~LXXVI~
Deborah jugaba a las cartas con Dylan un sábado normal. Los sábados no tenía clase en la academia de los aurores y Moody no solía ponerle misiones esos días, diciendo que debía descansar.
Normalmente pasaba las mañanas en la tienda de los gemelos junto a Ed y Jade, pero aquella mañana los gemelos habían ido a Hogsmade, pues sería el cumpleaños de Ron.
-Has mejorado bastante desde la última vez que jugamos.
Observó el hombre frente a ella.
Los Pevensie se habían instalado en la mansión Black aquel año, pero debido a que Peter vivía con unos amigos, Susan estaba todo el tiempo en el trabajo, compitiendo contra Percy Weasley en su afán de convertirse en ministra de magia y Lucy estaba en Hogwarts, eran casi siempre Regulus, Dylan, Ed y ella.
Pero los dos más jóvenes no pasaban mucho por casa últimamente, pues cada uno estaba haciendo sus respectivos estudios superiores.
-Hace mucho que no jugamos.
Dylan soltó una pequeña risa y asintió dándole la razón.
Deborah sentía un gran aprecio hacia ese hombre, era una de los adultos que más tiempo llevaba en su vida y de una manera u otra siempre la apoyaba.
-¿Sabes donde está Reg?
Preguntó ella distraídamente, pues no era normal para el hombre dormir hasta tarde.
Dylan puso una mueca antes de contestar.
-Ha pasado una mala noche, creo que está junto a Sirius.
La chica asintió y se levantó dispuesta a buscarle.
Se detuvo frente a la puerta de la habitación de Sirius, a donde habían movido al hombre inconsciente.
Entró lentamente, no queriendo molestar a Regulus, quien se encontraba sentado en una silla, mirando fijamente a su hermano.
Deborah agarró otra silla y se colocó a su lado en total silencio, no sabiendo muy bien que decir.
Regulus, por su parte, suspiró al darse cuenta de la presencia de la chica y por primera vez en mucho tiempo decidió dejarse ser vulnerable.
-Se encargó de llenar su habitación de posters y cosas de Gryffindor para molestar a mi madre. La odiaba mucho, al igual que a esta casa. No me puedo creer que vaya a morir aquí después de todo lo que pasó para escapar.
Unos segundos de silencio se hicieron y Deborah apoyó una mano en su hombro.
-Estoy muy segura de que Sirius aún no ha perdido la batalla. Por mucho que no me guste admitirlo si hay algo que le caracteriza es su determinación, si quiere despertarse lo hará.
Regulus esbozó una pequeña sonrisa y miró a la chica junto a él preguntándose cuando había crecido y madurado tanto.
Deborah tomó su mano y le miró a los ojos.
-Saldremos de ésta, todos.
***
Deborah caminaba a toda prisa por los pasillos de Hogwarts.
Su día se había torcido de manera inesperada teniendo en cuenta que sus únicos planes eran relajarse en su casa, pero tras la llegada del mensaje de Fred diciendo que Ronald había sido envenenado su día había cambiado drásticamente.
Tan distraída iba que no se dio cuenta de que un chico rubio nervioso y distraído caminaba hacia ella.
Ambos se sobresaltaron al chocarse y se miraron con sorpresa el uno al otro.
-Potter, no esperaba verte aquí.
La voz de Draco salió rota, como si no le quedaran energías para hablar.
Deborah evitó todas las preguntas sobre su preocupante aspecto.
-Yo tampoco esperaba estar aquí hoy, pero son los giros que da la vida supongo.
Un silencio incómodo se instaló, hasta que Draco decidió marcharse, permitiendo así que Deborah reanudara su camino hacia la enfermería.
Justo antes de entrar las puertas de la enfermería se abrieron rápidamente, de ellas salió corriendo y sollozando una chica que casi tira a Deborah.
La morena miró extrañada hacia la dirección en la que la chica se había ido y acabó por entrar a la enfermería.
En ella Harry, Lucy, Hermione y Ginny rodeaban la camilla de Ron, mientras que Dumbledore, Snape y un hombre desconocido para Deborah estaban de pie frente a esta.
