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Riesgos eléctricos


¿Sabría alguien ya que estaba aquí?

X se quedó pensando en esto, pues en cuanto puso un pie en la planta de energía, las luces y componentes funcionales adentro se desactivaron, dejando al reploide de azul y blanco en completa oscuridad. Dio algunos pasos dudosos hacia adelante, haciendo eco con sus pisadas por todo el edificio. ¿Sería el único aquí dentro? Y si lo era, ¿entonces qué, o quién estaba detrás de toda la actividad que acababa de ver?

Antes de avanzar un poco más, X decidió que sería más conveniente contactar a Trinity y pedir detalles de lo que estaba pasando.

– Trinity, habla X. – dijo el reploide azul a la navegadora pelirrosa. – ¿Puedes oírme?

Si querías hablar con Trinity, siento decirte que no. – Una voz femenina diferente pero familiar le respondió a X. – Pero yo puedo oírte claramente.

X se sorprendió un poco de lo que acababa de escuchar. – ¿Ai? ¿Qué estás haciendo allá? – preguntó en voz alta.

No pienso quedarme en la cama todo el día, X. – le dijo la navegadora rubia al Hunter. – Quiero hacer todo lo que pueda para ayudar. Y creo que puedo manejar sentarme en una silla para guiarte. Trinity ya me alertó de la situación, así que ya estoy al tanto de que decidiste continuar con la investigación de Zero.

Oh, ¿lo tienes en línea? – Otra voz muy reconocible sonó por el enlace de comunicación, sorprendiendo a X todavía más.

– ¿Roll? – preguntó. – ¿Tú también estás allí?

¡Hola! – saludó Roll a su hermano. – También estoy participando en guiarte por este lugar.

No, sólo estás observando. – le dijo Ai a la otra rubia, antes de volver su atención hacia X. – Como sea, ya que insistes en tomar control de esta misión por alguna razón – Ai estaba expresando muy abiertamente su confusión – Zero decidió asignarme para asegurarme de que no termines metiéndote en problemas o muerto.

– ¡Hey, soy perfectamente capaz de cumplir con mis deberes como Hunter! – replicó X.

¿Y aun así apenas te salvaste de ser exterminado por Chill Penguin hace unas horas? – le dijo Ai. – Porque todos saben de tus capacidades. Pero eso no significa nada si no sabes siquiera cómo utilizar sus habilidades.

X se quedó en silencio por unos momentos, asimilando las palabras de Ai. Cierto, por incómodo que le fuera admitirlo, tenía razón. Él seguía aquí por pura suerte, y por la contribución de Marth. Y desafortunadamente, dicha contribución tuvo un costo terrible.

¿X? – le preguntó Roll a su hermano, sacándolo de sus pensamientos.

– ¿Hm? Oh, sí, te escucho fuerte y claro, Roll. – contestó a su hermana.

Hey, se supone que debes responderme a mí, ¿recuerdas? – intervino Ai. – Yo soy la navegadora aquí. Ahora, ¿cuál es tu situación actual?

X miró a su alrededor, esperando unos momentos para ver si la energía volvería. No lo hizo. – Hasta ahora, todo parece estar muerto. Apenas hace un momento estaba tan brillante como el día, y al siguiente, todo se oscureció. – le explicó a Ai.

Cuartel general subterráneo...

– Hm. – Ai se quedó pensando en las palabras de X desde su asiento. Roll estaba parada a pocos centímetros, observando el monitor individualizado en el panel de control. La navegadora rubia empezó a reflexionar en voz alta. – Espera, veré si puedo sacar el esquema completo. Puede que los tengamos en alguna parte de nuestros sistemas, así podré indicarte dónde se encuentra el generador.

Suena bien. – respondió X desde su ubicación actual. Su voz resonaba desde los auriculares de Ai. Roll apenas tenía permitido escuchar gracias al receptor que acababa de ponerse en su unidad auditiva izquiera. – Cuando estés lista.

