Traición
– Sí, ¿cómo rayos fue que lograste convertirte en líder de la Unidad Naval? – se preguntó Marty en voz alta, con los ojos muy abiertos mientras observaba la feroz determinación de X. Vio cómo apuntaba y disparaba un disparo semi-cargado que pasó rozando peligrosamente cerca de Launch Octopus. El ataque inesperado le dio un susto al antiguo Maverick Hunter, causando que liberara su agarre de X de manera instintiva.
Con un movimiento rápido y ágil, el reploide azul saltó de espaldas, creando una pequeña distancia entre él y su oponente. Se alzó muy alto, exhibiendo confianza, pero los agudos ojos de la sirena podían ver las sutiles señales de un conflicto interno. Aunque estaba erguido, su postura sugería dolor silencioso y heridas que intentaba ocultar desesperadamente. La tensión en sus hombros y cómo apretaba sus puños traicionaban que la batalla le había pasado factura, revelando su conflicto interno bajo su exterior valiente.
La rubia, cuya larga cabellera fluía y brillaba bajo la luz, observó intensamente el arma de aspecto liso que llevaba en las manos. Sus vibrantes ojos violetas se movieron hacia el tenso enfrentamiento que ocurría frente a ella, donde su superior se enfrentaba a un formidable adversario. Con un movimiento de ladear su cabeza hacia ella le dio una orden silenciosa, urgiéndola a tomar acción. Pero, mientras el peso del momento se asentaba a su alrededor, una sensación molesta se apoderó de ella: ¿realmente era capaz de llevar a cabo sus deseos?
Entretanto, Launch Octopus evaluó el daño que causó el intento de escape de su presa. Se sintió aliviado de ver que sólo tuvo algunas marcas menores por el ataque, ya que pudo evadir la mayor parte. Aunque el escape fue principalmente una táctica para librarse de sus drenadores de energía, Launch Octopus no era tan tonto como para asumir que, a pesar de que X había quedado evidentemente debilitado, el Maverick Hunter iba a ceder antes que alguno de los dos hubiera sido derrotado. Y en el caso de Octopus, eso significaba que no iba a detenerse hasta que uno de los dos estuviera muerto.
Con el conocimiento de que había tenido algo de ayuda oculta a poca distancia, Octopus se encontró pensando profundamente, sopesando la posibilidad de otorgarle a su "querida" sirena algo más de tiempo. Sabía que ella conocía bien las tareas que le fueron asignadas, así como las consecuencias que afrontaría si no obedecía. Al reconsiderar la situación, Octopus reflexionó en su vínculo y la importancia de la confianza, preguntándose si un poco de piedad podría fortalecer su conexión pese al peso de sus responsabilidades.
Una idea de repente cobró vida en su mente, como una llama delicada encendiéndose en la oscuridad del silencio. Comenzó como una simple chispa de inspiración, pero mientras los momentos transcurrían, y él y X se encontraban atrapados en un punto muerto y tenso, la idea comenzó a florecer y a echar raíces en lo profundo del intrincado procesador de Octopus.
Como si madurase, la noción lo llenó con una mezcla de deleite y anticipación. El resultado potencial se sentía casi irresistible, estallando de lo prometedor. La emoción era embriagadora, como si fuera un secreto esperando a ser revelado. Aún más exhilarante era la realización de que su "sirenita" sería la que daría el paso atrevido que cambiaría todo.
– Te consideras alguien noble, ¿verdad? – dijo Launch Octopus con una sonrisa maliciosa, mirando a su oponente mientras éste trataba de mantener el equilibrio. El cefalópodo se inclinó ligeramente hacia el frente, completamente consciente de la tensión en el aire. – ¿Aún me estás dando una oportunidad de contraatacar cada uno de tus movimientos? Debo admitirlo, es una estrategia atrevida, especialmente considerando toda la energía que ya has gastado. No debe quedarte mucha, dadas las circunstancias. – Se tomó un momento para mirarse a sí mismo, observando los signos de la batalla que quedaban en su cuerpo. Luego murmuró, con una voz mezclada de arrogancia y satisfacción: – Ah, casi perfecto. Por supuesto, estas marcas y arañazos no son exactamente encantadoras, pero siempre pueden pulirse con algo de esfuerzo. – Si fuera capaz de formar expresiones faciales, el cefalópodo le habría lanzado a X una sonrisa amplia y burlona, que demostraría su confianza y desdén. Luego continuó, cambiando el tono ligeramente: – Pero debo admitirlo, no estoy seguro de poder decir lo mismo sobre tu estado actual.
X se mordió su labio con frustración, a pesar de todo tratando de mantener su postura de dominancia contra el reploide más grande. Aun así, podía ver lo que Octopus estaba tratando de hacer, así que no mordió el anzuelo.
El molusco rojo, cuyo caparazón brillaba con la luz, sintió que lo carcomía una sensación de irritación, mientras se preparaba para atacar. Su intención era lanzar un golpe que perforase y atravesara la esencia del espíritu de X. Le habló con un tono bajo casi burlón: – Sabes, siempre he tenido curiosidad del por qué le diste sin esfuerzo alguno tu confianza a esa extraña que conociste en tu viaje hasta aquí. – Las palabras chorreaban de escepticismo, resaltando tanto el desdén como la incredulidad del molusco.
Pudo verlo. En el parpadeo más breve, Octopus vislumbró una chispa de comprensión apoderándose de la expresión del Hunter, un momento de vulnerabilidad que rápidamente dio paso a una determinación de acero. – ¿De qué estás hablando? – cuestionó X, con la voz firme, pero internamente luchaba contra la verdad de las palabras de Octopus, totalmente consciente de las implicaciones detrás de ellas.
X apretó la mandíbula, mientras un subidón de rabia tensaba sus músculos. – Estás hablando sobre ella, ¿verdad? – exigió, con la voz llena de frustración.
