1.0
Sus emociones se encontraban desbordadas a este punto de la fiesta. La música fuerte que resonaba en sus tímpanos como jodidos tambores, repetitiva, ni hablar de las luces que matarían a cualquiera si pasaba más de tres horas en el mismo lugar. Sentía que flotaba con cada trago a su bebida ya sin gusto de tanto haber ingerido.
Supuestamente ya debería estar desmayado contra el retrete del baño más cercano, ni siquiera él entendía por qué seguía de pie con esa tranquilidad impresionante. Llegó a pensar que lo habían drogado, cosa que le asustaba y divertía en partes iguales, lo suficiente para comenzar a reírse solo en la esquina del cuarto lleno de personas.
Perdió la cuenta de a cuantas parejas vio besarse, si es que lo eran, tampoco se tomó la molestia de contar a la cantidad de personas que se le acercaban a coquetear, chicos y chicas por igual.
No aceptó a nadie, en todo caso, concentrando demasiado su vista nublada en el suelo de aquella casa, tragando un nudo en la garganta junto a la cerveza barata.
Se sentía solo a pesar de estar rodeado de gente borracha y sudorosa que algunas veces pasaban a llevar todo lo que se encontraran. Su mente le repetía que era ya bastante tarde como para irse a su casa, pero la sensación de que colapsaría apenas entrara en la soledad de su hogar se lo impedía.
Cuando tragó lo último en su lata la dejó sobre una de las mesas plásticas a su lado, mareado por su estupidez de permanecer en aquel lugar.
No tuvo tiempo de hacer alguna tontería antes de que un hombro se chocara contra el suyo. Para qué mentir, se asustó en un principio, volteando rápidamente a ver el rostro del contrario. Mierda, era increíblemente hermoso, tanto que dudó en su consciencia y juró haberse desmayado hace una hora.
Lo analizó con cuidado, un rubio de ojos grandes y pestañas gruesas, según él, pues la luz baja y colorida no permitía ver tanto detalle. Una nariz de botón le llamaba a dejar un beso ahí, cosa que no hizo, más lo pensó mientras seguía observándolo. Sus labios gruesos, demasiado para ser un chico, se dijo, pues incluso notó que estos eran casi rojos.
─ ¿Terminaste?─ le preguntó este con una sonrisa ladeada, atractiva en su máximo esplendor mientras llevaba su vaso plástico a los labios. Mierda, sus pensamientos ante esa boca y su largo tiempo de no tener roces con alguien le hicieron sonrojarse, mucho más de lo que el alcohol le hacía.
Se quedó callado, más por sentir la boca adormecida que por hacerlo intencionalmente. El chico le miró con un brillo de duda, tirando su vaso vacío al suelo antes de sujetar su muñeca. Sería divertido si se creyera la mentira de que intentó liberarse del agarre.
El rubio lo llevó entre el montón de personas que no perdían la oportunidad de tocarlos por todos lados, no es broma que sintió su miembro ser sostenido por al menos cinco manos. No quería ni pensar en cómo lo pasó el contrario.
─ ¿Puedo preguntarte algo?─ la voz sonó fuerte para ser oída sobre la música. El azabache asintió mientras intentaba no tropezar ─ ¿Cómo te llamas?
─ Jeno─ no tardó en responder.
─ Muy bien, yo soy Jaemin, aunque si deseas llamarme de otra manera no me quejaré─ Lee quiso preguntar por la razón detrás de sus palabras, aunque su lengua lograba molestarle lo suficiente para no decir nada coherente.
─ ¿Dónde... vamos?─ cuestionó, un poco ansioso quizás, no estaba listo para que lo mataran en medio de una fiesta de universidad para luego ser enterrado en el patio.
─ Uhm, al baño, se te nota en la cara que no te sientes realmente bien.
El pecho de Jeno se hundió con calor, viendo al menos una pizca de preocupación sincera en el rostro de Jaemin. Le dio las gracias y este le sonrió, sin decir nada más hasta que llegaron al baño, para su sorpresa, vacío.