– De acuerdo, aguarda un momento. – respondió Ai, con sus dedos operando el teclado a una velocidad casi imposible. Roll estaba bastante sorprendida tanto de la velocidad como la destreza de los dedos de la navegadora. Casi estaba a punto de hablar, pero decidió no interrumpir el trabajo de la otra reploide, enfocando su atención tanto en los susodichos dedos como en la data que aparecía en el monitor. Y tras algunos toques más en el teclado, apareció un esquema detallado de la estructura del edificio donde X se encontraba en ese momento. – ¡Muy bien, esta es un área a la que tenemos acceso!

– ¿Qué quieres decir? – cuestionó Roll. – Si puedo preguntar, ya que estás ocupada.

– Los Maverick Hunters tenemos acceso a los planos de cada edificio en la ciudad, y de toda la isla. – explicó la navegadora de rojo y blanco. – Pero desde la traición de Sigma, muchas de esas áreas han sido ocupadas por las fuerzas enemigas. Por suerte, todavía tenemos acceso a muchos de los planos de cada piso y las estructuras de dichas áreas, pero no podemos saber con exactitud qué habrá cambiado sin testigos visuales.

– Entonces ¿no puedes simplemente decirle a X dónde tiene que ir? – cuestionó Roll.

– La mayor parte del tiempo, no. Pero esta es una rara ocasión donde sí sé a dónde tenemos que ir. – dijo la otra reploide rubia, antes de ajustarse el micrófono de su unidad auditiva. – De acuerdo, ya tengo los planos esquemáticos completos de la planta de energía. El generador se localiza en el piso inferior del complejo. En cuanto a lo que te enfrentarás allí, mucho menos quién está detrás de la actividad errática, dependerá de ti encargarte.

Planta de energía...

No creo que necesite decirte que te mantengas alerta en todo momento. – le advirtió Ai al Hunter azul.

– No, claro que no. – respondió X. – Tendré cuidado.

Eso ya lo veremos. Entretanto, deberías empezar a adentrarte en el lugar. Tendrás que abrirte paso para llegar a los niveles inferiores, por lo que parece. – dijo Ai, observando el esquema de la planta de energía frente a ella.

– Entendido. Voy a entrar de inmediato. – respondió X, avanzando algunos pasos.

Oh, y otra cosa, X. – dijo Ai antes de dejarle continuar por su cuenta. – Zero espera que vuelvas con vida, así que más te vale no decepcionarlo.

– No lo haré, lo prometo. – respondió X.

Bien. No le servirás a nadie estando muerto. – Ai hizo una breve pausa. – Seguiremos en contacto. Ai fuera.

Cuartel general subterráneo...

– ¿Era necesario que fueras tan dura con él? – le preguntó Roll a la otra reploide. – Se está esforzando lo mejor que puede.

– Hacer lo mejor que puede casi ha hecho que lo maten. – respondió Ai. – Múltiples veces, me permito agregar.

Roll se encontró incapaz de refutarle. Aunque ella alabaría a su hermano enfrente de todos los que se atrevían a dudar de él, la reploide sería muy deshonesta si dijera que las palabras de Ai no eran válidas.

– Entonces, sí te importa. – dijo Roll con una sonrisa tímida. – Y eso que todos me dijeron que eras una reina del hielo.

– Y tienen razón. Sé que no es el enfoque más cálido, pero es necesario, especialmente para esta línea de trabajo. – respondió Ai. Luego hizo una ligera pausa, pues quería mantener esta conversación entre ella y Roll. – Aunque dependan de ti, los humanos son los que deciden si te reemplazan o no con un modelo más nuevo.

Roll no dijo nada, pero no tardó mucho en entender lo que Ai quería decir. Y hasta cierto punto, podía empatizar con ella. Pero decidió cambiar el tema.

– Dime algo, si puedo preguntar, ¿qué se necesita para ser una navegadora?

– ¿Hm? – Ai se giró del monitor, observando el esquema de la planta de energía. – ¿Por qué? ¿Debo asumir que estás interesada?

– ¿Soy así de transparente? – preguntó Roll, algo avergonzada. – Ya sé que no es un momento muy oportuno, pero si tal vez puede beneficiarlos, me gustaría contribuir de cualquier manera que sea posible.

