~LXVII~
Deborah se encontraba sentada junto a Jade bajo la sombra de un árbol.
Ambas chicas fumaban mientras que esta última dibujaba cuidadosamente en su cuaderno, con la mirada fija en Deborah, quien tenía miraba al lago negro tranquilamente.
Después de la ruptura de Ed y Corvus Deborah no había tardado mucho en enterarse de quien era el prometido de Jade.
Si bien ninguna de las dos había tocado el tema directamente, ambas pasaban más tiempo juntas ahora, simplemente haciéndose compañía.
Unos pasos apresurados interrumpieron la tranquilidad del ambiente.
-Hola Debs, Avery.
Jade frunció el ceño y devolvió el saludo observando como Fred Weasley se sentaba junto a su amiga y comenzaba a hablar con ella.
Deborah por su parte miró divertida al pelirrojo.
-¿No deberías estar estudiando para tus exámenes?
Fred negó con la cabeza quitándole importancia al asunto.
-¿Qué hay de ti? Porque yo no estoy interesado en mis notas, pero tú si.
Deborah escuchó pasos y se giró, mirando confundida como Jade caminaba de vuelta al castillo.
Decidió no darle importancia por el momento, conociendo el carácter de su amiga y volvió a mirar a Fred.
-Me falta solo un examen y es pasado mañana, así que he decidido descansar. Tú eres el que debería estar estudiando.
Fred pasó un brazo por los hombros de la chica con lentitud, sabiendo que aún le costaba el contacto físico.
-Bueno, por eso estoy aquí, vengo a decirte que no voy a estudiar más y a despedirme.
La chica alzó una ceja.
-¿Molly sabe que planeas eso? Porque no creo que te deje entrar a tu casa si dejas los estudios.
El pelirrojo soltó una pequeña risa.
-No lo sabe aún. Pero George y yo hemos estado pensando y llegamos a la conclusión de que este lugar ya no tiene nada que ofrecernos, especialmente con la cara de sapo aquí.
Deborah asintió, comprendiendo el punto del chico.
-Y supongo que no os iréis disimuladamente.
Fred negó.
-Eso tendrás que verlo por ti misma, pero en caso de que no quieras perdértelo, quédate cerca de el aula de DCAO hoy después de comer.
El pelirrojo observó como la chica negaba con la cabeza divertida.
Deborah se percató de la mirada de Fred.
-¿Ocurre algo?
Preguntó extrañada.
-Nada, sólo que te voy a echar de menos.
La morena se sorprendió ante lo dicho por el chico, quien acarició su mejilla con delicadeza.
-Supongo que esto será más aburrido sin ti por aquí.
Fred soltó una pequeña risa.
-¿Esa es tu extraña forma de decirme que también me vas a echar de menos?
No hizo falta que Deborah lo confirmara pues ambos sabían la respuesta.
El pelirrojo juntó sus labios en un suave beso.
Cuando se separaron Fred se levantó y Deborah hizo lo mismo.
-Me tengo que ir a preparar mi despedida. Te buscaré entre la multitud.
***
Tal y como había insinuado Fred, la despedida se los gemelos no fue ninguna tontería.
Deborah sintió unas ganas terribles de reír cuando los fuegos artificiales persiguieron a Umbridge por todo el pasillo, pero se contuvo, como era habitual.
Edmund quién estaba a su lado se reía a carcajadas.
-Dios, amo a tu novio.
Deborah le dio un codazo.
-No es mi novio.
Su amigo levantó las manos en señal de disculpa, pero no pudo evitar comentar algo más.
-Pero porque tú no quieres.
La morena ignoró lo dicho por su amigo y se dedicó a observar la gran W que los gemelos habían dejado marcada en el cielo.
***
La siguiente semana transcurrió con tranquilidad.
Los estragos de las bromas de los gemelos seguían aún en el castillo, pues al parecer todos los profesores de Hogwarts habían decidido fingir que no sabían cómo deshacer los desastres y se dedicaban a volver loca a Umbridge.
Aquel movimiento era, en palabras de Ed, algo muy Slytherin.
Pero no todos en Hogwarts estaban felices.
Draco tenía a Harry agarrado, asegurándose de que el chico no podía salir del despacho de Umbridge mientras esta interrogaba a sus amigos.
Harry, Hermione, Ron, Ginny, Neville, Lucy y Luna habían intentado usar la chimenea de la directora, lo que había resultado en algo catastrófico.
Draco tenía la intención de dejar escapar a los chicos, teniendo como cómplices a Pansy y a Blasie, sus mejores amigos, pero Crabbe y Goyle les encontraron antes y ellos tuvieron que fingir.
Ahora Umbridge se encontraba intentado sacarles a los chicos donde se encontraba la localización de Dumbledore.
Mientras el sapo rosa se distrajo hablando con Hermione, Harry aprovechó para susurrar a Draco.
-Tienes que ayudarnos por favor. Necesito llegar al ministerio, él tiene a mi padrino.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del rubio, era la primera vez que hablaba con el chico en meses, aunque desearía que fuera en otras circunstancias.
-Lo siento, no puedo.
