~XXXI~
-Vale chicos, vamos a realizar aparición conjunta. Lucy, tu vienes conmigo, Peter con Ed y Deborah irá con Susan.
La familia Pevensie junto a Deborah se encontraban en un callejón cerca de Grimmuald place, listos para ir al mundial.
Debbie tomó la mano de Susan, ambas ignorando la mini pelea que se había formado entre Edmund y Peter.
-Voy a contar hasta tres para que estés preparada, te advierto que puede que te cause nauseas.
Deborah asintió y cerró los ojos al escuchar la cuenta atrás.
Durante unos segundos sintió como si todo su mundo diera vueltas, para que se detuviera de golpe, dejándola algo mareada.
Soltó la mano de Susan y abrió los ojos, para ver como Lucy vomitaba mientras su padre la recogía el pelo y acariciaba su espalda.
Sintió como un sentimiento de nostalgia la invadía, preguntándose como sería si sus padres estuvieran allí.
Cuando Lucy se sintió mejor el señor Pevensie les guió hacia su tienda, en la que estuvieron un tiempo instalándose.
En el momento de tener que subir a las gradas Deborah se sintió abrumada por la cantidad de gente que había, no le gustaban mucho las multitudes.
Edmund, que conocía a su amiga, entrelazó disimuladamente sus brazos y la arrastró entre la multitud.
-Prepárate para subir, estamos bastante alto, aunque no en las últimas filas, me hubiera encantado.
Deborah asintió y se apegó aún más a su amigo.
Cuando ya llevaban un rato subiendo, se toparon con un grupo de cabezas pelirrojas frente a ellos.
Dylan y Lucy no se dieron cuenta, por lo que siguieron avanzando, pero el resto de los Pevensie y Deborah se detuvieron, pues el grupo hacía tapón y no les dejaba pasar.
-Piénsalo así Weasley, si llueve, seréis los primeros en enteraros.
Debbie rodó los ojos al escuchar la voz de Lucius.
Se asomó algo más y vio que el hombre estaba acompañado de Draco y Corvus, quien miraba al suelo completamente incómodo.
-Tenemos asientos al lado del palco, reservados junto al ministro.
La sonrisa de altanería de Draco no pudo faltar, y a Deborah comenzó a hervirle la sangre de enfado.
-Draco, no hay necesidad de presumir, está de más con esta gente.
Y justo cuando los Malfoy iban a irse, Deborah vio las caras de los Weasley y suspiró dando un paso adelante.
-Malfoy, no sabía que tenías un hermano.
Draco la miró confuso.
Por otro lado, los Weasley y Harry la miraban sorprendidos, no la habían visto.
Y por último, Ed y Corvus se tragaron una sonrisa, sabiendo lo que estaba apunto de decir su amiga.
-¿Qué quieres decir niña?
Contestó Lucius con asco.
-Digo señor Malfoy, que basándome en la manera de parase a burlarse de unos críos porque usted tiene más dinero que ellos no debe tener usted más de diez años, o al menos eso dice su actitud.
Los gemelos Weasley soltaron una carcajada, enfurecido más a Lucius.
-Escúchame bien Potter, cuidado con lo que dices, recuerda que tengo poder en el ministerio.
Deborah se cruzó de brazos y alzó una ceja indiferente.
-Si, ya me he enterado, con eso de que tú y tu hijo lo vais diciendo todo el tiempo es complicado no hacerlo.
Y esta vez, Edmund se unió a las risas de los gemelos.
-Vámonos Draco, Corvus, no merecen la pena.
Corvus guiñó un ojo disimuladamente hacia ellos, divertido por la situación.
Cuando los Malfoy se hubieron marchado, Arthur Weasley se dirigió hacia ella.
-Gracias Deborah, pero no tendrías que haberlo hecho.
La chica se encogió de hombros y Edmund se puso junto a ella.
-Ese idiota necesitaba un poco de su propia medicina, ¿y quién mejor para dársela que aquí mi amiga? Una de las Slytherin más bordes que conozco.
Los gemelos se rieron de nuevo y le confirmaron a su padre que las palabras de Ed eran ciertas, dando por terminada la conversación.
El señor Weasley asintió algo incómodo y volvió a agradecer, pero los hermanos Pevensie arrastraron a Deborah hacia las gradas antes de poder decir nada más.
-¡Vaya Deborah! No sabía que tenías ese carácter.
La nombrada se encogió de hombros ante lo que dijo Susan.
Meterse en los asuntos de otros no era algo habitual en ella, pero esta vez no pudo evitarlo.
Al ver la cara de rabia de Harry o como los gemelos fruncían el ceño y el señor Weasley bajaba la cabeza con vergüenza no pudo contenerse.
Maldijo en su mente, pues eso significaba que se estaba ablandando.
Al llegar a sus asientos, Deborah se acomodó junto a Ed y a Lucy y suspiró, dispuesta a perder tiempo de su vida viendo aquel estúpido partido.
Para suerte de la chica, el partido fue corto para lo que solían ser las finales. Irlanda ganó, a pesar de que el buscador de Bulgaria atrapó la snitch.
Debbie nunca lo admitiría, pero hasta ella se emocionó algo con el final del partido.
Ed iba a su lado de camino a la tienda de campaña, el chico comentaba todas sus jugadas favoritas mientras que Debbie pretendía escucharle cuando el caos comenzó.