– Considerando que no tienes entrenamiento, y que no fuiste construida para ese propósito, no sé si haya tiempo para prepararte para ese rol. – le dijo Ai a la otra rubia que parecía algo decepcionada. – Sin embargo, necesito ir a que me inspeccionen cada pocas horas, para verificar que mis sistemas sigan funcionando en lugares apropiadas. Durante ese tiempo... puede que necesite un asistente.

Las palabras de Ai captaron la atención de Roll, que se giró para verla con los ojos brillándole por la sugerencia.

– ¡Ah, grandioso! ¡Fantástico, incluso! – declaró. – Oh, probablemente deba ir a buscar a Chiyo. Tal vez ella sepa una cosa o dos sobre lo que está sucediendo.

– ¿Quieres decir, ayudarnos con esto? – cuestionó Ai, señalando al micrófono que tenía en su unidad auditiva. – Ella es humana, ¿qué podría hacer?

– Ella fue quien te entregó esos registros, ¿no? – le dijo Roll a la otra mujer mecánica. – Y aunque tal vez no lo demuestre mucho, es bastante hábil con las máquinas.

– Hm, bien. – dijo Ai. – Tráela aquí si quieres. Pero si nos empieza a estorbar, volverá a su habitación.

– De acuerdo. – Roll se giró de nuevo en la dirección del pequeño espacio que le habían apartado a Chiyo. Ai volvió a su trabajo de guiar a X por la planta de energía, viendo que acababa de entrar en el segundo piso.

– Muy bien. – le dijo mientras reestablecía la conexión entre ambos. – Entonces, ¿las luces están encendiéndose y apagándose de manera errática?

Antes que X pudiera responderle, Ai escuchó pisadas frenéticas detrás de ella, y se giró para ver que Roll venía corriendo hacia ella a toda prisa.

– Whoa, ¿qué te pasa? – le preguntó, y notó que la cara de la otra rubia estaba repleta de preocupación y terror.

– Chiyo... – dijo Roll, con sus ojos turquesas muy abiertos. – ¡Se ha ido!

Calles de Abel City...

– De acuerdo, ¿en qué dirección van los grupos? – le preguntó Zero a Trinity. Él y su equipo estaban de vuelta en la oscura y destruida, pero todavía en pie metrópolis que solía ser Abel City.

Tanto el grupo de humanos y los mecaniloides aglomerándose se dirigen hacia la parte oeste de la ciudad, específicamente la pequeña región exterior localizada no muy lejos del faro de la isla. –reportóTrinity.

Firefly levantó una ceja debajo de su casco, sorprendido de lo que acababa de oír de la androide pelirrosa. – ¿El faro? ¿Qué hay de especial con ese lugar? – Seguro, era una de las pocas cosas que menos daño recibieron de los misiles debido a su ubicación, pero por qué sería un lugar de interés, el Hunter verde no tenía idea.

Sólo es una teoría. – respondió Trinity. – Pero es posible que los humanos tengan la intención de activar la baliza y enviar un mensaje hacia la tierra principal. Específicamente a Arcadia.

Firefly se congeló. – Pero espera, ¿eso no violaría las condiciones que Sigma nos colocó? Bastardo. – gruñó entre dientes.

Es difícil saberlo, ya que técnicamente no seríamos responsables si el mensaje no lo enviáramos nosotros. – aclaró la navegadora pelirrosa. – Sin embargo, no se me haría extraño si Sigma decidiera echar esto sobre nuestros hombros. Después de todo, se supone que debemos mantener un ojo en la población humana que reside aquí.

Zero se quedó en silencio, procesando las palabras de Trinity. Efectivamente, si se activaba la baliza, la gente en la tierra principal sabría que todavía había almas vivas en la isla. Pero ¿sería algo que Sigma contaría en su contra? Y si lo era, el Hunter rojo no tendría problemas en creer que Sigma llevaría a cabo sus amenazas.

– ¿Y bien, Comandante? – preguntó uno de los hombres de Zero. – ¿Usted qué propone que hagamos?

Zero se quedó pensativo, sopesando sus opciones. Había varios factores desconocidos en el aire, pero en ese momento, el prospecto de lo que podría suceder superaba a todo lo demás. Si este giro de acontecimientos significaba potencialmente su muerte, entonces los esfuerzos de los humanos debían ser detenidos a toda costa. Y fue entonces que Zero se dio cuenta de lo que esto significaba: interacción con los creadores de carne y hueso de los reploides.

