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~XXII~

¡Primer partido de Quidditch del curso!

Como siempre a Deborah le apetecía más pegarse un tiro en el pie que ir, sobre todo aquel año, pues los estúpidos dementores seguían allí y los gritos de sus padres la perseguían a todas partes, privandola de sus horas de sueño y de el poco buen humor que tenía ya de por si.

Edmund la arrastraba por las gradas entre la gente, buscando un sitio para ver mejor.

Corvus no se sentaría con ellos, pues a pesar de ser amigos, el chico aún vivía bajo el mismo techo que Lucius Malfoy y tenía que tener cuidado a la hora de estar con sus amigos.

Cuando Ed pareció encontrar el sitio se acomodó junto a su amiga y aplaudió emocionado.

Debbie rodó los ojos ante eso.

Ed decidió ignorar el borde gesto de su amiga y rodeó sus hombros con su brazo. Ella se tensó al instante y Edmund quitó su brazo de allí con una sonrisa de disculpa, después tomó su mano, algo con lo que sabía que ella estaría más cómoda.

-Vamos Debs, no seas tan gruñona, será divertido.

La morena miró el campo aún sin jugadores con aburrimiento.

-Nuestra casa ni siquiera juega.

Ed se encogió de hombros.

-¿Y a nosotros que nos importan esos idiotas? Nos tratan como a apestados de todos modos.

Debbie asintió de acuerdo con su amigo. Suspiró y se cruzó de brazos soltando la mano de Ed.

-Será entretenido, te lo prometo. Gryffindor contra Hufflepuff.

Debbie asintió y dejó que Ed volviera a tomar su mano cuando el partido comenzó.

Todo ocurrió como un partido extraordinariamente normal hasta que los dementores aparecieron.

Deborah empezó a temblar y volvió a escuchar los gritos.

Se tapó los oídos intentado alejar el mareo y las voces.

Ed la rodeó con sus brazos al notar el temblor y se colocó frente a ella intentando apartar a su amiga de aquellos bichos.

-Debs, céntrate en mi voz, estoy aquí, no va a pasar nada.

El chico susurraba en la oreja de su amiga, intentado calmarla.

Los dementores no tardaron mucho en irse y gracias a ello Deborah pudo recobrar el color.

Es la ayudó a volver a sentarse en el banco y le extendió un chocolate.

-Desde lo de el tren Corvus y yo siempre llevamos a mano, por lo que pueda pasar.

Debbie miró a su amigo con los ojos cristalizados, nunca lo diría en alto, pero se sentía muy afortunada de los amigos que tenía.

-Gracias.

Le tembló la voz al decirlo y Ed sonrió tomando su mano.

-No hay problema.

Ambos respiraron tranquilos, pero esa paz se vio interrumpida por Ron y Hermione, quienes pasaron corriendo delante de ellos, empujado a Ed en el proceso.

-¡Harry!

En el mismo momento en el que Deborah escuchó ese nombre todos sus sentidos se pusieron alerta.

Se asomó por las gradas para ver como se llevaban a su hermano inconsciente, con el equipo de Gryffindor tras él mientras que el resto celebraba la victoria de Hufflepuff.

La chica frunció el ceño molesta.

-Ed, el próximo partido en el que juegue Hufflepuff nos traemos unos huevos y se los lanzamos a Digory.

El chico soltó una pequeña risa, aunque por el tono de su voz, su amiga no parecía estar bromeando.

Debbie suspiró cansada antes de encaminarse a la enfermería, donde suponía que iban a dejar a su hermano.

Caminó a paso rápido hasta allí, pensando en todas las cosas que le iba a decir, en como le iba a consolar.

Pero al llegar a la puerta de la enfermería y escuchar voces y algunas risas se quedó paralizada.

No podía entrar allí, ella y Harry casi no habían hablado, él ya tenía a sus amigos.

Harry había construido una nueva familia y ella no formaba parte.

Suspiró y se llevó la mano a la frente en un intento de calamar su jaqueca y se sentó junto a una de las columnas cerca de la enfermería, quedando escondida de el resto de el mundo.

Fred y George salieron de la enfermería junto al resto de el equipo de Gryffindor, dejando solos al trío de oro en la enfermería.

Ambos se reían por un chiste que Angelina había hecho cuando Fred se fijó en un bulto junto a una de las columnas.

Sus años de meterse por pasadizos le habían ayudado a estar atento a esos detalles, así que, tras darle un leve codazo a su hermano ambos se dirigieron hacia el bulto.

Cuando se acercaron un poco más y Fred vio de quien se trataba sonrió de lado.

Su misión de hacer sonreír a Deborah Potter había sido un completo fracaso hasta el momento.

Lo único que consiguió en pociones contándole chistes fue que la chica pasara de ignorarle a golpearle con una cuchara cada vez que abría la boca.

Pero en aquel momento la chica no tenía aquella expresión irritada que Fred se había acostumbrado a ver. Deborah estaba cruzada de brazos mirando a la nada, totalmente perdida en sus pensamientos.

-¡Hey Potter!

George saludó y ambos se sentaron frente a ella, quien se limitó a bufar algo irritada.

-Hola Weasleys.

Respondió la chica en un tono cortante que hubiera dejado mudo a cualquiera.

Pero ellos eran Fred y George, no era fácil intimidarlos.

-¿Qué haces por la enfermería? ¿Algún problema con los dementores?

Preguntó Fred tras acordarse de lo sucedido en el tren.

La morena negó y pareció debatir algo mentalmente unos segundos antes de preguntar en un tono muy bajo.

-Harry, ¿está bien?

Ambos gemelos se sorprendieron ante la preocupación que ella mostraba por Harry.

Los gemelos sonrieron recordando como ella los había intentado consolar, a su modo, cuando pensaron que Ginny había muerto.

-Harry está perfectamente Potter, más enfadado por perder que por otra cosa.

Tras las palabras de George se acercaron algo más a ella ante lo que la chica se tensó.

Fred pareció notar su incomodidad pues se puso de pie dando unas palmadas en el hombro de Deborah.

-Deberías entrar y pedirle a Pomfrey algo Potter, no tienes muy buena pinta.

La chica rodó los ojos, pero acabó por levantarse y asentir con la cabeza.

-Si eso hace que me dejéis en paz.

Y dicho esto se metió en la enfermería, dejando solos a los gemelos.

George soltó una pequeña risa.

-Cuando no estamos intentado matarnos ente nosotros es algo extraña.

Fred se encogió de hombros de acuerdo con su gemelo.

-Me cae bien.

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