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Preludio antes del viaje


Sus ojos verdes de abrieron de par en par de golpe, lanzando un grito ahogado al levantarse de su cápsula. Al ajustar su visión, X se dio cuenta que estaba de vuelta en la Base Hunter, situado en una cápsula donde todo a su alrededor parecía normal. Excepto por el hecho de que todos a su alrededor parecían haber desaparecido.

Levantándose de su lugar de descanso, el reploide azul echó un vistazo a su alrededor, en alerta y con su buster listo. Pero mientras viajaba por los pasillos y a través del edificio, X concluyó que estaba totalmente solo en el cuartel general.

Al llegar a la entrada, X salió del edificio y vio que, para su confusión, todo estaba en el mismo estado que antes del anuncio de Sigma. Humanos y reploides seguían ocupándose de sus asuntos por las calles de Abel City, sin que nada estuviera mal o fuera de lugar. Aun así, X se sentía intranquilo, como si algo problemático estuviese cocinándose debajo de la ciudad. Intentó buscar rostros familiares entre las multitudes que lo rodeaban, pero no encontró señal de nadie. No había rastro de Zero, Roll, Chiyo, ¡o ni siquiera del Dr. Cain! Nadie del cuartel general tampoco, ¡todos alrededor de X eran extraños!

– ¿Disculpen? – dijo tratando de atraer la atención de alguien. – ¿Disculpe, señor? ¿Señora?

Todos lo estaban ignorando. X estaba a punto de ver hacia otra parte, tratando de averiguar qué estaba sucediendo, pero entonces, sintió una mano agarrándole la suya.

– ¿Huh?

– Parece estar perdido, señor. – observó un pequeño niño, cuyos ojos azules miraban intensamente los verdes de X. – Pero si es como yo, siempre se sentirá un poco fuera de lugar.

– ¿A qué te refieres? ¿Quién eres tú? – cuestionó X.

Se arrodilló para ponerse al nivel del niño, estudiando su apariencia. Era un niño bastante joven, posiblemente alrededor de los diez u once años, y su cabello era de un castaño oscuro algo salvaje y desordenado. Sus ojos eran enormes y azules, y llevaba una camiseta azul y blanca con el número 23 en ella, con texto azul y fuente cuadriculada, shorts de color beige, y un par de zapatillas deportivas naranjas con medias blancas en sus pies.

El niño guardó silencio al principio, mirando a su alrededor la masa de humanos y formas de vida mecánicas. – Ha comenzado de nuevo. Sólo que esta vez, no hay humanos detrás de ello. Las máquinas pueden hablar por sí mismas ahora.

– ¿Qué quieres decir? – X estaba confuso. ¿Quién era este niño?

– Las cosas nunca volverán a ser iguales. – le dijo el niño al reploide más alto. – Las cosas nunca podrán volver a ser como antes, aunque muchos quieran que así sea. – continuó tras un momento, aumentando más la confusión de X. – Desde que el Dr. Light creó al primer robot, muchas cosas se han puesto en marcha. Aunque él jamás hubiera podido predecirlo, los humanos y las máquinas sentirán los efectos de una batalla de voluntades siglos después de que los dos hombres que la iniciaron hayan muerto.

– ¿Siglos después? – preguntó X. – ¿De qué estás...? ¡H-hey! ¡Espera!

Se vio interrumpido cuando el niño salió corriendo de repente. Estuvo a punto de seguirlo cuando de repente sintió un intenso escalofrío bajarle por toda la espalda, deteniéndose en seco. No entendía por qué, si eran sus sistemas lógicos actuando o si era alguna clase de "instinto" humano, pero X sentía que algo andaba mal.

Y entonces, notó una pequeña multitud reuniéndose alrededor del borde de la estación que conectaba Abel City y Arcadia. ¿Qué estaba sucediendo?

Su respuesta vino cuando llegó al borde de la estación, mirando hacia el agua que había abajo, para ver un montón de figuras nadando hacia tierra firme.

En efecto, allá abajo, docenas de reploides desaparecían bajo el agua como si hubieran decidido nadar hacia la tierra principal, algunas caras que X reconocía y otras que nunca había visto. No tenía idea de lo que estaba pasando, mucho menos por qué de repente sintió como si algo horrible acabara de suceder. Así que, sin una palabra o sin siquiera mirar, saltó sobre la baranda y abordó uno de los transportes, cerrando la puerta tras de sí y el vehículo se puso en marcha hacia Arcadia.

Mientras viajaba, los ojos verdes de X observaban hacia abajo, en busca de cualquier señal de aquellos que habían entrado en el agua moviéndose, incluso aunque era demasiado profundo para ver algo. Eventualmente, después de un largo rato, X llegó hasta la Ciudad Blanca, pero para su shock, vio que el sol comenzaba a ponerse.