Bueno, no sus creadores, ya que Zero les dejó muy claro que no le pertenecía a nadie. Al ver que sus hombres aguardaban una respuesta, estuvo a punto de hablar, pero se detuvo al escuchar un pequeño sonido en la distancia.

– ¿Hm? – Se giró hacia la fuente, mirando hacia la esquina de un edificio cercano con suspicacia.

– ¿Comandante? – cuestionó Firefly con curiosidad. – ¿Qué sucede?

– Shh. – le dijo Zero a Firefly, señalándoles tanto a él como al resto del escuadrón que se quedaran en silencio. – Esperen aquí.

De inmediato se dirigió hacia el área de interés. Los ojos del Hunter azul observaron la estructura, dañada pero todavía en pie, antes de girar en una esquina donde comenzaba un callejón, tratando de espiar por si podía detectar algún detalle inusual que le alertase de la presencia de alguien. Y efectivamente, tras una inspección cuidadosa, Zero dedujo que había una figura ocultándose en las sombras. Sacó su buster para que la figura lo viese, y al hacerlo el Hunter rojo notó que la silueta retrocedía. Pero a pesar de su miedo, parecía también tener un arma consigo. Un arma muy familiar que había visto antes.

– De acuerdo, sal de una vez. – le advirtió Zero a la figura. – Sabes que no tienes oportunidad contra mí, así que sería mejor dar la cara.

La figura no habló ni dio respuesta, quedándose allí por un breve instante. Ultimadamente, sin embargo, pareció aceptar la declaración de Zero como un hecho y se aproximó, todavía sosteniendo su arma. El Hunter rojo tenía sus sospechas, pero aun así se sorprendió de ver quién había emergido desde las sombras.

Su cabello era tan negro como la noche, así que quizás acechar desde las sombras era apropiado para ella.

Planta de energía...

Las luces habían vuelto a apagarse, dejando a X en completa a oscuridad. Dado que prefería viajar en momentos cuando el entorno estaba iluminado, el reploide azul y blanco contactó a Ai, reportándole la continua inestabilidad de la electricidad en el edificio.

Es decir, ¿es una fluctuación constante? – preguntó Ai.

– Así parece. – respondió X, todavía esperando a que las luces se reactivaran. Luego empezó a pensar en voz alta. – Aunque, lo que me pregunto ahora es quién podría ser responsable por esto. Es casi como si la electricidad estuviera siendo absorbida, y sólo logran escapar destellos muy breves.

Entonces, ¿estás sugiriendo que el culpable es alguien que consume enormes cantidades de energía?

– ¿Hay alguien así en nuestros registros? – preguntó X a la navegadora.

¿Y para qué querrías saberlo? – cuestionó Ai.

X se quedó en silencio al principio, sabiendo que probablemente no sería receptiva a su respuesta. – Yo... sólo quiero saberlo. Para ver si podemos razonar con él.

Ai no dijo nada al principio, pero expresó su frustración con un suspiro. – ¿Y cómo te resultó eso con Chill Penguin? Si Marth no pudo convencerlo, mucho menos ibas a hacerlo tú.

X bajó su cabeza. – Tal vez... pero ¿tenemos que juzgar a todos los demás del mismo modo?

Si eso significa restaurar el orden y detener a Sigma, tienes que estar preparado para tomar decisiones difíciles. – le dijoAi. – No creas ni por un segundo que tú eres el único que se lamenta de que esto haya sucedido. Todos hemos perdido algo por culpa de Sigma, e independientemente de quienesquiera que haya convencido de pasarse a su bando, tienen que ser detenidos. Tú ya sabes esto, así que entre más pronto lo aceptes, mejor.

X se quedó callado, incapaz de dar un argumento para refutar las palabras de Ai. Cierto, él no era el único que sentía las secuelas de la declaración de Sigma contra la humanidad, pero aun así eso no hacía que cumplir con su deber fuera más fácil.

En cuanto a tu pregunta, se me ocurren algunos candidatos. – dijo Ai, cambiando el tema y volviendo al asunto que debían atender. – Dos de los más probables serían los identificados como RN-EN y RN-SM.

