~LII~
Deborah subió al tren de Hogwarts junto con Ed con una sensación extraña.
Nunca le había hecho mucha ilusión volver a aquel lugar, pero al subirse en aquel tren por el que sería su último año, no pudo evitar que algo de nostalgia la invadiera.
Entraron a un compartimento en el que ya estaba Corvus.
El chico parecía estar en su mundo, la cabeza apoyada en la ventana mirando hacia la nada, grandes ojeras adornaban su rostro y su rizado cabello, ahora largo, era recogido en una pequeña coleta.
Deborah se apresuró a cerrar las puertas del compartimento, asegurándose de que nadie podría mirar.
Al oír el ruido de la puerta cerrándose, Corvus pareció salir de su ensoñación.
Sus ojos brillaron al mirar a Edmund y una sonrisa adornó su cansada cara.
Se levantó rápidamente y envolvió al más bajo en sus brazos con fuerza.
Edmund cerró los ojos correspondiendo al abrazo y sintiendo como Corvus enterraba su cabeza en su cuello.
Deborah se sentó y sacó un libro de su baúl, ignorando la cursi escena que protagonizaban sus amigos.
Cuando se separaron Ed tomó el rostro de su novio entre sus manos y dio un suave beso en sus labios.
Corvus volvió a sonreír antes de separarse definitivamente y mirar a Deborah.
-Hola Debs.
La chica alzó la mirada y asintió con la cabeza.
-Tengo libros para que te leas, he estado guardándolos todo el verano.
Y para sorpresa de Ed y Debs, la sonrisa de su amigo se extendió aún más.
Si bien no era raro que fuera cariñoso con Ed, Corvus seguía siendo muy gruñón y reservado con sus emociones, por lo que aquella sonrisa sorprendió a sus amigos.
Una vez hechos los reencuentros la pareja se sentó frente a Deborah.
Durante el viaje no hablaron mucho, puesto que Debs y Ed no podían decir donde habían estado en verano y Corvus odiaba hablar de sus vacaciones.
***
En el banquete para el comienzo de curso, Deborah esperaba aburrida junto con Ed a que la comida apareciera.
Por mucho que le desagradara, Corvus se había tenido que separar de ellos y, para sorpresa de sus amigos, se fue a sentar junto a Jade Avery.
Deborah observó como ambos parecían incómodos juntos, pero aún así se mantuvieron en sus sitios.
Jade parecía estar en su mundo, evitando mirar a Corvus y pensando cualquier otra cosa.
Un irritante carraspeo interrumpió el discurso de Dumbledore, al cual, como ya era costumbre, Deborah no prestaba atención.
Una mujer bajita, fea y vestida de rosa tomó el lugar del director y comenzó a dar otro discurso absurdo.
Ed y Deborah intercambiaron miradas, ambos irritados ante la aguda voz de la mujer.
-Soy Dolores Umbrige y espero que seamos muy buenos amigos.
Al escuchar aquellas palabras salir de la boca de la mujer, Deborah no resistió el impulso de mirar a la mesa de Gryffindor, donde los gemelos Weasley asintieron irónicamente ante las palabras de Umbrige.
Cuando al fin apareció comida ante sus platos, Deborah comió con tranquilidad, aportando respuestas cortas a todo lo que Ed le contaba.
Ambos amigos fueron de los últimos en salir del gran comedor.
Pero nada más cruzar las puertas, se vieron tragados por la cantidad de alumnos que parecían rodear algo.
-¡Dale Potter! ¡Demuestra como lo hacemos en Gryffindor!
-¡Hechizale Malfoy! ¡No te dejes ganar!
Deborah suspiró, intuyendo lo que ocurría y se hizo paso entre la multitud hasta ver como su hermano y Malfoy peleaban sin varitas.
Entrecerró los ojos al ver el puñetazo que Harry estampó en la mejilla de Malfoy, y como este se lo devolvió con una fuerte patada.
Por suerte, McGonagall llegó antes de que sucediera algo peor y separó a los chicos.
-¡Señor Potter, señor Malfoy! ¡No puedo creerlo, llevamos menos de un día aquí y ya están peleando! ¡Veinte puntos menos a cada uno y estaréis castigados los próximos dos meses si es necesario! ¡Vengan conmigo!
Y dicho esto se llevó a ambos chicos con ella.
Deborah negó con la cabeza, decepcionada por la inmadurez de aquellos chicos y volvió junto con Edmund, quien la esperaba para ir a su sala común.
-De verdad que no les entiendo. ¿Por qué no se besan y arreglan sus asuntos como todo el mundo?
Cuestionó Ed en alto, ganándose la mirada divertida de su amiga.
-¿Fue así como empezasteis a salir Corvus y tú?
El chico se encogió de hombros.
-Algo parecido supongo. Habían muchos sentimientos y un día explotaron.
Deborah observó la sonrisa que se formó en la cara de su amigo al hablar de Corvus y contuvo una sonrisa. Eran adorables.
***
Deborah leía un libro junto a Corvus en la sala común, pues ambos habían decidido que coger fuerzas para el día siguiente estaba sobrevalorado, además de que este último estaba esperando a su primo, quien aún no había vuelto de el despacho del director.
Draco entró a la sala común unos minutos después y hecho una furia se sentó junto a su primo.
-¡Hasta navidades! ¡Ese maldito viejo nos ha castigado hasta Navidad porque nos hemos negado a disculparnos!
Deborah y Corvus bajaron sus libros, ambos con la misma expresión de aburrimiento.
-¿Por qué no pedirle perdón? No tienes por qué sentirlo de verdad y te librarías de problemas.
Draco negó indignado ante la sugerencia de su primo.
-Antes muerto que pedirle perdón a Potter, además, él tampoco lo hizo.
Deborah alzó una ceja.
-Estoy segura de que fuiste tú quien inició la pelea.
El rubio abrió la boca para negar pero acabó bajando la cabeza, sabiendo que la chica tenía razón.
Corvus suspiró y dejó su libro en la mesa.
-¿Y en qué consistirá el castigo?
Draco bufó, recuperando su enfado de nuevo.
-Nos van a mandar dos días a la semana a una clase abandonada a hacer copias o eso creo. Dumbledore dijo que aún no lo tenía muy claro.
Deborah suspiró y se levantó habiendo perdido el interés en la conversación.
-Buenas noches.
¡Hola!
El capítulo de hoy es cortito y puede parecer que no pasa nada importante, pero estar atentos a lo que ocurre que es el principio de muchas cosas.
Yo solo estoy feliz porque han vuelto Corvus y Jade jajajj.
Tengo curiosidad, ¿Quién de los cuatro Slytherins que he creado (Debs, Ed, Corvus y Jade) es vuestro favorito?
¿Cuál ha sido vuestra parte favorita?
¿Alguna teoría?
Os leo!
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