– "¿Tan pronto?" – pensó, empezando a sentir pánico. – "Oh no, ¡tal vez llegué demasiado tarde!"

Saliendo del transporte a toda prisa, X corrió por las calles de la aún activa ciudad, a punto de advertir a todos de la terrible oleada que venía por ellos. Pero antes de poder decir una sola palabra, escuchó un fuerte y atronador sonido detrás de él. Girándose, el reploide azul vio los misiles que Sigma había lanzado ya cayendo hacia Abel City. En cuanto se dio cuenta, X alargó la mano en un vano esfuerzo por intentar detenerlo, pero no había nada que pudiera hacer. La metrópolis en la isla se vio consumida en una bola de fuego, y la onda de choque de las explosiones sacudió toda Arcadia.

Las olas del océano golpearon en la costa de la ciudad, causando ligeras inundaciones en las áreas cercanas, pero mientras el sol se ponía y el cielo se obscurecía, las siluetas que estaban nadando desde Abel City emergieron desde el agua. Solo que ya no eran formas de vida totalmente mecánicas. En lugar de eso, los reploides que aparecieron en tierra habían cambiado de apariencia; eran fusiones distorsionadas de carne y metal. Criaturas imposibles de identificar con garras, dientes, armas injertadas en sus brazos y otras extremidades, y ojos, demasiados ojos. X observó mientras se dirigían hacia la ciudad, inseguro de lo que serían esos seres, pero estaba listo para disparar.

Pero, en lugar de combatir contra él, los reploides fusionados con escamas, aletas, parches de pelo, piel y carne de colores antinaturales lo pasaron de largo, confirmando lo peor. Y entonces, los híbridos de animales mecánicos soltaron toda su furia contra los residentes de Arcadia. Alrededor de X, reploides, humanoides o animales, fueron acuchillados, abatidos a disparos, destrozados en pedazos mientras las perturbadoras combinaciones de carne y metal avanzaban por la ciudad. El reploide azul observó todo con horror, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Tanto así que comenzaba a cuestionarse si era real, pero pronto se volvió aparente que había vidas en peligro, y que tenía que actuar.

Al ver a una de las criaturas deformadas, X apuntó con su buster y disparó, golpeando la extraña forma de un león mezclado con otras criaturas depredadoras. Esta acción atrajo la atención del monstruo, y la bestia acuchilló con sus garras en la dirección de X. Éste disparó de nuevo, y la ráfaga cargada atravesó al (¿)Maverick(?) con sorprendente facilidad. La criatura cayó al suelo, y una vez que X vio que se quedó quieto, fue a ver a la pobre alma a la que estaba atacando.

Y fue entonces cuando otra imagen horrible apareció frente a él.

En lugar de un reploide, X vio el cuerpo mutilado de una humana, una joven mujer con cabello corto y gafas, cubierto de enormes cortaduras que goteaban sangre, su ropa hecha jirones en varios lugares y destrozada por completo. La imagen de la chica muerta, especialmente ante un final tan terrible, dejó a X sin poder hablar, y al verla más de cerca, reconoció el cadáver de la humana. El cabello corto, las gafas, la expresión suave en su rostro, incluso en la muerte. Una que su amiga nunca tuvo.

– ¿Fumiko? – preguntó X, todavía perplejo ante su descubrimiento.

Al decir eso, se giró para darse cuenta que estaba muy lejos de ser la única. Dondequiera que mirase, humanos estaban siendo asesinados a sangre fría. X perdió todos sus sentidos; los ruidos incesantes, la combinación de gritos angustiosos por ayuda y rugidos mezclados con risas ante la destrucción y la matanza. Destellos rojos cegaron la visión de X; reploides y humanos por igual se volvían poco más que siluetas negras riéndose o gritando de terror.

Entonces, todo se puso oscuro. X quedó atrapado en un abismo negro, incapaz de moverse. La repentina parálisis lo hizo sentir pánico al principio, pero entonces, oyó la voz del niño que vio antes hablándole.

– Las ruedas del destino están en movimiento, pero el futuro aún no está escrito. – le dijo X, dándose cuenta que podía moverse de nuevo. – Este es sólo un futuro posible, pero tú puedes llevar las cosas hacia una dirección diferente.

Aunque X no podía ver, comenzó a alargar la mano, tratando de llegar a ciegas al que le estaba hablando. – ¿Quién... quién eres?