Hechizos comenzaron a volar y la gente entró en pánico y corrió.
De un momento a otro, Deborah y Edmund se vieron solos sin el resto de su familia.
Entrelazaron sus brazos para no separarse y comenzaron a andar intentando salir de la multitud o encontrar al resto de los Pevensie.
Edmund respiraba aceleradamente, con el terror apoderándose de él, pues estaba preocupado por su familia y por Corvus.
Deborah, por su parte trataba de mantener la calma y seguir caminando junto a su amigo, aunque la angustia empezaba a apoderarse de ella.
Para suerte de ambos, una voz conocida llamó a la chica.
-¡Potter! ¡Deborah Potter! ¡Por aquí!
Debbie giró la cabeza hacia los gritos y vio a los gemelos Weasley junto a su hermana pequeña.
-¡Ed, vamos a ir con los Weasley! ¡Sígueme!
El chico asintió, aún algo ido y ambos se abrieron paso hasta el comienzo del bosque, donde los gemelos y Ginny les esperaban.
Después de lo que para ellos fue una eternidad, consiguieron llegar a los pelirrojos.
Fred, a quien Deborah reconocía por ser su compañero de pociones, y porque olía algo diferente a su gemelo, le sonrió de lado.
-¿Te ha gustado la final Potter?
La chica rodó los ojos ante el intento de broma del muchacho, pero decidió seguirle el juego.
-Tan emocionante como las clases de Historia de la magia, Weasley.
Y dicho esto comenzaron a adentrarse en el bosque.
Edmund pudo tranquilizarse algo cuando los Weasley le informaron de que Lucy estaba junto con el trío de oro y el resto de su familia probablemente ayudando, junto a su padre y hermanos.
Pero aún así el moreno era reticente a alejarse, pues aún había alguien del que no sabía nada.
-Deborah, por favor, tenemos que ir a buscar a Corvus. Si de verdad hay mortífagos es muy probable que su tío sea uno de ellos, no podemos dejarle solo.
La chica suspiró sabiendo que su amigo tenía razón.
-¡Weasley, seguid vosotros! ¡Nosotros volvemos a buscar a alguien!
Fred abrió los ojos sorprendido.
-¿Cómo? No sé si os habéis dado cuenta, pero allí puede haber mortifagos, es peligroso.
Los dos amigo intercambiaron miradas y asintieron.
-Por eso mismo tenemos que ir Weasley.
George silbó viendo como ambos se alejaban.
-Y luego dicen que los Slytherin son unos cobardes.... O alomejor lo son y solo están completamente locos.
Ginny bufó y tiró de sus brazos.
-¡Vamos con ellos, no podemos dejarles solos!
Fred asintió a lo dicho por su hermana.
Deborah y Edmund, por su parte, caminaban deprisa por todo el bosque.
-¡Corvus, Corvus!
Deborah no creía que chillar el nombre del chico fuera lo más inteligente si había mortifagos alrededor, pero en todos sus años siendo amiga de Ed había aprendido a nunca meterse en sus asuntos si estaba nervioso, asustado o enfadado.
-¿¡Edmund!? ¡Edmund!
Debbie rodó los ojos. Para su suerte, sus dos amigos eran igual de idiotas cuando se enamoran.
La cabellera rizada de Corvus salió de entre la maleza y corrió hacia sus dos amigos.
-¿Estáis bien? Esto está rodeado de locos.
Deborah apartó la mirada cuando sus amigos comenzaron a besarse.
Estaba contenta por Corvus, pues últimamente se mostraba más cariñoso y abierto con sus sentimientos, aunque aún seguía siendo un gruñón y tampoco sabía expresarse.
Al observar como sus amigos se abrazaban se cruzó de brazos, pero unos ruidos de pasos la hicieron girarse.
Tres pelirrojos miraban la escena de Corvus y Edmund completamente sorprendidos.
La Slytherin suspiró frustrada y se dirigió hacia ellos.
-Así que por eso tenía tu amigo tanta prisa.
La sonrisa divertida de Fred decayó al ve la expresión seria de la morena.
-Escuchadme bien los tres, esto que acabáis de ver es un secreto y si se lo contáis a alguien no acabareis bien parados.
Los gemelos alzaron los brazos divertidos por la situación mientras que Ginny asintió con comprensión.
-No se lo contaremos a nadie, puedes estar segura.
Sus hermanos mayores asintieron y Deborah se sintió más tranquila.
-Nunca pensé que vería a Lestrange sonreír. Pensé que era imposible.
Cuando la parejita terminó, se acercaron a ellos con las manos entrelazadas.
Corvus volvía a tener su expresión habitual de molestia, pero antes de que pudieran decir nada, Fred habló.
-Podéis saltaros las amenazas, vuestra amiga ya se ha ocupado.
El de pelo rizado asintió despacio, mirando a Fred con desconfianza, para luego dirigirle una mirada a Debbie.
-¿Estás bien?
La chica asintió y su amigo pareció más aliviado.
-Tengo que irme, parece que la cosa se ha calmado un poco y no puedo dejar que Lucius me encuentre aquí.
Dicho esto apretó el hombro de Deborah y besó rápidamente a Ed antes de irse.
-Si es verdad lo que vuestro amigo dice, deberíamos ir a buscar a nuestras familias.
Todos asintieron de acuerdo con las palabras de George y salieron del bosque, poniéndole fin a aquel cansado día.
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