijo el otro sujeto para después completar su acción.
—No preguntaré dos veces, identifícate.
Timothée levantó sus manos pues el auror seguía apuntándole con la varita.
—Mi nombre es Timothée Potter Mccall, nieto de Jasy Marupa, próximo rey del pueblo de MbóiPorã… conocido como “La Mantra Oscura”.
Tras aquellas palabras el flujo mágico del muchacho comenzó a brotar de su cuerpo causando que aquella nueva armadura saliera y cubriera su cuerpo por completo.
—No me gustaría estar en tu lugar. — soltó de nuevo el muchacho.
Con un rápido movimiento arrebató la varita del auror de su mano y fracturó su muñeca, rápidamente se defendió para dejar al último auror por el suelo con una rapidez extrema.
—¿Todo bien allá adentro, hijo? — preguntó Yara por aquel aparato.
—Tienes vía libre, Jarýi. — contestó Tim.
La reina se puso de pie y corrió hasta la entrada al reino pero fue enviada al suelo por un encantamiento antes de que pudiera cruzar la puerta.
—¡El próximo irá a matar y sentirás un agudo dolor en el cuello! — exclamó Dylan junto a Graham y diez aurores más apuntando a la reina Yara.
—¿El muchacho está contigo, no? — preguntó Graham a la señora en el suelo.
—Se acabó el juego solitario, ahora deberán jugar con nosotros. — contestó la señora con una sonrisa.
—¿Por qué no se meten con alguien de su tamaño? — preguntó una voz masculina muy grave detrás de aquellos hombres.
El líder de la tropa de Aquamaris junto a cinco de sus hombres estaban allí, defendiendo a la reina.
—Esto será divertido… aurores, ya saben que hacer. — ordenó Graham a sus hombres.
—¡Defiendanse! — exclamó el líder a sus hombres al ver como les caía una lluvia de encantamientos.
—¡Abuela, los aurores no pueden morir, al fin y al cabo son de mi gente! — exclamó Timothée a Yara por aquel aparato mientras corría hasta la salida del reino para unirse a aquella pelea.
La reina escuchó y advirtió al líder de la tropa de Aquamaris las peticiones de Timothée.
Tim llegó a la salida y observó todo lo que sucedía, aceleró el paso para llegar más rápido pero alguien lo tomó de la espalda y lo frenó.
—Espera, no te precipites. — dijo Darrell al muchacho.
—Están atacando a todos, debo intervenir cuanto antes. — contestó Tim.
—No, usa la cabeza, primo… Graham y Dylan son fuertes trabajando juntos, los demás Ingstad fueron advertidos y vienen hacia acá a pelear y hay más aurores de Graham que también vienen, son demasiados.
—Las tropas de Aquamaris nos están apoyando, cuando Price recupere las nuestras no podrán contra nosotros. — dijo Timothée, luego giró para caminar hacia la salida.
—¿Y cuándo acabes con esto, qué pasará después con los Ingstad? — preguntó Darrell, Tim se frenó de inmediato. —No todos son malos y lo sabes. ¿Vas a dejar que todos se exterminen por culpa de algunos cuántos? — cuestionó nuevamente.
—Siempre hay otra opción. — contestó Tim.
Tras su respuesta el muchacho salió de aquel lugar con rapidez, se abalanzó sobre los aurores que estaban atacando a los de Aquamaris y comenzó a pelear contra ellos.
—¡Hermano! Spooner y Waters se marchan, al parecer conectaron una red flu a la chimenea del hotel cerca del pueblo. ¿Quieres que Aramis y yo nos ocupemos? — preguntó Ayla a su hermano.
—Negativo, vienen muchos al reino, las necesitamos acá, ellos pagarán por sus actos más adelante. — contestó el muchacho.
—Vamos al reino entonces. — dijo Ayla a Aramis, de inmediato se pusieron en marcha.
Tim se había encargado de los aurores, la tropa de Aquamaris estaba libre pero aún quedaban Graham y Dylan, el muchacho esquivaba todos los encantamientos que ambos le lanzaban mientras intentaba conectar algunos golpes a los hombres.