– ¿A quién más podría estar refiriéndome? – replicó Octopus, con el tono de voz chorreándole de burla mientras se encogía de hombros de manera teatral. Una sonrisa danzaba en sus labios, mientras añadía: – Tu pequeña sirena. – Soltó una risa por lo bajo, sonando tajante y sarcástico. – Puede que ella sea una criatura cautivadora, pero la realidad estaba justo frente a ti cuando la descubriste; simplemente fuiste demasiado ciego para reconocerla. – Octopus hizo una pausa, y el aire se volvió pesado con la tensión. – O tal vez, de nuevo, simplemente no querías afrontar la verdad.
– ¿Y qué verdad podría ser esa? – espetó X, cuya voz estaba llena de escepticismo. – ¿Que ella haya elegido ponerse de tu lado?
El molusco carmesí soltó una risotada espeluznante, un sonido que hizo eco como suspiros en la oscuridad. – Cuando le pusiste los ojos encima, creíste que ella era una inocente Eva, ¿no es así? – le dijo burlonamente, chorreando las palabras con desdén. – Pero tristemente para ti, tu encantadora sirena no es más que una seductora Lilith, una ramera de las profundidades.
X se quedó en silencio al principio, luchando contra una abrumadora oleada de emociones. Un terror enfermizo que había estado detrás de él todo el tiempo comenzaba a florecer, convirtiéndose en unas náuseas paralizantes y venenosas que le carcomían las entrañas y nublaban sus pensamientos. – Estás mintiendo. – espetó, con la voz llena de desesperación, aunque en el fondo sabía que era una esperanza inútil. No quería aceptar la dura realidad. Realmente no quería, no de nuevo.
No alguien más.
– Por desgracia, no miento. – replicó Octopus fríamente, con la voz firme y sin titubeos. – Pero tú te mientes a ti mismo. Te has estado engañando desde que todo esto comenzó. – continuó, con la mirada atravesando la tensión en el aire. – Te rehúsas a reconocer la visión del Comandante para nuestro futuro, una visión que podría habernos unido a todos. Hiciste la vista gorda al hecho de que muchos de tus camaradas han elegido caminos más acordes con sus creencias y metas. E incluso ahora, con la verdad frente a ti, te rehúsas a ver que nuevamente te abriste a una traición.
El Maverick Hunter se mordió el labio fuertemente, casi al punto que podía sentir que la piel artificial comenzaba a ceder contra la fuerza de sus dientes. – Ella... no puede ser...
– ¿Por qué crees que ella insistió en guiarte hasta este lugar? ¿Hasta mí? – siguió cuestionando Octopus, sintiendo que la ya tambaleante fe de X comenzaba a romperse. – ¿Por qué crees que las áreas por las que te trajo estaban llenas de enemigos? ¿Mis fuerzas? – Sus ojos se ensancharon con alegría al ver cómo el rostro de su enemigo pasaba lentamente de determinación a una desesperación que apenas podía contener. – Era para que sin darte cuenta agotaras tus fuerzas, que te desgastaras. – Hizo una mueca de desdén. – Y ahora, por lo que puedo ver, ni siquiera tuve necesidad de quitarte tanta energía como lo hice. Probablemente ya habrías colapsado, si no le hubieran volado su tapadera.
Tapadera. El Gulpher que vino y se la llevó, y después a él. Por supuesto, como pudo ver de primera mano, las estructuras internas del mecaniloide podrían ser manipuladas, fuera por una parte externa o por la misma máquina. – Entonces... todo esto fue una trampa...
– Por suerte, un amigo mío me debía un favor, y se aseguró de que ella jugara bien su papel como la pobre cautiva que esperaba que alguien la liberase. – respondió el cefalópodo. – Honestamente, ¿su guardaespaldas cornudo no te dio ningún indicio de que ella no era de fiar? ¿De que sus lealtades no estaban, y nunca estuvieron contigo o la escoria orgánica por la cual estás peleando en vano para protegerlos?
X se quedó en silencio por un momento, y el peso de las palabras de Octopus se hundían más en su pecho y su núcleo, como si fueran trozos filosos de vidrio. – A ella le importa el mundo que la rodea. – replicó. – Mucho más de lo que le importa a tus fuerzas. ¡Si no es por los humanos, entonces al menos por el planeta que llaman hogar! ¡No había ningún indicio de corrupción en sus ojos! ¡Ella no haría esto, no sin una razón!
A pesar de su declaración, el Maverick ni se movió. El molusco rojo resopló. Cruzó los brazos con irritación, y se encogió de hombros restándole importancia. – De acuerdo, ya que te pones así. – Haciendo un gesto dramático con sus tentáculos, dirigió la atención hacia el ornato trono que dominaba la cámara, cuyos grabados intrincados brillaban en la luz de la sala. – Marty, querida, ¿quieres salir por favor?
Tras un momento de duda, la sirena de armadura turquesa emergió de las sombras detrás del trono, con movimientos gráciles pero dudosos. El deslumbrante color de su armadura brillaba con la luz, y sus ojos violetas se encontraron con los verdes de X, muy abiertos y llenos con una mezcla de aprehensión y esperanza.
– Acércate. – le dijo Octopus, extendiendo uno de sus brazos haciendo un gesto de invitación. Mientras ella se aproximaba, X sintió que lo invadía una oleada de miedo, como si le soltaran un enorme peso en su núcleo. El aire alrededor de todos parecía hacerse más grueso con la tensión. – Muéstrale tu arma.
La sola mención de la palabra "arma" se filtró en los pensamientos de X, enviando un escalofrío por toda su espina. Fue como si le sujetara las entrañas con una prensa, apretándole fuertemente y provocando que sus sospechas iniciales salieran hacia la superficie de su mente. La batalla para mantener la esperanza se derrumbaba en sus bordes, y la duda se apoderó de él como una sombra. Para su desconcierto, Marty no se movió, todavía mantenía los brazos firmemente detrás de la espalda. Los rasgos faciales de ella se retorcieron de incertidumbre, y una oleada de culpa se apoderó de ella, lo cual la sorprendió.
Molesto por esa falta de obediencia, el cefalópodo carmesí entrecerró los ojos, ensombreciendo su expresión. – Muéstrasela. – le ordenó, con un tono más tajante esta vez. – Ahora.
Aun así, la sirena permaneció congelada donde estaba, dejando en evidencia su tormento interno.