– ¿RN-EN? – cuestionó X. Empezó a buscar por sus bancos de memoria, hasta coincidir los números seriales con nombres. – ¿Hablas de Volt Catfish?

Es una posibilidad. – respondió la navegadora rubia. – Su núcleo es en esencia un generador de alto poder, así que tendría sentido si viniera aquí para reunir más energía.

– ¡Pero Volt Catfish no es un Maverick! ¡Ni siquiera es un Hunter! – argumentó X. El reploide con forma de pez una vez proveyó a Abel City con energía durante días cuando un terrible tifón golpeó la isla artificial dejando a la gente atrapada por horas. No había sido encontrado desde el impacto de los misiles, así que ni X ni los demás estaban al tanto de su paradero.

Por supuesto, también está RN-SM, también conocido como Spark Mandrill. – continuó la navegadora de armadura roja. – Aunque he de suponer que no creerás que él pudiera tener algo que ver con esto tampoco.

X suspiró. – No es que no lo crea. – Miró hacia su buster. – Sólo sé que lo que vendrá a continuación si no podemos llegar a un acuerdo.

¿Qué acuerdo? Quienquiera que sea el responsable, tenemos que detenerlo. – le dijo Ai a X. – Y depende de nosotros lograrlo.

X estaba a punto de responderle a Ai con otra pregunta, pero se detuvo al sentir que no estaba solo. Como si respondiera a sus sospechas, un objeto pasó volando por encima de su cabeza sin apenas rozarle por centímetros gracias a que se agachó justo a tiempo.

– ¡¿Qué demo...?! – dijo X levantándose sobre sus rodillas, viendo el proyectil que casi lo había golpeado. – ¿Un Hotarion?

Los Hotarions eran mecaniloides que fueron construidos para iluminar áreas oscuras, así que su presencia aquí era comprensible. El único problema era que normalmente no eran agresivos, mucho menos iban a lanzarse contra cualquier cosa que se metiera en su camino a alta velocidad. El rastro de luz que emanaba desde su generador iluminaba el camino mientras avanzaba. X, usando al mecaniloide como una fuente de luz, observando donde caía la luz y notó una serie de figuras frente a él, pero no eran reploides.

Un par de Gun Volts al igual que otros mecaniloides programados para hacer guardia en la planta de energía se giraron para encarar a X, detectando al intruso y preparándose para disparar en cualquier momento.

En las calles de Abel City...

– ¿Tú? – preguntó Zero, cuestionándose si estaba viendo las cosas bien.

– Sí, yo. – respondió la joven mujer de cabello oscuro. Desde el callejón, ocultándose entre las sombras, Chiyo había emergido, con el prototipo del arma que había desarrollado en sus manos, aunque todavía no jalaba el gatillo. – ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que irías a la planta de energía.

– Cambio de planes. – respondió Zero. – Aunque eso no responde por qué estás aquí, mucho menos por qué pensaste que sería una buena idea venir aquí en primer lugar. – Cruzó sus brazos. – Si es que quieres ser una Hunter, eres demasiado blanda para eso.

– No es por eso que estoy aquí. – espetó Chiyo. – No habría salido si no tuviera que hacerlo.

– Entonces ¿por qué tienes que hacerlo? – cuestionó Zero.

Chiyo se mordió el labio. Estaba muy reacia a revelar los detalles al Hunter rubio, en quien no confiaba del todo. Su querido padre había escrito extensivamente sobre él, más que de los demás reploides, tal vez incluso más que de X. Y según lo que dijo, Sigma también había tomado un interés peculiar en él. Pero pese a sus reservas, parecía que no tenía más opciones que revelarle la razón por la cual se había puesto en peligro potencial.

– Poco después de que X se fue, vi a uno de los ojos espías en el cielo capturar un metraje de alguien arrastrando a un niño en esta dirección. – le respondió Chiyo a Zero. – Estaba... un poco lejos, pero se parecía a Kenichi.

– ¿Kenichi? – cuestionó Zero.