—Te enviaré con tu maldita madre en un segundo. — soltó Dylan para luego lanzar un encantamiento potente hacia el muchacho, Timothée no pudo esquivarlo pero puso a prueba la armadura nueva que su hermana fabricó, el encantamiento rebotó de inmediato en su cuerpo impactando a Graham quien cayó al suelo inconsciente.
—Sí vuelves a mencionar a mi madre… — contestó Timothée.
—Vamos, muéstrame lo que harás. — dijo Dylan retando al muchacho.
Sin pensarlo, Tim se acercó a luchar contra aquel sujeto.
La reina Yara se acercó a la tropa de Aquamaris para hablar con su líder.
—Parece una pelea personal, no vamos a interrumpir… — dijo el hombre.
—¿Tiene más soldados, señor? — preguntó Yara.
—Puedo llamar a los demás en segundos.
—Hágalo, vienen muchos más sujetos hacia acá, cubran las entradas. El reino está rodeado por agua del lago, aprovechen sus habilidades para derrotar a estos malnacidos. — dijo la reina.
—¡Ya oyeron a la reina, a las entradas, vamos! — exclamó el líder de aquellos sujetos.
Timothée seguía luchando contra Dylan, el más viejo era experimentado y combinaba golpes con encantamientos que a veces impactaban en el cuerpo del muchacho pero Tim también tenía lo suyo, había dejado aturdido a Dylan con un par de golpes en su cara.
—¿Es todo lo qué tienes? — preguntó Dylan, retando a Tim.
El chico se acercó y Dylan lanzó un encantamiento cortante hacia el cuerpo de Tim pero no sirvió de nada.
El chico le dio un par de golpes más y luego lo lanzó al suelo donde colocó la pierna sobre su pecho para evitar que se levantara, sacó las garras de su armadura y se acercó.
—Lo pensarás dos veces la próxima vez que intentes nombrar a mi madre, la persona que ustedes me quitaron. — dijo el chico mientras apuntaba con sus garras al cuello de Dylan.
—No tienes las agallas para matarme, mocoso. — soltó Dylan.
Tim empezó a bajar la guardia y relajarse por lo que su armadura comenzó a irse de su cuerpo por la falta de flujo mágico.
—No tengo intenciones de hacerte lo mismo, sufrirás en vida por lo qué hiciste. — contestó el chico.
Dylan sonrió al sentir como Tim soltó su agarré cosa que aprovechó para ponerse de pie mientras sacaba una daga e intentó clavarla en el abdomen del muchacho.
El chico fue rápido, esquivó la puñalada y envió a Dylan de nuevo al suelo.
—¡Ahora! — exclamó Dylan.
Graham había vuelto a la batalla, apuntó a Tim y lanzó un potente encantamiento que impactó en el suelo donde se encontraba el muchacho dejándolo aturdido.
El hombre aprovechó el humo que dejó el encantamiento y con rapidez lanzó a Timothée al suelo, le apuntó con su varita y lo miró.
—Será un placer ser el nuevo rey de MbóiPorã, saluda a tu abuelo de mi parte. — dijo con una sonrisa.
Sin embargo, antes de que pudiera lanzar su encantamiento y de que Timothée pudiera defenderse, alguien impactó en la espalda de Graham con gran fuerza que atravesó su cuerpo.
Detrás de él estaba Darrell con una armadura de La Mantra Oscura, había atravesado sus garras en el cuerpo de aquel hombre, con furia lo levantó y lo tiró hasta los pies de Dylan.
—Ahí está tu esclavo, moribundo e inútil. — dijo Darrell a Dylan quien veía a su familiar agonizando en el suelo.
Todos se pusieron alerta, los demás Ingstad habían llegado al lugar con varita en mano y comenzaron a atacar sin pensarlo pero las tropas de Aquamaris respondieron contraatacando.
Dylan se abalanzó sobre Darrell y Timothée comenzando así una pelea más ardua.
Las tropas de Aquamaris comenzaban a caer contra los Ingstad que peleaban en su contra, prontamente se vieron superados y rodeados, Dylan frenó su batalla con el par de muchachos al mirar a su gente apoyándolo.