– Te estoy otorgando la oportunidad de revelar tus verdaderos motivos, querida. – dijo Octopus, con la voz chorreando de condescendencia. – Este tonto ya es lo bastante idiota como para confiar en cualquiera, así que si pierde la fe en ti después de esto, la culpa caerá únicamente sobre tus hombres. Aunque, me pregunto por qué de repente eso te importa tanto.
El peso de sus palabras seguía en el aire, llenando la cámara con una tensión silenciosa. Ambos, X y Marty, estaban en una encrucijada de confianza y traición. La sirena turquesa dudaba, y sus delgados dedos temblaban ligeramente mientras presentaba con dificultad la pequeña pistola mecánica de extraña forma al Maverick Hunter. El arma, aunque pequeña de tamaño, tenía una inconfundible aura de peligro, y su intrincado diseño sugería una avanzada tecnología. El Maverick Hunter, con su imponente estatura y su arma mucho más grande sujetada en un costado, sintió una oleada de terror invadiéndolo, al comprender la realidad de la situación.
– X... – dijo Marty, con la voz pesada de incertidumbre. – Yo sólo...
– Dímelo. – le interrumpió él, cortando a través del suspenso. Su tono no cargaba ira ni dolor; sólo estaba lleno de cansancio como si hubiese cargado el peso del momento demasiado tiempo. – ¿Por qué lo hiciste?
¿Por qué? En ese momento, lo que ella creyó que sería una pregunta muy simple pronto se volvió una tira de pensamientos arremolinados, y luego un montón de páginas de texto detallando que ella no quería que nada de esto sucediera. Ella no.
– Yo... – dijo tartamudeando. – Yo... sólo quería salvar... este lugar.
– En efecto. – intercedió Octopus mientras, sin que lo supieran ni el Maverick Hunter o la sirena, presionaba un botón en un pequeño módulo que tenía oculto en uno de los segmentos de sus tentáculos. – Por supuesto, eso sólo puede lograrse con la eliminación de los humanos. Y por lo tanto, eso también implica... tu eventual eliminación.
Hizo una mueca de desdén, mirando cómo la pistola en la mano de la sirena se activaba, para shock de ella y de X. El arma se disparó sin que Marty la tocara o jalara el gatillo, y un rayo blanco salió disparado impactando en el pecho de X, provocando que varios rayos de luz color marfil se expandieran por toda su armadura.
– ¡X! – gritó Marty, alargando la mano hacia el reploide siendo electrocutado, pero las chispas esporádicas que saltaban fuera de él se extendieron hacia ella, y todo su cuerpo recibió un choque bastante desagradable que la obligó a alejar el brazo mientras observaba con horror cómo el Maverick Hunter se desplomaba en el suelo en una clara y presente agonía.
Mientras el reploide azul se retorcía en el suelo, sintió una sensación abrumadora, de un calor abrasador consumiendo su existencia. Su visión comenzó a cambiar de nuevo. ¿Cuál era el propósito de estos vistazos al pasado, especialmente pasados que no eran el suyo? ¡Eso no tenía ningún sentido! A pesar de todo, se dio cuenta que no podía detener ni impedir la transición. Sus ojos, una vez enfocados en una cámara intrínsecamente adornada que mezclaba futurismo con un diseño del Renacimiento, se vieron consumidos por un infierno incontrolable.
El edificio que vio anteriormente, que solía estar perfectamente intacto, ahora apenas se mantenía en pie y estaba envuelto en llamas.
– ¿L-Laboratorios LaLinde? – cuestionó X, levantándose débilmente a pesar del dolor, logrando incorporarse hasta una posición sentada a medias mientras se reclinaba sobre su espalda.
Dos voces distintivas llegaron a sus his audio receptores, abriéndose paso a través del ruido caótico y el clamor de un feroz conflicto. Mientras se concentraba en la escena frente a él, pudo ver cómo se desenvolvía el drama: en medio del espantoso infierno, dos figuras estaban enredadas en una acalorada escaramuza. Las llamas danzaban a su alrededor, proyectando sombras parpadeantes que obscurecían sus rasgos, pero la intensidad del momento era palpable.
Una de las figuras claramente estaba a la ofensiva, lanzando una ráfaga de golpes cargados de agresión y determinación. Sus movimientos eran rápidos y poderosos, impulsados por una feroz decisión. En contraste total, la segunda se mantenía a la defensiva, evadiendo cada golpe con movimientos ágiles. A pesar de estar siendo bombardeado, nunca contraatacó, y parecía estar enfocándose en sobrevivir que en el conflicto. Aun así, su voz parecía suplicante, mientras que la de la otra era cualquier cosa menos suave y gentil.
– ¡Quake, Tempo, espera! ¡Por favor! ¡Puedo explicarlo!
– ¡Cállate! ¡Guárdate tus mentiras y falsas promesas para alguien que sea lo bastante estúpido para escucharlas!
Las preguntas inundaron la mente de X mientras se esforzaba por comprender cómo fue que el otrora orgulloso hogar había sido reducido a escombros. Los desechos lo rodeaban, un recordatorio sombrío del caos que se había desatado, mientras que la abrumadora sensación de animosidad entre ambas figuras que estaban peleando capturó su atención. Se sintió paralizado, incapaz de reunir la fuerza para moverse o intervenir, y se vio obligado a ser testigo de la brutal confrontación que se desarrollaba frente a él.
Las voces de los combatientes hacían eco en el aire, alzándose sobre los restos traqueteantes del edificio destruido. Llenos de amargura y desdén, su discusión revelaba una enraizada enemistad que parecía haberse alimentado durante años. Aunque tuvo problemas para escuchar, X reconoció los tonos familiares de cada individuo; pertenecían a aquellos cuyas vidas estaban entrelazadas, aunque nunca se habría imaginado que recurrirían a tal violencia. Confusión y miedo se apoderaban de él mientras se desarrollaba la pelea, dejándolo pensar en las relaciones que se habían degradado tan dramáticamente.