El ruido de la puerta siendo bloqueada lo llenó de nervios, cosa que el rubio no pasó por alto.
─ Tranquilo, dudo que no te guste lo que haré─ murmuró, empujando el pecho del pelinegro hasta que la espalda baja de este se presionó en el lavamanos.
En ese punto de la situación a Jeno le importaba bastante poco que el chico le arrastrara hasta el baño para tener sexo con él, pues siendo honesto necesitaba distraerse un poco de la sensación amarga en su pecho que aún no quería irse. Por lo que aceptó la cercanía que Jaemin acortó aún más, levemente moviéndose hacia adelante hasta que sus narices se rozaron y la respiración entrecortada de Lee se mezcló con la del contrario.
─ ¿Estás lo suficientemente consciente como para complacerme?─ las palabras del menor contra sus labios lograron un efecto instantáneo en su corazón, en su respiración y básicamente en todo su cuerpo ansioso, confundido con la calentura del momento y todo lo que pudo ingerir durante esa noche.
Asintió una vez más ante el chico, recibiendo una coqueta sonrisa antes de que llegara el beso que estuvo esperando hace un rato.
Al inicio suave, descubriéndose por primera vez y saboreando el dulce sabor del otro. Cerveza y quizá uno que otro shot de tequila y limón mezclándose con desconfianza al chocar sus lenguas en un intento de apresurar el acto. Jeno recuperó la suficiente consciencia como para atreverse a tomar la nuca del ajeno y empujarlo hacia él, intensificando el nivel del beso entre mordidas y lamidas en los labios.
El pelinegro jadeó pesado ante las frías manos que se colaron bajo su camiseta, recorriendo el marcado abdomen y acariciando por completo su torso. El mayor no se quedó atrás, apartando al rubio y cambiando de posiciones, esta vez tomando los muslos del otro para sentarlo sobre el mueble del lavamanos y quedando entre sus piernas. No volvió a juntar sus labios, más preocupado en quitar de un parpadeó la camiseta de Jaemin para tener libre aquel lienzo en blanco que se presentó ante sus ojos.
Sujetó su cintura y bajó su boca por la mandíbula y cuello del menor, depositando húmedos besos y mordidas en cada sitio que alcanzara hasta llegar a su pecho, deteniéndose largos minutos en ambos pezones, orgulloso de agitar la respiración del chico al punto de jadear fuertemente.
─ No te detengas─ balbuceó, mirándole con los ojos brillantes, casi inocentes si no fuera porque rodeó la cadera del mayor con sus piernas, empujándolo desde los hombros con las manos y elevando su pelvis para rozar sus erecciones. La espalda de Jaemin se arqueó hacia Jeno, temblores recorriendo su piel cuando el pálido decidió morder uno de sus botones. Gimió de sorpresa, repitiendo el nombre de Lee entre espasmos.
A pesar de estar bastante entretenido estimulando al rubio, el pelinegro sintió su miembro moviéndose en los apretados jeans que decidió traer aquella noche, por lo que sin esperar más alejó sus manos del moreno y desabrochó su propio pantalón primero, siguiendo con el contrario e intencionalmente pasando a llevar su abultado bóxer.
─ No hace falta que me provoques, dudo que pueda estar más caliente─ dijo Jaemin, con la voz afectada y el rostro sonrojado. El mayor levantó con cautela su mano derecha, llevando su pulgar a los lindos labios que aún mantenían un poco de la saliva de ambos y dedicándose a acariciarlos casi con ternura.
─ ¿Podrías...?
─ Ni siquiera es necesario que lo pidas─ el menor se apresuró a cumplir el silencioso deseo del ajeno, besando el dedo a su alcance sin separar la mirada de los oscuros ojos frente a él antes de dejarlo ir. ─ Déjame espacio.