Harry fue el primero en darse cuenta de su presencia y el alivio recorrió su expresión.
-Deborah.
Las palabras del chico causaron que el resto de las personas en la sala notaran su presencia.
El desconocido se apresuró a acercarse a ella con una gran sonrisa, que a Deborah le desagradó.
-Usted debe ser Deborah Potter. Se parece a su madre, era una bruja brillante y por supuesto....
Pero las palabras del hombre fueron cortadas cuando la chica rodó los ojos y siguió su camino hasta la camilla sin dedicarle una mirada.
Deborah observó a Ron con pena.
-¿Sabéis qué llevaba el veneno?
Dumbledore asintió.
-El veneno se encontraba en la botella de vino que le regalaron al profesor Slughorn.
La chica asintió.
-Supongo que Snape la analizará.
El nombrado asintió con desagrado, odiando darle la razón a la chica.
Tras hablar un par de temas de la orden, los hombres abandonaron la enfermería.
Una vez estuvieron solos Deborah prestó atención a los chicos.
-¿Los gemelos no están aquí aún?
Preguntó con curiosidad, pues había sido Fred quien le avisó de lo ocurrido.
-Creo que Filch los ha detenido a la entrada, no deberían tardar mucho en llegar.
Contestó Ginny.
Deborah asintió hacia la chica y se sentó junto a Lucy.
-¿Cómo estáis vosotros?
La chica junto a ella miró a Harry preocupada, sin saber si debía hablar de lo mal que lo estaba pasando su amigo.
Harry, al adivinar lo que ocultaba la expresión de la Hufflepuff, se apresuró a contestar antes de que su hermana notara que algo iba mal.
-Estamos bien, todo lo que se puede con la situación.
Deborah asintió, sintiendo que Harry le ocultaba cosas. Pero ella no era nadie para reclamar, hace no mucho le hizo lo mismo a Regulus.
Las puertas de la enfermería se abrieron y los gemelos entraron rápidamente.
-¿Cómo está Ron?
Preguntó George mientras Fred se colocaba junto a Deborah.
-Pomfrey ha dicho que estará durmiendo un día más y luego se despertará. El veneno era mortal, hemos tenido suerte de pillarlo rápido.
Contestó Hermione, tomando la mano de Ron.
-Habíamos venido aquí a dejarle su regalo de cumpleaños, pero esta no era la idea que teníamos en mente.
Fred habló con tono afligido y tomó la mano de Deborah disimuladamente en busca de apoyo.
Pero a pesar de que el gesto no fue muy notorio, varias personas se dieron cuenta.
Ginny miró confusa el gesto, sin entender bien lo que ocurría, George sonrió divertido y Harry frunció el ceño, aún sin acostumbrarse a la relación que mantenían ambos.
Pero Deborah no se dio cuenta de aquello, estaba muy ocupada atando cabos en su cabeza.
Dumbledore había dicho que el profesor planeaba regalarle la botella envenenada y la chica que había sido encantada a principios de curso, Katie Bell, también parecía tener una obsesión con el director.
La conclusión que se sacaba de allí era que alguien estaba intentado asesinar a Dumbledore, Deborah supuso que un mortífago infiltrado.
Pensó en Snape durante un segundo, pero lo descartó rápidamente. Por mucho que no le gustara admitirlo, Snape era hábil, si hubiera querido matar a Dumbledore ya estaría muerto.
Aquello era un trabajo de un novato y de un novato que no tenía muchas ganas de matar, era casi como si se estuviera saboteando a si mismo.
Dos nombres vinieron a su cabeza rápidamente, y en aquel momento, Deborah deseó estar equivocada.
Aún le quedaba esperanza en Draco y Corvus.
¡Hola!
Nuevo capítulo y voy a admitir que es un poco de relleno, pero voy a hacer un salto temporal grande y quería poner algo entre medias.
El siguiente capítulo será la batalla en Hogwarts o el final del sexto año de Harry.
¿Qué os ha parecido?
¿Parte favorita?
¿Qué creéis que ocurrirá en el siguiente capítulo?
Nos vemos!
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