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~LVI~

Harry se sentó frente a Umbridge, dispuesto a comenzar con su castigo para poder acabar cuanto antes e ir a limpiar el aula vacía con Draco.

-¿Comenzamos ya?

Preguntó el chico al ver que la mujer no le daba la pluma.

-Estamos esperando a alguien señor Potter.

El tono de voz de la mujer y su mirada burlona no le dieron un buen presentimiento a Harry.

Y tal y como el temía, la puerta fue abierta y por ella entró su hermana con una mueca de aburrimiento.

-Tome asiento señorita Potter. Deberá escribir “no debo amenazar a mis superiores”

La chica apretó los puños, pero asintió sin decir nada, pues sabía que eso lo haría peor.

Harry aún miraba atónito a su hermana, no se podía creer que ella estuviera aquí.

Lo cierto es que no fue ninguna sorpresa lo bien que disimuló Deborah el dolor, no permitiría que aquel sapo la viera sufrir.

Cuando el castigo terminó, ambos hermanos Potter bajaron apretando sus respectivas manos.

Una vez en el pasillo, Deborah sacó un pañuelo y se lo tendió a Harry.

-Ten.

El chico lo aceptó algo molesto.

-¿Por qué lo has hecho? Que te castiguen. Podías haberte librado y lo sabes.

La morena se encogió de hombros y le extendió una caja.

-Esto ayudará a que la herida cicatrice.

Harry suspiró al no recibir una respuesta, acordándose de la noche en la que Voldemort volvió.

-Al parecer no te gusta mucho hablar de cosas personales, lo cierto es que a mi tampoco, supongo que nos parecemos.

Deborah le miró sorprendida, era la segunda vez que el chico intentaba conversar con ella.

-Mira, sé que eres mi hermana y que de alguna extraña manera intentas protegerme, pero ¿no has pensado en cómo me siento? Yo tampoco quiero que te pase nada malo, sobre todo por mi culpa.

La morena negó con la cabeza.

-Esto no es tú culpa, nada de esta mierda lo es.

Harry negó con la cabeza.

-Ese no es el punto. No quiero que te hagas daño intentado ayudarte.... Yo también puedo cuidar de ti.

Deborah suspiró y negó con la cabeza.

-Yo no necesito que nadie cuide de mi Harry, sé apañarmelas, tú eres un niño y te guste o no no puedes enfrentar todo solo.

Y dicho esto la chica se fue, dejando a Harry con la cabeza gacha y lleno de impotencia.





***

Edmund se encontraba con su cabeza apoyada en el pecho de su novio.

Ambos estaban en su habitación esperando a que Deborah volviera del castigo, pues no se quedarían tranquilos hasta que la vieran a salvo.

Ed acariciaba el brazo de Corvus que rodeaba su cintura mientras que este miraba al techo.

Lo cierto es que desde que se reencontraron en la estación, Ed había notado algo raro al chico.

Los pocos ratos que pasaban juntos estaba como en otra dimensión.

Corvus suspiró y miró a su novio con una pequeña sonrisa.

Acarició las mejillas del chico causando que este se girara a mirarle.

-¿Te he dicho alguna vez que me encantan tus pecas?

Ed sonrió divertido.

-Me lo dices mucho, eres un cursi.

Corvus soltó una ligera risa y se encogió de hombros antes de besar la frente de el chico junto a él.

-Y tú eres un amargado.

Esta vez fue el turno de Ed de soltar una pequeña risa y besar los labios de su novio.

-Te he extrañado durante todo el verano. Te quiero Corvus.

Edmund escondió su cabeza en el cuello del chico y Corvus rodeó su cintura con sus brazos.

-Yo también te quiero.

Y una lágrima se escapó de su ojo, pero solo él se dio cuenta.



***

Deborah entró a la sala común algo mareada por la pérdida de sangre.

Harry tenía razón, ella había provocado que la castigaran, por el simple motivo de que no quería dejar a Harry sólo con ese sapo.

Subió hacia la habitación de Edmund, en busca de poder estar un rato con sus dos amigos, quienes habían prometido esperarla.

Pero cuando entró a la sala se encontró con un Ed dormido en el regazo de Corvus, quien acariciaba su cabello con una expresión triste.

Deborah se sentó junto a su amigo y observó como este miraba a un punto de la sala y sus ojos estaban rojos.

-¿Estás bien?

Corvus asintió y a pesar de que ambos sabían que mentía, su amiga no le replicó.

