~XII~
Debbie se despertó aquella mañana gracias a los pequeños empujones de Krecher.
-¿Qué ocurre?
El elfo hizo una mueca antes de contestar.
-El amo Regulus ha dicho que ya es tarde, deberías bajar a desayunar.
La morena suspiró y se frotó los ojos antes de asentir.
-Dile que ahora bajo. Anímate Krecher, es Navidad.
Dijo con un tono somnoliento.
Cuando el elfo se fue, Debbie abrió su armario y suspiró.
Después de todo lo ocurrido con Corvus, Edmund y ella acordaron irse cada uno a su casa en Navidad, puesto que Corvus se quedaría en el castillo y ninguno quería cruzarse con él, no ahora.
Una vez vestida bajó con pereza las escaleras y se sentó junto a Regulus, quien la dedicó una pequeña sonrisa.
-Feliz Navidad Deborah.
La morena se sentó junto al hombre y le dio un beso en la mejilla.
-Feliz Navidad Regulus.
La única persona con la que Debbie se permitía ser cariñosa era con Regulus y si estaban a solas.
Había que guardar las apariencias, eso era algo que su padre adoptivo le había enseñado.
-Los Tonks vendrán a comer.
Debbie asintió y desayunó junto a Regulus hablando de cualquier tontería.
Si había algo que unía a aquellas dos personas era que ambos se entendían a la perfección, por mucho que pelearan, su carácter era parecido.
Los Tonks llegaron algo más tarde de lo previsto, ya que Nymphadora se había retrasado al tropezar en su casa y tirar una estantería
Debbie fue envuelta en los brazos de su tía Andromeda, quien la sonrió levemente y se fue con Regulus tras desearle feliz Navidad.
Ted imitó el gesto de su mujer y le preguntó por los estudios.
Pero su leve conversación se vio interrumpida por una chica de cabello rosa que rodeó los hombros de su prima con su brazo.
-Primita, ¿qué tal va el curso? ¿Sigues solterísima?
La morena rodó los ojos algo divertida ante la actitud de su prima.
-Mejor sola que mal acompañada Nymph, además solo tengo trece.
La mayor se encogió de hombros.
-¿Y? Yo a tu edad tenía a la mitad de Hogwarts suspirando por mi.
Debbie negó con la cabeza.
-No me lo creo.
Su prima pareció algo ofendida.
-Te apuesto tres knuts.
Debbie ignoró a su prima y caminó hasta la cocina, donde comenzó a ayudar a poner la mesa.
La comida transcurrió en un ambiente calmado.
Todos comían tranquilos mientras que Ted y Nymph hacían bromas de vez en cuando.
Los otros tres, al ser más callados se reían de los chistes de ambos y de vez en cuando realizaban alguna aportación.
Así eran las cenas en la casa Black desde que Regulus adoptó a Deborah.
Y aunque él nunca se lo había dicho, le estaba agradecido por ello.
Cuando la comida terminó los adultos comenzaron a charlar mientras que Tonks y Debbie jugaban al snap explosivo.
La mayor pareció aburrirse rápidamente, se inclinó hacia su prima y susurró.
-¿Nos vamos de aquí? ¿Dónde tienes tu capa?
Debbie se encogió de hombros, por mucho que irse al parque usando la capa de invisibilidad para que el resto no se dieran cuenta era una tradición, ella le había encontrado un mejor uso.
-No la tengo.
Los ojos de su prima se abrieron con sorpresa. Debbie no era precisamente una persona despistada que perdiera sus cosas.
-¿Cómo qué no la tienes? ¿La has perdido?
-La he regalado.
En aquel momento la cara de Tonks era todo un poema.
-¿Regalado? ¿En serio?
-Sí.
Debbie se recostó en el sillón en el que estaba sentada y cerró los ojos recordando que Edmund había tenido una reacción parecida:
-No puedes regalar esa capa Debs.
La chica no respondió y siguió envolviendo la tela.
Su amigo, al ver que no iba a recibir respuesta suspiró.
-No lo digo solo por las escapadas a la cocina, esa capa es una de las pocas cosas que conservas de tu padre. Por mucho que no lo menciones te conozco.
Debbie suspiró y terminó de envolver la capa.
Edmund tenía razón, pero según ella, Harry la necesitaría más.
-Además ¿tu hermano? ¿Cuántas palabras has cruzado con él en lo que va de curso? ¿Dos?
Pero el moreno se vio obligado a callarse al ver la intimidante mirada de su amiga.
-Te recuerdo que es mi capa, lo que yo haga o no con ella es mi asunto Edmund.
El chico terminó por resignarse y asentir.
-Vale, la has regalado, ¿a quién?
Debbie volvió a ignorar la pregunta de su prima y con una pequeña sonrisa siguió la partida.
***
Aquella mañana Harry abrió un paquete anónimo.
El el había una nota que rezaba: a James le hubiera gustado que tuvieras esto.
La letra en la que estaba escrita era meticulosa y cuidada, Harry no la reconoció.
Tras descubrir que era una capa de invisibilidad y de reflexionar un tiempo junto a Ron, ambos llegaron a la conclusión de que Dumbledore fue la persona que los mandó.
Ambos críos estaban equivocados, pero tardarían años en darse cuenta de su error.
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