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Deborah bajó las escaleras a la sala común bostezando cansada.

No había dormido nada en toda la noche, lo de el dementor le afectó más de lo que ella creía y las pesadillas la habían atormentado durante toda la noche.

Cuando llegó Ed y Corvus ya la estaban esperando.

El primero hizo una mueca al ver sus ojeras y se acercó a ella preocupado.

-¿Has podido dormir algo?

Ed suspiró cuando su amiga negó con la cabeza.

-Vamos a desayunar, así por lo menos coges algo de fuerza antes de clase.

Corvus le dio una palmadita en el hombro y los tres partieron al gran comedor.

Una vez allí, Debbie se tomaba su café en silencio mientras que sus amigos charlaban.

-¿Qué hace tú hermana en la mesa de Gryffindor?

El trío subió la mirada y observaron como Lucy Pevensie charlaba tranquilamente con un chico regordito y con Hermione Granger.

-Conociéndola estará repartiendo brazaletes de la amistad.

Edmund no le dio importancia, su hermana pequeña era capaz de hacerse amiga de una roca si era necesario.

Deborah se volvió a concentrar en su café, el cual casi se le cae encima cuando una mano posó bruscamente un papel en su brazo.

-Ten tu horario Potter, yo que tú me esforzaría algo este año, ser famosa no te servirá con los timos.

La morena rodó los ojos y observó a su jefe de casa alejarse.

-Wow, si que te odia.

Debbie se cruzó de brazos indiferente.

-Es un hombre adulto utilizando su posición como profesor para meterse con críos, yo no me lo tomaría muy en serio.

Un gruñido de Corvus les hizo salir de su conversación.

El chico miraba con el ceño fruncido su papel.

-¿Adivinad lo que tenemos ahora? Defensa contra las artes oscuras, con Gryffindor y además luego pociones con ellos.

Deborah suspiró, no le apetecía nada dar clase con Lupin.

***

Cuando llegaron a la clase de defensa contra las artes oscuras Deborah se sentó junto a Ed con Corvus en la mesa de atrás.

Como eran tres y no podían sentarse juntos siempre se turnaban. Cuando a Ed le tocaba estar solo siempre acababa haciendo algún amigo, mientras que Debbie y Corvus se quedaban solos, pues la gente no solía atreverse a acercarse a ellos.

Lupin entró a la sala y al instante Deborah sintió una gran irritación al escucharle hablar.

-Soy el profesor Lupin, seré vuestro profesor de defensa contra las artes oscuras y haré todo lo que esté en mi mano para que saquéis buenas notas en los timos, aunque no os dejaré copiar.

Un par de risas se escucharon en la sala, pero lo que llamó la atención a Deborah fue el golpe que Ed recibió en la nuca por parte de Corvus al reírse de la broma.

Ella decidió ignorar la mini pelea de sus amigos y se centró en lo que decía Lupin.

-Como ya sabéis una de las cosas que más puntos suma en estos timos son los patronus, debido a que es magia muy complicada no es obligatorio saber hacer uno, pero no perdemos nada por probar, así que nuestras tres primeras clases intentaremos aprenderlo, hoy comenzaremos con la teoría.

Y así el hombre se dispuso a hacer preguntas sobre los patronus a alumnos y explicando algunas cosas.

-Deborah Potter.... ¿Cómo prefieres que te llame?

No era una pregunta fuera de lo normal, pues se la había hecho ya al resto de los alumnos que había preguntado.

-Potter, llámeme Potter.

El tono gélido que la chica usó pareció confundir durante un segundo al profesor, pero se recompuso rápido, volviendo a sonreir.

-Bien Potter, ¿sabes lo que hay que hacer para invocar un patronus?

Deborah suspiró cansada antes de contestar.

-Hay que decir las palabras Expecto Patronus mientras de concentras en tu recuerdo más feliz.

Remus asintió con una sonrisa.

-¡Exacto! Cinco puntos para Slytherin.

Y así la clase continuó.

Al salir de el aula pudo notar como un silencio tenso se instaló entre sus amigos.

Debbie se debatió unos segundos entre si preguntar o no, hasta que se decidió por la primera opción.

-¿Qué os ha pasado?

Corvus gruñió.

-Pregúntale a él, a ver si es tan sabio y mayor como la gente que le gusta.

Edmund rodó los ojos.

-Solo ha sido un comentario Corvus.

El más alto negó con la cabeza.

-No es sólo un comentario si dices que te gusta el maldito profesor.

Deborah abrió la boca sorprendida y miró a Ed.

-¿Te gusta Lupin?

El chico se apresuró a negarlo.

-No, sólo he dicho que me parecía atractivo y este idiota se ha vuelto como loco.

Corvus hizo una mueca.

-Es simplemente asqueroso.

Ed abrió la boca ofendido y Debbie se llevó una mano a la frente, arrepintiéndose de haber preguntado.

-¿Asqueroso? ¿Por qué es un chico? La verdad es que no sé si sorprenderme de que seas homófobo, pero que sepas que si lo eres ya te puedes aguantar porque yo estoy orgulloso.

Debbie evitó sonreír recordando el día que su amigo le confesó su bisexualidad.

-¡No es por eso! ¡Es porque te saca como veinte años!

Edmund pareció aliviado de que su amigo no tuviera problemas con su sexualidad, pues era algo que le había estado comiendo la cabeza últimamente, al no saber como decírselo.

Pero antes de poder volver a la pelea la mano de su amiga se apoyó en su hombro.

-Suficiente. Vamos a llegar tarde a pociones y ya sabéis cómo se pone Snape, cuando lleguemos os sentais juntos y seguís discutiendo.

Y dicho y hecho, llegaron rápido a la clase y Deborah se sentó en un pupitre ella sola.

Snape entró y ni corto ni perezoso empezó con la clase a toda pastilla.

Pero su aburrido monólogo fue interrumpido por la puerta abriéndose bruscamente.

Los gemelos Weasley y Lee Jordan entraron apresuradamente al aula y Snape les quitó puntos.

Ellos decidieron ignorar su regaño y Lee y George se sentaron juntos.

Fred recorrió la sala con la mirada buscando un lugar en el que colocarse. Estaba a punto de ir a sentarse con un Gryffindor desconocido para él cuando vio a otra persona sola.

Una pícara sonrisa se extendió en su rostro y se sentó junto a Deborah Potter.

-¿Qué hay Potter? Al parecer vamos a ser compañeros.

La chica le miró de arriba a abajo, con ese gesto inexpresivo que Fred nunca podía descifrar.

Ella acabó por asentir y girarse a escuchar a Snape ignorandole completamente.

Fred observó los morenos cabellos de la chica, siempre iban atados en un moño, perfectamente controlado como todo lo demás en ella.

Puede que ella fuera la única persona de Hogwarts a la que nunca había visto sonreír.

Incluso el idiota de su amigo Lestrange sonrió una vez cuando George salió volando en una broma fallida.

Le llevó a preguntarse como sería la sonrisa de la chica.

Tras unos segundos de sopesarlo supuso que sería tanto aterradora como inquietante.

Pero le producía curiosidad, era todo un reto, y todo el mundo sabe que Fred Weasley nunca rechaza uno.

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