De repente, sintió que una mano agarraba la suya. El agarre era firme pero gentil, proveniente de una mano más pequeña que la suya. – Iniciar nunca es fácil, especialmente cuando es así. – dijo la voz. – Pero creo que puedo contar contigo para encargarte de todo a partir de ahora.

¿Encargarse de todo? ¿Qué quería decir con eso? X abrió la boca para hablar, pero se vio interrumpido por otra voz. Una que sonaba muy distante, pero familiar.

– ¿Ya está despertando? – preguntaba una voz femenina. ¿Era Roll?

– Eso creo. Pero puede que sea demasiado pronto para saberlo. – ¿Ese era Zero?

X sintió que el niño le soltaba la mano. – Sólo recuerda, el potencial es ilimitado. – Su voz comenzaba a sonar cada vez más distante. – Pero tú decidirás cómo utilizarlo, X.

– X... X...

– ¡X!

Lento pero seguro, los ojos verdes de X se fueron abriendo, y la visión de unas baldosas púrpura-grisáceas sobre él le alertaron que no se encontraba en el cuartel general. En lugar de eso, estaba en una cápsula, con varios cables conectados a sus audio-receptores, monitoreando las ondas de su procesador y capacidades funcionales. X trató de moverse, pero se dio cuenta que había cordones restringiéndole a dónde podía ir. Parecían también estar en medio de procesar información de su CPU.

– Bueno, al fin respondes. Eso está bien, muy bien. – El Hunter azul se giró para ver a una Unidad Lifesaver sobre la cápsula, observándolo. – Considerando el daño que sufriste, estamos chequeando cualquier signo potencial de contaminación o infección.

– ¿In-infección? – X de pronto se ahogó, sintiendo una chispa de dolor en su pecho.

– Estuviste en proximidad con varios Mavericks hace dos días, así que tenemos que hacer chequeos por cualquier signo de síntomas potenciales de un virus. – dijo el Lifesaver. – Y aunque así sea, por el momento sólo es una teoría.

Un momento; X se acababa de dar cuenta de lo que el reploide médico acababa de decir. – ¡¿Dos días?! ¡¿He estado aquí durante dos días?! ¡GAH! – gruñó, cuando el dolor de su pecho volvió a resonar.

– Sí, y fuiste muy afortunado. – le dijo el Lifesaver al Hunter. – Tu cavidad torácica fue estaba aplastada cuando Zero te trajo aquí. Un poco más de presión, y tu núcleo habría quedado reducido a poco más que una lata de conservas.

– ¡¿Zero?! – X estuvo a punto de volver a levantarse, pero la mano del Lifesaver lo mantuvo en su lugar. – ¿En dónde está? ¿Dónde está Roll? ¿El Dr. Cain? ¿Chiyo?

El reploide médico verde y blanco suspiró. – Zero se encuentra en la sala principal de este pequeño cuartel general fuera de casa. En cuanto a Roll, ¿quién era ella de nuevo?

– Cabello rubio, lazo verde, falda roja. – la describió X. – ¿La viste en alguna parte?

– Tal vez. – dijo el Lifesaver, sin confirmar ni negar que la había vista. En realidad no estaba seguro, ya que no estaba al tanto de que X tuviese una "hermana". Luego procedió a continuar. – En cuanto a la hija de Fujiwara, también está aquí. Escuché que una reploide se está quedando junto con ella, pero en general ha estado evitando a todos los demás. En cuanto al Dr. Cain... – el Lifesaver hizo una pausa – ... todavía no lo han encontrado.

X apretó los labios. – Entonces es verdad. ¿Se lo han...?

El médico asintió. – Así parece. Aun así, si ese es el caso, entonces al menos sigue con vida. – Le puso la mano otra vez en el pecho a X. – Pero no es algo que deba preocuparte en este momento. Puedes ocuparte de ello cuando estés totalmente reparado, y tus sistemas hayan pasado la inspección.

X trató de levantarse, pese al dolor que sentía en su núcleo. En efecto, Vile le había dejado una buena marca, todo por su estupidez. – Pero...

– Descansa. – le ordenó el Lifesaver. – Deberías estar listo para salir en la mañana.

Y con eso, se dirigió hacia otros reploides que estaban siendo reparados, ya fuese por heridas recientes o por haberlas sufrido en el enfrentamiento contra los Mavericks dos días antes.

Con poco más que hacer y escasas opciones, X se resignó a permanecer tendido en la cápsula mientras la máquina escaneaba sus sistemas, dejando que su cuerpo volviera a caer lentamente en un estado de calma y relajación. Su concentración y preocupaciones por los que había mencionado antes fueron disminuyendo poco a poco hasta que dejó que sus componentes internos volvieran a quedar fuera de línea.