Se limitó a susurrar de vuelta, pues era la verdad, no podía ayudarle.
La puerta fue abierta por Snape, quien informó a Umbridge de que el veritaserum se había agotado.
-¡Él tiene a Canuto! ¡Tiene a Canuto en el sitio donde la guardan!
Gritó Harry, en un intento desesperado por salvar a Sirius.
-¿Qué ha querido decir con eso Snape?
Preguntó molesta Umbridge.
-No tengo ni idea.
Contestó el hombre, para luego marcharse.
Cuando Umbridge comenzó a amenazar con usar la maldición cruciatus en Harry, este notó como detrás de él, Draco sacaba disimuladamente su varita.
Y es que hasta el rubio tenía sus límites. Por mucho que no quería que nadie se enterara de su relación con Harry, no iba a permitir que le hicieran aquello.
-¡Díselo Harry!
El grito de Hermione sorprendió a todos.
-Me rindo, le llevaremos al arma secreta de Dumbledore.
A ojos de Draco era la mentira más obvia que había escuchado en mucho tiempo, pero la directora pareció creerla, por lo que se llevó con ella a Harry y a Hermione.
Una vez solos, observó como Ron sacaba unos caramelos de su bolsillo.
Conociendo los productos de los gemelos y sabiendo los efectos que causaban, Draco se apresuró a arrebatarle los caramelos.
-¿Qué tienes ahí Weasley? No deberías tomar esto, no desperdicies comida. Crabbe, Goyle, ¿Queréis?
Los dos gorilas no dudaron ni un momento y se los zamparon bajo la atenta mirada de todos en la sala.
Un par de segundos después ambos se tambaleaban mareados, cosa que los amigos de Harry aprovecharon para escapar.
Ron, Ginny, Luna y Neville se sorprendieron al ser soltados sin oponer resistencia y los tres primeros salieron de la sala.
Lucy tuvo dificultades pues Goyle no parecía querer soltarla, aún sintiéndose mal.
La chica forcejeaba todo lo que podía, pero aquel idiota no la soltaba.
Neville estuvo apunto de intervenir, pero fue detenido por Zabini.
-Espera.
Se limitó a decir el moreno.
Pansy fingió tropezarse y chocar contra Goyle, tumbando al chico y a Lucy en el proceso.
Al verse libre Lucy se dispuso a levantarse, siendo ayudada por la mano que Draco le extendía.
-Vamos Pevenise, no tenemos todo el día.
La chica asintió y se levantó colocándose junto a Neville.
-Gracias chicos.
Dijo con una sonrisa brillante antes de salir corriendo junto a su novio.
Crabbe y Goyle estaban inconscientes en el suelo y el trío restante intercambió miradas.
-Supongo que somos oficialmente traidores de sangre.
Draco asintió ante las palabras de su amiga. Pero recordó que aquello aún no había acabado.
-Vosotros llevad a estos a la enfermería, yo voy a pedir refuerzos.
Y dicho esto salió corriendo hacia la sala común de Slytherin.
***
Deborah se encontraba en los pasillos que llevaban a su sala común junto a Jade.
Ambas charlaban tranquilamente sobre su clase de pociones, cuando unos pasos apresurados se dirigieron hacia ellas.
-¡Potter!
La nombrada se detuvo y miró extrañada a Draco, quien intentaba recuperar el aire.
-Es tu hermano, está en peligro. Ha ido al ministerio porque dice que los mortífagos tienen a su padrino.
Deborah abrió los ojos completamente sorprendida.
Suspiró no dejando que el terror se apoderara de ella.
-Expecto patronum.
Su león apareció y ella le dio el mensaje que Draco le había transmitido a ella, mandándolo a Regulus.
El trío se quedó allí en mitad del pasillo esperando una respuesta, cada uno con la cabeza en algún sitio.
Deborah esperaba impaciente una contestación, intentando controlar sus nervios.
Draco se sentía impotente, sabiendo que ya no podía hacer nada más por Harry.
Y Jade por su parte pensaba en su padre, si allí había mortífagos el estaría seguro.
Unos minutos después un elegante patronus de una pantera apareció frente a ellos.
-Ve al despacho de McGonagall, allí hay un translador que te llevará al ministerio, el resto de la orden estará allí.
La voz de Regulus consiguió calmar un poco los nervios de Deborah.
-Gracias Draco, por todo.
Y tras esto estuvo a punto de marcharse, pero un brazo la retuvo.
-Voy contigo.
Jade la miraba con determinación.
-¿Estás segura?
Preguntó Deborah preocupada.
-No, pero no puedo dejar que vayas sola.
Y dicho esto ambas chicas partieron a paso rápido hacia el despacho de McGonagall.
Ellas aún no lo sabían, pero después de lo que aquella noche ocurriría, nada volvería a ser lo mismo.
¡Hola!
Que emoción llega la batalla del ministerio.
Estoy nerviosa yo y sé lo que va a pasar jajaj.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Cuál ha sido vuestra parte favorita?
¿Tenéis alguna teoría sobre lo que va a pasar en el ministerio?
Os leo!
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