~XCVII~
Deborah, Jade y Edmund volvieron una vez más de una misión fallida.
Los tres aparecieron en la playa y Ed se dejó caer al suelo agotado, sintiendo la arena en sus dedos.
Deborah se sentó junto a él y suspiró también cansada.
Llevaban cinco días sin pisar la casa de Bill y Fleur, pues habían estado siguiendo a una banda de mortífagos sólo para acabar sin ninguna información de nuevo.
Jade se sentó junto a Deborah apoyando su cabeza en el hombro de la chica.
Se mantuvieron en silencio unos minutos, dejando que los sentimientos de frustración y cansancio se apoderaran de ellos.
El silencio fue roto por Jade, quien frunció el ceño al ver algo extraño en la playa.
-¿Qué es eso que hay allí? Perece una tumba.
Deborah y Edmund miraron hacia donde señalaba su amiga y se levantaron curiosos.
Aquí yace Dobby, un elfo libre.
El corazón de Deborah se encogió al pensar que aquel pequeño elfo estaba muerto.
-¿Qué mierdas ha pasado aquí? ¿Por qué tenemos una tumba en el jardín?
Ninguna de las chicas supo como contestar a las preguntas de Edmund, por lo que decidieron entrar a la casa para ver si Bill y Fleur podían arrojar algo de luz al asunto.
Pero nada más cruzar la puerta el trío se quedó paralizado.
En el sillón sentada estaba Lucy, quien charlaba tranquilamente con Dean Thomas.
-¡Lucy!
Gritó Edmund corriendo hacia su hermana y envolviéndola en un fuerte abrazo.
Lágrimas cayeron por los ojos de ambos Pevensie mientras se apretaban todavía más.
Pero el grito de Edmund pareció haber llamado la atención de más personas en la casa, porque el trío de oro y Luna aparecieron en la sala.
Harry miró a su hermana con una sonrisa. No se había dado cuenta hasta ahora de lo mucho que la había necesitado.
Los últimos meses habían sido los peores que de su vida. Había estado al borde de la muerte mas veces de las que podía contar, se había peleado con su mejor amigo, había cargado con un horrocrux durante meses y había visitado la tumba de sus padres por primera vez.
Tenía claro que lo único que le había mantenido cuerdo durante todos aquellos meses fue abrir el medallón que Regulus y Deborah le regalaron y observas las fotos de los merodeadores y la fotografía de su hermana.
Harry siempre había sentido un sentimiento de seguridad cuando estaba cerca de su hermana y ahora se daba cuenta de cuánto lo había echado de menos.
Camino a pasos rápidos hacia ella y la envolvió en un fuerte abrazo.
Deborah miró sorprendida al chico durante unos segundos pero acabó por suspirar y acariciar su cabello mientras que le devolvía el abrazo.
Una sensación inmensa de alivio la inundó, no sabría que hacer si algo le ocurría a Harry.
Jade por su parte se había acercado a Luna y acariciaba su hombro levemente mientras la interrogaba por su bien estar.
Los tres Slytherins estaban tan centrados en los jóvenes que casi no se dieron cuenta de la alta figura de cabello rizado que entró silenciosamente.
La primera en darse cuenta fue Deborah, quien ya se había separado de su hermano.
-¿Corvus?
Las palabras de la morena llamaron la atención del resto de personas del lugar y todas las miradas se centraron en él.
El moreno agachó la cabeza, escondiendo su rostro bajo sus rizados cabellos, no siendo capaz de enfrentar las miradas de sus amigos. No después de todo lo que había hecho, no después de haberse convertido en el monstruo que hoy era.
Se sobresaltó cuando sintió que una mano tomaba la suya.
Alzó la mirada para observar a Jade, quien le sonreía cálidamente.
-Supongo que te unes al club de los desheredados.
El moreno alzó las comisuras de sus labios y asintió levemente.
Jade acarició su brazo.
-Bienvenido de vuelta, te he echado de menos C.
Una lágrima cayó por la mejilla del chico ante las palabras de su amiga.
Deborah caminó hasta estar frente a él.
Corvus la miró, recordando aquel duelo que tuvieron en el ministerio.
Pero Deborah no pensaba en aquello cuando le miraba. Ella solo recordaba al pequeño de once años que la protegía de los matones de Slytherin, a la persona que el daba consejos las noches de insomnio... Deborah solo recordaba a su mejor amigo.
La chica tomó las manos del contrario y le miró a los ojos.
-Me alegra de que estés de vuelta.
Corvus asintió, aún llorando y observó como los ojos de su amiga se cristalizaron.
Eso fue todo lo que necesitó para envolver a la más baja entre sus brazos y llorar en su hombro.
-Lo siento, lo siento, lo siento.
Deborah apretó el abrazo al escuchar los susurros de su amigo.
-No te disculpes por sobrevivir, nunca.
Deshicieron el abrazo y Corvus la miró triste.
-He dejado a Draco solo... Me golpeé la cabeza y no pude traerle.
Susurró con la voz teñida de culpa y preocupación.
Deborah suspiró pensando en todos los problemas a los que el rubio se podría estar enfrentando.
-Le sacaremos de allí Corvus.
Anunció Jade con tono determinado.
El nombrado asintió levemente y miró a sus amigas con una pequeña sonrisa.
Las hacía extrañado muchísimo.
Pero fue en el momento en el que su mirada se conectó con la de Edmund cuando su mundo se detuvo.
El chico seguía siendo más bajito que él, pero una espesa barba se extendía por su mandíbula y su cuerpo se había ensanchado, haciendo que su chaqueta morada y su larga falda se ajustaran a su cuerpo.
Edmund por su parte también parecía atrapado en la mirada del contrario, sus cabellos habían crecido tanto que podrían atarse en una trenza, estaba mucho más alto y preocupántemente delgado.
Todos en la sala prestaban atención a las acciones de la pareja, pues la tensión entre ellos se podía ver.
Finalmente fue Edmund el que habló.
-Gracias por cuidar de Lucy. No quiero ni pensar en lo que podría haber ocurrido si tu no hubieras estado allí.
El tono suave de su voz hizo que las mejillas de Corvus adquirieran un leve sonrojo, que apenas se notaba.
Llevaba mucho tiempo sin escuchar su voz.
-Gracias.
No sabiendo que más decir, decidió guardar silencio y seguir mirando al Edmund, quien parecía querer hacer lo mismo.
Jade rodó los ojos, divertida ante la incómoda situación.
-¿Qué tal si los tortolitos salen a hablar fuera? Este silencio me empieza a poner nerviosa.
La de cabello morado recibió un pequeño golpe por parte de Deborah, al ver como sus dos amigos se habían sonrojado.
Edmund terminó por soltar una pequeña risa y asentir.
-Saldremos fuera, no queremos molestar tu paz o señora poderosa.
Jade sonrió divertida echando sus trenzas moradas por encima de su hombro con chulería.
Corvus observo la escena divertido, llevaba más de un año sin tener motivos por los que reír, ver a aquellos dos payasos sólo le ponía aún más melancólico.
Pero su cabeza se quedó en blanco cuando Ed le extendió su mano.
-¿Vamos?
Observó la mano que se extendía hacia el y al portador de esta para luego asentir.
-Vamos.
¡Hola!
Capítulo de reencuentros y yo lloro.
Pero cada vez estamos más cerca de la batalla de Hogwaaarts.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Cuál ha sido vuestra parte favorita?
¿Qué creéis que va a pasar con Ed y Corvus?
Nos vemos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro