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~XXXVIII~

El día de la primera prueba había llegado y Deborah luchaba por mantenerse despierta.

Se pasó toda la noche anterior en el bosque prohibido, varita en mano y buscando uno de los malditos ingredientes de los Weasley.

Cuando al fin encontró las dichosas raíces, las cuales solo salían con la luna llena se dispuso a volver, pero lo que vio en el camino la mantuvo despierta el resto de la noche.

Dragones. Dragones en jaulas.

Supuso rápidamente el porqué de su estancia cerca del castillo y la preocupación por su hermano no se fue.

Nunca fue muy buena en cuidado de criaturas mágicas, por lo que sólo fue capaz de reconocer a un dragón, el Colacuerno húngaro.

-¡Debs! ¡Despierta!

Un pequeño golpe de Edmund en su brazo la hizo salir de su ensoñación.

El chico le tendió una taza hasta arriba de café.

-Tómate esto rápido que tenemos que coger sitio en las gradas.

Deborah se limitó a asentir y a tomar un gran trago de la bebida.

Al ver que su amiga no iba a contestar Edmund siguió hablando.

-Aún no entiendo cómo de has dejado chantajear así por los Weasley, podrías haberlos amenazado y ya.

Deborah se encogió de hombros fingiendo indiferencia.

Lo cierto es que su amigo tenía razón. Cualquier otro día ella se hubiera limitado a amenazarlos y ellos habrían obedecido.

Pero una parte de ella sentía que no era correcto hacerle eso a los gemelos, además de que ellos ya defendían a Harry antes de que se lo pidiera.

Se sentía más como si estuviera saldando una deuda o haciendo algo para agradecerles más que el chantaje que se suponía que era.

Deborah no era idiota, era consciente de que estaba cambiando, de que se metía en peleas, de que no le molestaba estar junto a los gemelos....

Todas esas cosas le preocupaban, pues significaba que se estaba ablandando, y cuanto más vulnerable estuviera, más fácil sería para el resto hacerle daño.

Así que ese día, caminando junto a Edmund hacia las gradas para ver la primera prueba, tomó una decisión.

Se alejaría de los Weasley. Una vez les hubiera dado sus estúpidos ingredientes no volvería a hablar con ninguno de ellos. Además de eso, no se enfrentaría directamente a nadie, hechizaría a los abusones de su hermano por la espalda.

Apretó la bolsa con las raíces contra su pecho cuando llegaron a las gradas.

-Guárdame sitio Ed. Voy a darle esto a los Weasleys.

Su amigo asintió y escogió los sitios con mejores vistas posibles.

Mientras tanto, a Deborah no le fue muy complicado encontrar a los pelirrojos, pues estos iban de un lado a otro gritando para hacer a la gente apostar.

La morena rodó los ojos ante el infantil comportamiento de los chicos, pero se acercó a ellos igualmente.

-Aquí tenéis las raíces, la piedra me la traerán por correo la próxima semana.

Extendió la bolsa, la cual Fred tomó algo confuso. Hacía mucho que la chica no usaba ese tono de desagrado con ellos.

-¿Todo bien Potter?

Preguntó George, quien también se había dado cuenta.

Pero la chica no respondió, se dio la vuelta y se dirigió a su asiento sin mediar palabra.

Los gemelos intercambiaron miradas sin saber que acababa de pasar.

-¿Qué ha sido eso? ¿No se suponía que ya no nos odiaba?

Por mucho que no quisiera admitirlo, Fred se había sentido mal por la actitud de la chica. Lo cierto es que se había acostumbrado a “bromear” con ella y no quería volver a lo de antes.

George sonrió levemente y posó una mano en el hombro de su hermano, dándose cuenta de su preocupación.

-Tranquilo Gred, seguro que sólo está nerviosa. Recuerda que es su hermano quien se va a pelear con un dragón.

Fred asintió no muy convencido con las palabras de su hermano y se dispuso a seguir con las apuestas.

George por su parte negó con la cabeza divertido. Pues para él era más que obvio lo que le ocurría a su hermano.

Deborah llegó junto a Edmund y este alzó una ceja.

-No has hablado mucho con ellos.

Por mucho que la chica intentara disimular sus emociones, Edmund y Corvus siempre serían capaces de ver a través de ella.

Pero aún siendo consciente de aquello, Debbie no tenía intención de hablar.

-Ya empiezan las pruebas.

A medida que los concursantes salían, Deborah se iba poniendo más nerviosa, aún no salía el Colacuerno.

Cuando fue el turno de Cedric, la morena rodó los ojos y se limitó a esperar que el dragón le hiciera una pequeña quemadura.

No es que odiara al chico, puesto que él nunca se había metido con Harry. Pero le había visto reírse cuando sus amigos lo hacían, y alguien que calla es tan culpable como el acosador.

Cuando fue el turno de Harry y salió el Colacuerno Deborah se tensó. Su hermano no podía tener peor suerte.

Harry esquivó un par de ataques del Colacuerno antes de esconderse tras una roca.

-¡La varita Harry! ¡Usa la varita!

Ed soltó una risa ante el grito que Hermione, no muy alejada de ellos, había pegado.

-Menos mal que se lo ha dicho, imagínate que intenta vencer al dragón con el dedo.

Pero Deborah ignoró el comentario de su amigo y se inclinó hacia atlante cuando Harry apuntó la varita al cielo.

-¡Accio!

Unos segundos llenos de tensión pasaron hasta la escoba de Harry llegó hasta él.

El chico comenzó a volar tratando de alejarse de el dragón, pues este le perseguía.

Un grito recorrió a la multitud cuando el dragón se soltó de sus cadenas y voló tras Harry.

Deborah se levantó de su asiento.

-¡Tienen que parar esto! ¡Ese dragón está sin controlar, podría matar a alguien!

Edmund se levantó y tomó fuerte la mano de su amiga en un intento de calmarla.

Cuando Harry consiguió el huevo todas las gradas gritaron y aplaudieron. Pero Deborah no lo hizo. Ella miraba con odio el lugar en el que Dumbledore estaba sentado.

A aquel hombre no le interesaban lo más mínimo las vidas de sus estudiantes y lo iba demostrando año tras año.

Ambos amigos bajaron juntos de las gradas, completamente rodeados por gente.

-Voy a adelantarme a la sala común. Corvus está en su habitación y con suerte podemos estar un rato solos hasta que lleguen sus compañeros.

Deborah asintió y observó a su amigo perderse entre la multitud.

Suspiró y se dispuso a salir de allí y encontrar un lugar en el que pudiera estar sola. Las multitudes la agobiaban.

Pero para su mala suerte, su muñeca fue agarrada por una mano que arrastró de ella.

De un momento a otro se vio cara a cara con los gemelos Weasley, quienes sonreían ilusionados.

-¿Qué dices Potter? ¿Te vienes a la sala común de Gryffindor a celebrar la victoria de tu hermano?

Deborah se regañó mentalmente, pues estuvo a punto de contestar que sí.

Aunque las fiestas no fueran lo suyo, podría ver como se encontraba su hermano y....

Negó con la cabeza bruscamente, apartando esos pensamientos.

-No.

Dicho esto se dio la vuelta y se fue a buscar algún lugar en el que estar sola, en el que volver a ser la Deborah de siempre.

¡Hola!
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Os ha gustado?

Parece que Deborah se está volviendo a retraer, ¿creéis que volverá a ser tan cerrada como antes?

Muchas gracias por todos los votos y comentarios, ayudan bastante a la hora de seguir con la historia. 💚

¡Hasta la próxima!

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