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~CI~

Corvus y Edmund estaban en las mazmorras junto los alumnos de la casa de Slytherin.

En la sala reinaba un silencio tenso siendo únicamente interrumpido por el sonido de los mortífagos tratando de romper el escudo de Hogwarts.

La pareja había conseguido hacer transladores para evacuar a todos los menores de diecisiete años, por lo que eran un grupo reducido.

Pansy Parkinson parecía haberse relajado un poco, aunque aún temblaba, elle y Blasie tomaban las manos de Theodore Nott, quien temblaba.

Crabbe y Goyle por otro lado parecían estar impacientes, mirando a la puerta de la oscura aula de pociones cada poco tiempo.

Corvus se había dado cuenta de eso último y había rodado los ojos. Dos idiotas como ellos no durarían dos segundos en una guerra.

Un gran estruendo resonó por todo el castillo, seguido de lejanos gritos de celebración.

-Han entrado.

Susurró Edmund.

Crabbe y Goyle intercambiaron miradas antes de salir del aula.

Edmund se levantó, tratando de detenerlos, pero el brazo de Corvus en su cintura le detuvo.

-Déjales, no merece la pena.

El chico asintió y suspiró.

-Aún así voy a salir, tengo que ayudar a mi familia.

El agarre de Corvus en su cintura se hizo más fuerte, impidiendo su movimiento.

-Tu familia estará bien. Deberías quedarte aquí, a salvo.

Ed volvió a suspirar y se giró, acariciando la cara de su asustado novio.

-No puedo hacer eso Corvus. Puede que no sea el mejor mago del mundo, pero si tengo una oportunidad para ayudar a hacer de esta mierda de mundo uno mejor para que podamos ser libres lo haré.

El de cabello rizado bajó la mirada, sabiendo que no podía retenerlo, pero que tampoco podía quedarse allí sin él.

Corvus nunca se describiría a si mismo como alguien valiente, más bien lo contrario, pero no estaba dispuesto a volver a perder a sus amigos, no después de haberlos recuperado hace tan poco tiempo.

Soltó la cintura de Edmund y agarró su mano, sosteniendo su varita en la libre.

-Está bien, pero no irás solo.

Ed asintió con una pequeña sonrisa.

-Iremos con vosotros.

La pareja se giró para ver a Pansy, Blasie y Theodore.

-Somos los mejores amigos de Draco, tenemos que buscarle.

Dijo este último.

-Además, me niego a quedarme aquí esperando a que venga tu madre a matarnos a todos.

Añadió Blasie mirando a Corvus con una ceja alzada.

El de cabello rizado negó con la cabeza divertido.

-Vamos entonces.

***

-¡Crucio!

Jade se agachó esquivando la maldición que el mortífago le lanzaba.

Justo cuando el hombre estaba apunto de atacar uno de los gemelos lanzó una maldición en su dirección, dejándole fuera de combate.

-¡Gracias Weasley!

Exclamó la chica por encima de todo el caos, empezando a luchar contra otra mortífaga.

-¡No hay de qué Avery! ¡Me apuesto la última oreja de mi hermano a que me devuelves el favor antes de que acabe la noche!

La de piel morena soltó una pequeña risa mientras dejaba inconsciente a la otra mujer.

-¡Tal y como van las cosas es lo más probable Weasley!

Fred derribó a su oponente dejando aquel corredor libre de mortífagos.

Ambos se tomaron unos segundos para respirar, sintiendo el cansancio en sus cuerpos.

-Será mejor que vaya a buscar a George, nada bueno pasa cuando nos separamos.

Bromeó el pelirrojo.

-Yo iré por ese lado para asegurarme de que no queda nadie.

Contestó Jade.

La chica avanzó lentamente por el corredor, esta vez sola y con la varita en alto.

Se detuvo abruptamente ante el sonido de dos voces que conocía muy bien.

-Ronan por favor, si me dejas hablar con ella quizás podamos arreglarlo.

-¡No! ¡Voy a matar a esa traidora! Prefiero no tener descendencia a que esa abominación siga con vida.