(-0-)

Cuando volvió a despertar, X fue chequeado y dado de alta. Finalmente pudo volver a caminar por su cuenta. Sin los médicos o el daño previo para contenerlo, el reploide azul comenzó a explorar el pequeño cuartel que se encontraba bajo los cimientos de Abel City.

Igual que los refugios de emergencia, este cuartel secundario había sido construido debajo de la ciudad, protegido de cualquier ataque proveniente desde arriba. Fue construido poco después de que los Hunters se habían expandido hasta Abel City, y sorprendentemente había sido sugerido por el Dr. Cain. Cuando la Base de Misiles fue establecida, el Dr. Cain expresó preocupaciones sobre la posibilidad de que los Mavericks usaran las armas disponibles. Así, construyeron refugios subterráneos dentro de la propia isla, y luego un cuartel general secundario debajo de la superficie de la torre que se alzaba sobre la ciudad.

El cuartel general era un gran retroceso a comparación del expansivo edificio en Abel City, con los colores apagados, y todo era de un tono grisáceo y muerto, aunque los pisos y muros estuvieran razonablemente limpios. Aun así, a pesar de eso, X descubrió que el interior parecía estar incompleto, como si este lugar estuviese compuesto de los cimientos internos sin completar las paredes externas. Además, la iluminación podría haber sido más confiable que la de arriba, y muchos reploides no se veían por ninguna parte. Aunque dado lo que sucedió unos días antes, X no necesitaba preguntar el porqué. Al pensárselo más detenidamente, este lugar parecía ser demasiado grande con los pocos de ellos que quedaban.

– ¡X! – Un rostro familiar atrapó su atención. Girándose hacia la derecha, vio a una reploide pelirrosa corriendo hacia él, completamente intacta y sin ningún rasguño encima.

– ¡Trinity! – gritó el Hunter, sintiendo que el núcleo se le exaltaba al ver que la navegadora líder se encontraba viva. – ¿Te encuentras bien?

Parecía un poco tonto preguntar eso. Las apariencias no significaban nada; nadie aquí se encontraba bien. Su expresión decayó al ver que la navegadora desviaba sus ojos azules por un segundo y ponía una sonrisa forzada en su rostro para responder a su pregunta.

– Hasta ahora, todos los que lograron salvarse están funcionando. – le dijo a X. – Y esta base de operaciones parece no haber sido afectada por los misiles.

X se mordió el labio; los misiles. Estaba inseguro de preguntar, dudaba si debería, pero necesitaba hacerlo. Tenía que saberlo. Pero antes de hablar, el Hunter azul sintió una mano sobre su hombro.

– Allí estás. – Otra voz familiar resonó en sus auriculares. Los ojos verdes de X se encontraron con un par de azules penetrantes.

– ¡Comandante Zero! ¡Allí está! – Trinity saludó al Hunter rojo. – No tenía idea de que había regresado.

– ¡Zero! – X no se esperaba ver al otro reploide tan pronto, especialmente dado lo que había transpirado antes de su captura y la de X en la Base de Misiles. Y un momento, ¿lo llamó "Comandante"?

– Si me permite, señor, ¿hay algo que reportar? – le preguntó Trinity al Hunter rubio, que negó con la cabeza.

– Hasta ahora, no hay nada excepto algunos restos de su trabajo. El responsable no está en ninguna parte de la ciudad. – le dijo Zero a la navegadora, antes de soltar un gruñido. – Puede que ni siquiera esté en la isla.

– ¿Cuáles son sus siguientes órdenes, señor? – preguntó Trinity. – ¿Quiere que intentemos contactar a la Unidad Aérea y a Eagle?

– Sí. – respondió Zero, y luego se giró para ver al Hunter azul. – Ahora, si me lo permites, necesito hablar con X. Si se siente bien para mantener una discusión.

Momento, ¿qué? ¿Zero quería hablar? X no necesitaba darle muchas vueltas, pero el hecho de que el reploide rojo quisiera hablar con él era una sorpresa. Pero de nuevo, X estaba consciente de que Zero esperaba una respuesta. – Oh, uh, claro. Seguro, estoy disponible.

Esta respuesta pareció divertir a Zero, aunque X todavía seguía bastante nervioso. – Bueno, si ese es el caso, por favor discúlpanos, Trinity.

Zero se llevó a X por un pasillo corto hacia un cuarto pequeño al final. Por lo que pudo ver, parecía ser un área donde no se almacenaba nada importante, como si no se hubiera decidido el propósito del cuarto. Este lugar se sentía incompleto, como si apenas acabara de llegar a la realidad. Aun así, pese a todo, era claro por qué Zero había traído a X aquí. La única pregunta era ¿cuál de los dos debía comenzar primero?

