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~C~

Deborah apretaba la mandíbula sintiéndose tensa.

La moneda del E.D que Luna aún conservaba se había activado hacía sólo unos minutos.

No dudaron en ponerse en contacto con la orden y ahora estaban en la parte de arriba de Cabeza de Puerco esperando a que llegara otro grupo de la orden para cruzar juntos el pasadizo.

Dean Thomas charlaba en susurros con Luna, moviendo su pierna de manera inquieta.

Corvus tenía su mano entrelazada con la de Edmund mientras que este acariciaba su cabello en un intento de calmarle. El de cabello rizado sabía que hoy sería en día en el que enfrentaría a su madre y no tenía claro si saldría vivo de aquello.

En una situación similar a la de Corvus estaba Jade, quien no había visto a su padre desde que este intentó matarla y se mordía la uña, asustada ante la idea de volver a verle.

Bill y Fleur decidieron pasar por la casa de los padres del primero antes de ir hacia Hogwarts, por lo que no estaban con los jóvenes.

Deborah observaba el retrato de la hermana de Dumbledore tratando de pensar en todo menos en lo que se les venía por delante.

Sentía miedo, pero sabía que eso no la ayudaría, así que decidió que una vez más ignoraría todas sus emociones.

La puerta fue abierta y por ella entraron los gemelos Weasley junto con Ginny y Aberforth Dumbledore.

En cuanto la pelirroja entró sus ojos se llenaron de lágrimas.

-¡Luna!

La chica corrió hacia su novia y la envolvió en un fuerte abrazo para luego besar su frente, provocando que suaves risas salieran de la garganta de la rubia.

Deborah observó como el anciano rodaba los ojos y abría el cuadro.

-Entrad por aquí y cruzar el pasadizo, os dejará en Hogwarts.

El grupo de jóvenes hizo caso a las indicaciones del mayor y caminaron hasta entrar en la sala de menesteres.

Harry, quien les daba la espalda y parecía haber estado dando un discurso se giró sorprendido.

-¿Qué... Qué hacéis aquí?

Fred soltó una risa antes de saltar desde el hueco del cuadro al suelo y ayudar a Luna a hacer lo mismo.

-Neville nos llamó, por las monedas del E.D.

Deborah bajó también del cuadro y observó a su hermano, quien aún parecía no creerse que ellos estuvieran allí.

-También hemos avisado al resto de la orden, no tardarán en llegar.

Harry frunció el ceño dispuesto a replicar, pero la puerta de la sala fue abierta por un Hufflepuff de primero.

-Snape ha llamado a todos los alumnos al comedor.

***



D

eborah se encontraba junto a Jade, apoyada en la puerta del gran comedor, escuchando el discurso de Snape y su posterior duelo con McGonagall.

Cuando el director de Hogwarts desapareció del comedor la orden lo tomó como su señal para entrar y cruzaron las puertas del comedor.

Deborah no pudo evitar que su mirada se desviara a los alumnos de Slytherin. Pansy, la amiga de Draco, temblaba mirando al suelo mientras que Zabini y Nott trataban de calmarla en silencio. El trío había identificado a Corvus entre los miembros de la orden y se preocuparon por Draco, del que no tenían noticias hacía mucho.

Cuando la voz de Voldemort entró en sus cabezas demandando a Harry, Deborah apretó los dientes, tratando de luchar contra el dolor de cabeza.

-Traedme a Harry Potter y nadie más tendrá que morir....

Fueron sus últimas palabras antes de abandonar las cabezas de la gente.

Un silencio se instaló en todo el comedor, en el cual sólo se escuchaban sollozos de los más jóvenes y las respiraciones agitadas de los más aterrados.

-¡Él está allí! ¿¡A qué estáis esperando!? ¡Hay que entregárselo!

Gritó Pansy fuera de sí, señalando al niño que vivió.

Deborah observó a la asustada chica con tristeza mientras todo el mundo se colocaba frente a Harry.

-Nadie va a entregar a Potter señorita Parkinson. Sacaremos del castillo a los alumnos más jóvenes y a aquellos que no quieran luchar. Filch, lleva a toda la casa de Slytherin a las mazmorras.

