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~XXXVI~

Harry caminaba por los pasillos de Hogwarts con la cabeza gacha.

Podía sentir las miradas de todo el mundo en su nuca. Y es que, desde que su nombre salió de aquel maldito cáliz no había tenido un descanso.

Las únicas personas que le hablaban en su casa eran Hermione, Neville y los gemelos Weasley.

Esto último había enfadado aún más a Ron, quien ya estaba bastante cabreado con él. Pero los gemelos le aseguraron que no estaban preocupados por eso, que Ron necesitaba madurar.

Aún contando con el apoyo de algunas personas, los últimos días habían sido especialmente duros.

-¡Potter!

Harry suspiró cansado y se giró hacia la última persona con la que quería encontrarse.

-¿Qué quieres Malfoy?

El rubio sonrió con altanería, junto a los dos gorilas que le acompañaban.

-Mira Potter, lo he hecho yo mismo.

Malfoy señaló la insignia que tenía pegada en su túnica, en ella rezaba: apoya a Cedric Digorry, el verdadero campeón de Hogwarts.

Potter apesta.

Un pequeño grupo de gente se había formado en el pasillo, todos portaban esas insignias, por lo que, cuando estas cambiaron a Potter apesta, Harry se sintió totalmente humillado.

Pero la sensación duró poco y cambió a sorpresa, puesto que de un momento a otro todas las insignias salieron volando hasta un punto a la espalda de Harry.

Cuando el azabache se giró para ver lo que había ocurrido, se sorprendió ante la escena.

Su hermana y sus dos amigos sostenían todas las insignias en sus brazos, mientras que los gemelos Weasley sonreían divertidos tras ellos.

Las miradas de los tres Slytherins estaban cargadas de veneno, pero la de Deborah daba verdadero miedo.

Nadie dijo nada durante un buen rato.

Todos observaron anonadados y algo intimidados como Fred Weasley sacó una pequeña bolsa de tela y se la tendió a Deborah, quien la agarró y sin apartar la mirada de Malfoy y su grupito metió todas las insignias allí.

Les pasó la bolsa a Corvus y a Edmund, quienes la imitaron, para luego lanzar la bolsa al suelo.

-¡Potter no!

Malfoy intentó detener a la chica, pero esta no pareció inmutarse.

-Te advertí sobre lo que ocurriría si te veía metiéndote con mi hermano.

Dicho esto giró su varita y la bolsa de las insignias prendió fuego.

Las risas de Fred y George no fueron suficientes para cortar el ambiente tenso.

Los chicos que antes se habían metido con Harry se marcharon atemorizados.

Mientras que Malfoy, quien era ahora el humillado, temblaba de rabia.

-Esto no se quedará así, ¡le contaré a padre lo que tienes con ese sangre sucia Corvus!

Y dicho esto el rubio se fue, seguido de cerca con su primo.

-¡Te he dicho mil veces que entre Edmund  y yo no pasa nada!

El nombrado y Debbie intercambiaron miradas.

-El día que en Slytherin entiendan que soy mestizo damos una fiesta.

-¡Y nosotros estaremos encantados de asistir!

Dijo George rodeando los hombros del moreno.

-¿Tú qué dices Potter?

Pero la chica ignoró a Fred y se dirigió hacia su hermano.

-Hey... ¿Estás bien?

Harry asintió con la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa. Le gustaba saber que su hermana le defendía.

-Si, esto... Muchas gracias, de verdad.

La mayor negó con la cabeza.

-No hay de que, para eso....

-¡Están las hermanas mayores! Y la tuya te cuida mucho. ¿No es así chicos?

Los gemelos Weasley asintieron mientras que Deborah apretaba los puños, enfadada con Edmund por la interrupción.

Pero se calmó rápido al ver que Harry soltó una pequeña risa.

-No sabía que erais amigos de mi hermana chicos.

Los gemelos adelantaron unos pasos con sonrisas orgullosas y Fred se dispuso a apoyar su mano en el hombro de Deborah, pero esta le apartó de un manotazo.

-Eso es porque no lo somos.

Edmund negó con la cabeza divertido ante la situación y como su amiga seguía negando que le agradaban aquellos pelirrojos.

-Es nuestra mejor amiga, pero aún sigue en proceso de negación.

Bromeó Fred, esta vez sin invadir el espacio personal de la chica, cosa que ella agradeció.

Conversaron un rato más hasta que Harry tuvo que irse a clase.

Deborah le observó irse algo preocupada, aquellos idiotas no le dejarían en paz, y ella no podía estar siempre alrededor.

Edmud, sabiendo lo que se le pasaba a su amiga por la cabeza se acercó.

-Estará bien Debs, tiene a Hermione y a Lucy.

-¡Y a nosotros por supuesto!

A pesar de lo mucho que molestaban a Deborah las interrupciones de los gemelos, aquella vez le dio una idea.

-Vosotros dos vais a Gryffindor. Podrías estar atentos y ayudar a Harry si algo como esto vuelve a pasar.

Ambos pelirrojos intercambiaron miradas para luego asentir.

-De acuerdo, pero lo haremos con una condición.

Edmund alzó una ceja.

-¿Necesitáis algo a cambio por ayudar a un amigo?

Deborah asintió opinando lo mismo que su amigo. A ambos se les llenaba la boca hablado de lo valientes, desinteresados y nobles que eran, pero cuando se trataba de ayudar a Harry necesitaban favores.

George negó con la cabeza.

-No es por eso. Necesitamos algo que nosotros no podemos conseguir y esta es la oportunidad perfecta.

Deborah se cruzó de brazos enfadada.

-¿Qué mierda queréis?

Fred buscó por unos segundos en su bolsillo, antes de sacar un papel arrugado que le tendió a la chica.

-Como bien sabréis, estamos empezando nuestro propio negocio de productos de broma. Queremos sacar un nuevo producto, pero requiere hacer una poción que cuenta con los ingredientes que hay en el papel. No hemos podido encontrarlos.

Deborah frunció el ceño, leyendo lo que había en el papel.

-Ni siquiera Snape tiene esto en su armario.

Fred se inclinó un poco hacia ella.

-Sólo son dos cosas. Nada que alguien como tú no pueda manejar. ¿Lo harás?

Deborah se mordió el labio.

La tentación de decirles que no y quemar el papel tal como había hecho con las insignias era alta, pero si lo hacía ellos ayudarían a Harry.

Además, aunque nunca lo admitiría en voz alta, le gustaban los productos que los gemelos vendían. Era entretenido ver a niños corriendo hacia el baño con la nariz sangrando y las caras que ponían los profesores cuando eso ocurría.

-Está bien, lo haré.

Fred hizo un pequeño baile de la victoria y chocó los cinco con su hermano.

-Sabía que lo harías, eres la mejor.

Y tan rápido como dijo eso, tomó a su hermano del brazo y se fue.

-¿Eres la mejor? ¿Qué clase de idiota cierra una conversación con eso?

Se burló George, una vez se hubieron alejado de los Slytherins.

Fred negó con la cabeza.

-Déjame, no sabía que decir.

-¿Cualquier otra frase?

Tras eso, George se ganó un pequeño empujón por parte de su hermano.

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