Na se bajó solo del mueble, cayendo de rodillas y quedando de cara con el cierre abierto de Jeno, permitiéndose jugar un poco con la paciencia y la excitación de este. Acercó su rostro y abrió la boca, cerrándola sobre la tela mientras presionaba levemente en el lugar.
─ Jaemin...─ gruñó, consiguiendo la atención del nombrado hasta que le miró, este notando el ceño fruncido y las pupilas dilatadas del chico, realmente interesado en saber si era por él o por las drogas que quizá consumió.
─ ¿Uhm?─ contestó, recibiendo una mano pesada sobre su cabello que interpretó como un "empieza de una vez".
No se hizo de rogar, levantando sus manos para bajar la ropa interior hasta los muslos que no tardó en usar de apoyo. Finalmente el miembro duro y goteante salió a la luz, motivando a Jaemin a atrapar la roja punta entre los labios. Sintió a Jeno temblar bajo sus manos, indicándole que estaba haciendo bien su trabajo cuando este mismo empujó con cuidado para que tomara más en su boca.
Dios, se sentía lleno y lloroso con el simple hecho de mantenerla quieta en su garganta, acostumbrándose al tamaño que esperaba tener que acoger próximamente en otro lado.
─ Muévete─ escuchó, estremeciéndose por el tono demandante, lloriqueando alrededor de la carne que tembló bajo la estimulación. Hizo caso y se retiró hacia atrás, volviendo y consiguiendo hundir la nariz en la pelvis llena de venas que llegó a encontrar atractiva. Repitió la acción y su mandíbula dolió de forma placentera al momento de atragantarse más rápido.
Por otro lado, Jeno no estaba en condiciones para guardarse los gruñidos y jadeos que la lengua de Jaemin le generaban. Sentía las piernas débiles y estaba jodidamente seguro de que se caería en cualquier momento, así que apoyo ambas manos en el borde del lavamanos, inclinándose sobre la cabeza del chico y llegando sorpresivamente más profundo en su boca.
─ Dios...─ casi de manera inconsciente agitó las caderas hacia adelante, alterando el ritmo que el rubio había mantenido hasta ese momento. El reflejo de su arcada envolvió el pene de Jeno varias veces hasta que Jaemin le enterró las uñas en los muslos, pidiendo una pequeña pausa mientras le miraba suplicante desde abajo.
Aunque no se detuvo, retiró parte de su miembro, apoyando la punta en el labio inferior del menor que se encontraba jadeando y respirando fuertemente en busca de aire. El pálido bajó la vista en su dirección, una corriente de calor recorriendo su cuerpo de pies a cabeza cuando notó las lágrimas en los bonitos ojos de Na. No se guardó las ganas de acariciar el cabello de este para después agarrarlo entre los dedos, tirando leve y consiguiendo un tierno quejido de Jaemin.
─ ¿Viste lo hermoso que te ves de rodillas?─el rubio se dejó manejar por las manos fuertes de Jeno cuando bruscamente embistió su boca otra vez, relajando la garganta y entrecerrando sus ojos brillantes, sonrojado hasta los hombros gracias a la placentera sensación de estar siendo jodido de esa forma. Las palabras de aprecio que el mayor le dirigían eran simplemente su debilidad, sollozando y gimiendo ahogado, intentando respirar por la nariz de forma correcta para evitar los mareos.
─Lo estás haciendo muy bien, Jae─ Jeno soltó los mechones del pelo rubio y dirigió su mano a la afilada mandíbula de Jaemin, sosteniendola fuerte pero dulce entre sus dedos. El miembro del menor se agitó de gusto, tanto que ni siquiera le hizo falta masturbarse para correrse en su ropa interior.
El pelinegro quiso detenerse al sentir las lágrimas gruesas chocar con su mano, asustado con la posibilidad de haber lastimado al chico, más este no se lo permitió al rodear sus muslos y tomar su pene hasta la base, tensando su cuerpo cuando la conocida sensación del orgasmo llegó repentinamente ante aquello.