– ¡Lo habías planeado desde el principio, ¿verdad?! – La voz femenina continuaba gritando, lanzando acusaciones en la cara de aquel que intentaba destruir, aunque no tenía exactamente mucha experiencia en combate, dado su campo designado. – ¡Planeaste ganarte la confianza de todos y fingir que eras un niño bueno que sentía mucho todo lo que había hecho y quería ayudar a nuestra causa! ¡Luego, cuando nadie sospechara, revelarías tu verdadero ser! – Su voz bajó hasta volverse un gruñido casi silente. – ¡Aquel que yo siempre supe que eras realmente!
– ¡No, no lo entiendes! – contraatacó su "adversario", tratando desesperadamente de razonar con ella. – ¡Yo no hice esto! Mariachi, él puede mostrarte...
– ¡¿Por qué no me disparas?! – bramó ella, interrumpiéndolo, mientras seguía tratando de golpearlo. – ¡¿O acaso el hecho de que no hay paredes o fotos que puedas destruir es menos tentador para ti?! – X podía escuchar el veneno y el desdén en su voz, pero también había un deje de dolor. – ¡Sabía que debía haber hecho algo en lugar de enviarte lejos, lo sabía!
A través del fuego, el Maverick Hunter vio a la otra figura detenerse. A su hermano, Blues, como si se hubiera quedado en shock por lo que acababa de oír. – ¿Qué?
– ¡Esa noche que viniste, volví a ser arrojada a las profundidades de esas cavernas heladas donde me quedé atrapada con Rock! ¡Atrapada, aislada, sin ningún lugar a dónde ir y con peligro por todas partes! ¡El vidrio al romperse suena muy similar al hielo, ¿verdad?!
X pudo sentir que Blues deseaba hablar, decirle que nada de eso era cierto, pero el estado emocional de la otra máquina era demasiado fuerte como para permitirle dialogar. – Tempo, yo... lo siento. Yo... nunca fue mi intención asustarte.
– Qué interesante, ¿sabes qué fue lo que me vino a la mente en ese momento? ¿Cómo es que, en tales escenarios, las nociones animalísticas de pelear o huir tienen total sentido? Nunca me imaginé que tendría que tener cuidado con uno de los de mi propia especie a excepción de la influencia de Wily- Los DLNs reprogramados y aquellos que fueron construidos por el hombre en persona, eso al menos podía entenderlo, ¿pero tú? – Sus ojos se entrecerraron. – ¿Uno de los propios de Light? ¿El hermano de Rock y Roll? ¿Aquel que nos precedió a todos? ¿Sabes lo que tus acciones significan para ellos? ¿Para todos nosotros?
X lo vio, estaba a punto de decir algo más, pero se detuvo en el último segundo. Pero, aunque no lo verbalizó, él todavía podía escuchar sus murmullos internos resonando dentro de su propia mente.
– "¿Tienes alguna idea de lo que están diciendo sobre mí? ¿Lo que le están sugiriendo a mi madre?"
Proto Man se mordió el labio inferior. – Estás totalmente justificada en cómo te sientes. En serio, lo estás. – El Hunter azul pudo sentir la rabia bajando y el dolor ardiente bajar hasta volverse un terror frío, con una densa capa de vergüenza y culpa haciendo que el calor bajara a temperaturas bajo cero. – Pero no fue mi intención hacerte sentir tan pequeña y atrapada.
La máquina roja y gris tuvo entonces su propio diálogo interno, desconocido para todos excepto para sí mismo y su observador invisible. – "Nunca fue mi intención hacerse sentir lo mismo que yo he sentido todo este tiempo."
– La Dra. LaLinde y Vesper Woman me dijeron que sólo estabas desahogándote, que tú nunca me harías nada. Más aún, me preguntaba si debería o no haber considerado sus palabras. Que tu remordimiento e intentos de jugar al héroe en verdad eran genuinos. Pero ahora... a eso, sólo puedo decir, ¿por qué no lo harías? – La voz de Tempo, o Quake Woman, comenzó a quebrarse, como si fuera una batalla mantener la furia y la rabia ardiente en el frente. – ¿Por qué no me atacarías? ¿Por qué no me lastimarías? – continuó, y a su vez X registró una nueva sensación en medio del aún presente ardor. – Después de todo, yo no te di nada cuando nos encontramos por primera vez, ¿verdad? ¡Y yo no soy nada para ti! ¡Tu familia no significa nada para ti! ¡Mi madre es un ser humano horrible, igual que tu creador, ¿verdad?! ¡¿Ese fue el razonamiento que usaste para justificar haber destruido mi hogar?!
– ¡Yo no lo hice! ¡Apenas acabo de llegar aquí porque Mariachi...!
– Espera, ¿Mariachi? – Tempo se detuvo, un horror profundo vino a su rostro. Y sus cejas se enfurruñaron de rabia, mirando con ojos de pistola en la dirección de Proto Man. – No... ¡no me digas que también le hiciste algo a él! ¡¿Lo hiciste?!
– ¡¿Qué?! ¡No! ¡No, él está bien! ¡Él puede...!
– ¡Y ahora has venido a terminar lo que empezaste, bajo la farsa de ser un bonachón preocupado! ¡Te encanta hacer que otros se sientan aterrados e impotentes, ¿verdad?!
– ¡No, claro que no! ¡Lamento mucho todo! ¡La forma como te trate a ti, a mi familia, cómo empezaron las cosas, lo que pensaba del Dr. Light y la Dra. LaLinde! ¡Me equivoqué, cometí muchos errores, y ya me di cuenta de ello! ¡Fui un idiota y lo siento! ¡Pero Tempo, por favor, necesito que me escuches...!
– ¡¿La mujer a la que secuestraste antes de que intentaras matarme a mí y a Vesper Woman?! ¡Y pensar que ella te dio más crédito del que merecías, incluso trató de decir que estabas pasando por tus propios problemas y necesitabas a alguien!
– ¡Ese no fui yo! ¡Yo no hice esto! ¡Yo no hice nada de esto! ¡Por favor, escúchame! ¡Yo no quiero lastimar a nadie!