– El hermanito de Fumiko. – aclaró Chiyo. Luego se encogió de hombros. – No sé si fue ella quien lo arrastraba o alguien más. – Sus ojos de repente tomaron determinación. – Pero si alguno de ellos está aquí afuera, tengo que encontrarlos.

– ¿Y luego qué? ¿Crees que eres tú la que tiene que hacerlo? – le preguntó el Hunter rojo a la humana, que se quedó en silencio por un momento antes de poder conjurar una respuesta.

– Ustedes ya tienen sus manos llenas lidiando con Sigma, y los otros humanos o están muy asustados para salir, o tienen otros objetivos fuera de buscar a sus seres queridos. – replicó la chica de pelo oscuro. – Además, no es como que pueda ir y pedirle personalmente a alguien que los vaya a a buscar. No habrá nadie más que los busque. Por la forma que yo lo veo, puede que yo sea la única que sepa que todavía existen.

Zero se quedó callado, con sus hombres y Firefly reuniéndose a su alrededor para ver lo que estaba sucediendo.

– Hey, ¿no es la hija de Fujiwara? – preguntó Firefly. – ¿Qué está haciendo aquí?

– Dijo que vino aquí a buscar a un amigo. – le dijo Zero al motociclista verde. Luego volvió a mirar a Chiyo. – ¿Tengo razón?

Chiyo se sorprendió de la respuesta del reploide rojo, pero respondió con un asentimiento. Aun así, no se fiaba totalmente de él. Sabía que planeaba algo, ¿pero qué?

– Bueno, no puede quedarse aquí. – dijo uno de los hombres de Zero. – Hay que escoltarla de vuelta al cuartel general.

– No. – protestó Chiyo. – No me iré sin Fumiko o Kenichi.

– Tampoco podemos dejarte sola por allí. – dijo Zero. Tras pensarlo un momento, se giró hacia Firefly. – Llévala de vuelta, y asegúrate que la puerta de su cuarto quede cerrada hasta que volvamos.

No tenía tiempo para estar lidiando con ella, mucho menos con otros humanos en general. Firefly se encogió de hombros.

– Lo que usted diga, Comandante. – El reploide verde miró a la humana de pelo oscuro, aproximándosele. – Ok, súbete a mi moto, chica.

Chiyo siseó mentalmente. Le habían fastidiado el plan antes de comenzar. Pero entonces, por la esquina del ojo, vio una sombra corriendo cerca de las paredes de un edificio cercano. Una de esas sombras se parecía mucho a un niño pequeño tratando de seguir el paso.

– ¿Kenichi? – dijo Chiyo, permitiéndole crear una distracción momentánea cuando los Hunters miraron en la misma dirección. – ¡Fumiko!

Cierto, ellos también habían visto la sombra, pero esto le permitió a la humana escaparse de ellos, corriendo hacia la silueta oscura y desapareciendo en las sombras de nuevo.

– ¡Hey! ¡Vuelve aquí! – gritó Zero, corriendo hacia donde se fue la chica. Vio que su silueta desaparecía en la oscuridad, maldiciendo que lo engañaran tan fácilmente. – ¡Firefly! ¡Ve tras ella y llévala de regreso al cuartel general!

– ¡No hay problema! – respondió Firefly, montando en su moto y arrancando para tratar de detener a Chiyo en lo que seguramente sería un viaje hacia la destrucción.

– ¡El resto de ustedes, síganme! – ordenó Zero. – ¡Todavía tenemos algunos mecaniloides que atrapar!

– ¡Sí señor! – respondió el resto del escuadrón, siguiendo a su líder rojo, cuya larga coleta ondeaba tras de sí.

Pronto comenzaron a caer gotas de agua desde el cielo, al principio de manera escasa, pero luego comenzaron a incrementarse. Pronto se convirtió en un diluvio, y en poco tiempo, los brillantes destellos de los relámpagos comenzaron a verse en las oscuras nubes, proveyendo una de las pocas fuentes de luz en la oscura ciudad. Los truenos hicieron eco por el área demolida de lo que una vez fue una exitosa y lucrativa metrópolis, como si le advirtiera a Zero y su equipo que no se acercaran más, pero el Hunter rojo y sus hombres persistieron. Tenían que cumplir con su misión, tanto por los humanos como por sí mismos. Ya que, aunque ellos no lo supieran, los tontos que se dirigían hacia el faro bien podría causarles la perdición a todos ellos.