—¿Qué piensan hacer ahora? ¡Están rodeados, derrotados! — exclamó el hombre. —Recibirán su castigo por intervenir con los asuntos del nuevo rey de MbóiPorã y los traidores sufrirán el doble. — dijo mirando a Darrell.
Los Ingstad apuntaban a Timothée, Darrell, a la reina Yara y al resto de gente de Aquamaris.
—Esto aún no acaba. — contestó Darrell. —¿Van a matarme? ¿Van a torturarme? Soy un Ingstad, llevo su sangre, todos aquí conocen las reglas, si lástimas a uno de los tuyos recibirás el doble de daño.
—¡Tú asesinaste a Graham! — exclamó Dylan.
—Él no lo hizo, fui yo. — contestó Timothée interfiriendo.
Los demás se miraron entre sí y automáticamente todos dirigieron sus varitas hacia Tim.
—¿Qué estás haciendo? — preguntó Darrell.
—¡Yo asesiné a Graham Ingstad, jefe de aurores del Ministerio Británico de Magia! — se hizo un silencio luego de aquellas palabras. —¿Qué piensan hacer? — añadió.
Antes de que recibiera un ataque masivo, Tim empujó a Darrell lejos de él, apuntó su varita hacia donde estaban sus aliados y lanzó un encantamiento para protegerlos, inmediatamente después recibió una avalancha de hechizos sobre él.
—¡No, Timothée! — exclamó la reina Yara detrás de aquella barrera.
Los encantamientos cesaron pero el polvo que se generó en el lugar no dejaba ver que había ocurrido con Timothée, sin embargo, otra cosa llamó la atención en el lugar pues se sintió un leve temblor que alarmó a todos.
—¿Qué está sucediendo? — preguntó Darrell.
—Ya lo verás muchacho. — dijo el líder de la tropa de Aquamaris.
Muchos miembros de la guardia real de Aquamaris salieron de las aguas del lago armados rodeando por completo el reino, estaban preparados para atacar.
Inmediatamente luego de aquella aparición, Price llegó al reino con toda la tropa de MbóiPorã a sus espaldas, del otro lado apareció Ayla junto a Aramis.
—¡Guarini'aty, oñangarekóvo! — exclamó Price en guaraní, el idioma natal de MbóiPorã.
Toda la tropa levantó sus armas apuntando hacia los Ingstad quienes de inmediato subieron su guardia.
—¡Oĩma karai! — exclamaron todos en conjunto.
Timothée dio un gran salto en el aire para alejarse del polvo que lo ocultaba de la vista y al caer en el suelo liberó parte de su flujo mágico haciendo que algunos de los Ingstad cayeran al suelo.
Se levantó rápidamente y con varita en mano soltó unas palabras.
—¡Toikove MbóiPorã! — exclamó con autoridad.
—Toikove MbóiPorã! — gritaron todos los demás en conjunto.
La gran batalla inició, los Ingstad contra MbóiPorã y sus aliados, Timothée fue tras Dylan sin dudarlo comenzando otra gran pelea.
Ayla se deshacía de algunos rivales con encantamientos avanzados que había aprendido en Hogwarts al mismo tiempo que ponía en práctica las clases de demonología que su madre le había enseñado, invocaba sombras para atacar y protegerse.
Darrell era uno más del ejército de MbóiPorã, el muchacho protegía a la reina Yara de cualquier intento de ataque, su objetivo era escoltarla hasta dentro del reino para que estuviera a salvo.
Los miembros de Aquamaris eran buenos luchadores y se aprovechaban de sus recursos para pelear, gran parte de los Ingstad estaban exhaustos o incluso derrotados por aquellos seres.
—¡Tú gente no resistirá, ríndete! — exclamó Timothée a Dylan mientras soltaba un par de golpes.
El sujeto esquivó todos y luego lanzó un encantamiento al joven.
—Cuando terminen con ellos yo me encargaré de todos ustedes.
—Te tienes mucha confianza. ¿Qué te hace creer que ganarás? — preguntó Timothée.