-Ha sido un verano duro.

Se limitó a decir él, con la voz temblorosa.

Deborah apoyó una mano en su hombro.

-Lo bueno que tiene el verano es que se acaba. Ahora estás aquí, no te preocupes por el resto.

Corvus la miró esbozando una pequeña sonrisa.

-Había echado de menos nuestras charlas.

Su amiga asintió de acuerdo y ambos observaron divertidos como Ed comenzó a murmurar cosas en sueños.





***




Varias semanas después, Harry miraba a Hermione incrédulo.

-¿Formar un grupo de DCAO?

Ron soltó una leve risa ante la cara de incredulidad de su amigo.

Lucy asintió con la cabeza secundando las palabras de su amiga.

-Piénsalo Harry, todos ganaríamos.

El chico se encogió de hombros incrédulo.

-No lo sé. ¿Quién querría tenerme a mi de profesor?

Lucy posó una mano en su hombro contenta.

-Estoy segura de que mucha gente lo haría Harry, yo la primera. Conozco a varios Hufflepuffs que irían y por supuesto si se lo dijera a Neville....

Ron soltó una pequeña risa ante la mención del Gryffindor.

-¿Le has dicho ya a tu hermano que estáis saliendo o sigue creyendo que no os veis desde el baile?

La cara de Lucy se sonrojó fuertemente causando la risa de el resto de sus amigos.

-Bueno Harry, ¿lo harás?



***


Deborah caminaba junto a Ed por el pasillo comentando las nuevas normativas que Umbridge había puesto.

-¿Has visto la de que los chicos y las chicas no pueden estar a menos de 50 cm? Esa mujer no piensa en los gays.

Deborah le miró el cartel con el decreto.

-En una sociedad homófoba no se piensa en la gente distinta.

Ed asintió de acuerdo con su amiga, pero la paz de ambos se vio interrumpida por un molesto carraspeo.

-Señor Pevensie, hacía ya unos días que quería hablar con usted.

Edumund se cruzó de brazos mientras que Deborah se mantenía atenta a la conversación.

-Usted dirá.

Umbridge miró de arriba a abajo al chico antes de comenzar a hablar.

-Hace ya unos días que me he dado cuenta de que no está cumpliendo usted el decreto número 43, “usar ropa exclusivamente del uniforme escolar en período de clase”.

Deborah suspiró sabiendo a dónde iba esto.

Desde el año pasado, Ed había comenzado a usar la falda de el uniforme algunos días, aunque algunos idiotas le habían dicho algo nunca había pasado a mayores.

Ed, quien también había deducido por donde iba a salir la mujer, la observó desafiante.

-Bueno profesora, solo estoy llevando ropa del uniforme escolar.

El sapo rosa frunció el ceño.

-Esa falda no está en el uniforme señor Pevensie.

Ed negó con la cabeza y señaló a una chica que pasaba por allí.

-Ella la lleva.

Para aquel entonces ya se había formado un corrillo de alumnos curiosos por lo que estaba sucediendo.

-Ella lleva falda porque es una mujer, usted es un hombre y no puede usarla.

Ed soltó una risa seca.

-¿Y en qué norma pone eso profesora? Porque desde que yo voy a este colegio solo hay un uniforme, y no es ni de hombre ni de mujer.

La sonrisa de la mujer se volvió cínica.

-Quítese esa falda y póngase una ropa adecuada si no quiere un castigo.

El chico negó con la cabeza.

-Mi ropa es más que adecuada.

Varias de las personas de la multitud comenzaron a dedicar palabras de apoyo a lo dicho por Ed, así que Umbridge cortó la situación.

-¡Suficiente señor Pevensie! ¡Está castigado y lo va a estar hasta que se quite esa falda!

Dicho esto la mujer se fue de allí.

Deborah apoyó una mano en el hombro de su amigo.

-¿Seguro de que no quieres un cigarro?

El chico negó con la cabeza.

-No gracias, me siguen pareciendo asquerosos, pero si vas a fumar te acompaño al patio. Necesito tomar aire.




¡Hola!

Han pasado bastantes cosas en este capítulo.

¿Parte favorita?

La mía ha sido escribir el momento de Ed y Corvus, he sido muy feliz jajajj.

Es cierto que en los últimos tres capítulos no hemos avanzado casi nada en cuestión del curso, pero en el siguiente cap ya tendremos la primera reunión del E.D.

Nos vemos!

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