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Capítulo 11: Falso Profeta.

La madrugada se había puesto fría, Ayla se había quedado junto al cuerpo inconsciente de su hermano sin lograr quedarse dormida aún, mientras su abuela si descansaba un poco luego del trágico suceso.

Aramis vigilaba la entrada del campamento junto a Price pues aún no confiaban mucho en que los encantamientos de Ayla hayan funcionado para protegerlos.

—He estado vigilando el reino desde el punto más alto de acá… ha entrado y salido mucha gente, como si nuestro hogar fuera una exhibición de museo. — comentó Price a la muchacha.

—Todo es un desastre pero si logramos despertar al rey Timothée, estoy segura que recuperaremos nuestro reino. — contestó ella.

La conversación fue interrumpida por el sonido de unas ramas que se quebrantaron muy cerca del lugar, aquel par se puso en guardia sacando sus armas preferidas para atacar.

—Es el último perímetro que falta… Aquí no hay nadie, amigo, debimos habernos marchado hace media hora. — dijo una voz masculina.

—Debemos estar muy seguros, no quiero sorpresas después. — contestó otro hombre.

Aramis y Price estaban listos para atacar, sin embargo, antes de visualizar a los dos hombres, Ayla apareció a las espaldas de ambos y los detuvo.

—Ni se les ocurra atacarlos. — les susurró, muy suavemente. —No pueden vernos ni oírnos, puse encantamientos especiales para eso… ahora vamos adentro, rápido. — añadió.

El par hizo caso a la más joven y entraron nuevamente a la tienda del campamento.

Darrell se encontraba descansando dentro de una de las habitaciones del reino de MbóiPorã, sin embargo, del otro lado del lugar, Dylan y Graham mantenían una conversación que alertó al muchacho y lo despertó, esta vez estaba consciente de lo que sucedía pues el efecto del encantamiento controlador se había terminado.

—Yo quedaré como rey temporal, seré el que tome las decisiones, Darrell solo será una cara para ocultarnos…

—Me parece bien, Dylan, pero recuerda el trato con Spooner. Mis aurores encontraron un laboratorio con bastante tecnología en el reino, asignaremos uno de esos trajes blindados a Darrell.

—¿Y solo a él? Tus aurores serían prácticamente invencibles con esas cosas, me sorprende que no hayas pensado en eso. — contestó Dylan entre risas.

—¿Y quién dice que no lo pensé? Sin embargo, es algo que debo comentar con el Ministro primero, estoy seguro que esa tecnología es uno de los grandes motivos por los cuales quería tomar este reino.

Darrell había escuchado la mayor parte de aquella conversación, su cara de frustración lo decía todo pues se sentía culpable de lo que estaba sucediendo.

La puerta de la habitación donde el hombre se encontraba se abrió de repente, Graham entró al lugar.

—¿Escuchaste… todo? — preguntó el hombre.

—¿Tú qué crees, idiota? — soltó el hombre.

—Tal vez todo esto que está pasando ahora lo veas de una mala manera, Darrell… pero cuando crezcas un poco y seas parte de este imperio que formaremos acá te darás cuenta de lo que significa, podrás verlo con tus propios ojos y no con los de alguien más… — dijo Graham mientras empuñaba su varita.

—Son unos cobardes, actuar de esa manera contra personas que no les han causado problemas, todo por la inmadurez de nuestros antepasados que no supieron resolver sus problemas, son patéticos. — contestó Darrell quién segundos después se lanzó contra Graham.

Ambos hombres desataron una pelea en aquella habitación, Darrell intentaba sacarle la varita al otro sujeto pues sabía que sin ella era más vulnerable.

—¡Aléjate, maldito! — exclamó Graham.

Varios aurores entraron a aquella habitación y con algunos encantamientos dejaron fuera de combate a Darrell.

—¿Está bien, jefe? — preguntó uno de ellos.

—Resguardenlo en el calabozo, no verá más que oscuridad hasta el momento en el que lo necesitemos… — contestó Graham mientras limpiaba un poco de sangre que bajaba por su boca.

