~LXIV~
Deborah se encontraba sentada en la cama de Edmund, intentando convencer a este de que se levantara.
-Vamos Ed, le prometiste a tus hermanos que os veríais en Hogsmade, no les puedes dejar tirados.
El chico negó con la cabeza.
-Eso fue en vacaciones de Navidad, han pasado muchas cosas desde entonces.
Deborah suspiró.
-Sé que no es fácil Ed, pero no puedes dejar que esto te consuma.
Su amigo se levantó de la cama.
-No es fácil. Le quiero y ya no voy a poder decírselo nunca más, porque el no quiere.
La morena se colocó junto a su amigo apoyando su mano en su hombro.
-Lo sé. Lo único que digo es que estar con tu familia te sentará bien.
Después de unos minutos más acabó por convencerle y ambos fueron hasta las tres escobas, donde el resto de los hermanos Pevensie esperaban.
Se sentaron en la mesa y pidieron un par de cervezas de mantequilla.
-¿Cómo está yendo el curso chicos?
Preguntó Susan a sus dos hermanos pequeños y a Deborah.
Lucy se apresuró a contestar mientras que Ed bajaba la cabeza, si Susan se daba cuenta de que algo no iba bien el no podría negarlo.
El parloteo de Lucy acabó cuando Peter insinuó que quería conocer a ese Neville del que tanto hablaba.
-¿Y vosotros chicos? ¿Qué tal por las mazmorras?
Al ver que su amigo no iba a hablar, Deborah contestó la pregunta del chico.
-Igual de frías que siempre, aunque cada vez se ponen peor.
Susan miró a su hermano con el ceño fruncido, se dio cuenta de que algo no iba bien.
-¿Qué te ocurre Ed? ¿Ha pasado algo?
Edmund suspiró y miró a su hermana a los ojos.
-Yo.... Tengo algo que contaros.
Y así mientras el chico contaba la historia entera de su relación con Corvus, sus hermanos escuchaban atentamente.
-Y después de eso me dejó.
Unos segundos de silencio siguieron al final de la historia del chico.
-¿Y llevabas tanto tiempo con ese chico sin decirnos nada?
Peter fue el primero en hablar, algo confuso.
Ed se encogió de hombros.
-No sabía cómo decírlo, tenía miedo de vuestra reacción.
Peter apretó los puños molesto y obligó a su hermano a levantarse de la mesa junto a él.
Deborah sabía que el mayor nunca dañaría a su hermano, pero no pudo evitar ponerse alerta.
-Que sea la última vez que me ocultas algo así.
Y dicho esto envolvió al menor en un fuerte abrazo.
Lucy no tardó mucho en levantarse y unirse a este, acariciando la espalda de Edmund, quien soltaba pequeñas lágrimas.
Susan siguió a su hermana y se unió al abrazo.
-Somos tus hermanos Ed, estamos aquí para ti.
Deborah observó la escena y alzó un poco las comisuras de sus labios.
No era una sonrisa completa, pero desde aquella vez con Fred se le escapaban esas pequeñas muecas de alegría.
Decidió dejar a los hermanos algo de intimidad y se levantó marchándose del local.
Nada más salir se encontró con su hermano discutiendo con una chica de Ravenclaw, Deborah la identificó como la buscadora de su casa.
Cuando su hermano entró a las tres escobas la chica se sentó en la nieve con lágrimas cayendo de sus ojos.
Deborah se acercó a ella muy a su pesar.
-¿Mala cita? Mi hermano es un poco desastre para esas cosas.
La chica levantó la mirada confusa.
Al verla más de cerca, recordó que ella fue la novia de Diggory.
Un sentimiento de pena se instaló en su pecho.
-Te daré un consejo. No intentes salir con otros si aún no le has superado, la muerte no es ninguna tontería, tómate todo el tiempo que necesites.
Y dicho esto se fue de allí, bajo la agradecida mirada de Cho.
***
Un par de días pasaron de aquel sábado, hoy era martes y Ed desayunaba tranquilo.
Deborah se encontraba en historia de la magia, asignatura que el no cursaba aquel año.
Un silencio se hizo en la mesa de Slytherin y todos observaron atentos como el sapo rosa se acercaba a Edmund.
-Señor Pevensie, me alegro de que al fin haya entrado en razón y vaya a hacer lo que es natural.
El nombrado frunció el ceño y salió del comedor a paso rápido.
Era cierto que desde que Corvus le dejó había abandonado el tema de las faldas. Ya tenía suficiente con el dolor de su ruptura, no necesitaba castigos adicionales.
Pero ver a aquella mujer frente a él, restregando su victoria le ponía enfermo.
Él nunca había sido una persona que se rindiera, si se proponía algo luchaba hasta conseguirlo.
Pero últimamente no hacía más que perder. El señor oscuro estaba de vuelta, la mujer que mató a su madre también, había perdido a Corvus y su lucha por la vestimenta se terminó.
-Quizás sea mejor así, quizás deba rendirme, dejar de sufrir.
Pero no pudo seguir con sus pensamientos melancólicos cuando unos pasos se dirigieron hacia él.
-Edmund Pevensie, dime por favor que no te has rendido ante Umbridge.
El chico se encogió de hombros ante la pregunta de una enfadada Jade.
-Fue el consejo que tú me diste.
La morena negó con la cabeza.
-Sé bien lo que dije, pero estaba equivocada Ed, este mundo necesita gente como tú, luchadores que no se rinden y pelean por lo que creen justo. Nos dais esperanza a los cobardes como yo.
Ed miró a la chica durante unos segundos.
-¿De qué sirve luchar por lo que no puedo ganar?
-¿Y quién te ha dicho que no puedes ganar? Tú eres Edmund Pevensie, la ropa no tiene género y tú has luchado por ello.
El chico negó.
-No sirve de nada si estoy yo solo.
Jade apoyó una mano en su hombro.
-Estoy segura de que no lo estás. Lo más probable es que muchos cobardes como yo te miren con admiración justo como yo lo hago y algún día se unirán a ti.
Ed suspiró.
-También le he perdido a él, no sé cómo seguir solo.
Jade miró al suelo sintiéndose culpable.
-Yo tampoco sé muy bien cómo seguir adelante Ed, pero el mundo avanza y tú no debes quedarte atrás.
Ed tomó la mano de la chica y la miró con una triste sonrisa.
-Gracias Jade.
La chica negó con la cabeza.
-No hay de que.
¡Hola!
Sé que el capítulo es corto pero sigo con exámenes y no tengo mucho tiempo para escribir.
Anyways.
¿Os ha gustado?
¿Parte favorita?
Nos leemos!
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