~XXIII~
Deborah miraba el escaparate de Honeydukes, deseando que la tienda estuviera más vacía para poder entrar.
No le gustaban las multitudes, la obligaban a mantenerse en un espacio pequeño y lo odiaba, desde aquel armario a sus tres años lo odiaba.
Suspiró y se dio la vuelta dispuesta a volver a Hogwarts, no entendía por qué había venido a Hogsmade en primer lugar, sus amigos le habían advertido que sería aburrido, pero ella necesitaba despejarse de todo lo que estaba ocurriendo.
A parte de todo el problema con los dementores, la presencia de Lupin en el colegio no hacía más que recordarle a ese día y eso la estaba volviendo loca, además de que también había un asesino persiguiendo a su hermano.
Cerró los ojos llevando sus manos a su frente, tratando de calmar el dolor que sentía.
Sus pensamientos fueron cortados por un brusco golpe que la hizo caer al suelo.
Miró a su alrededor buscando la fuente de tal golpe, pero no vio nada.
Suspiró y justo cuando estaba a punto de levantarse dos figuras corrieron hacia ella.
-¿Estás bien?
La chica alzó la cabeza para observar a una Hermione mirándola preocupada a ella y a algo que parecía estar más allá y a Ron Weasley extendiendo su mano como ayuda.
Después de dudar unos segundos tomó la mano del chico y se levantó. Fue entonces cuando vio huellas de pisadas en el suelo.
Negó con la cabeza comprendiendo lo que ocurría.
-Estoy bien, no os preocupéis. Peor decidle a Harry que tenga cuidado cuando lleve la capa, podrían descubrirle.
Y dicho esto se marchó hacia el castillo, dejando allí a Ron y a Hermione confusos.
-¿Cómo sabe ella?... No importa, tenemos que buscar a Harry.
Ron asintió y siguió a Hermione mientras una idea comenzaba a nacer en su cabeza.
La tarjeta de la capa no tenía nombre.
***
Deborah andaba junto con Corvus por los pasillos de Hogwarts, puesto que ambos iban de camino a la biblioteca, donde Ed les estaba esperando.
Ambos iban en silencio, cada uno concentrado en sus propios pensamientos.
En los de Debbie los protagonistas eran sus dos mejores amigos. Desde aquel día que ella había ido sola a Hogsmade les había notado algo raros.
Aunque se seguían peleando ya no era tan a menudo y el tema de Lupin parecía haberse desvanecido, lo que Deborah agradecía. Pero además de eso sus amigos habían comenzado a desaparecer, a veces se iban repentinamente a hacer algún trabajo y otras simplemente no aparecían por ninguna parte.
Ella no era la única que se había dado cuenta de esto, pues Draco, el primo de Corvus, no paraba de reclamarle por sus repentinas desapariciones.
Deborah decidió no preguntar nada, en parte porque no era su asunto y e parte porque sabía que si se lo tenían que contar, lo harían tarde o temprano.
Corvus tocó levemente el hombro de su amiga, llamando su atención.
-Mira.
La chica miró hacia dónde su amigo le había indicado y se encontró con una escena sorprendente.
Hermione, Lucy y la profesora McGonagall discutían con Harry y Ron mientras que la profesora sostenía una escoba.
Deborah y Corvus intercambiaron una mirada y asintieron, comenzando a desviarse para esquivar la pelea, pero, para su mala suerte, Lucy los vio.
-¡Deborah, Deborah!
La morena se detuvo al escuchar los apresurados pasos de la Hufflepuff y como esta agarraba su brazo arrastrándola hacia el foco de la discusión.
-Ven, a ti te escuchara.
Debbie suspiró cansada y cuando estuvo frente a la profesora McGonagall se cruzó de brazos.
-¿Qué ocurre profesora?
Pero antes de que la mujer pudiera contestar una Hermione con los ojos llorosos se agarró de su brazo libre.
-¡Deborah! Una escoba le llegó esta mañana a Harry, no había ninguna nota, solo una pluma, tienes que convencerle de que se la tiene que dar a McGonagall, ¡podría habersela enviado Sirius Black!
