Llorón
—Es que no entiendo, Dean ¿Qué necesidad tenías de cancelarme a último momento? Literalmente, ya estaba cambiada y todo, ni siquiera fuiste por mí a decirme que ya no podrías salir, solo me mandaste un búho. —Habló con voz elevada, tenía una mano en su cintura y miraba fijamente a su novio quien parecía apenado por recibir el regaño enfrente del salón.
—Cariño, estaba ocupado, te lo dije por la carta. —Dijo pareciendo notablemente incómodo.
—¡Ah, claro, tu excusa tonta de que estabas enfermo! ¡Pues yo te veo perfectamente hoy!
Dean parecía cada vez más irritado, sin entender porqué Ginny era de esa forma con él. No era la primera vez que le mortificaba algo que hiciera el chico, muchas veces habían discutido, aveces él y otras veces ella.
—De seguro estás en esos días del mes. —Respondió el moreno mientras llevaba una mano al puente de su nariz.
Tanto chicas como chicos que pasaban y fingían no escuchar nada, ahogaron un sonido de sorpresa notablemente.
—Oh, no, no has dicho eso.
—Oh, sí, sí lo he dicho.
Ginny pareció ponerse tan colorada como su cabello rojo fuego, apretó los labios y apretó los puños igualmente, la gente podía jurar que sus oídos lanzaban vapor.
—¡Quisiera verte tener que soportar todos los días las malditas hormonas femeninas y que sangres 5 litros de sangre al día y fingir que no pasa nada! ¡Eres un imbécil! —Gritó, los ojos se le tornaron llorosos y Dean se hizo pequeño, sintiéndose culpable por esa reacción pero, apenas quiso decir algo para disculparse, su novia dio media vuelta y se marchó hecha un remolino de enfado.
—Ay, amigo. —Fred Weasley llegó a la escena, ni siquiera lo había notado antes, le puso la mano en el hombro como si le consolara. —Todos sabemos que no debemos decirles eso a las chicas.
De esta forma, Ginny Weasley apareció en el salón de pociones, estaba vacío ya que era la hora de desayuno, por ello había podido discutir con Dean con total comodidad a las afueras de los salones. Sus pisadas eran pesadas como si quisiera desquitarse con el suelo y comenzó a sacar ingredientes del armario de Snape, no le interesaba ser castigada ni atrapada, estaba enojada y eso lo bastaba para empezar a cortar sin cuidado los ingredientes.
—Creen que es muy fácil vivir siendo una adolescente, no tienen ni un gramo de empatía. —Habló consigo misma mientras prendía el fuego del caldero, se quemó la uña pero no le prestó atención. —Sólo quiero verte pasar un día siendo como yo.
Había visto hace días una poción de una revista adolescente, claro, no era una fuente tan confiable pero en ese momento había sido lo único que se le había ocurrido; la poción llevaba el nombre de "Potenciador de emociones.", y en el encabezado venía su funcionamiento, más que nada era para personas que no tenían el valor de expresar lo que sentían y de esa forma, podrían ser más expresivos.
—Auch. —Se quejó cuando se cortó con el cuchillo y algunas gotas cayeron en la oruga calamar que estaba cortando.
No estaba teniendo ni siquiera los cuidados necesarios para la poción, algunos de sus largos cabellos se caían cuando se movía y solo alcanzaba a atraparlos en el aire, sin percatarse de que algunos caían en el caldero, también estaba el lado de que no recordaba algunas instrucciones así que se las ingeniaba para completar la poción con "lógica", aunque no era tan buena en pociones, era decente.
Finalmente, después de media mañana, su enojo seguía vivido y la poción estaba lista. Un frasco burbujeante de color melocotón estaba frente a ella, la miró con una sonrisa ya que recordó la imagen de la revista donde también la poción era de un color rosa, era más brillante la de la imagen pero le atribuyó eso al flash de la cámara probablemente con la que fue tomada.
Tomo el frasco, estaba un poco caliente así que le soplo, no tenía tapa así que, quizás, algunas pequeñas gotas de saliva le cayeron. Sí, estaba siendo más descuidada de lo que creía.
Espero media hora para que fuera el momento de la comida, se había salteado varias clases así que probablemente, sus hermanos la regañarían y sus amigas también, negó con la cabeza para sacar otras preocupaciones de su mente y llegó al comedor, era la primera en llegar así que camino hasta el exactamente mismo lugar donde Dean se sentaba siempre a comer. Miró la taza de café que estaba ya puesta, esperando a alguien que la bebiera y volcó la poción dentro, sabía que su novio siempre tomaba café en cualquier momento que pudiera y no le haría el feo a una antojable taza humeante. Se sobresaltó cuando comenzó a escuchar varias voces y fue a sentarse rápidamente hasta el lugar que usaba para comer, siempre al lado de Dean pero cuando se enfadaba, ella se sentaba hasta el otro extremo.
—¡Ginny! ¿Por qué faltaste a las clases? —Preguntó una de sus amigas quien tomaba asiento a su lado.