A Dylan le entró algo de rabia e intentó eabalanzarse sobre Timothée pero recibió una patada que lo envió al suelo, Darrell se había unido a aquella pelea.
—Aún no termina, viejo decrépito. — soltó el hombre.
Aún en el suelo mantenía su varita, con rapidez lanzó un encantamiento a Darrell pero fue esquivado, se puso de pie rápido y comenzó a pelear contra ambos muchachos pero ellos eran fuertes juntos, rápidamente Dylan cayó al suelo nuevamente.
—Ya rindete anciano y dile a tus hombres que se larguen lejos de aquí, contigo. Este no es tu hogar.
—¿Y crees que el tuyo sí? Eres patético, Darrell… Tu misión era servirnos a nuestro antojo.
—¡Tú mataste a mi hermana! Lo único que me quedaba me lo arrebataste…
—Era por tu bien, al final de cuentas ella nunca nos iba a funcionar.
—Te está provocando, quiere jugar con tu mente Darrell… — contestó Timothée.
—Es increíble que hayas preferido a estas personas antes que a tu propia familia… es una pena para los Ingstad. — soltó Dylan mientras sacaba una daga con disimulo.
En un rápido movimiento, el hombre desapareció del lugar y apareció frente a Darrell clavando aquella daga en su abdomen con éxito.
—¡No! — exclamó Timothée quien se abalanzó sobre el hombre pero fue enviado al suelo de un duro golpe en su rostro.
—Ingstad's, no caeremos tan fácil! — gritaba Dylan tras empujar a Darrell al suelo.
Sin embargo, el hombre notó que pocos eran los seguidores que tenía en pie.
—¡Ayla, encárgate de Darrell! — exclamó Timothée a su hermana para luego ponerse de pie.
La muchacha con ayuda de Aramis y la tropa de Aquamaris se llevaron a Darrell al reino mientras Price ordenaba a sus hombres arrestar a los Ingstad incluyendo a Dylan.
—Alto, Price, puedes arrestar a los demás… pero este maldito desgraciado es mío. — soltó Timothée con rabia.
Dylan solo reía de forma burlesca ante las palabras de Tim y luego con rapidez lanzó un encantamiento pero el muchacho logró esquivarlo.
—¡Maldito! — soltó Dylan.
Timothée corrió hasta él y lo tackleó con fuerza pero antes de que pudieran caer al suelo desaparecieron en el aire.
—Tim… — susurró Price al ver aquella acción.
Un fuerte estruendo se escuchó dentro del bosque Mbaracayú, aquellos dos hombres cayeron al suelo tras aparecer en medio de las frondosas tierras alejadas del reino.
—No matarás a ningún otro inocente mientras yo esté vivo. — dijo Tim mientras soltaba un par de golpes a Dylan en el suelo.
El otro sujeto se sacó al muchacho de encima con una efectiva patada, dejó su varita y su daga en el suelo y se levantó.
—Vamos, pelea como un hombre si quieres derrotarme. — retó Dylan al muchacho.
Sin pensarlo, Timothée se abalanzó sobre el Ingstad, ambos se repartían golpes y patadas con habilidad y crudeza, por cada golpe esquivado venían tres o cuatro impactados con éxito.
Ingstad golpeó uno de los puntos débiles de cualquier humano y dejó a Tim sin respiración por algunos momentos pero el joven se defendió apartando al sujeto, sin embargo, Dylan se acercó de nuevo y comenzó a golpear a Timothée con más rapidez y habilidad hasta que logró lanzarlo al suelo donde le aplicó una llave en su cuello.
—¡Muérete ya, le harás un favor al mundo! — exclamó Dylan mientras apretaba más su llave.
Timothée comenzaba a quedarse sin respiración, su vista se ponía negra por momentos y ni siquiera escuchaba lo que su contrincante le decía.
La vista negra desapareció y a lo largo solo visualizó a su madre quien lo volteó a ver, asintió con su cabeza y luego desapareció nuevamente.