– ¿Oh? ¡¿Pero sí querías lastimar a Rock?! – interrumpió Quake Woman. – ¿A tu propio hermano? Y en medio de todo, el disparo que iba dirigido hacia él golpeó a tu hermana indefensa cuando ella trató de interponerse entre ustedes dos. Aunque no tenías idea de lo que estaban planeando en ese momento Wily y Ra Moon, aun así fuiste y tratas de ir a darle una paliza, ¿o no? – Hizo una pausa. – Tal vez, si Roll no hubiera intervenido, y el Apagón jamás hubiera ocurrido, habrías estado perfectamente bien con matarlo, ¿no es así?
Blues se quedó allí en silencio, y la actitud reacia de ella a responder seguía colgando pesadamente en el aire. X podía sentir los efectos gélidos de sus duras palabras sujetándole como si el núcleo de su ser se hubiera congelado. Los hilos congelados de sus acusaciones se enrollaban a su alrededor, evocando una punzada profunda y perturbadora que iba directo hacia el fondo. Lo más perturbador era la sensación abrumadora de vergüenza que lo invadió, como si ella hubiese penetrado las capas de su mente para revelar las inseguridades que durante tanto tiempo intentó ocultar. Se sentía como si ella hubiese expuesto toda la verdad que él había buscado evitar deliberadamente.
– Incluso si Wily supuestamente te coaccionó para que quedaras en esta situación, la decisión sigue siendo tuya y sólo tuya. Y tal vez sea apropiado que ustedes dos hayan trabajado juntos al principio, viendo que ambos salieron del molde de ser niños mezquinos, vengativos y celosos. –Tempo siguió presionando, con su voz firme y sin titubear. – ¡Durante dos largas semanas, todos tuvieron que soportar las secuelas de tus acciones porque no pudiste ver más allá de tus propios deseos egoístas y entender las consecuencias que traerían! ¡Tus berrinches de niño chiquito han causado desastres, y la realidad es que no eres más que un mocoso egoísta y mimado incapaz de reflexionar sobre sus errores! ¡Y lo peor es que a diferencia de un niño, que puede aprender y crecer, tú elegiste arrastrar a todos los demás contigo hacia el caos que ayudaste a crear!
El silencio se apoderó del área mientras Blues permanecía inmóvil, con una tormenta de emociones arremolinándose dentro de él. Quake Woman todavía no había sacado sus taladros de nuevo, pero el peso de sus palabras le golpeaba con una intensidad tan penetrante que se sentía como un asalto físico, que rompía la fibra de su ser. En ese momento, X pudo ver las fracturas en Blues; estaba destrozado, se había quebrado bajo el peso de la verdad. La realización pesaba fuertemente sobre ellos, un reconocimiento silencioso del daño que había sido infligido, no sólo en él, sino en todos los demás quienes le rodeaban.
– Y ahora... – declaró Quake Woman, cuya voz temblaba de emoción mientras levantaba un taladro girando, cuya superficie metálica brillaba ominosamente en la luz, apuntándolo amenazadoramente hacia Proto Man. – Luego de esto, no habrá vuelta atrás. Para ninguno de nosotros. – Sus manos estaban temblando, y parpadeaba rápidamente, tratando de contener las lágrimas que amenazaban por derramarse en sus mejillas. Su voz empezaba a ahogarse. – Todo se terminó. Y todos nosotros seremos asesinados.
Antes que pudiera dar un paso hacia él, una tercera figura de repente emergió de las llamas rugientes, enorme y carmesí, cuyo cuerpo proyectaba una imponente sombra que superaba en tamaño a los otros robots. La determinación de Quake Woman vaciló en cuanto su atención se vio atraída a este inesperado recién llegado, y el calor que irradiaba su presencia intensificaba el aire a su alrededor.
– ¡Tempo, cuidado! – gritó Blues, con un tono de urgencia en su voz. Vio cómo la figura se lanzaba de frente, con movimientos rápidos y predatorios, atacándolos tanto a él como a Quake Woman.
A pesar de la advertencia, X sintió que su visión se volvía borrosa y confusa, como si una cortina de oscuridad hubiese caído sobre su conciencia. El mundo que lo rodeaba se desvaneció, y el caos de la batalla se disolvió en una oscuridad negra que consumía todo, tragándose sus sentidos hasta que no quedó nada más que silencio y el peso de sus propios pensamientos.
...
– ¡¿Qué has hecho?! – gritó la sirena turquesa, con la furia saliéndole de cada parte de su voz. – ¡Dijiste que el plan era guiarlo aquí y noquearlo! ¡No matarlo!
– Y no lo he hecho. – respondió Launch Octopus, observando el cuerpo inconsciente de X tendido en el suelo. – Pero ya no representará más un problema para mí.
Marty se mordió el labio, con la mirada gacha mientras luchaba por procesar el peso de la situación. La imagen del cuerpo inmóvil del Maverick Hunter flotaba en su mente, un recordatorio atormentador de lo serias que eran sus circunstancias. Junto a él yacía la pistola, inmóvil pero ominosa contra el caótico trasfondo. – Me dijiste que sacara esa arma si las cosas se volvían demasiado abrumadoras para ti. – le dijo, con la voz temblorosa. – Pero también me prometiste que no iba a lastimarlo.
– Corrección: dije que no lo iba a lastimar demasiado. – replicó el cefalópodo carmesí, cuya voz era calmada y a la vez perturbadora. – Al menos, no lo suficiente para cesar totalmente sus funciones. – Hizo una pausa, y la tensión en el aire se incrementó. – No, esa consecuencia vendrá mucho más tarde.
Marty involuntariamente apretó sus puños contra sus costados, sintiendo una subida de frustración y miedo recorriéndola. Los brazos le temblaban ligeramente, traicionando su decisión. – ... ¿Y ahora qué? – resopló, con una sensación de victoria que debería haber acompañado su éxito actual que le sabía extremadamente amarga y extraña.
– Bueno, por tu lado, no hay mucho más por hacer. – declaró Octopus como si fuera un hecho, moviendo sus tentáculos grácilmente como si no se viera afectado por la gravedad de la situación. Luego continuó, con una calma perturbadora en su voz: – Eres libre de volver a tu antigua vida, si eliges ese camino. Después de todo, esto se trataba de preservar este espacio particular, ¿o no?