—Ah, estaba por allí. —Respondió de manera distraída mientras miraba como Dean se sentaba con sus amigos, a dos personas de él, estaba Harry junto con Ron y Hermione hablando sobre algunas cosas mientras sonreían.
Y se arrepintió.
Se arrepintió porque el coraje ya estaba bajando de sus venas, se preocupó si la poción le haría daño a Dean quien se veía decaído por la pelea que habían tenido. Pensó que no podría hacerle eso a su novio, la persona que amaba y se levantó de la mesa con intención de disculparse, además de impedirle que bebiera la taza de café.
Estaba hasta el extremo de la mesa y Dean hasta el otro, apenas llevaba cuatro pasos cuando vislumbró la cabellera rubia de un Slytherin junto con una chica de cabello negro que llegaban, frunció el ceño al suponer que iba a molestar a sus amigos pero solo alcanzo a escuchar algunas voces lejanas mientras más se acercaba.
—Ah, huele a estupidez ¿No crees, Pansy? —Preguntó burlonamente Draco, con su porte recto y prepotente, turnaba su mirada entre todos los Gryffindor.
—Sólo ignoralo, Harry. —Le susurró Hermione y así lo hicieron, fingieron que no los escucharon y Draco frunció el ceño.
—¿Ah, así que ya aprendieron a quedarse callados? Debería de felicitarlos, al fin hacen algo bien. —Complementó y cuando vió que Dean iba a tomar su taza, Malfoy se la quitó de las manos.
Ginny aceleró el paso y abrió los ojos cual bolas de boliche cuando vió cómo Draco Malfoy llevaba la taza a sus labios, su manzana de Adán bajo al tomar un largo sorbo y exhaló el aire caliente de sus pulmones, parecía que iba a decir algo más con una sonrisa ladina pero la sonrisa desapareció de inmediato, bajo la mirada y se tocó el estómago, retrocedió un paso, tambaleándose y Pansy le sujeto de la espalda para evitar que cayera. Ginny llegó al fin al frente, demasiado tarde, sin posibilidad de siquiera haberle gritado que no bebiera ese café.
—¿Estas bien, Draco? —Preguntó preocupada Pansy, su cabello corto se movió junto con su cabeza cuando casi cae junto con Draco al suelo.
El rubio estaba sentado, atrayendo las miradas de todos, los que no habían visto nada, pudieron suponer que Harry lo hubiera golpeado pero no, el pelinegro estaba sentado en el comedor, mirando sorprendido a Draco quien seguía tirado. Pansy intentaba tocarle la frente para saber si tenía temperatura o algo similar.
—¿Te sientes bien? —Preguntó su amiga una vez más, Draco parecía estar en transe viendo el suelo hasta que después de algunos segundos, todo el comedor se quedó en silencio.
Draco Malfoy estaba en el suelo, sentado, con la cabeza baja y sollozos comenzaron a escucharse, eran bajos, casi silenciosos pero todos guardaron silencio como una ola arrasando. Repentinamente subió la mirada, mostrando a un chico rubio que antes estaba burlándose de todos, pulcro y elegante, ahora estaba llorando con lágrimas de cocodrilo, tan grandes y gruesas como cascadas, su nariz tornándose roja junto con su mentón, mirando fijamente a Harry quien, como todo el comedor, tenía los ojos de lo más grandes.
—No sé porqué Potter no me hace caso. —Dijo entre sus sollozos bajos y, una vez más, todo el comedor permaneció tan silencioso, algunos se pararon de sus asientos para ver si realmente estaba pasando aquella situación.
En efecto, Draco estaba llorando, todos lo veían.
Dumbledore miraba todo sin saber lo que pasaba junto con los profesores. Pansy se agachó a su altura y le intento limpiar las lágrimas.
—Draco ¿Qué tienes? ¿Qué pasa? —Preguntó asustada, nunca había visto llorar a Draco, solo una vez cuando era primer año y esa fue la primera y última vez pero ahora aquí estaba, llorando enfrente de todo el comedor. —¡¿Qué ven, idiotas?! ¡Sigan tragando! —Gritó enfadada y todos volvieron a sus asientos atemorizados, más sin embargo, todos miraban de manera disimulada. —A ver, vámonos, Draco, levántate.
Malfoy se levantó con ayuda de Pansy, sorbió su nariz de manera sonora y apunto con el dedo a Harry. —Eres un idiota, insensible y estúpido, no sé porqué eres así conmigo. —Dijo mientras intentaba controlar sus hípidos.
Harry lo miró sin saber a qué se refería, ni siquiera le había respondido o le había dicho algún insulto, sólo había estado ignorandolo.
—¿Qué? ¿Y yo qué hice?
—¡Existir! ¡Eso haces! —Respondió mientras intentaba frenar las lágrimas. —¡Y no entiendo porqué no puedo dejar de llorar! ¡Has que pare, Pansy!
La chica pareció paniqueada y solo atinó a sacarlo del comedor rápidamente para llevarlo a la enfermería bajo la mirada extrañada de todos y la curiosidad carcomiendo la cabeza de Potter.
—¿Qué acaba de pasar? —Preguntó Ron.
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