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❝Tacones❞

13


Un aproximado de tres semanas habían pasado en las que ninguno de los dos había tenido la oportunidad de pasar un tiempo decente a solas, solo breves minutos en la oficina de Jungkook los cuales no dejaban de ser fogosos y provocativos.

La buena noticia era que el sistema de maestros y todas las clases al fin se había normalizado y ya no estaban en absoluto cortos de personal, eso le daba un respiro, o eso creyó hasta que Rosé decidió que quería visitarlo antes de irse a Daegu con Taehyung, acaparandolo en su búsqueda de el outfit perfecto, que según ella, grite Daegu.

Lo cuál no tenía ningún sentido, pero ya se había reunido con Kim, gritaron, se abrazaron, comieron, se pusieron al día y toda la información que obtuvo de ese encuentro era la siguiente:

A Rosé le gustaba Taehyung, el que no sabía si corresponder era él. Así que allí iba la rubia platinada a acaparar a su hombre con una noticia que Taehyung no se espera en absoluto.

—¿Vas a trabajar en Daegu?

—Eso haré— le pasó un par de botines para que él los llevara por ella—no me siento muy orgullosa de decir que utilicé mis contactos que se reducen a la influencia del padre de Kim— ella los trataba y quería mucho pues estos la acogieron muy bien— para conseguir un puesto en la universidad dónde él está, ya renté un apartamento porque ya sabes que él vive con su abuela y no voy a perturbar más su paz.

—Qué considerada— tomó unas sandalias— ¿Qué harás si se enoja porque no le avisaste?

Se detuvo la recolecta de zapatos.

—Eh, llorar— sonó a Kim por un segundo, eso lo asustó— aunque no lo creo, Tete no es de molestarse con nadie, no puede enojarse conmigo ¿o sí? no puede.

—Creo que lo conoces mejor que yo.

—Pero ustedes son amigos cercanos— bueno, tenía un punto— dime qué puedo hacer si se molesta.

Lo pensó, encogiéndose de hombros.

—¿Decirle alguna tontería cursi? Eso siempre lo pone rojo y ya no grita más.

—¿Eres cariñoso con Kimie?

Estos personajes no cambiaban por mucho que envejecieran.

—No lo sé, no lo creo. Al menos no de palabras, ella es quien se encarga de ser cariñosa ya que yo no puedo— aseguró, sonriendo un poco, observó los zapatos expuestos frente a él— ¡Oh! Pregunta si tienen estos en la talla de Kim.


Jungkook llevó a Rosé al aeropuerto y de ahí salió a encontrarse con Kim como habían quedado después de que terminara de dar sus clases de ese día, la acompañaría al salón de belleza porque se aburrió del cabello castaño y según sus propias palabras tenía ganas de arruinarlo con químicos, así que él juzgaría eso mientras se tomaba un latte el la espera.

Se acercaba uno de los eventos importantes dónde los maestros se reunían, como aquél dónde conocieron a Rosé y vio a Kim en vestido por primera vez, así que la ocasión ameritaba todos esos cambios de look.

Estacionó, tomó la bolsa con los tacones aquellos que fácilmente podían asesinar a alguien y subió a su oficina rápidamente, saludando al personal con el que se encontraba de paso, solo enviaría unas cosas antes de irse y de igual manera allí habían dicho reunirse.

Llegó, tecleó, arregló todo, le dejó los pendientes a su secretaria y cuando Kim finalmente apareció, sonriéndole como siempre, suspiró poniéndose de pie todavía detrás del escritorio.

—Yo necesito pensar mejor lo que hago por tí— le arqueó ambas cejas— ten.

Levantó la bolsa. Kim se acercó dudosa y luego le brillaron los ojos apenas se dió cuenta de que era, sacó las dos cajas y empezó a dar saltitos que demostraban su emoción.

—¡¿Dónde los conseguiste?!

—Los ví de casualidad cuando estaba ayudando a Rosé con sus cosas— sonrió— los había en blanco y en negro, no sabía, así que se me hizo prudente comprar ambos. No sé por qué te compro cosas con las que te puedes matar, pero si es lo que te gusta...

Kim dejó todo a un lado para acercarse y apretar su rostro entre sus manos, sus mejillas siendo aplastadas y sus labios fruncidos forzadamente, lo besó poco.

—Me encantas y usaré los negros para el evento de pasado mañana— otro beso— y los blancos ahora mismo.

Le soltó.

—Demonios.

—Combinan con este vestido— se alejó para que pudiese apreciarla— y los amo, si me sigues consintiendo tanto, me voy a enamorar más de tí.

—Esa es la idea. Me das mi premio luego del salón.

—¿Y qué quieres?

Se cambió a los tacones blancos y altos, contenta porque Jungkook si había acertado con la talla. Le gustaba verse alta, aunque no tanto como él.

—Invítame a dormir contigo en tu casa.

Asintió, procediendo a volverlo un lío.

—Como daddy quiera.

Y salió corriendo antes de que la reprendiera por eso, aunque un poco imposible teniendo en cuenta que se había quedado de piedra en su sitio luego de escuchar eso.

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