Por supuesto, eso significaba que potencialmente tendría que lidiar con los humanos, un prospecto que no le agradaba mucho a Zero. De hecho, le hacía desear haber insistido más en que X se ocupase de esto en su lugar. Él al menos sabía cómo interactuar con sus creadores de carne y hueso. ¿Zero? No mucho.

De cualquier manera, el deber llamaba, y lo llevaría a cabo le gustase o no. Y en efecto, los humanos eran una cosa que no le gustaba particularmente.

Planta de energía...

Un misil salió disparado en su dirección. X logró rodar hacia un lado, evadiéndolo justo a tiempo antes de lanzar un disparo cargado al Gun Volt responsable. El disparo le dio de lleno en el pecho al mecaniloide y lo envió a estrellarse contra otro de sus colegas. Activando los misiles para al menos defenderse, el otro Gun Volt apenas logró volarse a sí mismo y a su aliado en pedazos. Usando esta oportunidad, X se agachó debajo del humo y avanzó rápidamente, haciendo uso de su recientemente adquirida mejora.

Desafortunadamente, no llegó muy lejos. Vio muchos más Gun Volts frente a él, que parecían estar mejor preparados que sus colegas caídos. X estuvo a punto de disparar, pero su cuerpo de repente fue recorrido por un agonizante choque de electricidad, enviando la corriente por todo su cuerpo en un segundo y sintiendo que le freían los circuitos internos desde sus botas hasta el casco. Pero cuando ese segundo terminó, se encontró de rodillas, con sus sistemas tratando de asimilar la intensa subida de corriente que había sufrido.

– Así que el piso está electrificado. – observó X, al ver la causa de esa experiencia electrizante. – En ese caso, tendré que buscar otro lugar por donde viajar.

¿Pero hacia dónde? Sus ojos verdes se fijaron en las paredes, notando que los electrodos no parecían estar activos. Aprovechando la oportunidad, uno de los Gun Volts liberó una descarga de misiles en la dirección del Hunter azul, esperando acabar con él para eliminar la amenaza. Pero fue en ese momento que X saltó y dio una patada contra la pared izquierda, saltando fuera de la superficie e impulsándose hacia la derecha. Repitió el patrón hasta que pudo ponerse por encima del grupo de Gun Volts y con una última patada, saltó sobre ellos. Y al aterrizar, sin perder tiempo liberó toda la energía acumulada que tenía en su buster.

Tras encargarse del grupo, X continuó su camino, por suerte llegando algo de suelo que no tenía electrodos encendidos en el suelo. El hunter observó sus alrededores.

– Hm... la verdad es que no quiero considerar las sugerencias de Ai. – se dijo X a sí mismo, viendo una escalera de mano a poca distancia. – Aun así, me pregunto quién será el responsable de todo esto.

Mientras bajaba por ella, el Hunter no tenía idea de que una cámara oculta estaba vigilando cada uno de sus movimientos. Y presentando dichos movimientos al que observaba el metraje. La figura escondida en la oscuridad de la masiva cámara en donde residía observaba cómo el reploide más pequeño avanzaba a través del edificio, completamente ignorante de que estaba siendo vigilado.

– Hm, parece que tendré que hacer algo de trabajo después de todo. – murmuró, tomándose un momento para meterse otro cristal de energía en su boca, específicamente un pequeño racimo cristalizado que los reploides llamaban dulce de energon. Luego, sus dientes afilados aplastaron la pequeña fuente de energía en su boca. – Pero tal vez no. Pronto llegará al cuarto donde está el arma secreta.

Las luces momentáneamente destellaron de nuevo en la enorme cámara, revelando su forma sólo por un breve momento antes que la oscuridad volviera a apoderarse del espacio confinado.

– Una vez que esa cosa se encargue de él, ¡podré tener toda la electricidad que quiera!

En efecto, aunque X no lo sabía, se aproximaba a algo muy peligroso. Algo oculto de los ojos curiosos en lo profundo de un laboratorio cerrado y que no sería liberado ante el mundo.

Hasta ahora.

Esta historia continuará...

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