Ultimadamente, sin embargo, X no pudo soportar el silencio más y comenzó a hablar primero. –Zero, sobre lo que pasó en la Base de Misiles... – X hizo una pausa, tratando de averiguar cómo poner en palabras lo que quería decirle. – Yo... admito que tal vez haya dudado de ti, aunque fuera por un segundo. Pero sea cual sea el caso, se trate de Sigma, la historia, o cualquier otra cosa, no hay excusa. – Bajó su cabeza cubierta por un casco con vergüenza. – Después de todos estos años, debería haber confiado más en ti. Debí haberme dado cuenta que volverte Maverick no está dentro de ti en absoluto. – Suspiró. – Sé que tal vez no significa mucho, pero lo siento, Zero. Siento mucho haber dudado de ti.

Zero se quedó sin habla, incapaz de decir ni una palabra por unos momentos. Entre más se alargaba el silencio, X comenzaba a preocuparse de que su disculpa hubiese ofendido a su amigo todavía más. O quizás ahora, examigo.

Para su conmoción, sin embargo, la respuesta de X pareció suavizar un poco la expresión del otro Hunter. – Bueno, ahora sí no puedo hacerlo.

X lo miró confuso. – ¿Qué cosa?

– Aquí estaba yo, a punto de sermonearte por desobedecer las órdenes y haberte ido a la ciudad. – respondió Zero. – Ahora hiciste que me sienta mal por haberme enfadado contigo.

X se sorprendió de que el Hunter rojo lo perdonara tan fácilmente, aunque estaba agradecido no sentía que se lo mereciera. Y no sólo por las dudas que antes tenía. – Pues deberías estarlo. Dejé que Vile tomara ventaja contra mí luego de que caí en el truco más viejo del libro, todo porque no disparé en ese momento. – Cerró los ojos, suspirando con decepción. – Aunque logré deshabilitar la Ride Armor, no pude derrotar a Vile.

El plan original de Zero de regañar a X por haber ido por su cuenta había quedado totalmente descartado; el otro reploide no tenía el corazón para seguir con ello. Pero tampoco iba a tolerar lo que su amigo acababa de decir. – Se te olvida que, incluso sin esa Ride Armor, Vile fue construido para ser una máquina de combate. – le informó a X. – Derrotarlo habría sido difícil para cualquiera.

X suspiró. – Aun así, eso no excusa el hecho de que no disparé cuando debí haberlo hecho. Ni tampoco es excusa para siempre estar conteniéndome. No sólo entonces, sino desde que me uní a los Hunters.

Eso también se extendía incluso desde su activación inicial, pese a que los Mavericks ni siquiera existían en ese entonces. Lo peor que tenía que hacer era dispararles a dianas y ocasionalmente a mecaniloides. Fujiwara decía que sus "muñecos de práctica" serían reparados, pero X siempre tuvo sus dudas. A pesar de todo, había muy poco que pudiera hacer al respecto; era prácticamente un prisionero en el laboratorio en ese entonces.

Zero se cruzó de brazos. – Cierto, estoy de acuerdo con algo de eso. Si veo algún defecto en ti, serían tus dudas. – admitió. – Y después de todo esto, debo admitir que estoy preocupado.

X suspiró. – Ya... entiendo.

– Sin embargo – continuó Zero – me preocupa que tal vez no te des cuenta de lo que quiero decir.

– ¿A qué te refieres? – preguntó X.

Zero comenzó a hablar de nuevo. – A pesar de tus dudas, eres muy poderoso, X. Más poderoso de lo que podrías imaginarte. – X se quedó en shock ante lo que escuchaba, pero Zero continuó antes de poder decir otra palabra. – Pero todavía no has llegado allí. Ni siquiera estás a ese nivel, en el sentido de que hayas alcanzado tu máximo potencial, lo que podrías llegar hacer. No estoy seguro de lo que el Dr. Light haya puesto dentro de ti, pero por lo que he visto, cada reploide ha demostrado ser más avanzado que los robots que los precedieron. Así que podemos igualar a los humanos en híper inteligencia y vivir entre ellos como parte de su mundo.

X entendió lo que Zero decía, pero todavía necesitaba establecer su punto.

– Los reploides están llenos de potencial, X. – le dijo Zero al reploide azul. – Y si ese es el caso, imagina todo el que debes tener tú. Si realmente utilizas lo que el Dr. Light te dio, podrías ser uno de los Hunters más grandes, si no el más grande de todos. – Zero hizo una pausa. – Tal vez llegues a ser incluso capaz de desafiarme a mí.

