~LXXVIII~
Edmund y Deborah se encontraban en el despacho de McGonagall cuando el desastre comenzó.
Ambos habían decidido pasar la noche en Hogwarts y estaban discutiendo con la profesora donde dormirían cuando una risa muy conocida se escuchó.
Deborah y McGonagall se levantaron rápidamente de sus sillas con las varitas en alto, pero Edmund se detuvo en su silla unos momentos, asustado por la presencia de la mujer.
Los tres salieron silenciosamente del despacho de la profesora, observando como los mortífagos desaparecían por el pasillo.
-¿Cómo mierdas han entrado?
Murmuró Edmund preocupado, su hermana estaba en el castillo.
Deborah negó con la cabeza, empujado sus sospechas sobre cierto muchacho rubio al fondo de su mente, no era el momento.
-Pevensie, ve al despacho del director y da la alarma, Deborah y yo les seguiremos.
El chico asintió y observó como las dos mujeres se iban antes de comenzar a correr hacia el despacho de Dumbledore.
Tocó la puerta insistentemente y tras unos minutos en los que no recibió respuesta soltó un grito frustrado.
-¡Joder!
Suspiró hondo tratando de calmarse y abrió la puerta con un simple hechizo solo para encontrarse con un despacho vacío.
Se llevó las manos a la cabeza con desesperación y pensó en sus opciones.
En aquel momento la imagen de Lucy vino a su mente. No podía dejar a su hermana sola estando Bellatrix en el mismo edificio, no podía perderla a ella también.
Suspiró calmando sus nervios y comenzó a correr hacia la sala común de Hufflepuff con un nuevo objetivo, proteger a los suyos.
***
Por su parte McGonagall había enviado un patronus a la base de la orden, por lo que los refuerzos no deberían tardar demasiado en llegar.
Deborah y ella se habían visto obligadas a separarse cuando los mortífagos se habían dividido.
La mayor se encontraba a los pies de las escaleras de la torre de astronomía, mientras Deborah estaba escondida tras una columna, escuchando una conversación.
-Fenrir, no deberíamos desobedecer las órdenes de Bellatrix, al amo no le gustará.
Deborah no reconoció la voz que hablaba, pero sin ninguna duda sabía quien era Fenrir Greyback.
-No tienes por qué preocuparte Carrow, Lestrange y el resto ya lo tienen controlado, además, no puedo desaprovechar la oportunidad de convertir a más gente, especialmente cuando hay tantas niñas.
Una arcada de asco subió por la garganta de Deborah al escuchar las palabras del lobo. No iba a permitir aquello.
Decidió seguirles un tiempo más, pero se vio obligada a detenerse cuando los hombres hicieron lo mismo.
-Pero mira a quien tenemos aquí. ¿No son adorables Carrow?
La voz del asqueroso hombre hizo enfurecer más a la morena, quien no podía ver con quien hablaba el lobo desde su escondite.
-Retrocede Greyback, no te tenemos miedo.
Deborah negó con la cabeza frustrada al escuchar la voz de Ginny, aquella niña tenía agallas.
-Ya veremos si sigues sin tenerme miedo una vez me ocupe de ti y tus amiguitas Weasley.
Esa fue la señal que la morena necesitó. Se levantó de su escondite y realizó un rápido hechizo que mandó a volar al lobo. El entrenamiento había mejorado sus habilidades.
Rápidamente entró en un duelo con el acompañante del lobo, quien no duró mucho ya que Ginny, Luna y Hermione se unieron a la mayor.
-¿Qué hacéis fuera de vuestras salas comunes?
Hermione se detuvo un momento a tomar aire antes de contestar, parecía exhausta.
-Harry nos dijo que estuviéramos atentas, que podría pasar algo así.
Ginny, quien se encontraba revisando a Luna en busca de alguna herida asintió y sacó un pequeño frasco de su bolsillo.
-También nos dijo que te diéramos esto si te veíamos, nosotras ya nos hemos tomado un poco.
Deborah observó el frasco casi vacío de felix felicis y negó con la cabeza.
-Volved a vuestra sala común y repartirlo entre los alumnos.
Cuando el cuerpo de Fenrir comenzó a recuperar fuerzas tras el golpe, Deborah se apresuró a echar a las chicas de allí y a colocarse en posición de defensa, lista para el duelo.
El hombre se levantó y olió el aire, mirando a la chica con una sonrisa cínica.