Dylan soltó la presión levemente en el cuello del muchacho quien despertó inmediatamente después de que vio a su madre desaparecer, con agilidad se soltó de aquella llave y dio vuelta en el suelo para sacarse a Dylan de encima, ahora el que dominaba con una llave a su rival era el muchacho.
—Esto se acaba aquí, Ingstad. — dijo Timothée, luego hizo un par de cortes en la pierna dominante de su rival para evitar que volviera a levantarse, el muchacho se puso de pie y tomó la daga que Dylan había dejado a un lado.
—No lo harías, no tienes las agallas. — soltó el hombre en el suelo mientras se quejaba del dolor.
—Retame. — contestó Tim.
—¿Crees que matarme será la solución? ¿Crees que esto termina conmigo? — preguntó Dylan con una risa sarcástica. —Hay miles de magos oscuros que apoyan a los Ingstad, uno de ellos es el actual Ministro de Magia, tenemos el poder en cualquier lugar.
—No me interesa a quien deba derrotar luego de lo que pase hoy.
—Te dejé entre la espada y la pared, Potter. Si me matas, todos esos magos oscuros vendrán a hacerte la vida imposible en MbóiPorã a ti y a tu gente… si me dejas con vida y me llevas ante las autoridades, revelaré todos los secretos que sé sobre los cuatro reinos. ¡No hay nada que hacer, ya he vencido! — exclamó con una risa el hombre en el suelo.
El muchacho se quedó pensativo mientras miraba a su rival en el suelo, tras algunos segundos habló.
—Siempre hay otra opción. — contestó el chico.
Timothée se acercó un poco hasta Dylan, se frenó de repente y dejó caer la daga al suelo.
El Callejón Diagon estaba repleto de personas esperando la última edición de El Profeta, desde que Spooner estaba en el mandato del Ministerio el Callejón nunca había estado tan lleno como ahora.
—¡Ya está, salió! — exclamó un hombre saliendo a toda prisa del lugar.
—Quiero ver si es cierto, dame acá. — contestó otro mientras arrebataba el periódico al hombre.
“Jefe de Aurores del Ministerio es declarado desaparecido, el Ministro Spooner no da explicaciones.”
—De seguro estaba metido en algún negocio turbio, nunca me agradó la actitud de ese sujeto. — dijo el hombre que sostenía el periódico tras leer la noticia en voz alta.
“Extraños eventos al norte de Escocia, los expertos lo relacionan con los recientes sucesos en Paraguay.”
—Esto cada día está peor… en fin, debo seguir con mi trabajo, nos veremos después. — dijo el hombre mientras cerraba el periódico, lo entregó al otro sujeto y se marchó.
Tras un par de días de lo sucedido en MbóiPorã, todo parecía retomar su curso normal, la reina Yara volvía a tomar el trono mientras Price seguía al mando de la tropa real del reino.
Darrell se recuperaba en el hospital del pueblo, Ayla había logrado curar su herida y salvarlo.
—Estarás mejor en unos días pero mientras te recuperas tendrás que quedarte aquí, según el MACUSA debes cumplir una condena por tus crímenes en Nueva York pero ya estamos contactando con un experto en leyes, no te preocupes por eso. — dijo Ayla al muchacho.
—Gracias, por su ayuda… no la merezco. — contestó el hombre.
—La mereces al igual que todos los que fueron manipulados para hacer esto.
—La condena… no se molesten en buscar a alguien, debo cumplirla. Si voy a empezar de nuevo será desde ahí. — dijo el hombre.
—¿Qué? Pero Darrell, no fue tu culpa lo que sucedió esos años, no puedes cumplir esa condena, podemos evitarla, tenemos todo a favor para ganar. — contestó Ayla algo molesta.
—Sé que pueden pero por favor, si quieren ayudarme, déjenme pagar por mis hechos. Tal vez no fue mi mente la que estaba presente pero si mi cuerpo y para las personas afectadas eso es lo que importa.
Ayla se quedó en silencio tras las palabras de Darrell, no le quedó más que asentir con su cabeza y cumplir con lo que su primo le solicitaba.
—¿Dónde están los demás Ingstad? — preguntó después. —¿Qué hay de Dylan? — cuestionó nuevamente.