– ¿Qué? Imposible. – X se quedó estupefacto, y descartó la noción al instante. ¿Desafiar a Zero, él? De ninguna manera.

– Me desafiaste cuando estaba... – Zero se detuvo por un momento. – Cuando no estaba en mis cabales. Cuando me llevé a tu hermana.

– Estabas bajo la influencia de un virus, y bueno, a pesar de lo sucedido, dejaste a Roll completamente ilesa. – dijo X. No mencionó a Sigma en absoluto. – Fui con el Dr. Cain para alejarme de las peticiones para convertirme en un Maverick Hunter. No fui para allá porque quisiera pelear contra ti.

– Pero aun así lo hiciste. – refutó Zero. – Entraste allí y peleaste contra mí. Peleaste sin dudar cuando viste el estado en que se encontraba Sigma. – Se le hizo muy impactante oír el nombre de su comandante sin otra cosa que desdén. – Todo por salvar a tu hermana, alguien que no tendría ninguna oportunidad contra mí.

X estuvo a punto de protestar, diciendo que Zero estaba haciéndolo sonar como si fuera una especie de monstruo indomable, pero el Hunter rojo siguió adelante.

– Recuerda eso a partir de ahora. – le dijo Zero al reploide azul. – Enfrenta cada situación como lo hiciste en ese momento. Anda, muéstrame tu buster. – El reploide rojo señaló el brazo de X, y este le hizo caso. Zero le sujetó el brazo con el cañón. – Cuando se trata de esto, no debes dudar. Date cuenta de por qué estás peleando, y hazlo posible.

X se quedó en silencio por unos momentos, absorbiendo las palabras de Zero. – Ya... entiendo.

– Bien. – Zero sonrió, y luego se giró hacia la puerta. – Ahora ven. Roll se muere por verte.

X se quedó congelado. – ¡Roll! ¡¿Ella está bien?! ¡¿En dónde está?!

– Está aquí, y se encuentra bien. – le dijo Zero. – Estaba en mejor condición que tú cuando viniste aquí.

Una oleada de alivio invadió a X, pero entonces se acordó de alguien más que quedó atrapada en medio de la locura que tuvo lugar no hacía mucho. – ¿Y Chiyo? ¿Qué hay de ella? No, espera. Probablemente esté en el refugio con los otros humanos.

– No, ella también está aquí. – le dijo Zero a X. – Tenía algunos rasguños, pero no se rompió nada. Los humanos son demasiado frágiles.

– ¿Ella está aquí? – preguntó X. – ¿Por qué?

Zero se quedó callado al principio. – Sólo digamos que probablemente sea mejor que no esté con otros humanos por el momento. – X no lo entendía del todo, pero Zero continuó. – Roll ha estado cuidando de ella, así que donde sea que se encuentre Chiyo, ella también estará allí. Bueno, será mejor no tenerla esperando, ¿te parece?

X asintió, saliendo del pequeño cuarto detrás del Hunter más alto. Aun así, a pesar de las palabras de Zero, no pudo evitar cuestionar algo de su razonamiento, ya que también fue durante su primer encuentro que X dudó. De haber lanzado otro disparo, aunque X no estaba seguro de haber podido derrotar a Zero, aun así podría haberle causado un daño severo que podría haber llegado a ser incluso permanente. Así que, en ese caso, ¿cómo sabría cuándo era el momento apropiado de tomar una vida, y cuándo no?

Y al final, ¿acaso siquiera importaría?

...

Apenas ingresó al pequeño cuarto al final de otro pasillo, se encontró de frente con el abrazo de la mujer mecánica detrás de la puerta.

– ¡X! – gritó Roll. Sus ojos estaban secos, pero su voz estaba ahogada y llena de emociones mezcladas mientras lo abrazaba. – X, estás a salvo. Cuando escuché que no volviste de tu misión, y luego Sigma... – Se detuvo en seco. – Yo... me alegro de que estés bien. ¿Seguro que ya te recuperaste lo suficiente? – preguntó mientras retrocedía unos pasos para inspeccionar a su hermano (menor) por sí misma. – Los médicos se aseguraron de revisar todo, ¿verdad?

– Sí, estoy bien, Roll. – le aseguró X, mirándola también. – ¿Qué hay de ti? ¿Alguien te hizo algo?

Roll dio un respingo incómodo. – Había uno con una lengua muy larga que trató de hacerlo. Pero él llegó en el último segundo. – dijo mientras miraba a Zero. Y para sorpresa de X, le estaba sonriendo al Hunter rojo.

– ¿Y Chiyo? – preguntó X. – Zero dijo que estaba aquí.