Marty enfurruñó las cejas, con su mente hecha un torbellino de confusión e incertidumbre, tratando de luchar con la gravedad de la situación. Los vibrantes arrecifes de coral a su alrededor, que una vez estuvieron llenos de vida, empezaban a mostrar signos de preocupación. – No es sólo este arrecife o esta área que están en riesgo. – dijo ella, con la voz llenándose de determinación. – Hay otros incontables ecosistemas, similares a éste, que están luchando también. – Hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras resonara en el air. – Todos ellos enfrentan las mismas amenazas, y si no actuamos, también podrían desaparecer.
– Exacto. – replicó el cefalópodo carmesí, cuyos ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y malicia. – ¿Y cuál especie crees tú que está en el corazón de todas esas amenazas que se ciernen sobre nosotros, hmm? – Se inclinó hacia adelante ligeramente, pero luego agitó sus tentáculos restándole importancia, sin tener interés en la respuesta de la sirena turquesa. – Ahora, como resulta que uno de los sujetos clave del Comandante Sigma ha quedado incapacitado, me encuentro con responsabilidades adicionales que necesito atender sin demora.
Giró su cabeza y observó el cuerpo todavía inconsciente de X tendido cerca. Su expresión se volvió de determinación, señalando que estaba preparado para embarcarse en su nueva tarea.
– ¿Y cuáles son esas? – preguntó Marty, cuyas cejas rubias se arquearon en una mezcla de curiosidad y escepticismo. Justo cuando dijo eso, una sombra se cernió ominosamente sobre la cámara, bloqueando los brillantes rayos de luz solar que se filtraban por el cielo abierto. Intrigada, pero cautelosa, giró su cabeza hacia atrás, y sus ojos violetas se ensancharon de incredulidad mientras buscaba la fuente de esta imponente oscuridad: una figura monstruosa que parecía emerger de las profundidades de la imaginación, obscureciendo el calor y la luz como un presagio maligno e inesperado.
En cuanto la colosal figura se deslizó sobre la claraboya, unos rayos de luz dorada cayeron sobre la cámara, dispersando las sombras que cubrían las esquinas. Con un chirrido metálico, el panel de vidrio en la cima de la cámara se deslizó, creando una abertura que invitaba a escapar. Fue entonces que Launch Octopus comenzó su ascenso, con movimientos fluidos y deliberados.
– Tengo que aventurarme a buscar al otro sujeto de interés. – declaró el molusco rojo vibrante, cuya voz mezclaba determinación y propósito al ir ascendiendo. – Después de todo, esos dos son casi inseparables como están. Es apropiado que se embarquen en este viaje juntos.
...
– ¿Sabes algo? – empezó a decir, con un deje de provocación en su voz. – Tu mamá querida siempre dijo que no quería otra cosa más que nosotros dos fuéramos amigos. – Se echó hacia atrás ligeramente, con una expresión arrogante iluminando su rostro mientras disfrutaba de haber tomado control del momento. – Cada vez que fui a ver mis lecturas del núcleo, ella se lamentaba de lo desafortunado que era que nuestros caminos divergieran tan drásticamente. – Hizo una pausa, permitiéndose sonreír de manera arrogante, como si saboreara la memoria. – A pesar de nuestro inicio tumultuoso, ella realmente deseaba que tú tuvieras a alguien en tu vida, un confidente, tal vez, alguien con quien pudieras hablar. Contarle las cosas que ella no pudiera entenderte.
Ella no le respondió, aunque fuese claro que él buscaba sacarle una reacción.
Al reactivarse después de lo que fuera que la había golpeado detrás del casco y que la dejó fuera de comisión por sabría cuánto tiempo, Quake Woman se encontró atada a una pared de acero, con el cuerpo posicionado con las extremidades abiertas. Sólo que ahora, había sido despojada de su armadura protectora, con esposas asegurando sus muñecas y tobillos que no sólo le restringían el cuerpo, sino su habilidad para transformarse en su forma de Robot Master. En ese momento no era más que una simple robot con algunos atributos especializados. Completamente indefensa contra su captor que estaba de pie frente a ella, el cual continuaba su discurso con un brillo de alegría en su visor. Ella no dijo nada todo el tiempo, manteniendo la cabeza agachada y los ojos sobre el piso de metal dañado.
– Sabes, ella no estaba totalmente equivocada. – dijo el androide rojo y gris, con la voz baja y contemplativa, lo que pilló a la robot atada con la guardia baja. Con una sorprendente mezcla de gentileza y autoridad, le sujetó la barbilla con la mano, con un toque firme pero cuidadoso, emanando cierta dominancia. – He estado viendo algunas de las memorias guardadas. – continuó mientras le movía la cabeza hacia arriba para que pudieran mirarse a los ojos, creando una conexión intensa. – En efecto, puedo ver por qué Proto Man buscaba alguna forma para entenderse contigo.
La punzada agonizante de su traición seguía fresca, retorciendo sus rasgos faciales en una máscara de dolor e incredulidad. Mirándolo fijamente, sintió el peso de sus palabras flotando en el aire, exigiendo su atención. – ¿A qué te refieres? – murmuró por lo bajo, con la voz apenas por encima de un susurro, pero Proto Man pareció captar su intranquilidad.
Proto Man... Break Man... Blues...
Por un momento, la sonrisa confiada que usualmente curvaba los labios de Proto Man se desvaneció, siendo reemplazada por una ligera confusión que se extendía a sus otros rasgos como una sombra. – ¿A qué te refieres TÚ? – le replicó él, con un deje de estar a la defensiva en su tono. – Te dije que buscaba una forma de entenderme contigo, ¿no? – La tensión seguía flotando en el aire, gruesa y palpable, y por un breve momento, ambos se detuvieron, atrapados en la telaraña de sentimientos no hablados y conflictos no resueltos.
A pesar de esto, lo que él dijo, o más bien, la forma en que lo dijo, continuaba atormentándole el sector lógico de su CPU. – No, tú dijiste que Proto Man buscaba eso. – repitió Tempo. – Y aun así, eres él, ¿o no?
