~XLVIII~
Unos dos días después de la llegada de los Weasley, Deborah bajó al salón en mitad de la noche.
A pesar de que llevaban solo dos días allí, ella ya se sentía agotada.
Nunca había sido una persona a la que le gustara estar con mucha gente. Se agotaba con rapidez y sentía la necesidad de estar sola.
Por suerte Ed ya sabía eso y la había ayudado a escabullirse de vez en cuando de los ataques de limpieza que le dieron a la señora Weasley cuando vio el estado en el que se encontraba la casa.
Se dirigió a la cocina y encendió un cigarro para luego tomar una calada profunda.
Abrió levemente la ventana para que el humo saliera por allí sintiéndose más relajada.
El humo del tabaco la hizo pensar en Jade, de la cual no tenía noticias desde que dejaron Hogwarts, al igual que de Corvus.
Esto último les tenía a Ed y a ella preocupados, pues a pesar de ser algo que pasaba todos los veranos, ahora que Voldemort había vuelto era más aterrador.
Tomó otra calada recordando como la noche anterior fue su compañero de habitación quien la despertó debido a sus pesadillas sobre su novio.
Aquella noche ella no había hecho lo mismo, le dejó dormir, pues sabía que si le despertaba tendría que hablar de sus preocupaciones y aún no se sentía lista.
-¿Deborah?
La morena se sobresaltó cuando vio a Fred Weasley en la puerta de la cocina.
-¿Qué haces aquí?
Se limitó a preguntar la chica.
Le había estado evitando desde el día en el que lloró en sus brazos.
De alguna manera no se arrepentía de haberlo hecho, pues de verdad necesitaba dejarlo ir. Pero después no fue capaz de mirar al chico a los ojos, siendo consciente de que él sabía lo débil que era.
El pelirrojo sonrió y se sentó junto a ella.
-Bajaba a por algo de picar, estoy escribiendo ideas para productos.
Deborah asintió incómoda y dio otra calada.
-¿Quién lo diría? Fred Weasley levantado hasta tarde y estudiando.
El chico soltó una pequeña risa para después fijarse en lo que ella tenía en la mano.
-¿Qué es eso?
Deborah miró el cigarro en sus manos recordando la vez que ella le hizo esa pregunta a Jade.
-Es muggle, ayuda con el estrés.
Fred asintió algo preocupado ante las últimas palabras de la chica.
-¿Quieres hablar de ello?
La morena negó con la cabeza mirando por la ventana.
-Solo he tenido una pesadilla. No es sobre nada que tú no sepas ya.
Aquel día, después de separarse de él abrazo del chico le contó cosas.
Estaba tan estresada que se olvidó de todas las murallas que construyó y le susurró cosas entre sollozos.
Puede que no se arrepintiera de haber llorado, pero si de haberle contado cosas.
Fred suspiró ante el tono distante de la chica y se acercó un poco más a ella.
-Deborah, no hay forma en la que yo pueda comprender por lo que estás pasando, pero solo quiero decirte que todos los que estamos aquí vamos a hacer lo posible por que el sin nariz pague por lo que ha hecho.
La chica contuvo una sonrisa ante le apodo que le había puesto a Voldemort.
-Gracias, supongo.
El pelirrojo volvió a reírse para ir a la nevera y coger algo de comer. Se dirigió a la puerta y justo cuando estaba apunto de irse, se detuvo unos segundos para luego girarse hacia ella.
-No estás sola, espero que lo sepas.
Deborah asintió y dándose por satisfecho el chico se fue.
Ella se quedó allí mirando por la ventana y preguntándose por qué mierdas se ponía tan nerviosa cunado aquel idiota estaba cerca.
***
Deborah perseguía furiosa a Moody por la casa.
-¿¡Me estás diciendo que unos dementores han atacado a Harry y no vais a ir!?
El hombre se giró hacia ella molesto.
-Vamos a ir Potter, pero hay que esperar a que llegue el resto de la orden.
La morena bufó y salió de la casa dando un portazo, ignorado los gritos de Moody, para luego tomar su varita y aparecerse en Privet Drive.
Tocó la puerta de la casa casa con insistencia pues nadie iba a abrir.
Unos minutos después una alterada Petunia abrió la puerta, pero esta se quedó paralizada ante la chica en la puerta.
Si aquella vez en la estación no estaba segura ahora ya lo estaba. Aquella niña era la hija de su hermana y a pesar de que rasgos como su cabello, ojos o nariz fueran como las de ese vago de Potter, ella se sintió como si viera al fantasma de su hermana.
-¿Está aquí Harry?
Se limitó a preguntar la morena.
Petunia atinó a asentir y a apartarse para que la chica pasara, aún sin dar crédito a lo que veía.
En la sala de estar, una carta acababa de decirle a Harry que estaba expulsado de Hogwarts.
El chico miraba al suelo aturdido.
Voldemort había vuelto, Cedric se había ido, sus amigos no le habían escrito en todo el verano y ahora no podría volver a Hogwarts.
Vernon comenzó a reírse a carcajadas mirando con burla al chico.
-¡Justicia!
Pero una voz, la cual Harry nunca creyó escuchar en aquel lugar se hizo presente.
-Tiene usted un concepto muy raro se la justicia señor Dursley. Pero no se preocupe, mi hermano irá a Hogwarts este año, eso se lo aseguro.
El hombre retrocedió algo conmocionado al ver a la chica que estaba en la puerta.
Harry por otro lado, se sintió completamente aliviado.
En un impulso se levantó y se dirigió rápidamente hacia ella con la intención de abrazarla.
Pero se detuvo justo delante de ella, sintiéndose avergonzado.
La chica, que había notado las intenciones de su hermano, suspiró y apretó su hombro como saludo.
-¿Estás bien? Quiero que me cuentes lo que ha ocurrido.
Harry asintió y procedió a relatar lo ocurrido hace solo unos momentos.
Cuando terminó con su historia Deborah se acercó a Dudley, quien descansaba en su sillón.
Petunia gritó e intentó apartarla de su hijo cuando vio que sacaba la varita.
La morena rodó los ojos y la miró con molestia.
-Llevarle al médico y que le den algo para subir la tensión, eso disminuirá el mareo. Después déjenle dormir y mañana estará mejor.
Petunia asintió algo temblorosa y con ayuda de su marido montaron a Dudley en el coche para después irse.
Una vez estuvieron fuera, Deborah suspiró sentándose en una silla y encendiendo un cigarro.
-Ve a hacer la maleta, nos largamos de aquí en cuanto llegue el resto.
Harry asintió algo confundido pues no sabía a lo que se refería la chica con el resto.
-¿Fumas?
Preguntó el chico asombrado.
-Desde el curso anterior.
El pequeño se dio la vuelta incómodo no sabiendo que más decir y subió a hacer su maleta.
Puede que no fuera la persona más afectuosa del mundo, pero había sido la primera en llegar tras el incidente.
Siempre era la primera en llegar cuando le ocurría algo, pensó doblando su ropa y metiéndola a toda prisa en su baúl.
Con su hermana cerca se sentía protegido, se sentía en casa.
¡Hola!
Harry y Deborah se han encontrado después de meses.
Y Fred y ella han hablado también.
¿Qué os ha gustado más?
Nos vemos!
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