– Lo está. Allá atrás. – respondió Roll, para luego llevar a X hasta la parte de atrás de la habitación. Los ojos verdes del reploide vieron a la joven japonesa todavía con su uniforme puesto.

– ¿Chiyo?

La joven estaba sentada frente a una pequeña mesa, con un frasco de ciruelas en conserva y un tazón de arroz frente a ella. Parecía que no había tocado su comida en absoluto, y sus ojos se abrieron ligeramente al darse cuenta de la presencia de X. Pero eso fue todo lo que hizo, y volvió a dirigir la mirada hacia la comida que tenía enfrente. Su estómago gruñía, pero no parecía tener ganas de comer.

X se llevó a Roll aparte por un momento. – ¿Por qué está aquí y no con los demás humanos? – le preguntó.

Roll se mordió el labio. – Fue sugerencia de Zero. Tardamos un poco buscándola, pero la encontramos aislada en una de las esquinas de las habitaciones de refugiados.

– Pero aun así, ¿por qué sigue aquí? – cuestionó X. No era como que tuviese problemas con la humana, pero seguía en un espacio principalmente ocupado por reploides.

– Es algo complicado. – admitió Roll. – Pero dadas las circunstancias, creo que es mejor que Chiyo se quede aquí. – Se acercó más a su hermano. – Es algo que concierne a la naturaleza humana.

¿La naturaleza humana? Antes que X pudiese preguntar más al respecto, la voz de Trinity resonó por el intercomunicador, atrayendo la atención de todos. – ¡TODO EL PERSONAL DE LOS HUNTERS, POR FAVOR REPÓRTESE A LA SALA DE REUNIONES!

Repitió el anuncio varias veces, asegurándose de que todos en la pequeña base pudieran oírlo. – Es nuestra señal. Andando, X. – dijo Zero.

X asintió y siguió a Zero mientras salían de la habitación, pero en ese momento Roll les llamó, deteniéndolos en seco.

– ¡Esperen! Zero, antes de que te vayas, sobre lo que pasó antes, yo...

– Podemos hablar después. – dijo el rubio más alto. – En este momento, algo más está sucediendo.

Y con eso se marchó. X le dio una última mirada a su hermana y a Chiyo antes de seguirlo, dejándolas a ambas a solas.

...

Con todos en la sala de reuniones, la misma área donde X había entrado cuando salió del ala médica, vio cuan pocos de ellos todavía quedaban. Acorde con lo que dijo Zero, quienes no estaban allí ya estarían muertos, casi muertos en la enfermería, o se habrían alineado con Sigma. Igual como lo hizo cuando entregó los hallazgos colectivos de las navegadoras, Trinity estaba de pie en el centro de la sala, hablando con todos. X miró a su alrededor y, para su alivio, vio algunas caras familiares entre la pequeña multitud, pero había más desaparecidos que encontrados. Él sólo podía preguntarse dónde estaban ahora.

– Hasta ahora hemos confirmado que, a pesar del daño a la ciudad, Sigma no lanzó todos los misiles a su disposición. – relató la navegadora pelirrosa a todos los que estaban reunidos. – De haberlo hecho, toda la isla habría quedado destruida.

Se soltó una discusión entre todos, siendo X el que estaba más conmocionado de todos. – Entonces, ¿significa que aún queda algo de la ciudad? — preguntó.

Trinity evitó su mirada por un momento. – Hay... algunas zonas que aún siguen de pie. Aunque no le servirán a nadie.

X miró hacia el suelo, sintiéndose algo culpable. Zero le colocó una mano sobre el hombro.

– Pero las áreas afuera de los límites de la ciudad todavía siguen intactas. – En el enorme monitor del muro norte, un mapa de la isla artificial apareció, junto con el océano que los rodeaba. – Hemos tratado de contactar con las otras bases que tenemos estacionadas por todo el territorio, y también en las áreas donde haya trabajadores, tanto humanos como reploides, se encuentran bajo la ocupación de algunos de los hombres de Sigma. – Presionó un botón en un interruptor. El monitor comenzó a acercarse a las montañas cubiertas de nieve sobre la isla. – Hemos descubierto que la Base en la Montaña de la Unidad Polar sigue en línea y funcionando, y enviamos a un antiguo miembro de la unidad para investigar. Pero desafortunadamente todavía no ha vuelto.

– ¿Qué sucede allí arriba, de todos modos? – cuestionó Firefly. X se sintió agradecido de verlo entre los vivos. Había escuchado que Ai todavía estaba siendo reparada, pero desafortunadamente el daño que ella había sufrido era más severo de lo que sospechaba inicialmente.