"Proto Man" hizo una pausa, soltando su agarre firme en su barbilla y retrocediendo con un aire de incertidumbre. – Uh, s-sí, claro. – replicó él, con la voz cargada con un intento de reafirmar su identidad. – Yo SOY Proto Man. – insistió, tratando de asegurárselo no sólo a ella, sino también tal vez convencerse a sí mismo en el proceso. – O, cómo el Dr. Light me conocía, Blues. – añadió, y el nombre quedó colgando en el aire como un murmullo de su pasado.
Tempo bajó la mirada hacia el suelo, y sus ojos curiosos rastreaban las curvas de esas botas de forma peculiar, las cuales parecían mezclar elegancia y excentricidad. – ¿Has considerado el estilo élfico? – se burló ella, levantando una ceja en un gesto de desafío juguetón. – ¿O acaso estás abrazando tu diablillo interno? – Su voz cargaba una mezcla de diversión y curiosidad sincera, como si buscara desvelar el enigma que estaba frente a ella. – Apropiado, considerando que has causado muchos problemas desde que volviste a las vidas de todos.
– ¿Hmm? – Los ojos de Proto Man se desviaron hacia abajo ligeramente, con incredulidad escrita en su rostro mientras se movía ligeramente sobre sus pies. – Oh, uh, una nueva mejora. – le respondió, con el tono desdeñoso mientras le restaba importancia a su declaración con la mano. – Pero basta de mí. – declaró con un deseo evidente de desviar la conversación lejos de sí mismo.
Para su sorpresa, Tempo soltó un resoplido tajante, cuyo sonido sonó tan claro como una campana en la quietud del espacio entre ellos. – Qué gracioso. – dijo con una sonrisa juguetona curvando sus labios. – Hasta ahora, no has hecho otra cosa que enfocarte en ti mismo.
– ¿Oh? – espetó el supuesto "Bombardero Rojo", sintiendo que el orgullo se le inflaba en su interios. – ¿Así es como llamas al hecho de que Proto Man intenta ser tu amigo? – Estaba tratando de infundir sinceridad en sus palabras, deseando alguna conexión.
Tempo enfurruñó las cejas, contemplando su respuesta con un ojo crítico. – ¿Lo ves? ¡Lo estás haciendo de nuevo! ¡Sigues refiriéndote a ti mismo en tercera persona! – Un deje de exasperación coloreaba su tono, revelando su frustración ante su foco egocéntrico, pese a la intención detrás de él. – ¡O tienes algo saboteándote el procesador, o estás intencionalmente tratando de molestarme!
– ¿A qué te refieres? ¡Yo soy Proto Man! – proclamó con una feroz determinación, y su voz haciendo eco con convicción. Sacó el pecho como si intentase moldear su forma exterior para que reflejara la fuerza y certeza que sentía por dentro. – ¡Yo no soy nadie más, ni nada diferente! – Hizo una breve pausa, con la mirada firme mientras reunía sus pensamientos. – Estoy sacando nuestras interacciones pasadas porque, pese a la barrera helada que has colocado entre nosotros y tus esfuerzos continuos por darme la fría indiferencia, aun así vine para ofrecerte algo que podría cambiar las cosas entre nosotros.
Tempo frunció el ceño en respuesta, y la desesperación de su situación y peligro potencial, al igual que de la Dra. La Linde, se vieron eclipsadas por la rabia que le hizo sentir como si su núcleo fuese una estrella llameante y ardiente. – No hay nada que pueda cambiar las cosas entre nosotros. O al resto del mundo. – le respondió. Luego bajó su cabeza. – No después de algo como esto.
Otra vez, "Proto Man" parecía confuso. – En serio, ¿de qué estás hablando? ¿Sabes algo sobre él? – inquirió. Luego hizo una pausa. – ¿Algo que yo no sepa?
Le llevó unos momentos, pero Tempo se dio cuenta de otro error en su diálogo. – Nada que sea importante. Aún si eres quien dices que eres, Proto Man. – le respondió la castaña, y sus labios se apretaron. – O tal vez, Break Man sería verdaderamente apropiado para ti, considerando que en esencia lo has roto todo.
– ¿Cómo? – preguntó el antiguo DLN. – Si hablas de camaradería, entonces ahí es donde entro yo. – Se aclaró la garganta, casi como si se preparase para otro discurso. – Viendo que mi querido hermano se ha deshecho de mis otros nombres, necesitaré más. Así que...
– No. – La respuesta de ella fue rápida, pero tajante.
– Sí, pensé que dirías eso. – "Proto Man" se rio. – Pero escúchame, no sabes los detalles exactos de lo que puedo ofrecerte con esta propuesta...
– No, quise decir que no era eso de lo que estaba hablando. – aclaró Tempo. – Lo que realmente está en juego no tiene nada que ver con nosotros, mucho menos contigo. Pero de nuevo, quizás sí lo tiene, considerando que, desde que el mundo se quedó a oscuras para casi todos durante esas dos semanas, y ahora esto, el mundo está a punto de oscurecerse para cada uno de los de nuestra especie.
"Proto Man" estuvo a punto de cuestionarla más cuando un repentino pitido hizo eco desde el interior de su casco. Sus dedos rojos tocaron un lado de su audio receptor, activando las comunicaciones. – ¿Sí, qué pasa? – inquirió, con su tono indicando molestia por ser interrumpido. – Espera... ¿ya está aquí? ¡¿Tan pronto?! – Se giró rápidamente de su cautiva, lo que le permitió Tempo notar que el largo de su bufanda había caído en su rango de alcance, aunque sólo ligeramente.
Aun así, si quedaba algún tipo de pequeña represalia que pudiera tomar, por insignificante que fuera, sería suficiente. Al menos serviría para incomodar por unos momentos a este traidor. Justo cuando la tela amarilla rozó sus dedos, ella apretó los suyos, sujetando la prenda intentando jalarla, y con suerte arrancársela de los hombros a este farsante arrogante.
Sin embargo, pese a ver que su mano hizo contacto con la bufanda, la tela se escurrió a través de su piel artificial, obscureciendo los mecanismos internos que había debajo.
