~IX~
-Mientras tengas esto nada podrá pasarte.
-Papá despierta, tengo miedo....
Debbie se despertó sobresaltada, respirando agitadamente.
Había vuelto a tener esa pesadilla, ella estaba encerrada en un armario mientras escuchaba gritos, y luego el cadáver de su padre.
Suspiró mirando la hora y viendo que eran las 2 de la madrugada.
No le sorprendía una pesadilla ahora, pues Halloween sería mañana, y ella nunca podría olvidar lo que ocurrió aquel día.
Bajó a la sala común y se sentó en uno de los sillones.
Por lo menos esperaba que Harry lo llevase mejor que ella.
No había tenido ocasión de hablar con él, pero lo mantenía vigilado.
Aún recuerda el infarto que casi la dio cuando dijeron que sería buscador.
La verdad es que a Debbie nunca le había interesado el Quidditch, pero no pensaba perderse ese partido.
Escuchó unos pasos bajar por las escaleras y se giró para encontrarse a Draco, quien la miraba temeroso.
Ella suspiró y le hizo un gesto con la cabeza para que se acercara.
El chico obedeció con cautela.
Debbie no le culpaba, puesto que su primer encuentro no fue agradable exactamente.
-Ese estúpido de Potter, ¿cómo se atrevió a rechazarme? No sabe con quien se ha metido. Crabbe, Goyle mañana le enseñaremos a ese traidor de sangre.
Draco se sobresaltó cuando una mano se posó con lentitud y fuerza en su hombro.
-¿Cómo sigue tu plan Malfoy?
El rubio se giró despacio y un escalofrío le recorrió al encontrarse con la intimidante y seria expresión de Deborah Potter.
-Yo que tú tendría cuidado con lo que dices y haces a mi hermano, al menos delante de mi.
Draco miró a su primo, esperando que este lo defendiera, pero Corvus se cruzó de brazos y le miró serio.
Tras un último apretón en su hombro Debbie y sus amigos se marcharon de allí.
Draco se sentó en otro sofá bostezando.
Debbie suspiró al observar como el niño parecía cansado.
-¿Pesadillas?
El rubio asintió levemente ante sus palabras.
-Cuando yo entré aquí también tenía muchas, primero no es un año fácil.
Draco observó confundido como la chica se retiraba a su habitación.
Quizás ella no era tan mala como pensó.
***
La mañana de Halloween Debbie desayunaba silenciosamente con Corvus y Edmund mirándola preocupados.
Ambos sabían cómo se ponía ella en estas fechas, pero aún así no les agradaba.
-¿Qué os parece si después de clase vamos a la biblioteca? Así adelantamos tareas, todos juntos.
Debbie sabía que ese era el intento de Edmund por animarla, así que agarró su mano antes de contestar.
-No me apetece mucho ir a la biblioteca ni el banquete, creo que cenaré en las cocinas.
-Nosotros vamos contigo.
El tono de Corvus dejaba claro que no había opción a réplicas, pero Debbie no era alguien que se dejaba intimidar fácilmente, al menos no ahora.
-Deberías ir al banquete y disfrutar vosotros.
Los dos chicos compartieron una mirada antes de observarla determinados.
-Tal vez no somos estúpidos leones o leales tejones, pero somos serpientes y sabemos que siempre nos protegeremos entre nosotros.
Corvus asintió de acuerdo con las palabras de el chico a su lado.
-Una de las pocas cosas útiles que he aprendido de mi tía es que la familia siempre es lo primero.
Debbie asintió y suspiró.
Sintiendo ganas de echarse a llorar y lanzarse a los brazos de ambos.
Llorar la pérdida de sus padres, exteriorizar y hablar de todas las pesadillas que tenía.
Pero no lo hizo, en lugar de eso se levantó y se giró hacia ellos.
-Debemos irnos o llegaremos tarde a clase.
Mientras los tres amigos caminaban por el pasillo, Debbie solo pensaba una cosa.
No seas débil, no te dejes vencer, no seas débil....
***
Las clases acabaron, tras una discusión con Snape, Debbie se había ganado un castigo para lo que suponía que sería el resto del curso, dado el odio que el profesor de pociones tenía hacía ella.
Pero aún con todas esas distracciones había sido incapaz de dejar de pensar en sus padres.
Aquella semana siempre era así para ella.
Andaba por el pasillo, camino al gran comedor totalmente ausente, pues sus amigos la habían convencido para asistir al estúpido banquete.
Tan distraída iba que no se dio cuenta como una sustancia viscosa y azul se dirigía hacia ella.
Para cuando se quiso dar cuenta aquella masa cubría todo su cuerpo.