– Hemos perdido el contacto con las demás bases alrededor de la isla. – aclaró Trinity. – Pero por la poca información que he podido reunir, incluso con los límites impuestos por la Torre de Comunicaciones.

X no entendió a qué se refería con eso, pero antes de poder preguntar, ella continuó.

– Hemos estado experimentando temblores en el área de las montañas. Esta ocurrencia, por supuesto, es un problema, especialmente considerando que la población humana sigue bajo nuestro cuidado. – Se detuvo por un momento, y murmuró bajo para que nadie la escuchara. – Aunque no quieran tener nada que ver con nosotros.

– Los temblores provocan avalanchas. – añadió Firefly. – Lo cual podría llevar a que todos nosotros terminemos enterrados bajo la nieve.

– En efecto. – dijo Trinity. – El Comandante de la Unidad Polar fue despachado para investigar la actividad en la base, pero aún esperamos noticias suyas. Y si lo que creemos es cierto, entonces alguien debe estar agitando las cosas en esa región para causar un evento potencialmente catastrófico.

Los Hunters comenzaron a debatir entre ellos sobre quién debería ir. Quedaban muy pocos de ellos, lo que estiraría sus números todavía más. Sin mencionar que, en caso de que el área siguiera bajo el control de Sigma, probablemente estaría repleto de aquellos leales a su causa.

– Trinity. – dijo Zero de repente. – ¿Alguna noticia de Eagle o de la Unidad Aérea?

Los rasgos de la navegadora decayeron. – Desafortunadamente no. No hemos escuchado ni una palabra. – Vio cómo Zero cerraba sus ojos por un momento. – Pero por el momento, necesitamos investigar la Base de la Montaña, y asegurarnos de eliminar la amenaza potencial. Uno de nosotros tendrá que hacer esto.

Todos miraron alrededor, pero rápidamente todas las miradas recayeron en Zero. Eso no importaba, ya que el Hunter rojo estaba a punto de ofrecerse como voluntario de todos modos.

– Espera un minuto. – protestó Trinity. – Todavía te necesitamos para ayudarnos a rastrear a dónde se fue Sigma.

– Firefly es lo suficientemente rápido y hábil para liderar a un escuadrón. – respondió Zero. – Y si uno de los hombres de Sigma está involucrado en esto, sin duda querrá vigilar lo que sea que estén haciendo allá arriba.

Mientras este intercambio sucedía, X no pudo evitar ponerse a pensar en cuál era su lugar ante todo lo que ocurría. Cierto, todavía seguía con vida y, por el momento, en condiciones para volver a su deber como Hunter, pero ahora Sigma acababa de poner todo de cabeza. X sabía muy poco, pero de lo que estaba seguro el reploide azul era que esta ciudad, los Hunters, reploides y humanos, todos estaban en peligro. Y estas avalanchas potenciales, aunado a que el comandante de la unidad estaba desaparecido, sólo eran detalles pequeños en el largo trecho de sucesos que habían ocurrido mientras estuvo inconsciente durante esos dos días. Muchas cosas habían pasado, y frente a ellos podrían ocurrir todavía más desastres potenciales.

Desastres provocados por alguien a quien una vez él había admirado y respetado, y se había convertido en un Maverick. E incluso si él mismo no se consideraba como tal, sus acciones en relación al Dr. Fujiwara decían lo contrario. Pese a eso, una parte de X no podía evitar preguntarse, ¿acaso era Sigma, en el sentido de ser quien actuaba por su propia voluntad? ¿Qué tal si sus acciones resultaban provenir de una infección mucho más profunda que nadie había descubierto hasta ahora? X sabía que era estúpido, pero una parte de él quería aferrarse a la esperanza de que tal vez Sigma no estuviera en sus cabales.

Aunque a estas alturas, X se había dado cuenta que era una esperanza falsa.

Independientemente de eso, la situación todavía requería que alguien se ocupara de ello. Y aunque Zero parecía dispuesto a ir, X podía ver que lo necesitarían aquí, especialmente si ahora llevaba el título de Comandante, algo que a X le costaba todavía asimilar del todo.

Pero si no era Zero, ¿entonces quién? ¿Quién podría ir a las montañas a buscar al Hunter desaparecido, e investigar las extrañas ocurrencias que estaban sucediendo? ¿Quién tomaría la responsabilidad por todo lo que pasaba?

De repente, una voz que nadie esperaba oír habló.

– ¿Disculpen? – Trinity desvió su atención de Firefly para ver que X acababa de dar un paso al frente. – Si están buscando voluntarios, yo estoy dispuesto a ir.

Esta historia continuará...

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