La chica simplemente sonrió ante aquellas preguntas, se levantó de su silla y se retiró mientras decía unas palabras.
—No sé de qué estás hablando.
Timothée caminaba por el reino de MbóiPorã junto al rey de Aquamaris, el chico agradeció la ayuda que el pueblo acuático le brindó ante la reciente pelea.
—Aquamaris siempre fue un gran aliado de MbóiPorã y viceversa, cuando seas rey me gustaría mantener esa alianza. Al fin y al cabo, somos de los mismos y una ayuda nunca será mal recibida.
—Concuerdo con eso, no dudes de que así será. — contestó Timothée.
Price se acercó a ambos hombres e interrumpió la conversación.
—Lo siento, señor Potter, ya han llegado los encargados. — dijo Price.
—Que se encarguen, ya saben que hacer. — contestó Tim para luego alejarse con una sonrisa.
En la prisión de alta seguridad del reino habían varios guardias vigilando las entradas, un muchacho joven entró a una sala de interrogación donde se encontraba alguien sentado con su ropa de prisionero y sus extremidades atadas.
—Vaya, es la primera vez que hablo con un muerto. — dijo aquel joven.
Dylan Ingstad levantó su mirada para ver a aquel pelirrojo con claridad pero no reconoció su cara.
—¿Y tú quién eres? — preguntó.
—Mi nombre es Ambrose Sawyer y vamos a platicar un poco. — contestó el hombre mientras se sentaba frente a Ingstad.
Los Ingstad que pelearon junto a Dylan fueron escoltados hasta el reino por las tropas de MbóiPorã, entraron al lugar observando a la reina Yara en su trono y a Timothée en el trono del rey.
—Damas y caballeros… fueron traídos aquí por una razón. — dijo Tim desde aquel trono pero luego se puso de pie. —Sé que nuestro primer encuentro no fue el más amistoso del mundo pero ahora tenemos la oportunidad de hablar como personas civilizadas. Sé que toda su vida fueron envenenados por las historias en contra de la familia Potter, mi familia. Historias manipuladas para hacernos ver como la escoria y la peor familia en el mundo mágico pero eso puede quedar en el pasado hoy. — añadió el chico.
La mayoría de los Ingstad se miraron entre sí pues parecían interesados en lo que el muchacho decía.
—La ira, el rencor y la venganza no nos llevarán a resolver los problemas que nos rodean, problemas que desde un principio no fueron ni serán nuestros. Mis abuelos no resolvieron sus diferencias de la mejor manera y ni siquiera actuaron como personas maduras acordes a su edad, todos hemos aprendido de nuestros errores y el que no haya cometido un solo error en su vida, lo invito a pasar al frente.
El silencio estaba presente, todos los Ingstad con su mirada cabizbaja pero escuchando atento las palabras del muchacho.
—No quiero dar tantos rodeos al asunto… solo necesito saber que esta persecución contra mi familia ha terminado, su líder no está aquí para envenenar su mente, ya no tienen que preocuparse por él. Les doy una oportunidad, una segunda oportunidad para rehacer sus vidas y dejar los conflictos que no nos pertenecen en el pasado. Son libres a partir de ahora pero si veo a cualquiera cerca de mi pueblo con actitud hostil, iré tras esa persona, pero si quieren rehacer sus vidas en el reino de MbóiPorã quiero que sepan que también son bienvenidos, ustedes y sus familias. — dijo esto último sin titubear ni dudar. —Es todo y gracias por escucharme. — añadió para luego girarse y caminar hasta el trono.
El chico pensó que cuando se girara todos los que estaban a su espalda se irían pero fue lo contrario, Tim se giró de nuevo para observar como todas aquellas personas seguían ahí de pie.
—Toikove MbóiPorã. — dijo uno de ellos.
—¡Toikove MbóiPorã! — exclamaron un par más.
Tim sonrió mientras veía a su abuela quien le devolvió la sonrisa, el grito del reino se hacía presente en las demás bocas de los Ingstad.
—¡Toikove MbóiPorã! — exclamó Timothée en conjunto con los demás.
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