-Voy a comerte chica Potter, aunque por tu olor puedo deducir que no seré el primer lobo que te ataque.
Deborah frunció el ceño, sabiendo perfectamente a que se refería, pues las cicatrices en su estómago nunca le dejarían olvidar el ataque de Lupin.
-También habrás deducido que sobreviví a ese lobo, así que te deseo suerte.
Fenrir bufó furioso y atacó con su varita.
Deborah fue rápida en detener el hechizo y contraatacar. El entrenamiento de aurores había conseguido mejorar aún más su técnica.
Tras unos minutos en los que ambos magos estuvieron muy a la par, Deborah fue golpeada con un hechizo en la pierna, causando que cayera al suelo dolida.
Fenrir sonrió y comenzó a caminar lentamente hacia ella, apuntándola con su varita.
-Te dije que me iba a dar un gran festín contigo Potter y cuando haya acabado iré a por esas tres niñas, la pelirroja parecía apetecible.
Deborah no habló, muy concentrada mirando al techo, analizando que momento sería el adecuado.
Fenrir se detuvo para admirar a su presa unos segundos más.
Pero aquello fue un error, pues antes de que pudiera darse cuenta, Deborah había alzado su varita y apuntaba a la columna junto a él.
-¡Bombarda!
El lobo no tuvo tiempo de apartarse y la columna cayó con gran fuerza sobre él.
Deborah tapó su cara con sus manos, sintiendo como pequeñas rocas golpeaban su cuerpo.
Escuchó pasos corriendo hacia ella y se giró para ver cómo Jade venía hacia ella preocupada.
-¿Qué ha pasado Debs?
La nombrada señaló con la cabeza a Fenrir inconsciente debajo de una columna.
Jade soltó una pequeña risa ante aquello.
-Tendrías que haberle cortado las bolas.
Dicho esto se agachó frente a la chica y revisó su cuerpo en busca de heridas.
Deborah soltó un gruñido y apoyó su cabeza en el hombro de la morena con dolor cuando esta tocó su pierna.
-Mierda. No soy una experta, pero creo que está rota.
Dijo Jade preocupada.
Ambas chicas se permitieron quedarse allí unos segundos, pensando que hacer, pero la paz no duró mucho, pues el sonido de otro duelo se escuchó cerca.
-Tenemos que salir de aquí, te llevaré a la enfermería.
Jade sostuvo a la chica entre sus brazos y acarició su cabello levemente, intentando aliviar su dolor para encaminarse hacia la enfermería.
***
Edmund había conseguido llegar a las mazmorras y ahora arrastraba a su hermana pequeña del brazo, buscando a Neville, pues Lucy había insistido en que no podían irse sin él.
El moreno había decidido que lo mejor que podían hacer para salir de aquello era evitar los duelos.
Si bien Edmund era un mago excelente, lo suyo siempre habían sido más las pociones y los hechizos de transformaciones, los duelos no eran su fuerte y no quería arriesgarse a poner en riesgo la vida de su hermana.
Al escuchar unas voces desconocidas, los Pevensie se escondieron tras una columna.
-Pero si son los amigos de Potter. ¿Qué deberíamos hacer con ellos Lestrange?
Dijo una voz desconocida para ambos hermanos.
-Nada, mi madre ordenó que subiéramos a la torre de astronomía para ayudar a Draco y eso es lo que haremos.
La voz de Corvus hizo temblar las rodillas de Edmund.
-¡No os tenemos miedo, nunca ganaréis a la orden!
Lucy golpeó el pecho de su hermano al reconocer la voz de Ron.
-Yo que tú no hablaría tanto Weasley, os recuerdo que ya estáis atados y no hay nadie de la orden aquí para defenderos.
Edmund se asomó un poco para observar la situación y vio a Ron y a Neville, ambos heridos levemente atados con cuerdas y al mortífago desconocido alzando su varita hacia ellos.
Se giró hacia su hermana y tomó sus hombros.
-Quédate aquí.
Susurró para salir de su escondite lentamente.
-¡Cruc...
-¡Desmaius!
La maldición del mortífago se vio detenida por el hechizo de Edmund.
Corvus observó sorprendido y preocupado al chico, había mantenido la esperanza de que hubiese vuelto a su casa.
El de cabello rizado rodó sus ojos viendo como su compañero entraba en suelo con Edmund.
-¡Ayúdame Lestrange!
Gritó el hombre al comenzar a verse reducido por su oponente.
-Apañatelas tu solo, yo voy a seguir las órdenes.