Jasy y Timothée seguían el recorrido en lo que parecía ser un plano astral, el muchacho prestaba atención a lo que su abuelo le hablaba mientras seguía admirando aquel lugar.

—¿Puedes ver todo lo que pasa desde aquí, abuelo? — preguntó el más joven.

—Lo que pasa en el momento, sí… pero no podemos ver hacia el futuro y menos indagar en el pasado, es como una vida normal, vives el día a día y recuerdas lo que fue.

—Entonces descubriste quien te asesinó… — dijo el muchacho con algo de preocupación.

—Así es, quisieron inculpar a dos grandes magos que pelearon por el bien en su momento pero por suerte no salió como esperaban.

—¿Y qué opinas de eso? Descubrieron qué el sujeto, Darrell, estaba bajo un encantamiento controlador, dice que no fue su culpa pero siento que no puedo perdonarlo por lo que hizo…

Timothée se frenó para admirar un paisaje precioso sobre la colina que se encontraba.

—A veces no podemos perdonar a todos los que nos han hecho un daño, hijo y es totalmente algo normal. Sin embargo, si ese hombre fue controlado por alguien más, las acciones que lo obligaron a cometer no definen quién es, lo utilizan como un arma y la peor sensación que puede tener un ser humano en este mundo, es ser utilizado.

—Sí estuviera en tus manos perdonarlo por asesinarte… ¿Lo harías? — preguntó Timothée.

—Yo lo haría, pero… ¿Qué importa lo que piense yo? Ya no estoy en ese mundo. — contestó diciendo lo último con una sonrisa. —¿Tú lo perdonarías?

—Yo…

—No me contestes, no es necesario. Cuando sepas la respuesta, lo sabré.

Timothée se acercó a su abuelo y le dio un pequeño abrazo.

Casi amanece, Ayla había dormido al menos una hora pero ya se encontraba de pie nuevamente vigilando a Aramis y a Price los cuales si estaban profundamente dormidos.

—Que afortunados… — pensó la muchacha.

—¡Fue por acá! — exclamó alguien a las afueras del campamento, Ayla se puso alerta.

—¿Qué hay acá? — preguntó un hombre.

—Willem y yo sentimos algo acá, como una presencia muy alta de magia… debe haber algo aquí.

Un grupo de cinco magos varones se acercó a aquella conversación totalizando a siete personas justo a las afueras de aquella barrera mágica que Ayla había colocado.

—Mierda, mierda, mierda… — susurró la muchacha mientras sacaba su varita.

Aquellos siete hombres comenzaron a lanzar encantamientos por todo el terreno, los que impactaron en la barrera ayudaron a ir destrozándola de a poco.

—¡Hay una barrera, destruyanla! — exclamó el único que se percató de aquella pared mágica.

Los demás hicieron caso al muchacho y comenzaron a atacar hacia la barrera con más intensidad.

—¡Chicos, despierten, nos están atacando! — exclamó Ayla con preocupación.

Aramis y Price se pusieron en pie rápidamente y los pocos guardias de MbóiPorã que escaparon se prepararon para atacar.

—¿Qué sucede? — preguntó la reina Yara.

—Están atacando la barrera de magia, en cuestión de segundos la destruirán y podrán vernos… — contestó Ayla mientras ayudaba a su abuela a ponerse de pie.

Una pequeña explosión sonó en el lugar, una parte de la pared mágica había sido destruida y poco a poco se fue quebrantando la demás barrera.

—¡No se muevan! — exclamó uno de los tipos al visualizar aquel campamento.

—Te dije que había alguien aquí, son del reino. — soltó otro hombre.

—Alejense de nuestro territorio o pagarán las consecuencias. — dijo la reina Yara pasando al frente sin miedo.

Los guardias de MbóiPorã rodearon a los siete muchachos todos con sus filosas armas para atacar.

—No pueden ganarnos, somos magos… ¿Ustedes que son? — dijo con sonrisa maliciosa quien parecía el líder de ese grupo.

—¡Desmaius! — conjuró uno de los hombres enviando a volar a uno de los guardias.

Se desató una gran pelea entre los guardias, los muchachos y el dúo de Aramis y Price mientras Ayla mantenía a salvo el cuerpo inconsciente de su hermano y a su abuela.

—¡Quédate aquí y cuida a Tim, abuela! — le dijo la muchacha.

—Ayla, no… tienes que quedarte aquí.

—No, abuela, tengo que patearle el trasero a estos idiotas por nuestro pueblo. — soltó la muchacha con rabia.

Aramis y Price fueron los únicos aliados que quedaron en pie pero ya estaban sometidos, los siete hombres eran bastante diestros en la magia, tenían al par arrodillados con cuerdas que ataban sus manos.

—Esto se acabó, nos llevaremos a la reina ahora. Willem, ve por ella. — dijo el lider del grupo.

—Sobre mi cadáver le tocarás un pelo. — soltó Ayla con un aura de fuego que la rodeaba, truco que había aprendido de su amigo, Ambrose para protegerse.

—Que patético… — susurró Willem al ver a la chica.

—¡Incarcerous! — conjuró Ayla.

Unas cuerdas salieron de su varita y en cuestión de segundos Willem cayó al suelo amordazado y atado con éxito.

—¡Atrapenla! — exclamó el lider.

Ayla era muy escurridiza, combinaba su potencial en encantamientos con los trucos que su madre le había dado para escabullirse sin ser detectada.

—Ya sal de tu escondite niña, no ganarás esta pelea.

—¿Por qué estás tan seguro? — preguntó la chica para luego soltarle un encantamiento aturdidor a su enemigo dejándolo por el suelo.

La muchacha se distrajo un poco y el líder de aquel grupo aprovechó para atacarla, sin embargo, la pelinegra se puso de pie rápidamente y repelió la mayor parte de hechizos que le lanzó su contrincante para luego escabullirse por el bosque de nuevo.

—No te escondas, cobarde.

—¡Cuídate la espalda! — exclamó la muchacha para después brindarle una patada tan fuerte al sujeto que lo envió al suelo donde se golpeó la cabeza y lo dejó inconsciente. —No te metas con un Potter, idiota. — añadió la muchacha.

—¡Ahí está, atrapala! — escuchó decir la pelinegra a sus espaldas.

Un encantamiento impactó a la chica dejándola de cabeza al suelo pero levitando, rápidamente llegó otro hechizo que le arrebató la varita de su mano quedando desarmada.

—Sí creíste que fue así de sencillo derrotarnos, estás mal, niña. ¿Quién eres? — preguntó el atacante mientras se acercaba.

—La chica que va a patearte el culo. — contestó la más joven.

Los cuatro restantes rieron.

—Es tierno pensar que podrías, me sorprende que hayas logrado dejar inmóvil a nuestro líder pero… un día con suerte lo tiene cualquiera.

—¿Y por qué no me sueltas para que puedas comprobarlo? De seguro eres uno de esos patéticos Ingstad. Está en su sangre atacar en grupo como una manada de cobardes sin valores…

—¡Cállate! — exclamó aquel hombre para luego soltarle un golpe en la cara a la chica.

El líder de aquel grupo había despertado con ayuda de uno de sus hombres, los siete sujetos estaban de vuelta en el juego.

—Esta mocosa es un demonio andante… — susurró Willem mientras se frotaba la cabeza.

—Podemos asesinarla aquí mismo o llevarla con Darrell… ¿Qué hacemos? — preguntó el más bajo a su líder.

El muchacho observó a la niña por algunos segundos y luego le apuntó con su varita.

—No fue un placer conocerte, mocosa. — dijo para después soltar una risa.

—¿Por qué no se meten con alguien de su tamaño, cobardes? — preguntó una voz masculina escondida entre las sombras.