Subió la mirada al escuchar carcajadas y se encontró con los gemelos Weasley.
Estos se desternillaban de risa mientras presumían de haberla pillado.
Pero para la sorpresa de ambos ella no se enfadó. Simplemente les miró fijamente, con una cara inexpresiva.
Debbie se sintió mareada.
De un momento a otro los gemelos estaban boca abajo mientras que Edmund les gritaba todo tipo de insultos.
Ella no dejaba de escuchar risas, se sentía humillada, no podía más, sentía que iba a explotar.
Pero no lo haría allí, no les daría el gusto.
-Voy a lavarme.
Le susurró a Corvus, quien había sacado ya su varita y se unía a Edmund.
Debbie caminó hasta el baño más cercano y cuando llegó a este abrió un grifo dispuesta a sacarse aquella cosa azul.
Se frustró al ver que no salía, temblaba de rabia.
Apoyó sus manos en el lavabo y cerró los ojos.
-No llores, no llores, no llores...
Fue lo que se susurró a sí misma, intentado contenerse.
Su pequeña crisis fue interrumpida por el sonido de una puerta abriéndose.
Se giró y vio como, de uno de los baños salió una pequeña niña de cabellos alocados y con la corbata de Gryffindor.
La pequeña se secaba los ojos, los cuales estaban rojos.
Debbie suspiró al ver cómo la niña la observaba fijamente.
-¿Qué te ha pasado niña?
La pequeña retrocedió algo asustada, pero tras unos segundos pareció algo menos intimidada.
Hermione la observó nerviosa, sabía perfectamente quién era ella.
Era la mayor de los Potter, la única superviviente a parte de Harry, la gente decía que ella era aterradora.
Pero al verla allí, llena de un pringue azul y preocupándose por ella....
Hermione decidió confiar, a pesar de su tono brusco.
-Yo... Un niño de mi clase me ha dicho que no tengo amigos, que soy una sabelotodo.
Debbie la miró, aún sin cambiar de expresión.
-Busca otros amigos, ser lista no tiene nada de malo.
La castaña la miró dudosa.
-¿Tú crees que alguien querrá ser mi amigo?
La morena se encogió de hombros.
-No te conozco lo suficiente como para darte una respuesta. Pero en el peor de los casos, se está mejor sola que mal acompañada.
Hermione asintió, a pesar de que sus palabras no fueron lo que se dice dulces, la reconfortaron, algo.
Pero su charla se vio interrumpida cuando un inmenso troll entró en el baño y las miró fijamente.
Hermione profirió un grito y ambas chicas retrocedieron cuando el troll se acercó a ellas.
Debbie buscó su varita mientras se escondía bajo los grifos, pero no la encontró.
Maldijo y arrastró a la pequeña a su escondite mientras que el troll rompía los baños.
La puerta se abrió dejando ver a dos matas de pelo, una naranja y otra azabache.
-¡Harry, Ron!
Hermione no pudo seguir hablando porque Debbie tapó su boca.
-¡No os preocupéis, os ayudaremos!
Debbie suspiró al ver como su hermano le metía la varita en la nariz al troll.
Iba a morir aquí.
Después de una breve pelea el niño Weasley alzó la varita.
-Wingardium leviosa.
Y golpeó al troll en la cabeza, causando que este se desmayara.
Hermione corrió hacia los chicos mientras que Debbie iba hacia el troll, y, con asco, sacó la varita de Harry de su nariz, para luego entregársela a su dueño.
Este la miró por unos segundos antes de agradecer y alejarse.
-¿¡Qué demonios a ocurrido aquí!?
Después de una reprimenda hacia los de primero por parte de McGonagall, los profesores parecieron reparar en su presencia.
-No me diga que usted también quería cazar a ese troll señorita Potter, estaría muy decepcionada.
Snape dio un paso adelante.
-Por supuesto, no podías dejarle la gloria y la fama sólo a tu hermanito Potter.
Harry se sorprendió al ver que Snape trataba a su hermana de la misma manera que a él.
Pero se sorprendió aún más cuando Deborah, en lugar de sentirse intimidada se cruzó de brazos.
-Yo estaba aquí intentado quitarme esta porquería que los imbéciles de los Weasley me echaron encima cuando el troll apareció.
En aquel momento, todos, incluido Harry parecieron reparar en que la chica estaba completamente azul.
-De acuerdo, profesor Filwitch, acompañe a la señorita Potter a enfermería, a ver si Pomfrey consigue sacar esa... Cosa.
Cuando su hermana se hubo ido Harry observó la varita que ella le había extendido.
Quizás ella no era tan terrible como todo el mundo le había dicho.
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