Sus padres.

Sintió como su piel se erizaba y sus ojos se cristalizaban.

-Ronan, no hace falta matarla, podemos arreglarlo, volverla normal otra vez.

Una lágrima cayó por la mejilla de Jade al escuchar las palabras de su madre.

-¡No! ¡La mataré en cuanto la vea!

La de cabello morado cerró los ojos. Su padre nunca fue una figura constante en su vida, entró en Azkaban cuando ella tenía tres años y cuando salió no hizo más que insultarla.

Su madre nunca había sido la mejor. El amor por Ronan Avery la cegó tanto que fue incapaz de continuar con su vida sin él, por lo que Jade había sido prácticamente criada por los elfos domésticos de la familia Avery.

Nunca había tenido una relación fuerte con ellos y aún así, escucharles decir esas cosas sobre ella era lo más duro que había tenido que oír en mucho tiempo.

Suspiró armándose de valor y se dejó ver.

Después de todo aquello era una guerra y solo podía haber un vencedor.

-No tendrás que esperar mucho para intentarlo entonces.

Dijo usando su mejor tono cínico.

Ronan Avery la miró de arriba a abajo, con repulsión.

-He estado esperando este momento. ¡Avada kedabra!

Jade esquivó la maldición, escuchando los gritos de su madre.

-¡Desmaius!

Ronan bloqueó el hechizo y soltó una carcajada.

-¿Eso es todo lo que tienes? Eres débil. ¡Crucio!

-¡Ronan para!

El grito de su madre hizo que el rayo se desviara.

El hombre se giró furioso hacia su mujer.

-¡Fiona te he dicho que....

Pero no continuó su frase.

Fiona Avery observó horrorizada como su marido se convertía en piedra, para luego caer al suelo causando un gran estruendo.

-Está vivo.

Jade observó con tristeza la figura de su padre en el suelo.

-Jade... ¿Qué te ha pasado?

La nombrada miró a su madre, quien la observaba con lágrimas es los ojos.

-Esta soy yo mamá, sin esconderme de nadie.

La mujer negó con la cabeza acercándose a su hija y tomando su cara entre sus manos.

Jade cerró los ojos dejando que una lágrima se deslizara por su mejilla.

-Me dijeron lo que estaba pasando, me dijeron que eras una traidora, que estuviste con mujeres. Pero eso no importa ahora cariño, todo va a salir bien, te voy a arreglar.

La más joven abrió los ojos y miró a su madre confusa.

-¿Arreglar?

Fiona asintió con la cabeza sollozando.

-Si, te quitaremos esa abominación que te has hecho en el pelo y te llevaremos a un experto para que te quite lo de las mujeres. Todo va a salir bien y ya verás como acabarás casándose con un buen sangre pura y...

-Mamá para.

Susurró Jade, apartándose de el agarre de su madre.

Se sentía estúpida al pensar que por un solo segundo creyó que aquella mujer sería capaz de aceptarla por como era.

-Mamá yo no estoy rota, no necesito que me arregles. Yo soy así, me gusta mi pelo, las mujeres y los muggles. Si no puedes aceptarlo entonces es mejor que te vayas.

Una parte de ella aún mantenía la esperanza en que su madre iba a abrazarla y a decirle que estaba aquí para ella.

Gracias a esa estúpida parte de ella su corazón se sintió todavía más roto cuando la mujer se apartó de ella y se marchó.

Jade suspiró, limpiado las lágrimas que no dejaban de caer por sus mejillas.

La vida no era justa, mucho menos para los que eran como ella.

¡Hola!

Parte dos de la guerra. Siento la tardanza, pero estoy con exámenes y cuando tengo tiempo para escribir estoy demasiado cansada.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

En este no ha aparecido Deborah, pero sabremos lo que la ocurre a ella en el siguiente.

¿Cuál ha sido vuestra parte favorita?

¿Qué os ha parecido el conflicto de Jade con sus padres? Yo solo la quiero abrazar :(

Nos vemos!

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