Deborah, Edmund, Corvus, Jade y Regulus miraron enfadado a McGonagall por sus palabras, las cuales parecían haber encantado a todos, puesto que aplaudieron mientras que la casa verde abandonaba el comedor.

Harry, quien estaba sumido en los aplausos viendo como los Slytherins se marchaban, se detuvo al ver a su hermana y a sus amigos.

Los cinco Slytherins de la orden parecían haberse apartado del resto y estaban en una esquina, clavando puñales a McGonagall con la mirada.

Harry apretó los puños y dio un pequeño golpe a Hermione y Ron para que vieran lo que sucedía.

En cuanto sus amigos se dieron cuenta de la situación trataron de detener los aplausos, pero ya era tarde.

Corvus apretó los puños y miró a sus compañeros.

-Iré con ellos para asegurarme de que estén bien.

Todos sabían lo peligroso que era dejar a un grupo tan grande de niños en manos de un squib y en mitad de una guerra, debido a eso ninguno trató de detener a Corvus cuando se fue y a Edmund cuando le siguió.

-Va a ser cierto eso de que Hogwarts es como tu segundo hogar, te dan la espalda igual de rápido que en mi casa.

Deborah asintió ante el comentario sarcástico de Jade.

Una vez los aplausos acabaron comenzó en proceso de evacuación de los alumnos de Hogwarts y de asignación de zonas en las que lucharían.

McGonagall divía la orden en parejas o en tríos para poder cubrir prácticamente todo el castillo.

-Regulus y Deborah, torre oeste. Tendréis que poner protecciones y cubrir la zona.

Ambos asintieron y se disponían a irse, pero un brazo detuvo a Deborah.

-Debs, tengo que hablar contigo.

Regulus sonrió levemente y se adelantó, dejando a las chicas algo de intimidad.

Jade agarró el brazo de Deborah temerosa.

Sabía perfectamente que su padre intentaría matarla aquella noche y sabía que el hombre tenía oportunidades de lograr su objetivo.

Durante los últimos años había estado bien guardando sus sentimientos, no tenía planeado decir nada, pero en aquel momento, con la chica de la que llevaba años enamorada delante, supo que no podía seguir así.

-Debs yo... Yo...

-¡Avery, estarás en la torre norte con los gemelos Weasley!

La voz de McGonagall interrumpió sus palabras.

Jade miró a Deborah rendida, sabiendo que tenía que marcharse.

Pero para sorpresa de la de cabello morado, Deborah sonrió levemente y tomó su mano.

-Lo sé Jade.

La nombra sonrió y acarició su mejilla levemente.

-No dejes que te maten Potter.

Deborah juntó sus frentes durante unos segundos para luego separarse.

-Lo mismo te digo Avery.



***




Deborah y Regulus se encontraban en la torre oeste lanzando hechizos de protección tal y como se lo había indicado la directora.

-¿Crees que esto va a salir bien?

Preguntó la más joven aún sin dejar de lanzar hechizos.

Regulus suspiró y bajó su varita.

-Es una guerra. Va a morir gente y no podemos evitarlo, por eso hay que marcarse objetivos pequeños, el tuyo puede ser simplemente mantenerte viva.

Deborah asintió y miró al hombre junto a ella.

Después de tantos años, sus palabras aún conseguían calmar sus temblores.

-¿Y cuál es el tuyo?

Regulus pareció pensarlo unos segundos.

-Mantenerte viva. No he invertido tantos años de mi vida en criarte para que ahora venga un mortífago y te mate.

Ambos soltaron una pequeña risa.

Incluso ellos, dos personas las cuales no solían sonreír o mostrar emociones, necesitaban algo de humor para prepararse.

¡Hola!

Se viene batallaaa.

Todavía no sé si voy a dividirla en dos o tres capítulos ya que quiero contarla desde el punto de vista de varios personajes así que ya veremos como lo hago jajjaj.

¿Qué os ha parecido?

¿Cuál ha sido vuestra parte favorita?

¿Tenéis alguna teoría?

Nos vemos!

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