~XXXIII~
Un mes después de el anuncio de Dumbledore, los alumnos de otros colegios llegaron.
Deborah y Corvus observaron como, delante de ellos, la mitad de el colegio se asomaba para ver como llegaban el carruaje y el barco.
Ambos amigos intercambiaron miradas de exasperación, a ninguno les apetecía lidiar con todos aquellos idiotas.
En la cena ambos colegios entraron ofreciendo espectáculos, causando que a muchos alumnos de Hogwarts se les cayera la baba.
Deborah, por su parte, leía un libro desinteresada.
Los alumnos de Durmstrang se sentaron en la mesa de Slytherin, pero ninguno cerca del trío, pues ellos se encontraban en una esquina de la mesa, lo más alejados posible de el resto.
Corvus rodó los ojos cuando vio a su primo Draco hacerle espacio a Krum y empezar a hablar con él cual colegiala enamorada.
-Es un idiota.
Krum le respondía algo incómodo con la situación, lo que ponía de los nervios a Corvus, pues su primo no desistía.
Ed, que también observaba la escena, se encogió de hombros.
-No sé de que te sorprendes, lleva haciéndole lo mismo años al hermano de Debs, como si estuviera enamorado. ¿Tú qué dices Debs? ¿Te apetece tener a un Malfoy en la familia?
La chica suspiró desganada.
-No mucho, pero lo que mi hermano haga en su tiempo libre es su problema, supongo.
***
Deborah caminaba por los pasillos de camino a la sala donde se encontraba el cáliz.
Si fuera por ella no iría, pero sus amigos la esperaban allí y no le apetecía pasar la tarde sola.
Se detuvo cuando escuchó un grito.
-¡Asquerosa sangre sucia!
Giró por el pasillo de el cual venía el ruido y suspiró ante la escena que se encontró.
Draco Malfoy apuntaba con su varita a una chica con el uniforme de Beauxbatons, quien sonreía con altanería.
-¡Y a mucha honra gilipollas!
Por el acento de la chica, Deborah dedujo que no era francesa.
Cuando vio que Draco estaba dispuesto a hechizar a la chica, Debbie suspiró y sacó su varita.
Haciendo uso de lo que aprendió en las clases de magia no verbal, hizo un movimiento y la varita del rubio voló hacia ella.
-¿Algún problema?
Draco se giró y la miró con altanería.
-No, ahora dame la varita Potter.
La morena negó con la cabeza.
-Se la voy a dar a tú primo y luego vas a pedírsela. Ahora vete si no quieres que la rompa aquí mismo.
Draco apretó los puños y se fue de allí, no sin antes llamarla traidora.
-¡Eso ha sido genial!
La chica desconocida se acercó a ella con una radiante sonrisa.
-Muchas gracias por ayudarme, aunque lo tenía controlado. No he sobrevivido seis años en un colegio lleno de Franceses pijo por nada.
Deborah asintió alzando una ceja.
-No hay de que. Ahora me voy, tengo algo de prisa.
Pero la chica no pareció entender le mensaje.
-¿Vas a ver como ponen su nombre en el cáliz? Yo también iba para allá, es divertido ver a un montón de idiotas apuntarse a su muerte.
Deborah decidió no contestar, pues no quería admitir que estaba de acuerdo con la desconocida y siguió su camino.
Pero la chica pareció no captar el mensaje de nuevo, pues comenzó a andar junto a ella.
-Me llamo Valeria Rojas, y tú eres....
Ambas entraron a la sala y Deborah buscó a sus amigos con la mirada.
-Deborah Potter.
Y dicho esto se sentó junto a sus dos amigos, dejando a Valeria sola en la puerta.
Pero al parecer, el mundo no quería que se separara de ella, pues cuando se hubo sentado junto a Corvus y Edmund, éste último reconoció a Valeria y le indicó que se sentara junto a ellos.
-¡Hola Ed!
El chico sonrió ante el saludo y ambos comenzaron a conversar.
La chica tenía el cabello corto color avellana, al igual que sus ojos, los cuales brillaban con entusiasmo.
-¿Y cómo os conocisteis?
Preguntó Corvus, para quien la chica también era una extraña.
-Fue ayer, iba por los pasillos y el típico idiota de turno me llamó sangre sucia. Antes de que yo pudiera maldecirlo apareció Val y comenzó a gritar al chico un montón de cosas en francés para luego escupirle.
La mencionada se rió divertida ante el recuerdo.
Aunque su personalidad era demasiado ruidosa para Corvus y Deborah, ambos sintieron un aprecio ante la chica que había defendido a su amigo.
-Pero no le grité en francés, fue en español. En mi colegio hay gente de más de un país.
Su pequeña conversación de vio interrumpida cuando los gemelos Weasley entraron a la sala con sonrisas confiadas y con un frasco de poción cada uno.
Deborah sintió inquietud durante un momento, pero cuando ambos explicaron que eran pociones hechas por ellos, no pudo evitar bufar con incredulidad.
George no se dio cuenta y se dedicó a ir a molestar a Hermione. Pero Fred, muy a su pesar, llevaba atento a la morena desde que entró en la sala.
-¿Qué ocurre Potter? ¿Temes por mi vida?
Dijó el pelirrojo agachándose ante ella con una expresión juguetona.
La chica alzó una ceja incrédula.
-No tendría por qué preocuparme incluso si me imporatara tu vida Weasley, después de todo soy tu compañera de pociones, y no serías capaz de hacerla.
Fred soltó una pequeña risa ante el comentario de la chica.
-Ya verás como lo consigo Potter, y te lo voy a dedicar.
Dicho esto el pelirrojo se dio la vuelta y se dirigió hacia su hermano.
-¿Soy yo o ahí había tensión romántica?
Ed alzó una ceja pensativo ante lo susurrado por Valeria.
-No se yo si romántica, pero hay tensión.
Corvus, quien había escuchado la conversación negó con la cabeza.
-Incluso si la hubiera, conocés a Deborah, no pasará nada.
Por otro lado, Fred y George se tomaron las pociones y saltaron dentro del círculo.
Una vez dentro, Fred guiñó un ojo a Deborah, quien se llevó la mano a la frente con exasperación. Aquellos idiotas no sabían en lo que se estaban metiendo.
Ambos echaron los papeles al cáliz y celebraron, pero la alegría duró poco.
Debbie se esforzó por contener la risa cuando los gemelos salieron disparados, adquiriendo caras, barbas y pelo de anciano en el proceso.
Pero al contrario que ella, las risas de Edmund y Valeria se escuchaban por encima de las de todos y Corvus sonreía divertido.
El silencio se hizo de pronto cuando los búlgaros entraron y Krum echó su papel.
Cuando el grupo de Slytherins, y la nueva incorporación española salían de la sala se cruzaron con los gemelos, quienes iban a la enfermería.
-¡Pero mira, si son los abuelos!
Ambos pelirrojos se rieron ante el comentario de Valeria.
-Los abuelos más guapos de Hogwarts.
Y así los tres iniciaron una conversación sobre quien era el anciano más sexy de Hogwarts.
Edmund, hacía algunos apuntes de vez en cuando, mientras que Deborah y Corvus hablaban en bajo de otra cosa.
Fred no pudo evitarlo y volvió a mirar a la chica Potter, maldiciendo en su mente, pues sabía lo que aquellas actitudes que él tenía últimamente significaban.
No dejar de mirarla, querer llamar su atención....
Comenzaba a atraerle Deborah Potter y para su sorpresa, aquello no le desagradaba tanto como había esperado.
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