La morena asintió levemente algo aturdida por toda la información que le había proporcionado de golpe la más joven.
Harry y Ron por su parte se habían quedado callados en el mismo momento en el que Lucy había traído a Deborah.
La recién nombrada observó la escoba en los brazos de la profesora y luego a su hermano.
-Solo me la llevaré unas semanas para comprobar que no está embrujada.
Añadió la mujer con calma.
Ante ese comentario Ron no pudo evitarlo más.
-¡Ya, pero la escoba no estará lista para el siguiente partido, y Harry tendría que usar una de las de repuesto!¡Además es una Saeta de fuego!
Deborah hizo callar al pelirrojo con un gesto de su mano.
-Dejadme ver si he entendido bien, te ha llegado la mejor escoba del mercado, sin remitente o información ninguna.
Dijo en tono monótono mirando a los dos chicos, quienes asintieron.
-Y creéis que es sensato usarla sin asegurar nada aún sabiendo que hay un asesino intentando matar a Harry.
Cuando los chicos volvieron a asentir, Deborah suspiró frustrada, no se esperaba que ambos fueran tan inmaduros.
Se giró entonces hacia McGonagall.
-Llévesela y tómese todo el tiempo que necesite.
La mujer asintió y se marchó de allí.
Ron se puso rojo de furia y se dirigió hacia la mayor.
-¡Eso no tiene sentido! ¡Tú solo le has quitado a Harry la escoba para que Slytherin gane el partido!
Aunque Harry no dijo nada Deborah podía sentir como la miraba con furia, por lo que añadió con desdén.
-El Quidditch y si mi casa gana o pierde no podría importarme menos, aunque por lo poco que sé, un buen jugador es bueno sin importar la escoba.
Dedicó una mirada dura a Harry con ese último comentario, por lo que este desvió su mirada enfadada a sus amigas.
Ron pareció decidir centrarse en ellas también.
-Y vosotras dos, ¿no podías mantener vuestras bocas cerradas? Todo esto es vuestra culpa.
Hermione frunció el ceño también enfadada.
-No es nuestra culpa, es por la seguridad de Harry, tenéis que entendernos.
El nombrado negó con la cabeza.
-Lo único que entiendo es que me habéis quitado mi escoba y mis posibilidades de ganar la copa de Quidditch.
Lucy negó con la cabeza también con lágrimas en los ojos.
-No es eso Harry, nosotras solo queríamos....
Ron dio un paso adelante.
-¡Por Merlín cállate! Tú ni siquiera has sido amiga de Harry por más de un año, no tienes ni idea de....
-¡Hey! Cuidado con lo que haces Weasley.
Ron paró de acercarse a Lucy cuando Corvus, quien había estado escuchando desde la distancia, se colocó tras Lucy posando una mano en su hombro.
Por las mejillas de la Hufflepuff corrían ya algunas lágrimas rebeldes.
Ron rodó los ojos.
-Vámonos Harry, no merece la pena.
El moreno asintió, pero fue detenido por la mano de Lucy.
-¿Harry?
La chica preguntó con voz temblorosa, pero el nombrado negó con la cabeza y se marchó.
Más lágrimas corrieron por las mejillas de Lucy y se abrazó al costado de Corvus, quien se quedó con los brazos en alto sin saber muy bien que hacer.
Hermione miró a Deborah con una sonrisa triste.
-Gracias por ayudarnos, de verdad.
La morena negó con la cabeza.
-No pasa nada, me alegro de que Harry tenga a alguien con más de una neurona con él.
La Gryffindor soltó una pequeña risa ante el intento de broma de Deborah mientras que Corvus alzó una ceja, hacía mucho que no veía a su amiga hacer una broma, desde que aparecieron los dementores.
-Íbamos a ir a la biblioteca, ¿por qué no nos acompañais? Tú hermano está allí y plaenará una venganza contra esos dos idiotas.
Dijo Corvus dando unas palmaditas incómodas en la espalda de Lucy.
La chica se separó de él y asintió.
Dicho esto pusieron rumbo a la biblioteca, con dos personas más de las que esperaban.
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