—Creo que justamente porque son unos cobardes… — dijo otra voz, esta vez femenina seguida de una risa de otra voz femenina.

—Willem recorre el perímetro, hay que buscar de don…

Antes de que el líder terminara de hablar recibió un encantamiento que lo envió al suelo de nuevo.

—¡Ahí está! — exclamó Willem empuñando su varita.

Los hombres trataron de luchar pero fueron atacados por aquellas tres personas de forma rápida dejando a todos fuera de combate en cuestión de segundos.

El líder del grupo se puso nuevamente de pie tratando de tomar su varita pero aquel hombre con capucha lo detuvo.

—No, ya no harás eso. — dijo.

—No quieres pelear puño a puño idiota… ¡Soy un Ingstad, de los mejores magos y peleadores del mundo mágico! Te haría trizas en cuestión de segundos. — dijo el hombre con coraje para luego lanzarle un golpe a su rival.

Sin embargo, el encapuchado no se esforzó mucho para esquivar el golpe y con una gran rapidez respondió al ataque, golpeando a su contrincante varias veces para luego enviarlo al suelo de nuevo, antes de que pudiera levantarse de nuevo recibió tres golpes en su cara que lo dejaron inconsciente, el hombre se puso de pie y quitó la capucha de su cabeza dejando ver su cabello pelirrojo.

—Y tú te metiste con un Sawyer… idiota. — dijo para sí mismo.

—¡Ambrose! — exclamó una de aquellas mujeres.

El pelirrojo volvió hasta donde estaban sus acompañante, Ruth Strigoi aseguraba el lugar mientras Margot Lythrews revisaba con atención a Ayla.

—¿Estás bien? No te veo ninguna herida grave.

—Estoy bien… gracias por venir, pensé que no habían recibido mi carta. — contestó la chica.

—Monitoreamos todas las cartas que envían antes de que el Ministro lo haga, así evitamos desgracias como esta. — dijo Ambrose mientras estiraba su mano para ayudar a Ayla a ponerse de pie.

—Ambrose, tanto tiempo sin verte… — susurró la chica mientras quedaba frente a frente con el pelirrojo.

—El lugar está despejado, estamos seguros. Ayla, querida. ¿Estás bien? — preguntó Ruth acercándose.

—Sí, gracias por venir… — contestó con una sonrisa.

—¿Dónde está tu hermano? — preguntó Ambrose.

—Hay que volver, Aramis y Price están atados y mi abuela puede estar muy asustada… ¡Siganme! — exclamó la chica para luego correr a las afueras del bosque mientras las chicas y el muchacho la seguían.

Había amanecido en su totalidad, los ciudadanos del pueblo se encontraban en el reino pues habían anunciado una importante noticia que darles, unos miembros de la Unión Monárquica Mágica estaban presentes, manipulados por los Ingstad con el encantamiento controlador.

—Buen día, pueblo de MbóiPorã, tenemos noticias que espero serán de su agrado en este nuevo ciclo que representará un cambio para todos. Debido a los recientes sucesos con el abandono de la familia Potter al cargo real, dejando al pueblo de MbóiPorã vulnerable sin un líder que los guíe por los buenos pasos, la Unión Monárquica Mágica junto a varias instituciones importantes en el mundo han llegado a una decisión de nombrar un nuevo rey y un nuevo guerrero del pueblo de MbóiPorã…

Darrell Ingstad salió a aquel escenario manipulado de igual forma por Graham.

—Darrell Stephen Ingstad será el nuevo rey y la nueva Mantra Oscura. Su ligamen directo con los Potter es una de las razones por las que fue elegido para tomar el cargo y estamos muy seguros que desempeñará una gran labor. ¡Un aplauso para el nuevo rey! — exclamó el embajador de la Unión Monárquica.

Varios ciudadanos quedaron impactados con la noticia, sin embargo comenzaron a aplaudir pasados unos segundos.

—¡Larga vida al rey Ingstad! — exclamó uno de los ciudadanos.

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