Y dicho esto se dio la vuelta y desapareció por los pasillos, bajo la atenta mirada de Lucy.
La chica decidió que no esperaría más y salió de su escondite, corriendo hacia Neville y Ron para comenzar a desatarlos.
Tan pronto como estuvieron libres, Lucy se colocó junto a su hermano y le ayudó a reducir al mortífago.
-¿Tenéis varita?
Preguntó Ed a los chicos tan pronto como se hubieron desechó del enemigo.
Ante la negativa de ambos, Ed bufó.
-Vamos, tenemos que reencontrarnos con los demás.
***
En otro lugar del castillo, Deborah y Jade habían logrado llegar a la enfermería.
Para suerte de ambas Madame Pomfrey había realizado un hechizo protector en el lugar, manteniendo a los mortífagos fuera.
La mujer había obligado a Deborah a beber una extraña poción y realizó un par de hechizos rápidos.
-Listo, aunque yo no forzaría mucho la pierna, tus huesos aún siguen débiles y podrían volver a romperse.
Jade suspiró aliviada y apoyó una mano en el hombro de su amiga.
-No se te puede dejar sola Potter.
Regulus entró rápidamente a la sala con Tonks, Dylan, Susan, Peter, Lupin, Moody y un montón de Weasleys junto a él.
-Acabamos de recibir el mensaje... ¿Estás bien?
Preguntó rápidamente acercándose a Deborah, quien asintió con la cabeza.
Un grito interrumpió su conversación y todos vieron como Molly retrocedía, blanca como un papel.
-La... La marca tenebrosa.
George se apresuró a ir junto a su madre y sostenerla de manera reconfortante.
Dylan avanzó un par de pasos preocupado.
-Voy a ir a buscar a Edmund y a Lucy.
Regulus se giró y observó al hombre.
-Ten cuidado.
Dylan asintió con una pequeña sonrisa y salió de allí, acompañado por sus hijos mayores.
Regulus volvió su atención a Deborah, quien había fruncido el ceño.
El cerebro de la chica iba a toda máquina, siendo consciente de que no había visto a Harry por ninguna parte y que las chicas mencionaron que les había dejado la poción antes de irse.
-¿Dónde está la marca oscura?
Fred la miró preocupado, sabiendo lo que planeaba hacer.
-En la torre de astronomía.
Contestó Bill, sin saber muy bien a que venía la pregunta.
Deborah asintió y se levantó de la camilla, siendo detenida rápidamente por Regulus.
-¿A dónde crees que vas? Estás herida.
La morena apartó al hombre delicadamente.
-Voy a buscar a mi hermano, algo me dice que está metido en todo esto.
Regulus asintió, entendiendo a la chica.
-Iré contigo.
Jade posó su mano en el hombro de su amiga.
-Por supuesto yo también iré, nunca me pierdo una fiesta.
Moody decidió dividir a la orden en grupos.
Deborah, Regulus, Jade, Tonks y Lupin irían a la torre.
Molly, Arthur, Fred, George, Bill y Fleur protegerían a los alumnos.
***
Corvus caminaba a toda prisa por los pasillos de Hogwarts.
Había visto la marca tenebrosa y eso solo significaba que llegaba tarde.
-¡Detente!
Una voz desconocida para él le hizo ponerse en posición de defensa.
Se encontró a si mismo apuntando a los hermanos mayores de Edmund y a un hombre desconocido para él.
Maldijo en su mente, no podía hacerles daño, no si eran familia de Ed.
-Os aconsejo que os marchéis y me dejéis seguir mi camino.
Habló con tono amenazante.
Dylan alzó su varita dispuesto a atacar, pero el brazo de su hija le detuvo.
Susan también había reconocido al chico.
-Será mejor que nos vayamos, tenemos que encontrar a Ed y a Lu.
Dylan miró a su hija durante un par de segundos más para luego asentir.
-Está bien.
Los cuatro bajaron sus varitas y los Pevensie comenzaron a marcharse.
Corvus observó como se iban, deseando decirles donde estaba el resto de su familia, pero sabía que eso le pondría en peligro, por lo que siguió caminando sintiendo como su pecho subía y bajaba rápidamente.
-Respira.
Susurró para si mismo aquello que Cissy siempre le decía y continuó con su camino hacia la torre.
¡Hola!
Capítulo largo el de hoy.
¿Cuál ha sido vuestra parte favorita?
¿Qué os ha parecido?
Nos vemos!
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