Y luego él se marchó, y la puerta de su diminuta prisión se abrió y se retrajo de nuevo, dejándola sola en el silencio una vez más. Se sentía como si la prenda que colgaba de sus hombros ni siquiera existiera.
Como si no fuera más que una simple ilusión.
...
– "Una ilusión."
– Hey. – Aunque no era más que un borrón cuando su visión comenzó a volver a la normalidad, el pasado volvió a transicionar nuevamente con el presente. Y el robot supuestamente traicionero fue reemplazado por una hermosa sirena. – Hey, chico, ¿puedes oírme? ¿Chico?
– "Una ilusión."
O más bien, una sirena de aspecto agradable.
– "Si tan sólo fuese real en este caso."
Mientras él se levantaba de su lugar, Marty pareció aliviada, presentando al Hunter de color azul una sonrisa alegre. – Ah, qué bien, estaba muy preocupada.
Sus palabras golpearon un nervio en el otro reploide, y éste giró sus ojos verdes hacia ella para encararla. – ¿En serio? – inquirió él, aunque su tono no era de intriga o agradecimiento. Más bien, había una sensación fría, casi antinaturalmente escéptica, en sus palabras.
Un pozo frío empezó a formarse en el estómago de la sirena. – Bueno... no estabas exactamente moribundo, pero quedaste realmente maltrecho con la... – Se detuvo, ya que la imagen del arma que sostenía, lanzando ese disparo que lo dejó temporalmente incapacitado volvía a destellar en su mente cada vez que intentaba apartarla. – ¿Cómo te sientes ahora?
X hizo una pausa, dándose cuenta que, a pesar de que no estaba exactamente en la mejor de las formas antes, ahora al parecer su armadura y carcasa externas habían sido reparadas hasta cierto punto. – Tú... ¿hiciste esto? – le preguntó.
– Oh, uh, s-sí. – confirmó Marty. – Antes estuve en una unidad de rescate después de todo, así que conozco algo de primeros auxilios tanto para humanos como para reploides.
X no dijo nada al principio, ya que sólo evaluaba su cuerpo para estudiar u ver si trabajo. Finalmente decidió hablar, aunque lo que le dijo no era exactamente lo que ella quería escuchar. – Bueno, supongo que al menos sobre eso sí fuiste honesta.
La androide subacuática rubi se quedó rígida, y murmuró avergonzada: – Lo siento. Yo... no tenía idea de que él había preparado esa pistola para que...
– Ese no es el problema. – interrumpió X. – Por supuesto que Octopus haría eso. Lo que quiero decir es por qué tú... – se detuvo. – Ya no importa. No tiene importancia en este momento, en última instancia.
Suspiró, ya que sus preguntas no hacían más que debilitarlo, dándose cuenta que no le darían más respuestas o que en realidad ya las sabía. Marty se mordió el labio.
– ¿Sabes hacia dónde se fue?
Al oír la pregunta de X, primero se sintió esperanzada, pero al ver su expresión totalmente estoica y seria, se dio cuenta que ya había agotado cualquier beneficio de la duda que podría haberle dado antes. Y lo más doloroso de todo, era que toda la culpa recaía en sus propios hombros.
Aun así, ella le respondió. Era lo menos que podía hacer en ese momento. – El pulpo que se cree alto y guapo dijo que ahora que ya se había encargado de ti, se ocuparía del otro sujeto de interés.
X arqueó sus cejas. – ¿El otro sujeto?
Marty asintió, percibiendo que estaba tomando sus palabras con un mayor grado de suspicacia. – No entiendo del todo a lo que se refiere. – confesó. – Pero también mencionó algo sobre cómo tú y este otro sujeto, sea quien sea, siempre están juntos, y que estaría "mal" que no se los llevaran juntos a Sigma.
¿Mal? ¿Siempre juntos?
X se quedó pensando en estos detalles, y su CPU recordó cada evento relacionado a esos sentimientos en particular, al igual que los de Launch Octopus. No pasó mucho antes que cierto Hunter rojo viniera a su mente, con su cabellera rubia y larga danzando ligeramente en el viento. – ¿Cuándo se fue? – le preguntó a Marty, levantándose a pesar de que todavía tenía algo de ardor por el disparo que había recibido.
– No hace mucho. – respondió la sirena. – Pero si quieres alcanzarlo, necesitarás algo de velocidad adicional.
– ¿A qué te refieres? – cuestionó el Hunter azul.
– Sólo digamos que Octopus cogió un aventón fuera de aquí, gracias a uno de los mecaniloides que estaban almacenados en la base, que originalmente estaban destinados a ser unidades de vigilancia para escanear los arrecifes allá abajo. – explicó Marty. – Ya se llevó el primero, pero queda uno más en las reservas del edificio. Puedo llevarte allá para que lo enciendas y... – Sus palabras se detuvieron al notar la expresión de X. – ¿Qué?
El otro reploide la miró, casi como si fuese una extraña para él. – Qué conveniente que sepas de una forma de alcanzarlo, ¿verdad?
Un suspiro se escapó de los labios de la unidad acuática. – No confías en mí, lo entiendo. Francamente, yo tampoco confiaría en mí. Pero ese otro sujeto de interés muy probablemente no tiene idea de que alguien vendrá a buscarlo. En este momento, me necesitas.
El silencio se apoderó de ambos nuevamente, con la cámara de belleza rodeándolos. Finalmente, X terminó cediendo. – ... de acuerdo. Llévame hasta allá.
– Muy bien. – respondió Mary al parecer poniendo toda su concentración en mostrarle los sectores inferiores del edificio. Se dirigió hacia la salida del piso superior, girándose para verificar que él la estaba siguiendo. – Sígueme. Luego de esto, te juro que voy a...
– Luego de esto... – X la cortó, con la voz muy tensa y frustrada, pero no enfadada. Más bien, sólo irradiaba una decepción llena de amargura, y de sentirse herido. – Yo...
Al empezar a hablar, sintió como si hacer lo que había que hacer, por necesario que fuera, hubiera sido tan doloroso como todas aquellas veces antes.
– Creo que lo mejor es que vayamos por caminos separados.
Esta historia continuará...
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