─ Jaemin... estoy cerca─ jadeó, tratando de alejar al moreno de su pronta corrida a pesar de que siguiera aferrándose con fuerza. Casi se desesperó cuando ni siquiera mostró señales de querer prestarle atención, curvado en su contra, manteniendo los ojos cerrados y las cejas elevadas. ─ Mierda─ atrapó con ambas manos sus rojas mejillas, ignorando por el momento el bienestar de Na al estampar su cabeza con las puertas del lavamanos, agitando las caderas con rudeza hasta que todo el cuerpo de Jeno se tensó, derramándose en la garganta del chico que por fin le soltó.
Agarró el flequillo húmedo por el sudor entre una de sus manos, obligando al menor a elevar la cabeza y abrir los ojos, aún con las mejillas abultadas.
─ Tan desesperado y ni siquiera eres capaz de soportarlo─ se inclinó lo suficiente para quedar cara a cara, mirando directamente a los atractivos labios manchados─ traga y muéstrame lo buen chico que eres, cariño.
Jaemin asintió y tragó todo lo que su cuerpo le permitió. Separó los labios y le enseñó a Jeno que apenas quedaban pequeñas gotas dentro de su boca, a lo que este sonrió complacido antes se besarlo, hundiendo su lengua y jugueteando con la contraria, probando su propio sabor sin sentir asco por el simple hecho de que estuviera en el rubio.
Solo después de arreglarse la ropa y mojarse el rostro, sus respiraciones se calmaron, sentados en el suelo uno al lado del otro mientras escuchaban la música lejana a pesar de estar en el mismo lugar. Realmente era incómodo, llevaban un rato sin decir nada, bostezando y cabeceando pero sin deseos de salir del baño. Jeno apenas podía con su existencia cuando el subidón de excitación desapareció para darle paso al lado horrible del alcohol, apoyándose en el hombro del rubio que lo permitió al colocar la mejilla sobre su cabello negro.
─ Lo siento...─ murmuró Lee.
─ ¿Por qué lo dices?
─ Me siento igual de mal que hace un rato─ sintió los hombros de Jaemin sacudirse, levantando los ojos para verle reír con los labios estirados, esta vez con una dulzura que no notó minutos atrás.
─ ¿De qué te ríes?
─ ¿En verdad te estás disculpando por eso?─ giró a mirarlo con una ceja levantada, borrando la burla en sus expresiones al quedar repentinamente cerca de aquel rostro.
─ ¿Por qué me miras así?
─ ¿Así cómo?
─ Tienes los ojos brillantes otra vez y dudo que sea porque estés drogado o borracho─ Jeno pensó un segundo antes de continuar─ incluso estás sonrojado.
Bueno, si es que eso era cierto, ahora casi podía ser un maldito tomate.
─ ¿Esta es tu forma de coquetear?─ volteó el rostro con rapidez cuando el calor en sus mejillas se hizo insoportable. El corazón dio un latido engañoso cuando Jeno se atrevió a tomarle la mejilla, empujando hasta que quedaron a una distancia bastante mínima.
─ ¿Piensas que estoy coqueteando contigo?─ Jaemin ni siquiera tuvo la idea de alejarse cuando el aliento cálido del pelinegro se mezcló con el suyo.
Fingió pensarlo.
─ Eso creo... ¿Podrías aclararlo?─ apenas terminó su pregunta, pues Jeno cubrió sus labios con los propios en el primer beso lento que se había dado en alguna fiesta. Lo recibió con gusto, cerrando sus ojos y disfrutando de la unión por largos minutos, respirando lentamente.
Fue divertido el como ambos se miraron con timidez cuando a Lee se le ocurrió alejarse y besar su pequeña nariz de botón.
─ Entonces... ¿Jeno?─ comenzó de nuevo, inclinándose hacia la palma que se adueñó de su rostro en cuestión de segundos.
─ Lee Jeno.
─ Na Jaemin.
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